Las mujeres brasileñas tienen cierto gusto especial por la confusión entre la realidad y una telenovela: en vez de apagar la televisión, convierten la realidad fácilmente en asunto...de "escenas". Hasta con un supuesto sentido terapeútico.
En el caso del personaje -es que, como se decía antes, "es todo un personaje"- a quien nos referimos aquí, conocido domésticamente como "Andorinha", ha confesado tener un lejano pasado extraño, al haber tenido en algo así como "la clandestinidad" una relación con alguien de quien no supo si se llamaba "Nildo", o "Ourico". Aquí comienza parte de la trama, puesto que en la hacienda latinoamericanista existe alguien de nombre Nildo Ouriques, que como se acostumbra en la "casa grande", se cuelga de grandes nombres para agrandar el propio, tratar de cubrirse de gloria, ponerse en campaña y repetir la teoría de la dependencia, en la que se refiere más a "Theo" (!) que a un Ruy Mauro Marini (conocido como "Ruy Mauro") que no se esforzó demasiado ni salió mucho de la "esfera de la circulación". De hecho, en la "casa grande" se está bastante en dicha esfera y a la espera de recoger en la de la distribución, sin especial empeño en la de la producción. Cosa de fazenda: el hombre brasileño con sus toques afeminados, y la mujer de drama pero medio hombruna. En fin, empieza el suspenso: ¿Era Nildo o Ourico?
Acto seguido, "Andorinha" confiesa a un ingenuo que el marido de aquélla está en fase terminal, y le quedan entre dos y cinco años de vida. Como cuando no están más frenéticos que Henry & June (según "Andorinha", 365 días al año -!qué ritmo, los locos del ritmo!- y con algo de mota en la playa si hay ocasión), lo que tiene al señor en plena genitalidad, viven peleando o recibiendo visitas entre pelea y pelea, "cama y mesa" ("mal bicho", se dice de la segunda esposa del patrón) y el señor es llevado a visitas hospitalarias con una manera de arrancar y frenar el choque que es propia de quien quiere amansar al pasajero (que debe ser el "sexo pasajero", de tan buena que está la batucada todo el año, de carnaval). Cama y mesa. No tanto amantes a la antigua.
La "Guade", porque todo destila amor, tal vez no sabe que la casona de Tlalpan es producto de un despojo legalizado a la primera esposa del señor. De lo más frecuente en las fortunas oligárquicas. Pero entre que si son Nildos o son Ouricos, la brasileña es de la maña y le prepara el golpe al patrón, porque no hay telenovela sin pleito por una herencia, y hay que apresurarse a invertirlo todo, como en el carnaval: el legítimo debe salir en "escena" de ilegítimo y, a su vez, la ilegítima de "legítima". Conmina a Jussara Teixeira a que siente al hijo -heredero en potencia- con Diván el Terrible. Como la casa grande es de que "lo mejor de nuestras vidas queda en familia", la tal Jussara es la señora de Sergio de la Peña, una nulidad completa que es asesor de tesis de Nildo Ouriques. El patrón, fuerte con quienes creyó débiles, está al "punto" para la celada, a ritmo de samba en sambódromo o bossa nova: un buen día, después de sacado el hijo de la batucada, "Andorinha", con toda la familia al apoyo, remata con "ladrón que roba a ladrón" y se queda como heredera única y universal, en lo que se decide si es Nildo o Ourico, y procede a prohibir al hijo que se asome por la fazenda, mientras el patrón, ya en plan cuento de Gabo, se limita con lo que le queda -ya despojado- a comprarse calcetines nuevos. Y tal vez a creerse que, como todo dueño de vidas y haciendas, ha cumplido con repartir casas entre señoras. En este punto, el ingenuo sale de la historia. Y entran a escena los que se creen lo de la "legítima", que con tal de estar invitado a la casona y "relacionarse" no falta quien se crea hasta que es Pelé, o Xuxa.
Cuando el patrón, ya en otro lugar, necesita hospedaje para un tratamiento, la heredera única y universal se lo niega, porque ya es señora, no servidumbre, y el señor va a parar en otra hacienda, en Coapa, a una colecta de dinero con Beatriz Stolowicz y más para el tal tratamiento. Como además de plan familiar se tiene el de contar los centavos, no indigna que el patrón no tenga ni uno por dejarlo todo a señoras por aquí y por allá, y tampoco indigna el papelón de "Andorinha", totalmente inmisericorde, sino que se haga colecta de dinero cuando se está en la "esfera de la circulación" en espera de pasar a la distribución, incluyendo en los clanes de pseudoburguesía mexicana. Nadie parece inquietarse de que la conducta de "Andorinha" sea propia de una patología, porque después de todo, queda en familia, la impunidad se vale (aunque sea porque se enseña a agachar) e interviene otro brasileño con la misma molicie (parece que todos tuvieran fatiga crónica), Severo Salles, en toda una operación subimperialismo emocional en el latinoamericanismo, y en la que las coronelas mexicanas salen también de escena (corriendo). Así la telenovela, así las brasileñas y así la familia latinoamericanista. A reserva de que batucada es "va tocada" (pero bien "tocada"), salvo que la serie se llame tiernamente "Andorinha" (víctima, típico modo de presentarse de la persona perversa); alguien, en la escena final, se acerca al hijo desplumado y le pregunta: ¿conoces a Nildo Ouriques? Cómo se pasa la vida: ¿se refiere a "Nildo" o a "Ourico"?¿Y por qué en vez de seguir repitiendo lo de siempre como si fuera pegajoso como una lambada o "Lanza perfume"con Rita Lee no piden trabajo en O'Globo? Porque, en lo que son Nildos o son Ouricos, figurinos, es como del dinero y de Camelia: nunca más se supo nada. (da click en el botón de reproducción: ¿alguien más quiere un protagónico y más "escenas" o no se la quiere acabar?)