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martes, 30 de noviembre de 2021

EFICACES O INCONDICIONALES

 Alrededor del año 1936, Stalin y varios de sus allegados intentaron, en vano, reformar de tal modo el sistema soviético que se evitara la corrupción y burocratización. Viacheslav Molótov había hecho llamados en este sentido desde 1934, y Andrei Zhdánov siguió por este rumbo. Las pruebas existen. De lo que se trataba era de luchar contra la "partidocracia", que hacía que se dieran cargos estatales no por saber, conocimiento, o experiencia para los mismos, sino por la "pertenencia al partido", en el que llegaba a operar la cooptación y se formaban algo así como "clanes", en particular alrededor de los Primeros Secretarios (regionales, nacionales, etcétera). Los cargos se daban así por criterios "políticos". No faltaban tampoco los veteranos de la lucha en tiempos difíciles (desde el combate contra el zarismo y la Guerra Civil hasta las colectivizaciones...) que, una vez instalados, ya no consideraban que debían mejorar. Esto contrastaba con el espíritu de Stalin y gente como Serguei Kirov (asesinado en 1934) o Lavrenti Beria, por citar dos casos: buscaban la permanente superación personal, al grado de estar dispuestos a "rehacerse a sí mismos" y no dormirse en sus laureles (Stalin dejó una biblioteca de 20 mil volúmenes, por ejemplo, y Beria llegó a pedir ser relevado de cargos partidarios para poder proseguir con estudios de ingeniería). En cambio, no faltaban quienes creían que "la causa" los dispensaba de una constante mejora. Pese a que el gobierno ruso en 1996 reclasificó algunos archivos, hay material suficiente, de primera mano, para saber que los partidarios de la "desburocratización", con Stalin a la cabeza, fueron derrotados, mientras el partido prefirió armar la de San Quintín poniéndose a cazar "enemigos del pueblo", en más de una ocasión inventados, aunque hubiera ciertamente también conspiraciones reales contra el poder soviético. Si se impuso este criterio "clánico", se puede colegir entonces que se reprodujo finalmente en el Estado soviético y el partido oficial una forma de arcaísmo feudal, exactamente de la misma manera en que no debiera sorprender entonces en izquierdas como la latinoamericana la existencia de prácticas oligárquicas y clientelares, por lo demás fácilmente reconocibles en la derecha o los "demócratas liberales" locales.

      Cuba es ilustrativa. Raúl Castro puede criticar lo que quiera, como lo hizo severamente en el último Congreso del Partido Comunista de Cuba, cuando llamó la atención sobre algo así como un estado de taradez ideológica y de creencia, textualmente, de que "Cuba es el único lugar del mundo donde se puede vivir sin trabajar". No importa: los mismos hijos de la "desestalinización" y libertarios practican el culto a la personalidad de Fidel Castro, quien estuvo al frente del Estado cubano bastante tiempo más (medio siglo) que Stalin al frente de la Unión Soviética. Más de un funcionario cubano no puede moverse ni a la esquina sin citar a "Fidel" por cualquier nimiedad, o a José Martí, lo que muestra una concepción clientelista y personalista del poder, ajena a una institucionalidad sólida. La carrera de Miguel Díaz-Canel, actual presidente de Cuba, pone al descubierto por qué en la isla no se quiere publicar lo adelantado en Rusia sobre el pasado: el mandatario ni siquiera entiende, como tampoco lo entendía Fidel Castro, que el socialismo no es para el "pueblo" ni para "las masas", sino para los trabajadores del campo y la ciudad. Raúl Castro pareciera haberse inclinado por un "hombre del partido" que no garantiza empero una calidad de estadista u hombre de Estado, porque casi no tiene experiencia en el mismo, siendo por lo demás ingeniero de profesión. Ni siquiera hay mayor ideología: Cuba ha aportado mucha labia y retórica, pero un bajo grado de institucionalización y de eficacia para que las cosas funcionen para la gente (más allá de lo básico), sin culpar de todo al tan llevado y traído bloqueo. Los cubanos no compiten en ideas: monologan y se hacen de oídos sordos ante críticas internas como las de Raúl Castro (que no es el único).      

 No basta con haber sido heroico: en el Uruguay, José Mujica, con un pasado de "gloria" como guerrillero y víctima de la represión de la dictadura, no tiene oficio ninguno y el show de la sencillez difícilmente oculta una tendencia a un pseudo sentido común digamos que folclórico, sin que quede claro si este "folclore de la filosofía" -para quienes están fascinados por el marxista italiano Antonio Gramsci- equivale a capacidad para gobernar. Más de un dirigente salvadoreño del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) pudo haber sido bueno para maniobrar en una guerra y echar bala en el monte, en nombre de la causa justa: estando en el gobierno y no sin cierto acomodo en el tren de vida de algunos dirigentes, no era necesario ser un genio para percatarse de que el presidente efemelenista Salvador Sánchez Cerén era inepto, al grado de no parecer ni siquiera el maestro que es.

     Es una lástima que no se quiera considerar lo que se sabe ahora de la experiencia soviética de los años '30. El asunto terminó no en capitalismo de Estado, dados los límites muy marcados a la propiedad privada, sino en un espíritu clasemediero "de bienestar" mezclado con arcaismos feudales y una burocracia inepta, pero lo suficientemente capaz para sumir a la gente "del común" en la apatía.

      No es asunto exclusivo de la izquierda. En el gobierno mexicano de Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), el secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray, sin duda se lució cuando, nombrado para la cancillería, dijo: "vengo a aprender", confesión de que no tenía ni la menor idea de la diplomacia. De profesión abogada, Claudia Ruiz Massieu Salinas desfiló por secretarías como la de Turismo y la de Relaciones Exteriores hasta llegar a la presidencia del PRI. 

     De origen priísta, el actual canciller mexicano, Marcelo Ebrard, da sin duda la idea de alguien conocedor de protocolos e investiduras, incluso más allá de la ceremoniosidad de la que más de uno puede tener nostalgia con el presidente actual, Andrés Manuel López Obrador. Ebrard tiene una muy buena especialización en administración pública (por la Escuela Nacional de Administración francesa,ENA) y es licenciado en relaciones internacionales, pero tal vez la "política" le gane: fue secretario de Desarrollo Social del Distrito Federal y secretario de Seguridad Pública (?) del gobierno de Vicente Fox. Es una trayectoria distinta de la "simplemente activista" jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, en un momento en que López Obrador prueba que el activismo, distinto por lo demás de la militancia, puede estar reñido con lo necesario para llegar a la altura de un estadista (y tampoco cualquier presidente lo es). El problema está en saber si, como en otras épocas, todavía existe espíritu de superación personal y "rehacerse a sí mismo" aprendiendo de los errores y con labor ardua lejos de los reflectores y las plazas de pueblo: es decir, si hay modo de colocar al trabajo por encima de una "política" habitualmente mal entendida, y destinada a la "gloria" antes que a la eficacia. Es de esperar que más de una toma de posición de López Obrador en materia de política exterior no proceda de la cancillería, para darle simplemente otra faceta al "anexionismo" dominante desde hace rato en México. No tiene el menor sentido proponer una unidad de todo el continente americano "como la Unión Europea (UE)", y es quimérico querer deshacerse de la Organización de Estados Americanos (OEA) para quedarse únicamente con una Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) cuya operatividad queda por ver. ¿Ebrard está en su cargo por su capacidad de trabajo o por sus "conectes" y lo que representan para "la alianza política más amplia posible"? 

