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sábado, 30 de octubre de 2021

BRASIL: CUÁNTO INFLAS

 Frente a la crisis de la que no sale Brasil, el presidente de este país, Jair Bolsonaro, no pensó más que en asuntos de imagen y en las repercusiones de ésta en la economía. Acusado por una comisión parlamentaria de "crímenes de lesa humanidad" por su manejo de la pandemia, Bolsonaro consideró que se trata de "una payasada".

      El genocidio se define como "aniquilación o exterminio sistemático y deliberado de un grupo social por motivos raciales, políticos o religiosos". Bolsonaro será lo que se quiera, pero difícilmente se puede pensar que haya planeado un genocidio, puesto que en este caso se trata de una acción deliberada: ni por motivos raciales, ni políticos, ni religiosos. El mandatario brasileño propuso medidas para luchar contra la Covid 19 que le fueron bloqueadas y entorpecidas en el marco de la estructura de un Estado Federal.

     Luiz Inácio Lula da Silva, a quien Bolsonaro no ha perseguido, saltó al ruedo para acusar de "genocida" a Bolsonaro, lo que carece de sentido. Es una lástima: como la declaración de Lula no corresponde al significado de la palabra, independientemente de que por la Covid 19 hayan muerto más de 600 mil brasileños, suena a demagogia de cara a las elecciones del año venidero. Bolsonaro no se preocupa más que de asuntos de imagen y Lula por dañársela, pero sin salir de lo mismo. Es igual de demagógico hacer llamados contra "el odio" y a "arreglar juntos" (¿con quiénes?¿con Bolsonaro?) lo que el antiguo obrero metalúrgico llama "este país". Lula está a la vista del mismo lado que los llamados "demócratas liberales" que también critican a Bolsonaro. De lo que se trata es de evitar todo lo que ponga de manifiesto alguna contradicción y de llamar sistemáticamente a extrañas reconciliaciones donde deben caber "todos". Dado que en el periodo de Lula se hundió la industria brasileña, aunque se sacó a millones de personas de la pobreza, seguramente se trata de "redistribuir" los frutos de la transnacionalización entre quienes alcancen a agarrarlos, porque la derecha al estilo Bolsonaro no hace promesas "para todos", sino para los allegados (buey, biblia y bala). Para que no queden dudas de qué se trata, Lula visitó México en tiempos de la "Cruzada contra el Hambre" de Rosario Robles, con el gobierno del Partido Revolucionario Institucional (PRI), y fue llamado parte de la "izquierda democrática" por personas como el ex canciller mexicano Jorge G. Castañeda. Está escrito. Y es el mismo sentir de alguien como el actual canciller de México, Marcelo Ebrard. También es el sentir de The New York Times.

      Las cosas llegan a tal grado que, ya encarrerado, Lula ha considerado que por su gestión de la pandemia, Bolsonaro tiene que ser llevado ante un tribunal internacional. La propuesta de Lula es muy simple:"agrandar el mercado de consumidores y atraer inversiones extranjeras. (La) fórmula es simple: poner a los pobres en el presupuesto y a los ricos en el impuesto sobre la renta".

     Lula no tuvo éxito cuando presentó un discurso "socialista" por allá por 1998, y ganó en 2002 con "Lula paz y amor". Hay quien dice que, después de todo, Lula está a la altura de la música del rockero brasileño Raul Seixas, "Metamorfose Ambulante". Bolsonaro no sirve, pero no es ningún enigma. Lula da la impresión de serlo, pero es nada más éso, algo típico de las personas inconsistentes y convenencieras, al igual que José Mujica, el uruguayo que da la apariencia de no tener que ver gran cosa con el más reciente fracaso del Frente Amplio. El señor Lula no está pensando: está calculando, junto al maltrecho Partido de los Trabajadores (PT), para ver si se lanza o no el año entrante. Los economistas lo saben: se pueden tener los mejores cálculos y ni la menor idea de para qué sirven.  Da click en el botón de reproducción .


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jueves, 28 de octubre de 2021

MÉXICO: !ASÍ SE HABLA, CAMPEONES!

Al parecer, ha tenido razón Agustín Basave cuando afirma que en México la palabra se usa para callar, aunque el asunto puede ir más allá del país. El siguiente es, más o menos, el estilo de quienes han defendido a la universidad pública a capa y espada frente a las críticas hechas por el presidente Andrés Manuel López Obrador:

-¿Me puedes devolver los 100 pesos que te presté? Es que me urge hacer un pago.

 Respuesta: ante todo, soy una persona autónoma. Respeto tu libertad de expresión y tu ideología.

 -¿Pero sí tienes los 100 pesos?

-Respuesta: Para mi, lo primero es la excelencia.

-¿Los tienes o no?

-Respuesta: tengo un compromiso histórico e incuestionable con la nación, a la que me debo.

-Yo te presté 100...

-Respuesta: disculpa, no te entiendo...

-Digo que si me das a devolver...

Respuesta: respeto tu ideología, como todas las demás. Soy transparente y rindo cuentas puntuales a la sociedad.

-Mis 100 pe...

Respuesta: No te entiendo...

-!Cómo has cambiado! Te presté 100 pe..

Respuesta: esto es inconcebible y un despropósito.

-¿Te los gastaste?

-No entiendo. Soy un vehículo de movilidad social y estoy entre los mejores del mundo. Lugar número 83 de 500.

-Si los tienes, ¿me los puedes devolver?

Respuesta: no te entiendo, soy un científico de reconocido prestigio y publico en revistas con alto factor de impacto.

-!Por una ch...!!Devuélveme mis 100...!
 

Respuesta: no te entiendo. Me parece que estás fuera de la realidad.

-¿Que qué?

Respuesta: debemos evitar una polarización nociva para los intereses de todos nosotros. Estás polarizando la situación.

-Digo que ya sería hora de que me...

Respuesta: lo que necesito es recibir un mayor flujo de recursos para cumplir con mis compromisos con la nación y la sociedad.

-¿Queeee?¿Mayor flujo de recursos?¿Y mis 100 pe...?

Respuesta: Es obvio que eres populista. Muy de todo o nada.

-¿Bueno me los devuelves o qué?

Respuesta: ese tono es el de Díaz Ordaz. ¿Por qué no quieres a la ciencia?

-Lo que quiero son mis 100 pesos...

Respuesta: yo no me detengo ni con pandemia

-¿Bueno sí o no? Porque ganas un lanal...

Respuesta: mi compromiso es con la sociedad toda, yo respondo a su llamado.

¿Entonces no? Ya vas...

 Respuesta: me debo a la prosperidad de la nación, no a la polarización ni al odio.

-Pinche ratero

Respuesta: esto es peor que la masacre de Tlatelolco.

-Por unos mugres 100 pe...

Respuesta: tus ambiciones personales, de poder y de control están a la vista

-Orale...

Respuesta: y por lo demás, no entiendo de qué me hablas. Tú siempre sales con "otros datos". 

      Este es el tipo de "diálogo democrático" que practica un pequeño grupo de defensores de la universidad pública que, a decir verdad, son pocos, aunque aparezcan como la encarnación de quién sabe qué, y reconocibles por pertenecer a uno o dos grupos de poder (priístas y mapaches), que no de ninguna ciencia. El grueso de la comunidad de profesores, alumnos e investigadores no les responde y está nada más esperando a que el asunto pase, con una indiferencia no muy positiva que digamos. La universidad pública está amenazada desde dentro, no desde fuera, y ni siquiera se trata de un asunto exclusivo de México, sino de una sumisión a directrices que vienen de lo que para muchos es el único país del mundo, Estados Unidos. Es por lo demás falso que en la universidad pública se acepten todas las ideologías: si bien es cierto que no hay "ciencia neoliberal" ni "ciencia popular", tampoco hay "ciencia neutra", y mucho menos, para retomar la palabrería en boga, "basada en evidencias". La prueba es que en los hechos no hay ninguna prueba concreta de que López Obrador quiera hacer otra cosa que dar su opinión. El problema está en que la universidad pública no sirve al público, sino a lo que los intereses descritos interpretan a su antojo como "la sociedad". No queda claro en qué movilizarse exclusivamente por cuestiones de género y de defensa de los derechos LGBTTTIQ+ sirve a "la sociedad", aunque sirva muy bien, como es cada vez más el caso en las ciencias sociales, a la impostura intelectual de la llamada "cultura woke" y de la "cancelación". Por si no quedara claro, es en lo mismo que están algunos personeros intelectuales del lópezobradorismo. Aquí, otra foto del mañoso que supo conjugar la peor inercia de intereses inamovibles con la ilusión de algo así como una "adaptación permanente al cambio" gracias a la izquierda. Perdón, pero se le nota algo poco franco:





martes, 26 de octubre de 2021

¿LA MULTIPOLARIDAD ES OBLIGADA?

