No queda muy claro por qué no es posible denunciar que Estados Unidos y sus aliados se están instalando en algo peligroso no por lo agresivo, sino por lo fuera de la realidad y de toda lógica que se encuentra el discurso imperial, si se lo puede llamar así sin ofenderlo, ahora que es tan "humanitario".
El 11 de septiembre, un muy conmovido Obama recordó al lado de George W.Bush los atentados que conmovieron al mundo, inauguraron una nueva era, cambiaron la Historia para siempre y lo que se quiera agregar´: un mega-atentado golpeó a la hyperpotencia donde le súperduele. Bien. Obama volvió a la gritería contra el terrorismo y Al-Qaeda, y a los pocos días siguió con su guerra ilegal (desde el punto de vista del Congreso estadounidense) contra Libia: golpear es tan natural que a Obama "se le olvidó" declararle la guerra a Libia. Luego de mostrarse religiosamente conmocionado y muy indignado por lo del 11 de septiembre, Obama, con sus aliados, se fue a regalarle el gobierno libio a un terrorista, ex de Al-Qaeda, Abdelhakim Belhaj, cuya soldadesca tiene costumbres tan simpáticas como la de arrancarle un ojo al enemigo muerto o cortarle los senos a las enemigas mujeres. ¿Importa? En lo absoluto, y no hay que interrumpir un discurso sobre los "movimientos sociales" si de lo que se trata es de que los intelectuales de siempre, en la cresta de la ola, trasciendan y, ellos también, "hagan Historia".
Los rebeldes libios, en realidad terroristas, son tan ineptos que ni siquiera han ganado su guerra: Kadafi no se fue y prosiguen los combates, nada más que carecen de interés, así mueran centenares de personas. Si a usted no le gusta que su vecino y su vecina se griten entre sí, vaya y tíreles una granada, vuele media casa y asómese a tiros. Luego invite a Sarkozy (un tipo que enjuicia a todos los que no obedecen a Washington: Chirac, De Villepin, Strauss-Kahn) y Cameron a que declaren, con cara de Marlon Brando: "no nos iremos hasta terminar este trabajo". También puede llegar al lugar de los hechos el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki Moon, a declarar que afortunadamente se puso fin a la violencia. Es decir que usted, al lanzarle granadas a sus vecinos, volarles la casa y ametrallarlos, además de "hacer un buen trabajo", "terminó con la violencia".
Lo más simpática es que Fidel ya se calló, él que, como algunos intelectuales, con tal de ser héroe de algo predijo el fascismo con Bush, fascismo que nunca llegó. Más bien habría que aprender de lo que pasa cuando los hijos de alguien como Kadafi se ponen a tono con la globalización, el desarrollo sustentable y, de paso, las parrandas en Saint Tropez y los centros nocturnos europeos, especialidad de Saadi y Hannibal. En cuanto a Saif al-Islam, se graduó en London School of Economics con una tesis cuyo título parece sacado de una red social, o de alguna de esas personas que a quien lo pida le hacen una tesis sobre lo que sea en 24 horas:" El papel de la sociedad civil en la democratización de instituciones del gobierno global: del poder blando a la toma colectiva de decisiones". Saif al-Islam fue el brillante que le dió el poder a la sociedad civil, poder que en Bengasi tomaron los ex afganos, gente de Al-Qaeda y el delincuente Belhaj. Todos ellos, reconocidos ahora por numerosos países: la ley sirve para validar un acto ilegal y hasta criminal. Bien. Rusia reconoció el 1o. de septiembre al nuevo "gobierno libio". Rusia dice haberlo hecho por amor, lo que es peor, es decir, en apoyo a la Resolución de Naciones Unidas. Nada más que, cuando Naciones Unidas decidió "proteger a los civiles libios", ya había en el mismo suelo libio más de dos centenares de soldados británicos, en total ilegalidad, y nadie les dijo nada. Rusia, donde se entrenó alguna vez militarmente un hijo de Kadafi, Khamis, en un gesto amoroso avaló una inmoralidad gigantesca, y no parece que a Moscú le importe lo que hacen los "rebeldes" con sus "trabajos" en barrios pobres de Trípoli (Abu Saleem), en Sirte o Bani Walid.
En fin, unodos delinquen religiosamente y conmovidos (!padrino!), otros delinquen por amor y unos más, como Sarkozy, hacen "este tipo de trabajitos". Todo sea con tal de hacer aparecer como humano lo inhumano, trampa en la que fue a caer la izquierda y que la imposibilita ya, como han señalado intelectuales como Jean Bricmont, para ver en qué consiste este "humanitarismo" del Imperio y sus satélites.
En Libia, el antiguo rey Idris pedía a sus súbditos que, antes de dirigirle la palabra, le besaran los pies. Desde luego, es un acto de amor, lleno de emoción religiosa y, de paso, "un trabajito" de los que por humillar exigen algunos monarcas. !Dios mío de mi vida!
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jueves, 22 de septiembre de 2011
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