     Si la dimensión del trabajo arduo -que supone saber retirarse por periodos importantes de los reflectores, los actos protocolares y las plazas de pueblo- no está tomada en cuenta, se superponen entonces mucho de la vieja "política" y algo de la actuación para los medios de comunicación masiva o una vaga opinión pública, pero probablemente sin entender siquiera lo que se está haciendo (por ejemplo, no se puede firmar al mismo tiempo un TMEC, Tratado México-Estados Unidos-Canadá de libre comercio, y proponer algo "como la UE"). Hacer activismo y relaciones no es gobernar, y cuesta caro dejar de lado el trabajo y la superación personal, incluso en términos de democracia. El riesgo está acentuado en sociedades que no tienen como valor principal el trabajo, y no es seguro que sea la prioridad del lópezobradorismo. Las cosas no fructifican sin trabajo ni organización seria del Estado, en lugar de "la causa justa" para justificar la inoperancia y la improvisación. No es exactamente asunto de traiciones, aunque también las hay: es que la política también debe ser trabajo y conocimiento, antes que asuntos interminables de personas, clientelas -el "coro de los amigos" que reivindicaba Martí- y, encima, relaciones. Dicho sea de paso, la oposición mexicana tampoco entiende las cosas de otro modo. Volviendo al principio: el activismo no convierte a nadie en alguien capaz de gobernar, como tampoco las "alianzas políticas lo más amplias posibles" al margen del profesionalismo en los cargos públicos. Se puede compartir la causa y caer en la ineptitud, incluso entre gente de origen popular, como ocurre con la actual secretaria mexicana de Educación Pública, Delfina Gómez, para no hablar de la totalmente bienintencionada secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, que no pasa de "gestora". Por cierto: ¿no hay nadie para decirle al jefe que se puede estar equivocando?¿Y con temas de Estado y de formas de gobernar en lugar de intrigas personales?



lunes, 29 de noviembre de 2021

ESTADO, PARTIDO, ACTIVISMO

 Un partido político puede cumplir muchas funciones, y en alguna época se consideraba de importancia saber organizar y tener y difundir una ideología precisa, antes de que los autodenominados "demócratas liberales" tomaran a mal la palabra "ideología" sin siquiera entenderla. Los partidos políticos podían ser el lugar para recibir una educación política, y no nada más para fines electorales, con el subsecuente reparto de cargos.

     Alrededor del año 1936, se intentó en la Unión Soviética, sin éxito, que el partido oficial se viera obligado a competir con otras organizaciones en elecciones. La razón era la siguiente. Si se ocupa un cargo en el Estado, se debe tener la preparación profesional para ejercerlo. Dicho de otro modo, si se está en Turismo es porque se sabe de turismo, si se está en Trabajo es porque se conoce el mundo laboral, si en Hacienda porque se sabe de finanzas, etcétera. Nadie puede justificar por ejemplo que, como efectivamente ocurrió, Ernesto Che Guevara ocupara en Cuba ministerios de asuntos sobre los cuales él no sabía absolutamente nada (Industrias), o como la dirección del Banco Nacional. Puede que haya sido austero, pero como quiera, no sabía de economía. En principio, un sociólogo no es lo mejor para la Secretaría de Comunicaciones y Transportes. De lo que se trataba cuando Stalin, Mólotov y Zhdánov trataron de impulsar reformas en la Unión Soviética era de que el partido bolchevique no se convirtiera en el canal para escalar y llegar a cargos sin tener experiencia para ellos, sino por el solo hecho de "ser del partido". Se puede agregar que ésto podía dar lugar a la reproducción de sistemas clientelares en nombre de lo que se entendiera por "política", y desde luego que a la falta total de profesionalismo. Las reformas fracasaron y no hubo lugar para elecciones competidas: los dirigentes partidarios, en distintos niveles, sabotearon las iniciativas encabezadas por Stalin, y se abrió la puerta a que, en nombre de la adhesión ideológica o del hecho de compartir ciertas creencias, se colaran a cargos del Estado "los del partido" sin la menor experiencia ni preparación, aunque proclives a incondicionalidades de otro tipo. 

     En Cuba pasa: la habilidad para hacerse de relaciones, a costa de las convicciones y de algún oficio, puede dar en la recompensa de ser un eterno agregado cultural en una embajada sin tener la menor idea de la diplomacia. Lo descrito frenó el desarrollo de la Unión Soviética, reproduciendo probablemente hábitos feudales, como contribuye al burocratismo en Cuba.Insistamos: la habilidad para una "política" mal entendida crea ineptitud y no está exenta de la búsqueda de beneficios personales sin verdadero respaldo en el mérito.

      No debería llamar lo dicho a escándalo. En México, los "chapulines" tomaron la costumbre, desde temprano con el Partido Revolucionario Institucional (PRI), de saltar de cargo en cargo independientemente de qué se tratara, y gracias a la afiliación "al partido". Hay gente que ha hecho "carrera" -es un decir- así sin siquiera defender los postulados priístas. Bien se puede tomar el caso de alguien de moda: Enrique de la Madrid Cordero, hijo del difunto Miguel de la Madrid, presidente de México entre 1982 y 1988. De formación abogado y aunque con maestría en Administración Pública, De la Madrid Cordero ha sido secretario de Turismo, sin que quede claro qué sabe del asunto. Fue también director de Financiera Rural, lo que no tiene nada que ver con Turismo, director del Banco Nacional de Comercio Exterior, lo que no tiene que ver con el agro ni con turismo, y coordinador en la Comisión Nacional Bancaria y de Valores. Es probable que se trate de cargos "políticos", aún con ciertas habilidades para la administración pública. Desde luego, cabe preguntarse qué podían estar haciendo en cierta época escritores al frente de embajadas: Octavio Paz o Carlos Fuentes.