 El advenimiento de un mundo multipolar es menos obvio de lo que parece, pese a ser promovido por países como Rusia y China. En rigor, no se trata más que de la extrapolación de ciertos descubrimientos de las ciencias exactas, por lo demás sujetas a debate, al campo de las relaciones internacionales. Por lo pronto, éstas parecen dirigirse sobre todo a una "bipartición" de consecuencias todavía ignoradas.

      La multipolaridad parece ser la expresión de alguna forma de "culturalismo", ya que éste se encuentra en boga, pero no dice nada sobre la "cuestión social" y lo que al respecto tengan que proponer países o incluso "civilizaciones". Por lo demás, Estados Unidos y sus "socios y aliados" no han abandonado -.sus principales objetivos, y el más importante está en que no surja algún contendiente de peligro en el espacio euroasiático. Por esta misma razón se ha ido formando un arco de "contención/disuasión" contra China, incorporando al mismo a India y Japón, junto con Estados Unidos y Australia, en el grupo Quad (Asociación de Diálogo Cuadrilateral), además del grupo AUKUS (Australia, Reino Unido y Estados Unidos). Lo que no parece claro es qué frente puede abrir la presidencia estadounidense de Joseph Biden sin provocar un mayor acercamiento entre Rusia y China, que es lo más temido.

     Lo que se perfila es un espacio euroasiático no dispuesto a renunciar a las energías tradicionales (carbón, petróleo y gas) y un espacio euroatlántico dispuesto a correr riesgos con "energías limpias", por lo pronto costosas (solar, eólica), y con automóviles eléctricos para proyectar la propuesta de un "capitalismo verde", de tal modo que se pueda recuperar la tasa de ganancia.

     Al mismo tiempo, este impulso "verde" es la última gran apuesta de la especulación financiera, y aquí entra en realidad la "bipartición". El espacio productivo se ha ido desplazando hacia Eurasia, mientras que, salvo en algunos rubros, el espacio euroatlántico tiende a no salir de su financierización, siendo en gran medida gobernado por la alta finanza, incluyendo los grandes fondos de inversión. La "bipartición", entonces, se encuentra no nada más entre espacio euroatlántico y espacio euroasiático, a muy grandes rasgos, sino también entre mundo de la finanza y mundo de la producción, sobre todo hasta donde China y Rusia han ido tomando medidas para no ser víctimas de la especulación financiera. Lo que el tipo de especialización escogida le augura al mundo euroatlántico es la decadencia, como ha sucedido en la historia con todos los imperios llegados a este estadio, aunque no pueda decirse con precisión nada sobre la duración del declive. En este contexto, Africa y América Latina, que se cree siempre a la vanguardia, no tienen una situación clara.

      Es un error suponer que Estados Unidos se retirará sin "dar la pelea", al menos entre gente como los Demócratas y buena parte de los Republicanos ligados al "Estado profundo". Dicha "pelea", como ya se dijo, consiste en evitar que surja un desafío a la hegemonía de la "tríada" (Estados Unión Europea-Japón) en el espacio euroasiático. Mientras sea                           así y, sobre todo, mientras no haya claridad sobre lo que está en juego en la "cuestión social", es probable que la "tríada" conserve su capacidad de arrastrar a medio mundo a la inercia y formas peculiares de regresión social. China y Rusia, pese a su ventaja productiva, deberían tener algún otro "modelo" que proponer, pero no es seguro que lo tengan, pese a las declaratorias chinas sobre el socialismo, por lo demás ocasionales. No está de más señalar que tanto Marx y Engels, por ejemplo en el Manifiesto Comunista, como Lenin previeron "empates catastróficos" capaces de destruir sociedades enteras y posibilidades de una larga putrefacción y descomposición. Es lo que suele suceder en las transiciones de un régimen social a otro, lo que no implica la inmovilidad absoluta. Lo que cabe mencionar es que no se trata ahora de un simple asunto de "desplazamiento geográfico", es decir, de pura geopolítica y geoeconomía, sino de la frecuente dificultad para "nombrar" lo que está sucediendo luego de la victoria capitalista sobre el sovietismo hace 30 años. ¿Se trata de un mero desplazamiento en el espacio geográfico o de un cambio en el modo de encarar los problemas sociales que aquejan a la Humanidad?

      Por ahora, y sin agradecimiento de nadie, Rusia, gracias a su adelanto militar, podría haber bloqueado la posibilidad de que el capitalismo resuelva sus contradicciones como acostumbrado, es decir, mediante la guerra, lo que no es poca cosa y obligaría al gran capital a adentrarse en otras búsquedas de "destrucción creativa". Este mismo factor facilitaría la transición a otro régimen social, por larga que sea, pero no se está más que en el terreno de las hipótesis. Se trata en este caso de una transición específica desde el capitalismo, no desde el esclavismo o la Edad Media, y a una escala mayor que en el pasado.

     En materia de multipolaridad, a fin de cuentas el grupo BRICS (Brasil/Rusia/India/China/Sudáfrica) no ha dado realmente mucho de qué hablar, sobre todo porque India está a remolque de Estados Unidos y Brasil y Sudáfrica no tienen mayor cosa que proyectar, ni siquiera a nivel regional. Dicho grupo se lo inventó Goldman Sachs y no habría que tomar por evolución hacia una supuesta multipolaridad la necesidad de mercados ("emergentes", etcétera) para los países y las empresas de la "tríada".

La siguiente es exactamente la mejor manera de no entender lo que realmente está en juego:



sábado, 23 de octubre de 2021

MÉXICO: LA UNIVERSIDAD EMPRESA

 Al presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, se le ocurrió dar su opinión sobre la universidad pública mexicana, a la que acusó de haber virado hace rato al llamado "neoliberalismo". Lo cierto es que, contra lo que cree la jefe de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, la función de una universidad pública es dar servicio "al público", y no en exclusiva "al pueblo", puesto que no se trata de una universidad popular. El llamado "neoliberalismo" ha calado tan hondo que Sheinbaum cree que la universidad debe responder a "quienes pagan impuestos" (es "el recurso que recibimos"), supuestamente el (del) pueblo. Lo que muestra lo anterior es la total ausencia de la idea de república como "cosa pública". Si una universidad es pública, se debe a la "cosa pública" y no al pueblo, ni por cierto a la nación, máxime cuando gran parte de ésta se encuentra perfectamente dispuesta a saltarse a la torera la "cosa pública".

     Como quiera, López Obrador tuvo la valentía de mencionar a un gran corruptor de la universidad pública, el obispo de Copilco, también conocido como José Ramón Narro Robles, y a quienes se dejaron cooptar en masa por el seductor de la patria. El señor Guillermo Sheridan, el tipo de pseudo intelectual incapaz de salir de "Zona Paz" y de cambiar de chistoretes contra una caricatura de izquierda, acusó a López Obrador de confundir a la universidad pública con un partido político: si era de pasada la enésima acusación contra John Ackerman, quien ciertamente está en esa confusión sin que casi nadie se lo impida, no debe olvidarse que Narro utilizó dicha universidad como su trampolín personal para "lanzarse a la grande" con una Secretaría de Estado y luego intentando la presidencia del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Narro quiso dar a entender que no se sirvió de la universidad, pero gente como Sheridan olvida una y la misma época, cuando, al mismo tiempo que se hacía crecer artificialmente a Ackerman para cooptarlo (algo en lo que se sigue, en nombre de los "equilibrios políticos"), se hacían cónclaves priístas en la ya mencionada universidad. Toda la trayectoria de Narro se hizo en brincos entre administraciones priístas, incluyendo la del seductor de la patria, y la sombra de rectores como Jorge Carpizo y José Sarukhán.

      El hecho es que a lo dicho por López Obrador, la universidad pública respondió con un alud de menciones de "libertades": la de cátedra, la de expresión, la de pensamiento, la de opinar, la de tener la ideología que se quiera...No se habló de ninguna obligación con la "cosa pública" porque tal vez tampoco se tiene noción de la misma, y se mostró en cambio, y para variar, la ignorancia que puede permitirse quien hace rato que se ha dormido en sus laureles: se dijo "sin ideologías impuestas" cuando lo propio de la ideología suele ser el imponerse incluso a pesar de quienes se creen ajenos a ella, sea en la derecha o en la izquierda. En suma, la universidad pública rechazó lo dicho por López Obrador utilizando el mejor cliché del llamado "neoliberalismo".

