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jueves, 29 de septiembre de 2011

SINFONIA PARA BATMANIOV Y ROBINIEFT

No hay de qué preocuparse, al menos que se quiera creer que en Rusia hay una democracia a toda prueba. Para empezar, no la hay en Estados Unidos, que es una plutocracia o, dicho de otro modo, un régimen donde mandan los ricos, así parezca que lo hacen los nuevos ricos tipo Obama. En Rusia no faltan quienes crean que es también hora de los nuevos ricos y la tan llevada y traída clase media, que en cierto modo representa Dmitri (Anatolievich) Medvedev. En Estados Unidos, junto a los nuevos ricos mandan los militares, que aseguran la llegada del tributo desde el resto del orbe. Bien, en Rusia, junto a los nuevos ricos, mandan los militares y los servicios de seguridad, que parecieran seguir buscando limitar el poderío estadounidense y prepararse contra un eventual golpe.
Lo delirante no es lo anterior, sino que ningún intelectual de izquierda haya salido a la palestra para embestir contra el actual capitalismo de Estado ruso, siendo que antes se acusaba a la Unión Soviética de ser un capitalismo de Estado, aunque casi no hubiera propiedad privada. Y al mismo tiempo, el Partido Comunista de la Federación Rusa acusa a los recientes mandatarios rusos de comportarse como en la época de Jrushov. A lo cual, los comunistas rusos, aunque son el gran partido de oposición y tienen adeptos entre gente culta, no responden más que con el sempiterno candidato, Guennadi Ziuganov. Así que es Ziuganov, no muy ducho en ideas, quien critica el continuismo en el Kremlin. Y es Putin, lanzado como candidato para la presidencia (de nuevo) por Dmitri (Anatolievich) Medvedev , quien, plagiando tranquilamente a los comunistas, sugiere crear en la Federación Rusa un Frente Popular. Resulta sorprendente ver a los comunistas rusos criticar a la burocracia y a los servicios de seguridad que hacen y deshacen a su antojo.
De todos modos, ocurre que los comunistas rusos en el gobierno servirían tal vez de pretexto para provocaciones occidentales. Medvedev no necesita que lo provoquen, y ha mostrado que las tonterías las puede hacer solito, lo que sin duda le valió tener que ceder el lugar para el regreso de Putin, quien se maneja por lo menos de manera clara con Occidente: si es por las buenas, por las buenas, y si es por las malas, por las malas. ¿Que da igual si es Putin o Medvedev? No, aunque Putin diga que cuidan a Rusia durmiendo por turnos. Una cosa es estar alerta cuando uno está despierto y otra es dormitar cuando se debe estar en guardia.
Así que, salvo sorpresas, lo del cerco se arreglará con Putin. A Occidente le encantan los escenarios apocalípticos, desde el calendario maya hasta los asuntos del cambio climático y el cuento de que un Dios justiciero se va a desquitar de lo que el Hombre le ha hecho a la Naturaleza, incluyendo a los animales, sean callejeros o domésticos. Siendo las cosas así, no hay más que irse a esperar el día del Juicio Final y, desde luego, no actuar ni pensar (mucho menos socialmente), que es lo que prefieren los nuevos ricos con su mentalidad de secta. Una parte de la izquierda adora estos escenarios apocalípticos: creyó que a más pobres más volcanes sociales en erupción, y asegura que el capitalismo salvaje va a destruir a la Humanidad, así sea, al parecer, al precio suicida de renunciar a tener de dónde sacar ganancias. Cuando no hay más que catástrofes por delante, lo mejor es ponerse a salvo (con riqueza, por ejemplo), disfrutar el momento hasta reventar o irse a dormir (el sueño de los justos o el que sea).
En lo que se acaba el planeta, Obama enfila a un nuevo periodo y Putin se asoma de nuevo al Kremlin. No es el mismo tipo de nuevo rico, ni de formación de origen, ni de visión de un mundo justo, ni es el mismo tipo de potencia ni de declive. Después de todo, lo último que se les ocurriría a un occidental y a un nuevo rico, en lo que se termina el mundo, es pensar que se pueden equivocar. Los únicos que cometen errores son los "totalitarios" y otros villanos de película. Medvedev iba por este mal camino, que debe ser únicamente el de quienes, aún hablando de apocalipsis, se creen Dioses e inmortales, o, si no, actúan saqueando porque después de ellos llega el Diluvio. En fin, que ya se verá quién es el bocón y quién el Alexander Lebedev que lo calle.

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