      En estas condiciones, en las que se recompensan habilidades para las relaciones, prestigios y capacidad para los tráficos de favores, no puede haber profesionalización impersonal del servicio público ni por ende posibilidades de atender realmente el asunto para el cual se ha sido designado. Ahora bien, el premio al activismo tampoco es garantía de profesionalismo ni de trabajo bien hecho, y es en parte el problema de algunos gobiernos progresistas (algo que se está tratando de romper muy notoriamente en Bolivia, por ejemplo), como el de Andrés Manuel López Obrador: existen casos flagrantes que no debieron haber sido, como una magistrada al frente de una secretaría tan delicada como la de Gobernación (Olga Sánchez Cordero), que merece un perfil más "policíaco" (con perdón), un "chapulín" al frente de Seguridad y Protección Ciudadana (Alfonso Durazo, ingeniero civil y abogado), otro al frente de Educación Pública (Esteban Moctezuma, economista) o, para no perder la costumbre, alguien ajeno al oficio al frente del Fondo de Cultura Económica (FCE), que incluye una revista de economía, El Trimestre Económico, entregada a "los amigos" por filiación ideológica: Francisco Paco Ignacio Taibo II luce tan mal como Miguel de la Madrid o José Carreño Carlón (abogado), a diferencia de un Arnaldo Orfila, conocedor del oficio de editor. Tampoco queda claro que la decencia haga a una licenciada en lengua inglesa y maestra en administración pública una economista, como Tatiana Clouthier (Secretaría de Economía).A la izquierda puede darse lo mismo que al centro o a la derecha si no se está en una institucionalización sólida: la reproducción de hábitos clientelares arcaicos, y con la ineptitud y el alejamiento de las necesidades reales de la gente como resultado. La falta de profesionalismo y de trabajo en profundidad no es algo que se arregle comprándose a la gente con ayudas sociales, sin organizarla ni darle educación y cultura, ni al amparo de la justificación moral del activismo. Diversas experiencias históricas muestran que intención y voluntad no bastan: hace falta dotarse de las condiciones objetivas para lograr eficacia, lo que no se pudo en la Unión Soviética de 1936, ni en el México de un Partido Nacional Revolucionario (PNR) que estaba llamado por sus fundadores a participar en elecciones competidas. López Obrador pensó en buena medida en "la alianza política más amplia posible", pero siguió siendo "política", por lo demás con frecuencia ligada a "nombres", antes que profesionalismo en el hacer (por cierto hay secretarios completamente ausentes, como el de Agricultura y Desarrollo Rural o el de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano). El estilo, muy presidencialista (lo que no debiera llamar la atención en un país de régimen históricamente muy presidencialista), no deja de ser el del activista, con la arenga y el gusto por irse a pueblear y darse "baños de pueblo": éso no hace un estadista, "persona con gran saber y experiencia en los asuntos de Estado", según la definición más socorrida. López Obrador no tiene estas cualidades, así sea porque tampoco se han requerido siempre en el sistema mexicano (Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón o Vicente Fox tampoco las tuvieron, y se puede ir en realidad más lejos en el examen de la crisis de autoridad en nombre del "antiautoritarismo"). Esta historia continuará...Y que no se llegue a que cualquiera podría estar en la figura...


 




     

sábado, 27 de noviembre de 2021

AFGANISTÁN CAVERNARIO

 Una de las cosas llamativas del presidente estadounidense Joseph Biden está en haber considerado a Irak como invitado a la Cumbre Virtual de las Democracias, considerando que el país de Oriente Medio no existe plenamente como tal.

     Luego de la invasión a Irak, Estados Unidos tomó la decisión de desmantelar el ejército de ese país, con lo que muchos soldados quedaron sin empleo ni paga. Para obtener una, fueron a enrolarse al Estado Islámico de Irak y Levante (EIIL, también conocido como Estado Islámico), sin ser siquiera extremistas, sino incluso antiguos miembros de un gobierno secular.

     Con su reciente retiro de Afganistán, Estados Unidos logró algo similar: la desbandada del ejército, en el que más que "grandes defensores de la democracia" estaba gente medio hambrienta en busca de paga. Estos enrolados no forzosamente se pasaron en masa al talibán. Hay información de que no faltan quienes han optado más bien por enrolarse en el Estado Islámico de Khorasan, también con tal de obtener algún dinero. Este Estado Islámico (ISIS-K, por sus siglas en inglés), si bien por ahora no puede desafiar la fuerza del talibán, podría adquirir si se engrosan sus filas la capacidad no sólo para desestabilizar Afganistán, sino también el sur del Asia Central ex soviética.

      Dada la diversidad del país, no todos comparten la hegemonía pashtún en el talibán. Por ejemplo, el EI-K es una oportunidad para los tayikos de Afganistán, y con la ilusión de infiltrarse en la república ex soviética de Tayikistán para armar problemas. Alguien supo en algún momento lo que hacía, puesto que fuerzas del Estado Islámico derrotadas en Siria por los rusos fueron desplazadas masivamente a Afganistán.

     No hay lugar donde intervenga Estados Unidos que no acabe como Estado fallido, salvo excepciones. Ahí están casos como los de Somalia y Libia. En este sentido, es falso que los estadounidenses se interesen por alguna "construcción de naciones". No es a lo que fueron a Afganistán. Ahora, queda la formidable capacidad estadounidense para tomarle el pelo a la opinión pública: para "ayudar a la retirada", Estados Unidos mandó suficientes soldados a la capital afgana, Kabul, para mantener cierto control sobre lo que acontece en Afganistán al menor costo.

      Recientemente, Estados Unidos ha advertido que el ISIS-K podría atacar Estados Unidos. Es lo que ha afirmado Colin Kahl, subsecretario de Defensa estadounidense. La "idea" es buena para buscar mantener control sobre Afganistán y hacérselo pasar a la dizque "opinión pública", que repercutirá lo que tenga que repercutir.

     Es poco probable que Estados Unidos no haya calculado los efectos de la retirada en Afganistán. Ya se dice en la prensa en estos momentos que los preocupados son los chinos, los rusos e Irán, aunque los primeros se acercaron precipitadamente a los talibanes. La idea de crear problemas en la periferia de la ex Unión Soviética no parece haber desaparecido, a juzgar también por los problemas que se armaron en una provocación con migrantes en la frontera entre Belarús y Polonia y la manera de armar a Ucrania. Estados Unidos sabe calcular sus intereses, aunque le importe poco pensar -y pensar no es calcular- en las consecuencias: si las pagan otros, no aparecerán ni en las noticias. Por cierto, ¿No podría Occidente aliarse con gente algo menos cavernaria que la de esta foto del ISIS-K?



miércoles, 24 de noviembre de 2021

EU: A LIDEREAR, PUES

 Al parecer, no hay muchas formas de entender la democracia y debe quedar, como lo ha querido desde hace tiempo el ensayista mexicano Enrique Krauze, como "democracia sin adjetivos".

     El hecho es que, al ser electo, el presidente estadounidense prometió que Estados Unidos "volvería a liderear" y parece ahora dispuesto a hacerlo con la convocatoria a una próxima Cumbre Virtual de las Democracias a la que están invitados más de un centenar de países. Hay algo desagradable, y es la tendencia a considerar como "no democrático" a cualquiera que se desvíe de una forma única de ver la democracia, desde un punto de vista formal. En rigor, lo mínimo que puede decirse es que el convocante no es demasiado democrático: en primera porque, si la democracia es etimológicamente "el gobierno del pueblo", en Estados Unidos el pueblo es marginal ante la masa; y en segunda porque quien toma las grandes decisiones en Estados Unidos es una plutocracia, junto al inamovible "Estado profundo". Probablemente haya gato encerrado, como lo ha habido en otras gloriosas clasificaciones estadounidenses de lo más simplistas: Imperio del Mal, Eje del Mal, Estados "parias" o "canallas", a conveniencia. Ahora se estila creer que "la democracia está en peligro" no por lo que le imponen los grandes poderes económicos y mediáticos, sino por el surgimiento de una fauna de supuestos "autócratas", "populistas" y "neofascistas". Algo que tal vez se pudiera pedir, para quienes ven fascismo un poco por doquier, es que dejen de colgarse la medalla del combate a este fenómeno: pasó hace tiempo, lo derrotaron básicamente los soviéticos y no es agraciado saludar con sombrero ajeno, mostrando por lo demás un total desconocimiento de lo que fue el fascismo o el nazi-fascismo. Hay ni sé qué nueva manía entre izquierdistas caviar, procubanos y autodenominados "demócratas liberales" a reclamar para sí un intensa lucha contra el "neofascismo" que no pasa de las palabras y las conferencias universitarias. Al parecer, más que de pensar se trata de ponerle etiquetas a los productos ("Cuidado, este producto contiene un exceso de azúcares y de fascismo"). Por lo demás, hartan los llamados a "la resistencia" que por sí mismos no tienen nada o casi de constructivos. Y se pasa por alto tendencias medio fascistoides como la de algún país a declararse "indispensable" o "excepcional" y por ende "por encima de los demás". En fin, nunca es tarde para intentar algo así como un "fascismo amigable".