     Lo propio de la propagación actual del capitalismo es no hablar más que de "las libertades" (+ los derechos, igual que Sheinbaum), sin mención alguna de  otro ideal, ni se diga la igualdad o la fraternidad. Es típicamente estadounidense. Cada quien es libre de hacer lo que le venga en gana, ya se sabe (igual en clase, es de suponer), mientras no dañe a otro y no le imponga su parecer. Un albañil es libre de ser atendido en el mejor hospital privado del país: basta con que disponga del dinero necesario. Una prostituta es libre de escoger este servicio como el de optar por ser "asistente ejecutiva" de algún jefe. Para gozar de estas y muchas otras libertades, lo único que hay que saber hacer es venderse ("ofertarse") y acomodarse a lo que el cliente pida ("la demanda") para conseguir el dinero, si alcanza. Se trata, en pocas palabras, de lo que dijo López Obrador: de hacer negocio. 

     En principio, no es el fin de la "cosa pública" ni de la universidad pública, pero la mercantilización va viento en popa: dicha universidad se oferta por doquier, desde provincia hasta el extranjero, y se adapta a una demanda estudiantil que hasta cierto punto no pide más que una cosa, dado el estado de la educación en general: que le "bajen la escala" para tener el papelito que permita venderse como se pueda, a lo que las autoridades universitarias han sabido responder con la mejor demagogia y sacrificando todo lo que sea calidad en aras de la cantidad y de la "visibilidad". Autonomía respecto del mercado no hay, y es por ende una mercantilización completa y de facto que ha naturalizado el negocio y rechaza como "ideología" cualquier tipo de juicio de valor sobre el mismo. Esto ha penetrado muy profundamente en amplias capas de la sociedad y ni se diga en las clases medias. Lo que de otra manera podría llamarse como forma de "poner la universidad a talonear" -a ver qué medio de comunicación masiva le pide "expertís" o a qué agenda internacional se responde- no es más que lo normal, a estas alturas: como se ofertó y se vendió, ahora hay que dar el "plus", la ganancia, bajo la forma de temas de moda. La universidad empresa no habla más que de "productos" y de "productividad", por si hubiera lugar a dudas. Para Sheinbaum, encima se necesita "modernización" y "trabajo colectivo" que está mucho más presente de lo que se cree (tú haces el artículo y lo firmamos entre cinco: son cinco puntos, uno para cada firmante, y el reporte de un artículo por firmante, es decir, la magia de cinco artículos en las estadísticas de una dependencia). Por lo demás, tratándose de una de las mejores universidades del mundo se puede desde luego llegar a doctorado con un nivel de preparatoria o a la Junta de Gobierno sin saber redactar un párrafo. ¿Por qué para muchos no aparece que se ha abandonado la "cosa pública" y que se está en la empresa? Porque se cooptó a la izquierda (o existe gentuza como la del Instituto para Estudios de la Transición Democrática) que "oferta" el cambio permanente, siendo que las cosas se están cayendo por conservadurismo e inercia.

      Vamos, vale para López Obrador lo que dijo el presidente Enrique Peña Nieto: "no me despierto cada mañana pensando cómo joder al país". No se equivocó a sugerir que lo de la universidad pública es hoy el negocio. Y encima, éste no se detiene, mientras el obispo de Copilco se rasca la cabeza (foto).




viernes, 22 de octubre de 2021

PERÚ: INTENTOS DE MEDIATIZACIÓN

 El gobierno del presidente peruano Pedro Castillo está sudando la gota gorda para mantenerse y evitar tal ofensiva de la oposición que declare la vacante presidencial y/o el no de la confianza a los ministros. Castillo ha tenido que deshacerse en parte (y nada más en parte) del ala radical, ligada al partido Perú Libre, que sin embargo, de acuerdo con su líder Vladimir Cerrón, no se convertirá en oposición.

     Una parte de la lucha tiene que hacerse contra un progresismo que ignora a Castillo, salvo para practicar contra él la inquina que ha demostrado por ejemplo el diario argentino Página 12. No se acaba al parecer de demostrar que la ultraizquierda, el activismo y una parte de las corrientes nacionales populares, cercanas a la socialdemocracia, coinciden en más de un punto con los autodenominados "demócratas liberales". Perú Libre ha criticado el hecho de que Castillo, al rehacer su gabinete, se haya decantado en parte por la izquierda onegeísta muy de moda en el mundo andino, y se trata de un onegeismo de origen estadounidense, pero no por ello Perú Libre le ha dado en masa la espalda al mandatario. Hay otros nombramientos (no oficiales), como el de Ricardo Belmont, llamado a asesorar "de palabra" a Castillo: Belmont es un crítico del "caviarismo" de una izquierda que se ocupa básicamente de asuntos a los cuales el mismo asesor se opone, desde el aborto confundido con un método anticonceptivo hasta el matrimonio igualitario, la vacuna contra la Covid 19 a toda costa, etcétera. La oposición tiene un dardo para todo, y ha estado destruyendo prácticamente toda propuesta de Castillo. Se podrá hablar de "los derechos y las libertades", pero hasta ahora, a falta de nueva Constitución, ni siquiera se puede consagrar en el Perú el derecho del pueblo a dos cosas tan básicas como la educación y la salud, para que dejen de ser "progresivas". Algo similar sucede por ejemplo en un país como México: en un lugar de "derechos y libertades", o en lo que la jefe de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, llama una "ciudad de derechos", no se ha asegurado el derecho del pueblo a un trabajo decoroso, que es el principio de todo. Tampoco se ha garantizado el acceso a la educación de calidad -muy maltrecha- y a una salud decorosa (ni siquiera se está pidiendo ser "como en Dinamarca", sino simplemente profesional). No queda claro de qué "derechos y libertades" se trata cuando tampoco se tiene derecho a la justicia ni a una plena seguridad, como lo ocurre a la gente de pueblo. Es decir: ni trabajo, ni educación, ni salud, ni justicia, ni seguridad. ¿De qué derechos y libertades se trata, si pueden preguntarle al perico o la cotorra que repiten este mantra?

     En estas condiciones, se necesitan de verdaderos malabares para distinguir entre los intereses populares, claramente bloqueados cuando aparece alguien como Castillo, y los de una clase media que le está con frecuencia "haciendo el favor" al pueblo porque se necesita una parte del mismo para salir del atolladero de la crisis que se interpreta como problema de subconsumo. El silencio guardado por el "caviarismo" sobre Castillo y sus dificultades es elocuente, y no hay que hacerse ilusiones sobre algún nuevo "latinoamericanismo" de México. Algunas iniciativas positivas de Castillo, como la de dejar de hostigar a Venezuela, se han pasado al silencio sepulcral, sin que se trate siquiera de admirar a un gobierno como el del venezolano Nicolás Maduro. Tampoco se ha dicho nada de la iniciativa de Castillo de hacer una "segunda reforma agraria", ya en marcha, y otra en ciernes, la de nacionalizar el gas.

     Castillo se ve obligado a hacer alianzas para poder gobernar, aunque se le empuja hacia el "centro" justamente para que no consiga gobernar y pase sin pena ni gloria, si es que no se cae. Esta manera de "empujar hacia el centro" está ocurriendo en buena parte de América Latina y teniendo resultados, como el de volver inepto al gobierno argentino de Alberto Fernández o tratar de sumir en la parálisis al lópezobradorismo en México, a la espera de una "moderación" pro-estadounidense con los candidatos Marcelo Ebrard o con Sheinbaum. Queda por ver hasta donde Castillo puede moderarse sin perder el sentido de lo que hace. Su popularidad no ha variado demasiado y lo cierto es que la inmensa mayoría de los peruanos, casi el 80 %, no quiere otra vacancia gubernamental.

     No hay ningún "giro a la izquierda" en América Latina que garantice un lugar para el liderazgo de los sectores populares, salvo excepciones como Bolivia y Perú (el asunto de que el líder boliviano es "originario" es totalmente secundario), y Estados Unidos cuenta con "semáforos alternativos": desde una derecha corrupta hasta un sector "Demócrata" del progresismo.

Un cumpleaños peruano (da click en el botón de reproducción):





martes, 19 de octubre de 2021

EN EL MANICURE

 Los medios de comunicación masiva, no ajenos a grandes intereses económicos las más de las veces, han logrado instaurar una nueva forma de "debatir" que consiste en anular de entrada cualquier posible debate, o incluso diálogo mínimo. Como se sabe, con un loco no es posible discutir, puesto que habla solo y tiende a hacerlo de manera incoherente. El asunto no es tan nuevo, puesto que en cierta cotidianeidad se estila, de algunas décadas para acá, tildar de loco a quien se quiere descalificar o hacer a un lado.

