El hecho de que una universidad pública sea en la ley un organismo descentralizado del Estado conlleva riesgos: uno de ellos, conocido en la enseñanza del Derecho, de que se convierta en un feudo, es decir, en una dependencia al servicio de un "señor" y "su" gente, una clientela. Sucede en la medida en que, desde hace tiempo, la universidad es un reducto de seguidores del seductor de la patria, con variantes, desde resabios del PRI (Partido Revolucionario Institucional), como ocurrió durante ocho largos años con el obispo de Copilco, hasta de enquistados como los Woldies, del Instituto de Estudios para la Transición Democrática, que en cierta medida, poco antes de afianzarse, se repartieron premios entre sí con un rasero de clientela, y no ligados propiamente al trabajo académico, sobre todo a falta de éste si se estaba por ejemplo en cargos de supervisión electoral. Por lo que se refiere al obispo de Copilco, en su momento, de cooptación, ni siquiera se dió el trabajo de disimular su afiliación partidaria. Lo dicho aquí no lo es todo, aunque se trate de una tendencia fuerte; la universidad pública sigue contando, sobre todo a nivel administrativo, con gente de especial buen sentido del servicio público y algunas buenas áreas de estudio, además de, finalmente, una paulatina (aunque ambigua) renovación generacional, para no idealizar el pasado "estilo India", de "vacas sagradas". El carácter "descentralizado" tiene que ver con una autonomía concebida por el "uso" de la universidad, para todas las corrientes de pensamiento, y JUSTAMENTE para evitar el manoseo político-ideológico. El predominio de "grupos" que responde a una "política" es, de entrada, ajeno al espíritu universitario.
Desde hace años, y más notoriamente desde 1999, aunque hay tendencias previas, la universidad no sirve al Estado en gran medida porque responde a intereses de organismos internacionales, que dictan las grandes líneas a seguir (como por ejemplo a través de un memorándum con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico- OCDE cuando la encabezaba José Ángel Gurría, funcionario del seductor de la patria). A través de informes y "recomendaciones", dichos organismos encuentran la manera de que los funcionarios/tecnócratas repercutan "agendas" al interior de la universidad, quedando por saber si los intereses de dichos organismos son los mismos que los del Estado mexicano, más por la influencia transnacional. Aunque hay excepciones, lo que se hace en bastantes lugares de la universidad pública no responde al interés del Estado nacional, con atributo soberano, sino al exterior. Desde los 80, se agrega el incesante trasiego de universitarios al exterior y, en particular, al "tráfico" con universidades foráneas, en particular de Estados Unidos, y en menor medida de Canadá: la creencia es que lo de afuera es por fuerza mejor que el "pobre Mexiquito", hasta la apertura indiscriminada y la indiferencia y la ignorancia de lo propio. Es la generación del TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte), que se reforzó desde los '90 con la "globalización" como coartada. Son en parte los "demócratas liberales" que no ocultan que el Estado nacional les parece algo "atrasado". Como se dice coloquialmente en México, son aficionados a "mamar y dar de topes", y no debe haber Estado más que para saquear el erario. Están en primera fila para situarse contra la autodenominada "Cuarta Transformación", si hay privilegios creados que se sientan inseguros, en vez de contribuir a diagnosticar y resolver los problemas del Estado nacional.
Los otros, quienes crecieron "Demócrata" y ponen el aderezo libertario, sin excluir a la izquierda "radical", consideran que el Estado-opresor-es-un-macho-violador o, para decirlo de otro modo, confunden Estado y gobierno, como los "demócratas liberales": participan de la recolección de fondos (fund raising) con las modas de "acción afirmativa": a su manera, el uso de fondos del Estado -es decir, del interés general- para, diciéndolo otra vez coloquialmente, "patear el pesebre", al grado de llegar a un despilfarro de recursos monumental por saturación de lo mismo y "sobreproducción" que tampoco obedece a intereses endógenos. Se trata de generaciones intermedias que hacen "grupo de presión" para generar la creencia del all inclusive, todas las minorías de lo que sea incluidas, y ocupando el espacio público con asuntos personales, desde que "lo personal es político", sumando a la clientela su decisión de hacerla de .lobby. Trátese de las clientelas, de los grupos de presión o de ambas cosas, ya no tienen que ver con el interés del Estado, general y público, porque se trata de intereses privados, al amparo de la autonomía que a la "izquierda grupo de presión" le sirve también para lanzarse contra el Estado.
La autonomía no es soberanía de una academia que no tiene dinámica propia (endógena), sino que baila al son de intereses exteriores que no son los del Estado, sino con frecuencia extranjeros: sí se trata de "neoporfirismo" tanto por la preferencia por la moda foránea y el abandono del interés nacional como por la reducción de lo nacional a asuntos de "grupos" de privilegiados con pretensiones aristocráticas -por mi raza hablará Carmelita Romero Rubio- y pasión por la intriga y ese "ser dueño de su silencio" tan de don Porfirio, para enseñarse a no hablar nunca más de lo "necesario y conveniente" para permanecer en el "círculo", y a tal grado a costa de la independencia de criterio, que se toma ésta como si alguien, en vez de entregar "la merca", se la quisiera quedar para beneficio propio y -pura proyección/inversión- por ánimo personalista. De lo último que se habla en la corte es de trabajo, salvo como pretexto para tener con qué "moverse" y ascender, así sea la última de las frivolidades o pura chatarra. Al mismo tiempo, entre las generaciones más jóvenes, queda por saber si, dadas sus circunstancias específicas, y aún con "grupos de presión" encima, pueden encontrar un camino propio que no sea el de los acaparadores de tantos años. Algunas posibilidades hay, entorpecidas por personas que, como no es tan difícil de entender, se hicieron de privilegios a costa del Estado y, por lo tanto, del mínimo de institucionalidad alcanzado. Lo otro es la universidad "patito" para cerrar no precisamente con broche de oro, y creyendo que la culpa es de Trump o de la "4T". Cualquier cosa, que en proyección/inversión sea exterior, con tal de no asumir nada, y "trascender" no dejando en la Tierra más que ese cuidado de "nada más de lo necesario y conveniente" para asegurar privilegios, hacer relaciones de poder y para, llegado el caso, debilitar al compadre. Ya que se está en Andrés Manuel López Obrador (Neoporfirismo), tal vez lo anti4T sea un ánimo de necesariato. De importancia muy de dudar (da click en el botón de reproducción)