     Biden incluyó en su Cumbre a Taiwan y no a la República Popular China: más allá de la pifia diplomática, China no puede verse como "democracia" desde el momento en que se ha llegado a considerar que socialismo y democracia se excluyen por definición, así cualquier libro de texto occidental bien nacido reconociera hasta hace pocas décadas que muchos países socialistas se llamaban "democracias populares". Asimismo, se excluye a Rusia por ser una "autocracia", lo que no corresponde en absoluto a la forma de gobierno en Moscú, pero sí al estereotipo que vende. Bien podría decirse que son preferibles las democracias "de negocios", eufemísticamente llamadas de "libre mercado". Turquía está fuera por tantas volteretas y, aunque no deje de causar cierta sorpresa, no se puede incluir a las monarquías petroleras del golfo Pérsico. La inclusión de "organizaciones de la sociedad civil" es una gentil invitación a seguir en el maniqueísmo sociedad civil vs Estado para invitar, cuando se pueda, al recurso de los "golpes blandos".

     El proyecto de Biden se enmarca en algo más ambicioso: rescatar a un capitalismo en crisis -y en particular a los grandes especuladores- con la reconversión a la "economía verde" y la creación del criterio ESG ("ecológico, social y de gobernanza") para orientar con premios y castigos los flujos de dinero a los países del mundo, para ver si "califican o no". Es lo que se trae el gran capital para orientar inversiones y préstamos o cooperación: decidir si un país es democrático, de "libre mercado" y si cumple con los criterios ESG, además. El cambio climático está sirviendo de buen pretexto para hacer pasar el proyecto.

     No queda claro si Biden piensa violar la regla de oro de la beligerancia estadounidense (no abrir nunca al mismo tiempo el frente ruso y el chino), o si piensa "más en grande", lo suficiente para armar un pleito mayúsculo que llevaría a una nueva bipolaridad entre "buenos" y "malos" que los grandes medios de comunicación, la mayoría de la intelectualidad y parte de la izquierda repetirán como pericos, cotorras, cacatúas y papagayos, saturándolo todo con un binarismo que vuelva imposible cualquier razonamiento. Biden va en grande, aunque tal vez a sabiendas de que no puede ir más allá de cierto intento de "disuasión": sus grandiosos planes para Estados Unidos ya se estrellaron con la falta de presupuesto en Estados Unidos, y en esta medida se sigue en lo característico de los Demócratas desde los años '90: el capitalismo del fraude, con toda una pléyade de intelectuales dispuestos a tomarse en serio lo que no es en rigor más que una tomadura de pelo. Amamos cualquier clase de éxito; aunque, para estafar, los Clinton y los Obama eran inigualables en comparación con la parejita Biden (see picture). A ver si consigue despegar.




lunes, 22 de noviembre de 2021

CHILE: EN DISYUNTIVA

 Jugamos como nunca y perdimos como siempre. El ultraderechista y admirador del dictador Augusto Pinochet, José Antonio Kast, se alzó con la victoria en la primera vuelta de las elecciones chilenas, con cerca del 28 % de los votos, lo que no es desdeñable. Le siguió el izquierdista Gabriel Boric, de Apruebo Dignidad (Frente Amplio +Partido Comunista), con casi 26 % de los votos. Pareciera haber en la sociedad chilena una polarización que remplazó a la alternancia de partidos tradicionales, aunque el Comunista es por cierto un partido tradicional. Con Marco Enríquez-Ominami, el progresismo quedó muy abajo, con poco más del 7 % de votos, y mucho dependerá de lo que hagan en la segunda vuelta los partidarios de Franco Parisi (Partido de la Gente), quien hizo curiosamente campaña desde Alabama, Estados Unidos, y se encontraría a la derecha del espectro político.

     La verdad es que no hay tal polarización. No la hay en la medida sobre todo en que Boric, de 35 años, está lejos de representar a la izquierda tradicional, pese al apoyo recibido de los comunistas, y no tiene mayor cosa que ver con los socialistas, ni con alguna corriente de ultraizquierda. Antiguo líder estudiantil, cercano a Giorgio Jackson, a su vez no muy alejado del magnate húngaro-estadounidense George Soros, Boric presentó un programa que parece hecho por algún organismo internacional, y que sobresale por lo nulo que resulta en materia de cultura. Boric está más preocupado por los temas de moda, muy al estilo Demócrata estadounidense: el feminismo, el cambio climático y los pueblos originarios, a tal punto que buena parte de las propuestas en materia de trabajo terminan derivando hacia asuntos de género. Ciertamente, Boric retoma el sentido de las protestas estudiantiles en Chile para fortalecer al Estado en la educación y la salud, pero gran parte del resto está muy orientado al estilo Demócrata ya mencionado, al grado de que hay temas ya completamente ausentes, como el de la orientación de la política exterior, tal vez justamente porque la agenda está "transnacionalizada", a diferencia de la de Kast. Se llega en Apruebo Dignidad a cosas tan simpáticas como la protección de los afrochilenos. Curiosamente, las propuestas económicas de Boric también terminan derivando hacia asuntos de género. No hay novedad: subir algunos impuestos, crear "impuestos verdes", muchas de las propuestas las firmaría con agrado el presidente estadounidense Joseph Biden, aunque, ciertamente también, hay iniciativas interesantes en el terreno del control de la minería del litio y del cobre.

     Se puede pensar sin mucha dificultad que hay suficientes medidas en materia de educación, salud, economía, vivienda y producción del campo para apoyar a Boric, ante un Kast que es más bien un "reincidente". Es falso que Chile haya tenido una "gran tradición democrática" interrumpida luego del sacrificio del presidente Salvador Allende en 1973. La de Chile es una tradición de la hacienda y militarista, algo muy bien demostrado por el estudioso Jorge Larraín, tradición que no dudó por ejemplo en cruentas represiones a los obreros (como la de Santa María de Iquique a principios del siglo XX), ni en usar la traición, de la guerra contra José Manuel Balmaceda a finales del siglo XIX al periodo de Pedro Aguirre Cerda en el siglo XX. No es porque no es bananero que la lucha obrera en Chile no ha tendido hasta cierto punto a ser "de enclave", concentrándose en el norte minero. El pinochetismo no fue una "interrupción", mucho menos anómala, y prueba de ello está en la popularidad alcanzada por Kast en esta primera vuelta de las elecciones. En rigor, Chile no tiene algunas de las bases necesarias para enrumbar hacia el desarrollo, algo distinto de la opulencia a crédito para una parte de la población. El programa de Boric y los resultados Constituyentes pueden enrumbar hacia un cambio democrático-burgués, y no está mal, pero también hay muchos distractores. Como sea, Kast, que no es el fascismo, mostró su fuerza y las cosas se resolverán hasta la segunda vuelta de las elecciones. (Cueca chilena: da click en el botón de reproducción).