     El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador tiene experiencia con lo dicho, puesto que desde el inicio de su mandato un buen número de columnistas lo acusó de estar "fuera de la realidad" hasta llegar a los floridos regalos de un Héctor de Mauleón, por ejemplo: el actual mandatario de México está por los rumbos de lo "delirante" o lo "demencial". Desde luego, ya nació el periodista que escribió en El Financiero que López Obrador está "enloquecido y sin control".

     Lo mismo ocurrió con el presidente estadounidense Donald Trump, en medio de una verdadera batalla por saber qué es la "postverdad" o qué son fake news. Trump fue reiteradamente retratado como alguien con una personalidad "peligrosa", al grado de que desde la cabeza de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi sugirió quitarle a aquél el botón nuclear. Trump no estuvo mucho mejor: acusó a Pelosi de "loca", en varias ocasiones, llegando a referirse a "Nancy la loca". Cabe preguntarse si son maneras de debatir o si es un exceso de "psicologización" de todo, algo también de moda. Lo propio de un loco es no darse cuenta de que lo está. El asunto pudo ser grave si Trump y Pelosi lo estaban, aunque un loco rara vez acusa a alguien más de estarlo. Simplemente deambula por una "realidad alternativa", que es de lo que se ha querido acusar a López Obrador.

     Una parte de la izquierda decidió hacer lo mismo, si se toma en cuenta a rotativos como el mexicano La Jornada o, bastante más grave aún, al muy venenoso argentino Página 12, que han buscado imitar décadas de mala leche socialdemócrata y ultraizquierdista de un periódico como el francés Libération. En la perspectiva de las elecciones francesas del año próximo salió la candidatura de Eric Zemmour, un intelectual mediático. El hecho de querer frenar la inmigración no quiere decir que alguien sea xenófobo, de la misma manera en que criticar al feminismo no hace de alguien un misógino, sobre todo si los inmigrantes recientes no son todos los de ascendencia extranjera o las feministas no son todas las mujeres. El hecho de no gustar de los homosexuales no convierte en homófobo. Pues bien, Página 12 resolvió en estos días que Zemmour, por cierto que judío, es "el pinocho fascista de los franceses", por tener una "narrativa xenófoba, islamófoba, homófoba, lesbianófoba y anti feminista".

      He aquí el "argumento" principal: "hay personas que viven en mundos alternativos y logran convencer a millones de ciudadanos de que ese mundo es la realidad". En suma: fuera de la realidad, Zemmour (quien por cierto no arrasa en las intenciones de voto) tiene a millones de franceses fuera de la realidad. Se supone que es una variante del trumpismo. Se puede hablar ya de "Eric Zemmour y su fascismo repintado" que ejercen "una fascinación espeluznante" (entre 13 % y 14 % de votos, hasta ahora). Seguimos con Página 12: "el teatro está abierto para que cualquier delirio sea una opción más legítima que la propia historia o la razón". Si a alguien no le gustan los homosexuales, las lesbianas, el feminismo y el islamismo, es que está loco, no que tiene alguna razón que dar para alimentar un debate. Simplemente se está muy in o se está completamente out.

      Detrás de ésto se encuentra algo de décadas en Francia, inventado por el mandatario socialista Francois Mitterrand (quien metió al Frente Nacional al "juego" electoral, además de que se puede recordar el colaboracionismo de los socialistas con el nazismo): gritar "!ahí viene el fascismo!" para que en la segunda vuelta ganen los "antifascistas unidos", sea detrás de un socialista sea de alguien como el actual presidente Emmanuel Macron. Por lo general, el truco no falla. Ahora se puede por lo demás decir que cualquier otra opción es simplemente "la locura".

      Lo otro es la creencia de que un loquito como Adolfo Hitler volvió igual de locos a millones de alemanes, de un día para otro, sin que hubiera explicación racional de nada. Es la explicación más falsa que pueda haber: el ascenso de Hitler y sus aventuras fueron apoyadas prácticamente hasta el final con tal de liquidar a la Unión Soviética; apoyadas desde el gran capital hasta señorones como el primer ministro británico Winston Churchill (amigote de Benito Mussolini y de Francisco Franco), o si no averiguese en qué consistió el intento de la "Operación Impensable" (Operation Unthinkable) en 1945, sirviéndose de los restos del nazismo.

      Es una faceta de las cosas: también debe entenderse, seguramente, que hay países que han vivido por largas décadas fuera de la realidad, sea la Unión Soviética ya desaparecida o sea el México postrevolucionario, salvo en los seis años del cardenismo (encantador: se está siete décadas o incluso cien años en la locura autoritaria, pero hay un momento de cordura democrática con el presidente Lázaro Cárdenas, etcétera). En fin, que los fantasmas del pasado nos acechan y amenazan con convertir el mundo en un asilo de locos, por lo que, a la próxima !vota por la realidad! Es más o menos ésta con Macron, si pasa (el tipo se ve de lo más cuerdo):



     


sábado, 16 de octubre de 2021

HACER LA LIMPIEZA (DESDE WALL STREET)

 Una cosa debe saberse hoy: el ecologismo no es una reivindicación popular y, andando el tiempo, se ha convertido en el último grito de la moda en Wall Street, por una razón sencilla. El capitalismo no se recuperó plenamente de la crisis de 2008 y había barruntos de una nueva crisis en vísperas del 2020, es decir, antes del problema sanitario. Lo que le interesa al capitalismo es encontrar nuevos nichos de actividad para recuperar la ganancia, aunque nadie puede afirmar que conozca a un capitalista que diga: "lo que me interesa es ante todo mi ganancia", así sea la realidad. El arte está en presentar un interés particular como general y, hasta cierto punto, tampoco es falso que el Hombre deba aprender otra relación con su entorno natural, garantizando su reproducción, aunque sin dejar de dominarlo.

      La reconversión ecológica en ciernes es entonces un interés en gran medida financiero, que está dispuesto a quebrar buena parte de la economía real, aunque en cierta medida el carbón, y sobre todo el petróleo y el gas sean fuentes bastantes seguras de energía. Un dato clave puede ser el paso de Larry Fink, director ejecutivo de la inmensa casa de fondos de inversión BlackRock, al Foro Económico Mundial que encabeza el alemán Klaus Schwab, partícipe de ver en la crisis sanitaria una "ventana de oportunidad" para la reconversión del capitalismo. También se pueden poner las cosas de otra manera: se trata de ver en la crisis de la Humanidad una gigantesca oportunidad de negocio.

     Uno de los "argumentos" socorridos, y que está cada vez más en boga, es el cambio climático: no es que sea inexistente, pero tampoco se explica la búsqueda de una histeria de masas por un cambio de temperatura al alza de un grado centígrado, atención, de 1850 para acá. La misma Organización de Naciones Unidas ha reconocido que algunas previsiones han sido exageradas y no se acabaría de hacer el listado de previsiones erróneas desde hace algunas décadas. Al parecer, no se quiere evaluar el impacto humano de cancelar la producción de carbón, petróleo y gas.

      Como la idea es la de lograr un "planeta limpio", debe decirse desde ya que Alemania, el país que avanzó más en el remplazo de dichas energías por la solar y la eólica, hasta ahora ha fracasado en el intento, entre otras cosas porque las "energías limpias" no son seguras, aunque el asunto suene de lo más bonito. Alemania es la economía más industrializada de la Unión Europea. En Estados Unidos, el presidente Joseph Biden busca lanzarse en la misma dirección., todo detrás de lo que se llama "inversión ESG" (ambiental, social y de gobernanza) y que pretende ser "socialmente responsable". El negocio ha sido formidable sobre todo para la especulación en Wall Street. En su gran avance hacia el "Cero carbono" para 2050, Alemania contaba con hidroeléctricas de Suecia y Noruega cuya capacidad de suministro no alcanzó. La otra idea ha sido ir cerrando las plantas nucleares. Vamos, el asunto tomó tal cariz que hubo que volver a poner en marcha incluso plantas carboníferas. Como mucho de lo "planeado" no funciona, cabe preguntarse, como lo hizo el presidente ruso Vladimir Putin, si los europeos están buscando calentarse con leña en el invierno.

     Para tener una idea de cómo funcionan ciertas mentes, habría que oír a gente como el junior mexicano Enrique De la Madrid Cordero, ya algo entrado en cargos en gobiernos anteriores: el modelo que llevó a México a la ruina, si es que se la quiere reconocer, no debe ser desechado, sino !mejorado!, y éso sí, lograr "distribuir mejor", aunque el modelo esté probadamente reñido con una mejor distribución, luego de haber estacionado a más de la mitad de los mexicanos en la pobreza. Igual se pueden ver las cosas de otro modo: el modelo estaba funcionando, así requiriera ajustes, sólo que al cabo de casi cuatro décadas llegó el presidente Andrés Manuel López Obrador y en dos años y medio hundió al país. Pues bien, quienes se acercan a este tipo de visión promueven también toda "energía limpia" seguramente porque "limpia" les suena, sin ver nada más. No hay necesidad de argumentar: sucede que cualquier otra alternativa que consista en conservar, restaurar y reconstruir no es más que "suciedad". No lo es, pero ésto...parece un molino de viento.



jueves, 14 de octubre de 2021

ALL INCLUSIVE

 En la perspectiva de las grandes corporaciones, la educación no tiene mayor sentido: es una inversión de largo plazo que no garantiza un buen "retorno", y por ende se trata más bien de un gasto, que debería ser remplazado por la adquisición rápida de "habilidades y competencias" (para redituar al menor costo, es decir, con inversión mínima). A fin de cuentas, se trata de "chatarrizar" la educación, de reducirle toda autoridad al maestro para convertirlo en coach y de asociar "autoridad" con "falta de flexibilidad".

     De entrada, el país que acepta ésto y se encuentra en el Sur se ve orillado a renunciar a toda posibilidad de desarrollo, aunque hay proyectos progresistas que han tratado de mantenerla, como el Ecuador en tiempos del mandatario Rafael Correa y centros educativos de punta como Yachay. En lugar de desarrollo, y a reserva de que éste deba ser en más de un aspecto repensado, se deja a los países del Sur abandonados a la "pluralidad de saberes", es decir, a tratar de arreglárselas con chamanismos y recetas de hongos de María Sabina disfrazados de "pluralidad epistémica". No existe ningún caso de éxito de país desarrollado que no haya pasado por un sistema educativo fuerte y digno de este nombre, pero siempre se puede alegar que la idea misma de "desarrollo" es un exceso "eurocentrista" y que es preferible comer jumiles y chinicuiles, sin que falte quien demuestre su valor nutritivo (seguramente existe). Por su parte, la derecha hunde sistemáticamente toda idea de desarrollo, limitándose en el mundo subdesarrollado a proponer "adaptarse a la globalización" como sea y a contrapelo de cualquier experiencia histórica (que demostraría, por ejemplo, que cierto grado de proteccionismo es preferible al libre comercio desbocado, si es que se aspira al desarrollo). No queda claro por qué arte de magia, más allá de "la derrama" (la invasión de inversiones extranjeras y productos originarios de los más recónditos lugares), un país se desarrollaría adaptándose sin más a "la globalización" o la última agenda de un organismo internacional. La gente que ya lo ha superado todo está en el orden de lo fantástico: meterse a un capitalismo dizque inclusivo y con "rostro humano" ignorando al mismo tiempo todas las leyes del capitalismo mismo, en el que por las mismas nunca habrá lugar para todos. No sirve de mayor cosa hablar de "todos" o de "la gente" como si la desigualdad, por ejemplo, fuera resultado de una insuficiencia del capitalismo y no la prueba de su éxito. Se puede seguir probando de todo e ignorando las leyes antes mencionadas luego de haber abandonado el barco del socialismo. Hay que tratar a como dé lugar de "no ser confundido".

     El problema va entonces más lejos, puesto que no hay nada después de "lo que hay", más allá de discursos huecos sobre la felicidad. Si no hay nada, entonces hay que asumir las consecuencias de "lo que hay", salvo que se piense que lo último, lo existente, no es contradictorio y es eterno. Cantinfleadas aparte, lo que hay es lo que hay, sin posibilidad de perfectibilidad. Es al grado de que el capitalismo ni siquiera se está tomando la menor molestia en reformarse, por lo que no hay opción socialdemócrata que haya sobrevivido, aunque grupos como el de Puebla estén pidiendo lo imposible, en algo muy típicamente latinoamericano: llegar tarde, desde luego, aunque con aires de gran señor de vanguardia. Si la educación está excluida, es porque lo que hay es lo que hay y la perfectibilidad del ser humano se ha hecho a un lado, de tal modo que un aprendizaje es imposible, salvo que alguien muestre por ejemplo qué aprendizaje ha hecho la izquierda de la experiencia socialista existente. Ninguno. Se ha vivido con la feliz creencia de que los actos no tienen consecuencias, ya que siempre habrá otro para pagarlas: de esta forma, y pasando por alto las pocas y malas ocurrencias de Marta Harnecker o de Roberto Regalado, se está para siempre en "el Estado de Bienestar" que privatiza las ganancias y socializa las pérdidas. Pues que paguen los rusos. Lo más simpático es que éstos añoran lo que creen que era una época en la cual todo era regalado y no había que pagar por nada, algo que no fue así, puesto que lo recibido del Estado era fruto del trabajo de todos (aunque pareciera venir de arriba: en realidad, los propios soviéticos construyeron el socialismo de Estado, para bien y para mal): prueba de ello es que se pagaron las consecuencias de querer construir no "otro mundo posible" ni cosas por el estilo, sino el socialismo. Si se pudiera tener la abundancia de la globalización sin pagar por ella, en verdad, sería fantástico: ojalá los chinos lo lograran. Al parecer, el llamado "neoliberalismo" no ha liquidado ciertas ideas sobre un Estado de Bienestar hasta cierto punto idealizado.

     Si así fuera, con todo casi gratis para todos, no habría que aspirar más que a gozar, sin pagar por ello (lo que no es un ideal capitalista, sino del "Estado de Bienestar") y sin necesidad de perfectibilidad. La sospecha es que una parte de la población pudiera haber llegado ya a esta etapa superior, gracias a las posibilidades del consumo y las finanzas. Al menos el fin está claro y no hay que devanarse los sesos para descubrir lo que quiere decir la cantinela imparable sobre "los derechos y las libertades", entiéndase que justamente convertidos en promesa de regalo para todos -buena manera de sobornar a la gente de pueblo- y sin tener que pagar. No tener que pagar por nada es también negarse a la perfectibilidad, que supone lo inacabado. Para los otros, hay que estar !acabado!. Ya estamos acabados, pero hay quienes insisten en regresarnos al pasado...cuando ciertamente no estábamos acabados.

     La educación en prácticamente todas sus formas puede salir sobrando. Después de todo, a los progresismos les ha costado hacerse a la idea de que hay que educar para la política, empezando por el civismo, así que las cosas se reducen a variantes de mercadotecnia y a campañas electorales, sin que quepa detenerse a reflexionar sobre lo que sucede, lo que ha sucedido o lo que sucederá. Se está de coyuntura en coyuntura. En familia no se educa: se deja a los niños ser felices y ahora se discurre sobre las culpas del "adultocentrismo". En la escuela no se educa: se hace "animación" para entretener y sobrellevar el problema de atención de vástagos repletos de prótesis electrónicas, y en adelante se "baja la escala" para tener lo que toda democracia ha tenido históricamente, esclavos, en este caso con habilidades y competencias, pero no nos hagamos, sin la menor educación de nada. Educar viene de educere, conducir, y ya no se trata de "conducir" a ninguna parte puesto que, según los "demócratas liberales", pues ya llegamos a donde íbamos. Si acaso se trataría de "redistribuir" un poco mejor entre quienes la señora del presidente Sebastián  Piñera en Chile, Cecilia Morel, definió como "alienígenas", lo que puede incluir mujeres, gente LGBTTTIQ+, afrodescendientes, discapacitados, jóvenes, pueblos originarios, gente en situación de calle y animales maltratados. Lo de Francis Fukuyama sobre "el fin de la Historia" no parece exactamente una gracejada. Sería parte de lo mismo creer que es algo sin consecuencias. No es que haya que pagar por todo, pero sí saber de consecuencias. ¿Cómo pensar que la caída del sovietismo no iba a traer consecuencias? Es la actitud de las familias acomodadas, más en América Latina: aquí no ha pasado nada. Es la consecuencia de los Estados de Bienestar: no hay consecuencias porque siempre hay cómo sacudírselas. Los "demócratas liberales" saben del asunto: no yerran en nada, sino que reparten culpas a diestra y siniestra hasta en cosas evidentes, como que Venezuela tiende al rentismo, como si lo hubiera descubierto el chavismo y con el presidente Carlos Andrés Pérez (1989-1993, su segundo periodo), por ejemplo,  se hubiera estado en la gloria (el chavismo nunca ha hecho nada como la represión con centenares de muertos en el "caracazo"de 1989).