sábado, 20 de noviembre de 2021

MORIR COMO EN ENERO

 El muy buen escritor mexicano, Enrique Serna, no exento de pifias como su último libro (El vendedor de silencio), sabe de humor, pero agarra desde hace algún tiempo la costumbre de pronunciarse sobre política de tal modo que parece querer quedar bien -agregándole talento- para ganarse favores, sea en Letras libres o en Milenio. Para Serna, Cuba es una "dictadura" (lo que tal vez sea si se ignora el significado de la palabra), lo de hace algún tiempo fue "una insurrección cívica espontánea" (es muy fácil probar que fue en gran parte orquestada), las manifestaciones en la isla las reprimen "hordas de fascistas" de "pañuelos rojos" (ahora fascismo ya vale para absolutamente todo) y la molestia de los cubanos da en "una revolución de terciopelo" en ciernes (sería la segunda, después de que se conociera para quien lo deseara la forma de operar de la primera en Checoslovaquia, entre otras cosas con muertos inventados), a juzgar por el autor de "el miedo a la rosa blanca", que no deja de apreciar el arte que apoya al "movimiento social" cubano.

      Lo interesante en el texto de Serna es la idea -que lo es- de que los cubanos estarían dejando de ser súbditos para pasar a ser ciudadanos. Es una observación llamativa, hasta cierto punto, a reserva de que seguramente ignora algunas innovaciones de la más reciente Constitución cubana. Se supone que todos los ciudadanos tienen los mismos derechos y que son iguales ante la ley. De este modo, en vez de extraviarse poéticamente en asuntos que no conoce, Serna podría lanzarse a buscar el establecimiento real de la ciudadanía en México y en otros lugares de América Latina. En México, salvo que el asunto se resuelva simplemente votando (y por lo demás recordando que el respeto al voto es algo tan reciente que data apenas de 2018), simplemente no hay ciudadanos, porque la ley no opera para prácticamente nadie, salvo para los poquísimos que pueden comprársela y conseguir por ejemplo amparos para cualquier cosa. Serna puede ver cuántos delitos quedan impunes en México (94.8%, aunque la verdadera probabilidad de que un delito sea resuelto es del 0.9 %, considerando lo que no se denuncia), qué cantidad de gente está en prisión sin sentencia ni culpabilidad (42 % de los presos son inocentes) y cifras por el estilo: desde luego, en condiciones como las descritas no puede haber ciudadanía, por lo que se entiende que Serna habla desde un lugar que no es el de "los derechos y las libertades", México. Podría escribirse un pequeño artículo con algo de poesía -con todo y la muy martiana rosa blanca- para Brenda Quevedo Cruz, víctima de los abusos de poder interminables de la señora Isabel Miranda de Wallace, o para Israel Vallarta, casos que de manera inaudita el actual gobierno mexicano no ha conseguido resolver, mientras se lanza, con verdadera vocación de estilo estadounidense, a montar una Comisión de la Verdad que investigue la "guerra sucia" de 1965 a 1990. Hasta ahora, ni siquiera se ha conseguido aportar algo definitivamente nuevo sobre el caso Ayotzinapa. Es muy difícil de garantizar la erradicación de la corrupción, objetivo del gobierno de López Obrador, si se mantiene un "sistema" de Justicia como el actual, y con una "opinión pública" como la actual: mientras el fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, no consigue terminar de demostrar que los gobiernos previos al actual se dedicaron al saqueo (de la "Estafa Maestra" a Petróleos Mexicanos-Pemex), la oposición está más empeñada en paralizar al mismo Gertz aprovechando sus errores (lo que jurídicamente se conoce como mala fe), como "presunto científico" y otros, aunque no todo es inventado. No deja de resultar alegre defender la gran autonomía de un Poder Judicial que simplemente no funciona, por no decir que no está más que de florero. ¿Que la oposición haya tocado el tema? Está más ocupada en poner orden en Cuba o en Nicaragua.

      Se pueden tomar otros casos. Cualquiera que eche una mínima mirada al modo en que han venido operando todas las dependencias encargadas de impartir Justicia en el Ecuador desde el periodo del anterior presidente, Lenín Moreno, puede darse cuenta de que en el país sudamericano el estado de Derecho simplemente no existe, por lo que puede pensarse que tampoco la ciudadanía. Si es un país demasiado pequeño, puede tomarse el caso de Brasil: la "puerta giratoria" es para todo el mundo. Lo espléndido de casos como el de Enrique Serna está en festejar, rodeado de súbditos (y esperemos que no de algo rayano en la esclavitud), que los cubanos estén pasando de súbditos a ciudadanos, en vez de masacrarse con algarabía en las cárceles, como acaba de volver a ocurrir en el Ecuador (dos motines con 190 muertos en lo que va del año en la Penitenciaría del Litoral). Si es lo que dice Serna, entonces Cuba se está adelantando a parte de América Latina, al menos, donde nadie sale en "60 ciudades y pueblos" a pedir por "los derechos y las libertades". En efecto, tal vez tenga razón Serna: vale la pena que una sociedad se ciudadanice y deje la servidumbre en un océano en donde ni siquiera puede hablarse propiamente de sociedad, porque impera la ley de la jungla. 

    Lo peor está en afirmar que "(...) los herederos del castrismo se aferran a sus privilegios de casta con métodos propios de Fulgencio Batista": muy bien, que se le aplique a cualquier opositor al gobierno cubano lo que el régimen batistiano le hizo a Abel Santamaría. Es de dudarse que "alguien" como Serna lo sepa. El cantautor cubano Silvio Rodríguez le dedicó esta canción (da click en el botón de reproducción) a quien le quemaron los brazos y le vaciaron el ojo para mostrárselo a su hermana. Se reta a quien quiera demostrarlo a que lo haga, o se está hablando por hablar: que el gobierno cubano tiene este tipo de prácticas.



     

jueves, 18 de noviembre de 2021

CAPITALISMO CON BENDICIÓN

 El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, acusado por su manejo de la epidemia de la Covid-19 de "genocida" por el líder izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, nunca suprimió el programa estrella del segundo, Bolsa Familia, que ayudó a algunos millones de brasileños a salir de la pobreza extrema y la pobreza, y tuvo resultados, no demasiados, en materia de combate a la desnutrición infantil y para la educación. Apenas ahora se planteó cambiar dicho programa por otro, Auxilio Brasil, que durará por lo pronto hasta 2022. Bolsonaro sostenía que Bolsa Familia era, para el Partido de los Trabajadores (PT) de Lula, una manera de comprarse los votos de los pobres. Lo llamativo es que ahora es Bolsonaro quien está acusado exactamente de lo mismo de cara a las elecciones brasileñas de 2022.

     Bolsa Familia es algo que fue celebrado por ejemplo por el Banco Mundial. No falta algún representante del gran capital, como lo es el presidente estadounidense Joseph Biden, que no deje de recurrir a medidas de ayuda para los más pobres. Y a su modo, en síntonía con Biden (quien también propuso cambios en los impuestos), el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador propuso recientemente ante Naciones Unidas este tipo de transferencias a escala planetaria. Lo particular de López Obrador es que aspira a que estas ayudas sociales lleguen a la gente pobre sin que haya intermediarios, de tal forma que se minimice el potencial uso clientelista del dinero.