     En la forma en que existió, el Estado de Bienestar (incluyendo el socialismo de Estado) fomentó la creencia de que se está para recibir regalos desde arriba sin tener que pagar por nada, o casi. Si el empresario llega a ofrecer lo mismo, aunque en nombre de la-derrama-que.-creará-empleo-y-detonará-el-bienestar-de-todos, se le llega a creer igual, y desde la misma comodidad. Es tan formidable que se cree en "el mercado" y no en "el capitalismo", como se puede creer en el Estado Benefactor (ahora, es el empresario quien se presenta como el verdadero benefactor: por favor, hay que oir al junior priísta Enrique de la Madrid Cordero). Esquivar sistemáticamente las consecuencias lleva a un mundo de gente que se rige por la pura conveniencia, aunque curiosamente siempre a nombre del "bienestar de todos". Se llega así a una "naturaleza humana" que siempre habría sido igual. No se quisieron pagar las consecuencias del desplome del sovietismo. Ahora, no se quieren pagar la de la crisis más larga en la historia del capitalismo, por lo que se le !exige! que se ponga inclusivo. Tampoco pasa nada. Puede que el cambio de época sea menos evidente de lo que parece. Todavía queda por saber si hay modo de evitar las consecuencias de la larga crisis capitalista, y sin la educación mínima para entender lo que sucede. Pues a ver si sale gratis. Qué curioso: en inglés se dice igual...libertad y gratuidad. Más derechos. Y una nieve de limón.




martes, 12 de octubre de 2021

MÉXICO EN LA TABLITA

 El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador ha dicho en varias ocasiones que el proceso de transformación que encabeza puede fracasar de no haber "revolución de las conciencias" o cambio de "mentalidades". No ha habido mayor eco y el proceso mismo puede derivar hacia la confusión entre ese cambio y la norteamericanización aún más acentuada del país, en particular si la sucesión se decanta por el canciller Marcelo Ebrard o, más grave todavía, por la jefe de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum.

      El proceso de transformación mexicano, que se planteaba de manera más radical en 2006, debió estar dirigido al pueblo (en el origen, "sólo el pueblo podía salvar al pueblo"), pero éste no pasa de ser una entelequia, y lo cierto es que no se promueve a gente de pueblo y en particular a trabajadores a cargos importantes, copados por sectores de clase media que de alguna manera "le hacen el favor" a quienes se les debe la creación de la riqueza. Esa influencia de la clase media no es dañina en sí, pero esta "clase" tiene intereses propios, y se la puede ver actuando por éstos hasta el rídiculo en legislaturas estatales con el Movimiento de Regeneración Nacional (MoReNa), oficialista: desde el diputado veracruzano que exige que se le diga "diputade" porque es "no binario" hasta la legislatura de Oaxaca que aprueba el derecho a escoger la identidad de género a partir de los 12 años (!), pasando por la de Sonora que apenas llegada aprueba el matrimonio igualitario. Difícilmente son las prioridades populares, pero cuidado: dicha clase sí tiene su "agenda", más allá del asistencialismo hacia los sectores populares, y se trata de la ilusión de un "capitalismo con rostro humano", es decir, "inclusivo".

     Frente a lo antes dicho y en sintonía con lo que ha ocurrido en otros países que se han preciado de ser "progresistas", el proceso de transformación en México flaquea por completo en la dimensión cultural y muestra un comportamiento bochornoso de la intelectualidad: es el mismo puñado de nombres repitiéndose y acaparando sin límite ni el menor pudor, como si quisieran hacer su propia camarilla (al estilo de Nexos o Letras Libres), sin promover a gente joven ni tampoco de origen popular. Gran parte del nuevo negocio se maneja hasta el hartazgo, en curiosa sintonía con los medios de comunicación masiva dominantes y el estilo de las universidades estadounidenses, como si se tratara de una franquicia Demócrata, decantada desde ya por Sheinbaum y por cualquier disparate sobre "la memoria". Falta por ver el momento en que la Malinche recuerde haber sido violada por Hernán Cortés y le ponga una demanda, 500 años después, al estilo de la "memoria recuperada" estadounidense. No se trata desde luego ni de nacionalismo ni de resentimiento, sino por el contrario de la pérdida del sentido de nación y Estado, considerando que la nación mexicana nació con dificultades a principios del siglo XIX -por lo que se recupera una "memoria" pre-nacional- y que el Estado se consolidó mucho más tarde hasta el siglo XX, aunque los libertarios sesentaiocheros están ocupados demoliéndolo. Todo ésto va a contrapelo de los esfuerzos -dentro de los límites en que es posible y válido- de López Obrador de salvar al Estado nacional mexicano de la ruina y lo que ya ha estado cerca de ser, aunque tal vez no convenga a ciertos sectores estadounidenses en plena vecindad: un Estado fallido, en particular luego de que la clase política priísta se suicidara como tal, y renunciara a gobernar.

      El progresismo no ha avanzado mucho en la autocrítica, salvo en contadas excepciones como Bolivia, mientras que en otros casos, como en el de Argentina, no entiende qué hace mal, ni se permite entenderlo (basta ver el mar de tonterías que es capaz de decir el obrero metalúrgico travestido brasileño Luiz Inácio Lula da Silva contra el presidente Jair Bolsonaro, con tal de ganarle a toda costa). El lópezobradorismo ya se llevó también un buen susto en la Ciudad de México, sin que quede claro ahora cuál es su base social: era la clase media, abrumadoramente, en 2018, pero ahora son "los pobres" sin claridad sobre qué pobres, al mismo tiempo que la dirigencia es de clase media. De la misma manera en que no se ha querido hablar de la Cartilla moral ni de la Guía ética para la transformación de México, salvo para mal, no se ha querido abundar demasiado en la teoría necesaria para entender el mundo en vez de dejarse llevar por él -o lo que los medios dicen de él-.. La "ola que viene" puede no ser más que una frase casi publicitaria si está excluído cualquier aprendizaje, es decir: si se ha abandonado por completo la educación en todas sus facetas, que salvo excepciones (como la notoria de Frei Betto), brilla por su ausencia. El llamado "neoliberalismo" ha logrado apoderarse de toda una época convenciendo de una supuesta "naturaleza humana". En materia humanista, la izquierda progresista no tiene mayor cosa que proponer, e incluso suele enrumbar en direcciones anti-humanistas. Es el caso de mucho de lo recompensado con el Premio Libertador venezolano al Pensamiento Crítico, desde Boaventura de Sousa Santos a Enrique Dussel, antirracionalistas que ni siquiera entienden qué piso serruchan y por qué no se puede renunciar a una universalidad en nombre de un derecho de excepción apenas disimulado y ofrecido con demagogia. Se puede seguir esperando que hagan alguna crítica del "americanocentrismo", porque no vendrá y no se ha querido entender el uso eficaz que ha hecho Estados Unidos del "poder blando". La derecha, por su parte, no necesita humanismo: decidió remplazarlo por el "estado de opinión" que, al decir del ex mandatario ecuatoriano, Rafael Correa, remplaza al "estado de derecho" y hace que cualquier cosa sea permitida, menos pensar y transformar radicalmente

      Claro, para rematar López Obrador salió - citando a la señora- con que las razas no existen: el color de piel es entonces una interpretación social, y alguno ve prieto lo que a lo mejor no es más que rubiecito, puesto que por lo demás no son los hechos los que nos afectan, sino el modo en que los interpretamos, no habiendo más que tonos pardos y anaranjados. Si usted cree en alguna diferencia biológica entre Yalitza Aparicio y Greta Thunberg, está en un error: una mixteca y una sueca no se diferencían más que por una idea cultural y para el resto todo es relativo y no hay que ofender a nadie: ni a la Cleo que todos quisiéramos como empleada doméstica, ni a lo mocosa majadera en nombre del cambio climático. Se puede tener herencia medio blanquecina y salir color Chocoflán. Unicamente falta que salgan con que no hay gente fea ni bonita (en la foto, el ballet coreográfico de la Ciudad de México).





jueves, 7 de octubre de 2021

PERÚ: ¿CUÁL IDIOTA?