     Lula hizo las cosas de lo más contradictorias: Bolsa Familia junto con permitir la acelerada desindustrialización de Brasil. López Obrador no es ajeno a contradicciones similares: desde el principio del sexenio ha sido advertido de que las ayudas sociales no resuelven para nada los problemas de fondo de la economía mexicana, aunque hay algo más de novedoso: el dinero sale, en principio, de lo ahorrado en el gobierno al lucharse contra la corrupción, lo que no era el caso de programas sociales de gobiernos anteriores. Es muy pronto para juzgar de los resultados de esta lucha, que también ha emprendido a su modo el presidente salvadoreño Nayib Bukele, expresando que "si nadie roba alcanza para todos". El hecho es que, hasta ahora, en México el programa estrella es el de ayuda para los adultos mayores. No es seguro que otros programas estén funcionando tan bien y entre los peor evaluados están, por cierto, los que tienen que ver con las Universidades del Bienestar Benito Juárez.

     Este tipo de ayudas, como este tipo de insistencia en el "bienestar", no deja de tener un origen keynesiano, aunque el Estado no esté despilfarrando para financiarlas. Esto quiere decir que, de manera indirecta, se trata de evitar que no se caiga el consumo porque se vería perjudicada entonces la iniciativa privada, que no tendría a quién vender. Lo que queda claro, y le ha sido señalado desde el principio a López Obrador, es que estos programas sociales no resuelven ningún problema de fondo, aunque si solventan el consumo en medio de una prolongada crisis capitalista. Como sea, las ayudas tampoco son sensacionales en sus montos, antes al contrario, ni existe orientación clara sobre el modo en que se pueden usar, lo que sí es en cambio el caso de Bolsa Familia, por lo que mejoraron indicadores de nutrición y educación (Bolsa Familia condicionó la ayuda al recibimiento de educación). Pese a la eliminación de intermediarios, las ayudas sociales en México no conllevan ninguna orientación para su uso: un estudiante "becado" puede por igual comprarse libros que gastarse lo recibido en cervezas. No es el caso de El Salvador, dicho sea de paso, donde el gobierno ha estado orientando el gasto hacia infraestructura vial, reparación de escuelas y construcción de hospitales, por ejemplo.

      Jair Bolsonaro llevó a cabo durante un tiempo de la crisis sanitaria la renta básica universal. Esta idea la promueven desde el Foro Económico Mundial de Davos, explícitamente temeroso de protestas sociales, hasta el muy gentilmente caritativo Papa Francisco. No queda muy claro por qué -como sucede con la ayuda a los adultos mayores en México- se universaliza en vez de focalizar, y tampoco está entonces claro por qué se debería restarle a quien lo necesita para darle a quien francamente no lo necesita. La creencia que subyace, "derechohumanitaria" llevada al terreno económico, es que todos los seres humanos son iguales porque toda vida es en sí misma respetable, lo que es jurídicamente cierto, y de manera muy abstracta: no se puede colegir que no haya diferencias de fondo (más allá de las que están de moda: de género, raciales, incluso de ingreso...) que lleven a poder distinguir entre un ser humano realmente humano y otro inhumano, aunque sea por el hecho de llevarse una parte de riqueza que no ha para nada creado y que, en este sentido, no debiera pertenecerle, por el solo hecho de ser propietario privado. Es "el valor de la persona humana" al margen de toda consideración ética, de palabra y sin tomar en cuenta hecho alguno, mucho menos si es social. No cuentan las diferencias basadas en el trabajo, en el esfuerzo, en el mérito, en los valores, etcétera, sino que toda vida es igual a otra por el simple hecho de ser vida, "condición humana", "naturaleza humana": para el caso, se le podría dar la misma ayuda social a un productor que a un parásito, el mismo trato a un verdugo que a su víctima, el mismo gusto a un libertino que a un decente, hasta caer en lo que ya se pregona desde hace rato, contra la posibilidad de hacer juicios de valor: no existe manera de discernir y por este motivo algunos programas de ayuda social e ideas como la de una renta básica universal empujan en el sentido de perder el discernimiento, por la creencia de que fuera de "la vida" en general no existe ningún patrón de medida, mucho menos socialmente establecible, que pueda fijar un "más allá" de cada individuo por separado.

     Hay etapas por las que pueden pasar países subdesarrollados, sin que les hagan mayor mal, pero de lo que se trata es de buscar salvar al capitalismo. Hay que observar quiénes proponen la renta básica universal. Así sea -como debe ser- con bendición papal. !Salud!


 


martes, 16 de noviembre de 2021

MÉXICO: DEFINITIVAMENTE DOMINGO

 Se le atribuye al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, la creencia de que "la política es el arte de escoger entre inconvenientes". Cabe preguntarse qué ocurre cuando la pesada herencia del llamado "neoliberalismo" no deja más que inconvenientes: uno de ellos es que una parte de la clase media se sienta con derecho a "apadrinar al pueblo" sin promover a gente del mismo pueblo a ningún cargo ni permitirle una movilidad ascendente de verdad al poder, algo que por lo general se rehúye (o ni siquiera se piensa).

     Uno de los resultados puede ser el manejo de ciertos programas sociales en un estilo de hacienda, como lo hace por ejemplo la señora "universitaria" Raquel Sosa Elízaga en las bastante fallidas Universidades del Bienestar Benito Juárez. Simplemente se trata -y denegando con toda arrogancia el reclamo popular- a gran parte de los maestros como a peones sin derecho alguno, en un asunto que ya lleva un buen rato y que es un desperdicio para un proyecto no tan malo, pero en manos equivocadas, sin que López Obrador se dé mayor cuenta. Eso sí, el trato a muchos maestros como peones de hacienda no es un invento de la funcionaria mencionada, puesto que a ciertos niveles la universidad pública no procede mejor con su tropa de asignatura.

     Otro ejemplo es el del inamovible sinverguenza de origen estadounidense John M. Ackerman. Por si no se ha dado cuenta Guillermo Sheridan (y no puede hacerlo), quien logra combinar la más refinada mala fe con la grosería maliciosa, en otro legado del estilo populista, Ackerman no hace más que reproducir, como su mujer y Dios se lo dan a entender, lo que puebla Nexos o Letras Libres: el hábito clientelar, que se acompaña de acaparamiento y de una muy peculiar forma de endogamia, con la alegre participación de toda (o casi) la intelectualidad lópezobradorista. Es así que, gracias a que la universidad pública no hace mucha academia pero sí mucha política y muñequeo en exceso, el de origen gringo (porque ésto le da un estilo desembozado a su cinismo, con menos máscara) puede publicar con "editoriales de reconocido prestigio" (que se prestan) pseudolibros sin más valor que el que les otorga la coyuntura, y en lo que se embarca lamentablemente a personas con ética como el ex mandatario ecuatoriano Rafael Correa (sin que se salve en cambio demasiado el “Demócrata “ ex funcionario del Ecuador, Rene Ramírez Gallegos). No falta la voz de personas fallecidas que, luego de haber creado sectas de abuso sexual, literalmente, consiguen encima colarse para "darle la vuelta a la muerte", es decir, para cumplir con el anhelo de más de un intelectual en América Latina: "trascender", desde luego, de tal forma que algunos se crean que están ante un ser inmortal al que lo inhumano le es por lo mismo perfectamente permitido, hasta llegar al desdoblamiento entre lo que se escribe y se "dicta" y lo que se hace con los demás con la actitud en el día a día. Es lo mismo para la señora Sosa Elízaga, y se puede leer en el rostro la ínfula y la incapacidad para mover un solo músculo de alguna emoción. 