 El presidente del Perú, Pedro Castillo, ha tenido un difícil comienzo de mandato: desde luego, la oposición, que no es poca, ve terroristas de Sendero Luminoso por doquier, con tal de meter miedo en la población y descalificar al gobernante. Como no es parte de la camarilla progresista, Castillo no fue foco de atención a su paso reciente por México, y tuvo después que hacer una que otra concesión en Estados Unidos, seguramente a cambio de que el Congreso peruano no declare la vacante presidencial. Buena parte del asunto consiste en empujar a Castillo al "centro" para que haga lo menos posible por los intereses populares y lo más por la clase media, lo que explicaría la política de cooptación del secretario estadounidense de Estado, Antony Blinken. Castillo ya tuvo que deshacerse del presidente del Consejo de Ministros, Guido Bellido y de un primer gabinete, para armar uno más "moderado". Afortunadamente, personalidades como la líder progresista Verónika Mendoza han mantenido un apoyo cuerdo a Castillo, aunque el Grupo de Puebla no esté ni enterado de lo que ocurre en el Perú, sino más ocupado en el mate que compartieron José Mujica y Luiz Inácio Lula da Silva.

      De este modo, ha reinado el silencio absoluto sobre una primera medida importante de Castillo, la "segunda Reforma Agraria", y que debiera acompañarse, al decir de Mendoza y con razón, de una reforma tributaria para financiar las necesidades de salud y educación y de una nacionalización del gas, sin expropiación. De lo que trata dicha Reforma, a medio siglo de lo hecho por el militarismo reformista de Juan Velasco Alvarado, es de beneficiar a dos millones de familias gracias a la agricultura familiar, comunera y cooperativa. Se busca crear una planta nacional de fertilizantes (fosfatos de Bayóvar), programar compras públicas en la agricultura, crear un gabinete especializado en el tema, ayudar a la llamada "siembra y cosecha de agua" y muy en particular de fortalecer todo el sistema de cooperativas. Una de las ideas es ayudar a la producción nacional ante la competencia desleal de productos extranjeros, mejorando la franja de precios. Por otra parte, esta iniciativa no está desligada de formas nuevas de industrialización, entre otras cosas mejorando la conectividad, la electrificación y la capacidad de elaboración industrial para el agro. El anuncio de Castillo, una persona que tiene claro el hecho de que la riqueza la produce quien trabaja y no el empresariado, se hizo en la fortaleza de Sacsayhuamán, cerca del Cusco. Por cierto que también se ha lanzado un plan de cuencas sagradas biorregional para la Amazonía. 

     Tal vez la izquierda progresista haría bien en no menospreciar a Castillo, a reserva de que en el Perú se lo deje gobernar, salvo que no se trate de promover el ascenso de gente de abajo, sino de crear una mediación no exenta de riesgos por parte de la clase media. Es de esperar que, con las medidas que alcance a tomar, Castillo pueda tener el suficiente apoyo popular para que la oposición de derecha piense las cosas dos veces antes de intentar tumbar al mandatario, que está lejos de ser el último de los tontos "advenedizos": a éstos hay que buscarlos en parte de la clase media. Un poco del Perú de hoy (da click en el botón de reproducción).



miércoles, 6 de octubre de 2021

ECUADOR: RETOS Y DIFICULTADES

 Ya está demostrado que la derecha no puede gobernar en América Latina, aunque no queda claro hasta dónde puede llegar una izquierda que tiende a carecer de horizontes claros y de doctrina, al haber llegado por momentos a la confusión entre ideas e ideología..

     En el Ecuador, el mal llamado "correísmo", en la medida en que el ex mandatario Rafael Correa está lejos de ser lo que la derecha le atribuye y mucho menos alguien con ambición de poder, ha logrado oficialmente el nombre del partido Revolución Ciudadana. Lo presidirá la abogada guayaquileña Marcela Aguiñaga, quien fuera asambleísta nacional y ministra del Ambiente con Correa.

     No está de más hacer notar que, a veces, la rectitud no basta. No le bastó a Andrés Arauz para ganar las últimas elecciones presidenciales ecuatorianas, y hay que decir que presentó un proyecto cultural deplorable, siendo que los resultados de las elecciones mostraron a fin de cuentas un problema cultural grave al partirse por completo en dos el Ecuador entre la costa y la sierra/Amazonía. El tema ni siquiera ha sido tocado mayormente en el "correísmo", aunque Rafael Correa lo conoce, a juzgar por lo que ha dicho en una que otra entrevista: los serranos no soportan mucho la frontalidad de los costeños, aunque no es el problema de fondo, como no lo es que la provincia costera de Manabí sea el bastión de la Revolución Ciudadana. Existe en el fondo un problema de formas de propiedad y de trayectoria socio-histórica, pero no es de lo que se quiere oír hablar en una izquierda que suele dejar de lado la cuestión social y la manera en que se aparece en la cultura. Arauz no hizo más que recitar una que otra tontería del filósofo Bolívar Echeverría queriéndose ganar a movimientos indígenas con comportamientos de lo más dudosos, aunque éstos no estén presentes en todos los integrantes de los llamados "pueblos originarios".

     La situación ecuatoriana no mejorará con el presidente de derecha Guillermo Lasso, pero hay sectores enteros de la sociedad ecuatoriana que se mueven erráticamente, comenzando por los indígenas, pero también entre los "correístas", de lo que dió cuenta una marcada inestabilidad de los gabinetes de Correa en la "década ganada" en la que gobernó aquél al Ecuador. Este problema de marcada inestabilidad rara vez se hizo notar, y Correa no siempre se rodeó de gente indicada, como tampoco ahora (bastaría mencionar al pésimo periodista, poco serio y adulador Orlando Pérez, por ejemplo, o a la retórica ex asambleísta Gabriela Rivadeneira y el vetusto músico "exiliado" Galo Mora Witt). Ocurre que falta gente a la altura del mismo Correa, es decir, con una sólida formación y al mismo tiempo capacidad de liderazgo: Arauz tenía buena formación pero no lo segundo, y tampoco podía venir del binomio Carlos Rabascall. Quedó la impresión de que no había la gente necesaria, aunque no hay que olvidar que el ex canciller Ricardo Patiño, muy capaz, tuvo que salir al exilio en México y que el ex vicepresidente Jorge Glas fue encarcelado bajo la presidencia de Lenín Moreno. Con todo, unas pocas personas no hacen una verdadera cantera.

     Nadie duda de la firmeza de Aguiñaga, con formación de abogada, pero da muestras de desubicación en la medida en que, ante una persecución al mismo tiempo feroz y sutil, se ha puesto a desempeñar roles de moda en la izquierda: a reivindicar el "tiempo de las mujeres", a definirse como "guerrera, emprendedora y resiliente" y asuntos por el estilo, como si fuera necesaria la concesión a los medios de comunicación, que acechan bajo las formas más insospechadas, y hasta un tono de "autoayuda", New Age o sabrá Dios qué otra forma de colar que "lo personal es político". Por momentos, da la impresión de que la Revolución Ciudadana, que no deja de ser encabezada por sectores de clase media y a cierta distancia de la promoción de la movilidad popular, hace concesión tras concesión con tal de forjar una alianza lo más amplia posible, pero a costa de ciertos horizontes necesarios. Si la función dada a Aguiñaga no está mal, la presidente de la Revolución Ciudadana no es Jorge Glas, hasta hoy encarcelado por haber sabido ir a fondo en la detección de los peores vicios de la "patria del tongo".

     Los motines carcelarios de este año (uno con un saldo de 79 muertos y el más reciente de 118 muertos) dan cuenta de una ya larga descomposición que la "década ganada" no logró remontar, aunque hizo mucho por hacerlo. Pero hay que ver cómo se manejan las cosas en la sierra centro-norte del Ecuador: empezando por Quito, capital ecuatoriana, no falta quien esté dispuesto a negar en pleno engaño lo que cualquiera puede ver, una gigantesca maquinaria de lavar dinero. La corrupción ha calado hondo en ciertos sectores y en las costumbres, y se ha sumado al no abandono de una mentalidad oligárquica de origen feudal. Este tipo de problemas no se están tratando, y pareciera más importante saber si ya ha nacido o no "el hombre que revolucione la vida de Marcela Aguiñaga".

     Desde las elecciones de 2006, cuando Correa se impuso a Alvaro Noboa, los resultados han mostrado regularmente a una sociedad dividida. Pareciera que Lenín Moreno fue escogido para "ganarse al centro" con una moderación que resultó ser otra cosa, o el "primer gobierno" de Lasso y de "la embajada", sin mucha dificultad para adivinar cuál, al grado de pulverizar ésta parte del voto para debilitar recientemente a Arauz.