     A la mitad del sexenio, la cultura y la educación parecen ya casi definitivamente perdidas en el lópezobradorismo, que en este terreno es, como lo sugiriera hace poco con delicadeza Armando Bartra, incapaz de construir, porque -tal vez para "trascender"- es más fácil pasársela en la "resistencia". No deja de ser algo simpático que gente del lópezobradorismo como Pedro Miguel o Epigmenio Ibarra siga en una feroz "resistencia"...ante una oposición más bien nula, y que encima se roba tranquilamente los temas y lemas de la izquierda (en efecto, son ahora los "demócratas liberales" quienes están en pié de lucha contra el "pensamiento único" y en un plan de "hasta la victoria, siempre").

     Algo no está nada bien en esta conducción de clase media que no permite el ascenso de gente de abajo, que por lo demás necesita ser educada, formada y vuelta consciente, por más "buena" que parezca en su espontaneidad. No queda claro por lo demás si una parte de esta "gente buena del pueblo", como el Bryan o el Brandon, no está en espera de un estilo de vida que termine de hacerle perder sus raíces. ¿Lo que se ofrece es un estilo de vida en lugar de educación, cultura y desde luego, trabajo? (foto: el señor De la Concha).




viernes, 12 de noviembre de 2021

MÉXICO: QUIÉN CONSTRUYE Y QUIÉN DESTRUYE

 Una de las cosas más sorprendentes de la oposición actual en México es su carencia de ideas, y ni se diga de ideas propositivas o constructivas. No es asunto exclusivo de la oposición: el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador llegó al gobierno en 2018 con un programa en más de un aspecto pobre, muy notoriamente en cultura y educación, temas que distaban de tener alguna importancia. Ese programa había sido coordinado por el empresario Alfonso Romo.

     En el caso de la oposición, ya se ha sugerido que lo suyo es descalificar, en particular al presidente, con un notorio encono, y sin que falte lo rayano en el insulto. No hay en la oposición programa de nada, como por cierto, según lo señaló en su momento el centro izquierdista Cuauhtémoc Cardenas, tampoco destacó el lopezobradorismo por tener proyecto de nación. Esta visión estaba ausente en el programa coordinado por Romo. Es el resultado de un capitalismo que no tiene por objetivo pensar,sino” ganarse a la gente”. Hasta la fecha, no queda claro qué hacen en en el lopezobradorismo Secretarias como la de Educación Publica o la de Cultura, sin ser las únicas ineficaces. Pero si en estos casos impera la inercia, en la oposición se trata de destruir todo si construir nada: absolutamente todo - y a diario- lo que hace López Obrador resulta ser negativo, cuando no la actuación de alguien que, dado por “ fuera de la realidad”, no puede entonces sino representar un peligro. Esta es la forma de hablar de la oposición: junto con descalificarlo todo, ver “ peligro” en todo lo que no sea ella misma, porque fuera de “ la democracia” y “ los derechos y las libertades” no hay más que el camino al Gulag. Llega al grado de que ex priistas ( del Partido Revolucionario Institucional, PRI), como la señora Beatriz Pages Rebollar, u otros inspirados, creen que México está en las garras bolivarianas o en la imitación del llamado “ grotesco” gobernante nicaragüense Daniel Ortega, siendo que en realidad (tal vez bajo la influencia del canciller Marcelo Ebrard) son ya por lo menos dos ocasiones en que Lopez Obrador se acerca, digamos que con total imprudencia, a los Demócratas estadounidenses y su presidente Joseph Biden: con la propuesta de una unión abiertamente panamericana (de todo el continente) ante la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños ( Celac) y con un reciente discurso en Naciones Unidas con creencias similares a las de Biden. Para más señas, los “ bolivarianos” del lopezobradorismo ya se han decantado abiertamente por el estilo californiano de la jefe de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum. Si la oposición confunde Berkeley con Caracas, tal vez esté en un problema, y por cierto que no muy distinto del que aqueja a…los propios bolivarianos, a juzgar por su manera de otorgar, salvo excepciones, el Premio Libertador a cuanta moda culturalista se atraviesa.

     La oposición destruye y destruye como si no se hubiera percatado de que no ha gozado del favor popular: actúa como quien no ha perdido el poder -que ciertamente está en disputa-, para lo que se apoya en los medios de comunicación masiva, sobre todo, y en los más recalcitrantes círculos de negocios. Con dicha destruccion, no se trata nada más de “tomarle la medida” al presidente y hacerlo aparecer como “ mandatario de fantasía” ante una opinión pública a fin de cuentas inexistente; se trata de mostrar, puesto que no hay ninguna propuesta alternativa detallada, que no tiene caso buscar luchar contra la corrupción porque, después de todo, “ la corrupción somos todos”, como dijera alguna vez Rius. Es por “ no compartirla” que el presidente mexicano es estigmatizado como alguien extraño, ajeno, con pretensiones de omnipotencia ( nosotros los “ falibles” le entramos, porque es parte de la naturaleza humana o de la condición humana, supuestamente) y de “ moral” (cuando de lo que se trata es de ética). Es necesario destruir para demostrarse a sí mismo que no se han hecho opciones equivocadas ( lo que por lo demás puede sucederle a cualquiera), y para eludir por lo demás el riesgo del criterio propio: no es que “se está conmigo o contra mi”, sino que se persiste en “ se está con nosotros o contra nosotros” repitiendo todos lo mismo en lo que no deja de mostrar el gusto clientelar, ni siquiera mayormente ocultado. Política de grupos y endogamia, pues, como herencia de haber crecido a la sombra del populismo priista. Casi todos en la oposición repiten al unísono, sin que falte quien en el coro parezca tener voz propia, pero nunca realmente con un “ solo”, porque “el que se mueve no sale en la foto”.La diferencia, como quiera, existe, aunque no la noten a veces ni siquiera los mismos izquierdistas: búsquese a quien tiene propuestas constructivas y a quienes tienen la negativa a todo, hasta el encono, lo que crea ambientes patológicos, como si hubiera algo de anormal en el conflicto y todo debiera ser la gran armonía, aunque Lopez Obrador busque supuestamente sembrar la discordia (es posible preguntarse como un escritor como Enrique Serna puede hacer gala de tontería, o de la soberbia intelectual contra la que hizo un libro). A ver si funciona lo que Fernando Benitez mostraba magistralmente en “ El agua envenenada”: en el pueblo se ha lanzado el rumor de que se quiere envenenar a la gente, y se prepara un linchamiento. No es que en el lopezobradorismo todo esté bien: es que la oposición parece salida de Canoa o algún pueblo poblano por el estilo. Se rumora que se quiere envenenar el alma de la gente, y se prepara un linchamiento ritual, sin que importe mayormente quién es quien.




martes, 9 de noviembre de 2021

NICARAGUA: ¿QUIÉN VA POR MÁS?