     La ética de algunos líderes de la Revolución Ciudadana no está en duda, ni lo están los logros de la "década ganada", pero aún falta identificar a quienes puedan ser los sujetos del cambio: una parte del "pueblo", incluyendo a muchos indígenas, no parece haber salido del mundo semi-feudal que se asoma detrás de la fachada de abundancia, por lo que lo importante sigue siendo lograr ciudadanía, probablemente sin caer en dispersiones adicionales entre "los jóvenes", "las mujeres", "los pueblos originarios", "los afrodescendientes", etcétera. De regreso a la sierra...(da click en el botón de reproducción).



domingo, 3 de octubre de 2021

URSS: EL ANIVERSARIO QUE VIENE

 Como pronto se cumplirán 30 años de la desaparición de la Unión Soviética, es probable que más de uno se ponga a gritonear en los medios de comunicación masiva para recordar que "el experimento fracasó", que la democracia y el libre mercado tuvieron un gran éxito y que hay que adaptarse a la realidad.

     Pocos se han tomado la molestia de aprovechar que se abrieron múltiples archivos, aunque no todos, tras el desplome de la Unión Soviética, y no han faltado algunos que han hecho un uso selectivo de aquéllos. Los motivos de la caída de la Unión Soviética son varios, pero lo usual es que en los países capitalistas se prefieran las caricaturas, cargar las tintas y hacer lo necesario para que el escarmiento quede claro. No faltan académicos que se pliegan a los intereses de los medios de comunicación masiva, cuando éstos en realidad deberían tomarse la molestia de indagar en serio y recurrir entonces de otro modo a lo que se investiga sobre tal o cual tema, por ejemplo...en la misma academia, lugar de debates y no de verdades que deben ser "reveladas" por algún experto por-favor-dime-lo-que-quiero-oír.

     Al lado de unos pocos rusos, como Yuri Zhukov, son investigadores occidentales, con frecuencia estadounidenses, en marcado contraste con los británicos, los que han logrado tumbar el mito genial de los "horrores del estalinismo" que, nótese bien, ha servido dentro de la misma izquierda para descalificar cualquier asomo de reclamo de socialismo. Están los casos de Grover Furr, John Archibald Getty o Robert Thurston, por ejemplo. El trabajo con archivos permitió establecer hace rato que las cifras de muertos atribuidas al periodo en que Stalin gobernó en la Unión Soviética son falsas y muy alejadas de la realidad. Simplemente no hay "millones" de por medio, pero difícilmente los "mega" e "híper" sensacionalistas medios de comunicación masiva dejarán de serlo. La gracia es hacer un retrato muy freak de lo sucedido en tiempos soviéticos para, desde luego, consolarse y consolar al público: vivimos en el mejor de los mundos posibles y "no hay alternativa". Se premiará a cualquiera que persista como disco rayado en este aparente "sentido".

     Se pueden establecer algunos hechos incontrovertibles. Ante todo, no toda persona objeto de "represión" lo es por motivos políticos, por lo que no debería politizarse la delincuencia. Nadie diría que las cárceles mexicanas o estadounidenses están repletas de "represaliados" (!) políticos. Como sea, cualquier gobierno que desafía a las potencias capitalistas, para bien o para mal (tómese como se quiera para facilitar las cosas), suele ser objeto de acosos serios: están en América Latina los casos de Cuba, Nicaragua y Venezuela, se tenga o no simpatía por ellos. Por los motivos que se quieran, no es raro que en medio de dichos acosos haya defecciones: a Hugo Chávez se le intentó dar un golpe de Estado armado, contra la vida de Fidel Castro se conspiró cientos de veces, Daniel Ortega se granjeó incluso la enemistad de su hermano Humberto (y la animadversión de varios antiguos comandantes sandinistas) y, si se quiere algo más ligero, en su época el militar panameño Manuel Antonio Noriega tuvo que aguantarse el golpe de Estado (fallido) de Moisés Giroldi y las defecciones tipo Roberto Díaz Herrera o José Isabel Blandón. Pongamos por caso que en los años '30 había descontento con Stalin en la Unión Soviética, por los motivos que se prefieran. Es legítimo pensar que más de uno quisiera pasar al acto para "tirar al tirano" (si se quiere poner las cosas así), al grado de aliarse con potencias interesadas en lo mismo para sus propios fines: la Alemania nazi, por ejemplo. En estas circunstancias, tampoco puede pensarse que todas las víctimas de la represión eran inocentes.

     Sobre todo en el año 1937, y en todo caso en una franja que va de parte de 1936 a parte de 1938, es completamente cierto que fueron enviados a trabajos forzados en el Gulag y eventualmente ejecutados muchos soviéticos inocentes. Atención, sí, inocentes.Es más: mucha de la gente que sufrió represión en esta etapa era fiel al régimen, por lo que parece tratarse de un terror absurdo y gratuito, lo que lo confirma como terror. Sucede al mismo tiempo que las conspiraciones "contra el tirano" eran probadamente reales. En el periodo mencionado, el encargado de esta represión fue Nikolai Yezhov, al frente del NKVD (Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos). Lo que se ha podido probar, sin que nadie atine a un desmentido, fue que esta represión tuvo lugar a espaldas de Stalin, y con Yezhov, qué curioso, manteniendo contactos con el diplomático y militar alemán nazi Ernst Kostring (agregado militar en la Unión Soviética). Dados los planes que tenía la Alemania nazi para liquidar a la Unión Soviética, anunciados tempranamente por Hitler en Mein Kampf (Mi lucha), sería dudoso que el nazismo no buscara debilitar a los soviéticos bajo todas las formas en vísperas de la guerra, salvo que el nazismo no supiera hacer las cosas bien, y que no encontrara (otra vez, por los motivos que se prefieran) colaboradores en la Unión Soviética. Yezhov encontró cómo matar dos pájaros de un tiro: deshacerse de gente fiel a la Unión Soviética y a Stalin y, tratándose de inocentes, crear descontento o desconfianza hacia el mismo Stalin. Cuando lo que sucedía llegó a oídos de éste, ordenó parar inmediatamente, remplazó a Yezhov por Lavrenti Beria, las detenciones y ejecuciones se fueron a pique (se trata en todos los casos de hechos comprobables) y Yezhov, por lo demás bisexual y sodomita, fue ejecutado en 1940. Cualquiera que pueda está llamado a demostrar lo contrario y a establecer alguna versión de los hechos distinta que se sostenga, sin manoseos.

     Cualquier libro de texto occidental bien nacido era hasta hace poco capaz de afirmar que, en un tiempo récord, la política de Stalin convirtió a la Unión Soviética en una potencia, que en más de un aspecto sigue siendo (Rusia), sobre todo en lo científico-tecnológico y en lo militar. No se trata de idealizar nada, puesto que hubo años como el de 1937, ni de rehabilitar a nadie, ni de eximir al sovietismo de sus contradicciones. La derecha difícilmente se moverá de donde está, y la izquierda tomó hace rato el camino de declararse democrática a como dé lugar con tal de que "no la confundan". Tiene un precio negarse a reexaminar el pasado: no poder aprender de experiencias pasadas y andar moviéndose desde cero, la nada, tratando de "no repetir errores" sin saber a estas alturas ni de cuáles se trata. Pongamos un caso: ahí está Paco Ignacio Taibo II, director del mexicano Fondo de Cultura Económica, reivindicando trotskistas sin tener idea de que Trotski -ya está probado también- colaboró con los nazis. Nadie está obligado al culto a la personalidad de Stalin, pero no debe ser agradable encontrarse del lado del nazismo; es el caso también de quienes no consideran lo ocurrido a finales de los años '30 en la Unión Soviética más que a la luz del "terror del tirano", el "zar rojo" o cosas por el estilo. Para llegar a este estado de cosas hay que negar todo un contexto. Insistamos: hasta principios de los '80, ni los libros de texto de potencias capitalistas eran así de caricaturescos ni estaban muertos de miedo de ser tomados como partidarios de "gente fracasada".

     Igual es posible quedarse tranquilo a sabiendas de que la honestidad no ha desaparecido del todo, y que, sobre la base de intensos trabajos de archivo e historiográficos, es posible saber que quienes se equivocaron fueron los que siguieron al poder en todas sus volteretas y difícilmente podrían precisar qué rayos fue exactamente lo que se derrumbó en 1991. Los asuntos de "éxito" y "fracaso" son a la estadounidense y no aportan nada desde el punto de vista de la seriedad del debate, pero cualquiera tiene el derecho y la libertad de preferir vivir siendo estafado en permanencia, o estafando en permanencia. No es el caso de este blog.

 


 

 

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