 Es inútil esperar de las cotorras, las cacatúas, los pericos y los papagayos que hagan otra cosa que repetir. Se puede esperar de ciertos medios periodísticos que den lugar a voces con independencia de criterio: en un país como México algunos dan la apariencia de hacerlo, para alegar pluralidad, pero también se sabe que el escritor Enrique Serna ha podido recuperar su muy buen humorismo, luego de un pésimo libro, a partir de posturas políticas propias de alguien ignorante; que Jorge Zepeda Patterson comparte los anhelos de más de un autodenominado "demócrata liberal" cuando se trata de criticar al presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador; que Rafael Rojas hace cosas de calidad que terminan infaliblemente torcidas por sus prejuicios, o que alguien tan inteligente como Fernando Escalante Gonzalbo no deja de salir con rarezas bien avenidas para quien lo ha albergado. Gran parte del resto ni se preocupa por su público, sino por el típico "quedar bien para ganarse favores", si es necesario cayendo incluso más allá de la descalificación grosera contra López Obrador y rayando en los insultos; todo es para complacer al grupo al que se pertenece y no lo hacen mal, por ejemplo, quienes están ligados al seductor de la patria y fueron alguna vez parte del MAP (Movimiento de Acción Popular) o tienen vínculos con el Instituto de Estudios para la Transición Democrática, que copan espacios no desdeñables en la universidad pública (y más allá). No se puede esperar ni el menor asomo de independencia, hasta donde repiten al unísono.

      Desde luego, y con gente de izquierda democrática presente, debe entenderse que las recientes elecciones en Nicaragua, ampliamente ganadas por Daniel Ortega, fueron una "farsa", etcétera. Se podría criticar una tendencia al personalismo que en la historia latinoamericana no ha sido exclusiva de la izquierda, las excentricidades de la vicepresidenta nicaraguense Rosario Murillo o lo que se quiera. El problema se complica cuando quienes andan con la pluralidad en la boca no consideran la voz del oponente porque de lo que se trata es de acallarlo.

     Así pues, seguramente se considere innecesario difundir que Ortega y el sandinismo se presentaron a las elecciones con un extenso programa de cerca de 200 páginas (Plan Nacional de Lucha contra la Pobreza y para el Desarrollo Humano 2022-2026).

     Para quienes dicen que la "represión de Ortega" (de "la autocracia", "la dictadura", etcétera) ha causado el exilio de muchos, seguramente sea igualmente innecesario considerar que, pese a las sanciones crecientes por parte de Estados Unidos y la crisis sanitaria, apenas el tres por ciento de las aprehensiones en la frontera con Estados Unidos son de gente de Nicaragua, mientras a los "demócratas liberales", que se llenan la boca o la pluma de palabrotas contra el gobierno de Ortega, les tiene sin cuidado, por ejemplo, la marejada de haitianos llegados a México tratando de adentrarse en Estados Unidos. Prácticamente no hay emigración nicaraguense por motivos políticos, sino que es por motivos económicos, pero sin alcanzar las proporciones del "triángulo norte" centroamericano (Guatemala, Honduras, El Salvador). Por lo que se refiere a Costa Rica, no estaría mal dejar de adulterar las cifras: desde hace muchísimos años, con o sin Ortega, hay un flujo de trabajadores temporales de Nicaragua a Costa Rica para la agricultura y los servicios. Si los casos de nicaraguenses buscando entrar a Estados Unidos se incrementaron, ocurrió lo mismo con los de hondureños (en un 600 % el año pasado También deberían callarse un poquito quienes no parecen ver la emigración de cubanos.).

    Durante la reciente campaña electoral en Nicaragua, miles de cuentas de nicaraguenses pro-sandinistas fueron cerradas y censuradas por Twitter, Instagram y Facebook. Lo que se sabe menos es que ésto ya había ocurrido en el año 2018, el del intento de "golpe blando" contra Ortega, para evitar que los sandinistas pudieran dar su propia versión de los hechos. El argumento para el cierre, que se trataba de "granjas de trols", era falso. De ésto existen muchos testimonios.

     Un dato más: para el 4 de noviembre ya estaba vacunado contra la Covid 19 cerca de la mitad de la población (más de tres millones de personas), con equilibrio entre vacunas rusas (Sputnik Light), cubanas y estadounidenses y la burla de la gente trabajadora sobre la preferencia de la clase media por la inyección gringa. No hay accidentes mortales con las primeras; sí se conoce de casos con vacunas estadounidenses.

     Ejemplos de que no todo es condenable en el actual gobierno sandinista no faltan, pese al personalismo de la familia Ortega-Murillo. Pero puede que haya gente, incluyendo a intelectuales, que prefiera estar del lado de un puñado de oligarcas insolentes, como la familia Chamorro, del lumpen, de una empresariado no sandinista transnacionalizado y además de la Iglesia, que a la primera ocasión traicionó el pacto con Ortega. ¿Alguien le conoce a Carlos Fernando Chamorro otra cosa que un gran poder mediático que le permite repetir a tontas y a locas la palabra "democracia" sin ofrecer ningún programa concreto? De hecho, podría notarse que hay quienes no tienen ningún programa concreto para construir nada, sino que, fuera de elogiarse mutuamente, se dedican a destruir todo lo que no es una réplica exacta de su limitada representación del mundo y de su "democracia sin adjetivos". (da click en el botón de reproducción para recordar al fundador del sandinismo).






sábado, 6 de noviembre de 2021

AMLO: LOS "NUEVOS DERECHOS"

 El asunto no fue muy lejos, aunque alguien preguntó por ahí: "¿qué está pasando?". Con la franqueza que lo caracteriza y que pareciera costarle incluso -según sus propias palabras- problemas en casa, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador declaró que, mientras se saqueaba al país, se tomó por costumbre poner por delante los "nuevos derechos": derechos humanos, feminismo, ecologismo...y derecho de los animales (no humanos, se entiende).

      No es "liberal" la defensa de "los derechos y las libertades", aunque no falten quienes se hagan pasar por "demócratas liberales", sino que es más bien el estilo establecido en 1948 por Naciones Unidas, en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. No se le hacía demasiado caso al tema hasta que empezó a ponerlo de moda el aparentemente bonachón presidente estadounidense James Carter en los años '70 del siglo pasado. La deriva se debió en buena medida al hecho de que este tema fue utilizado para incomodar al sovietismo; deriva, en el sentido de que la Declaración mencionada se redujo con frecuencia a sus componentes meramente políticos y jurídicos.

     No se podía invocar el lado "social" porque lo resolvía mejor el sovietismo, pero ya es otra época. Lo que dice el artículo 25 de dicha Declaración es: "toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad". Puede que lo resuelva la agenda 2030, pero desde 1948 el asunto va lento: hoy, casi la mitad de la población mundial vive en la pobreza.

     El artículo 23 de la misma Declaración reza: "toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo". El 60 por ciento de la población económicamente activa en el mundo, unos dos mil millones de personas, está en el sector informal. El 75 % de la población empleada en el mundo (el 75 % de los trabajadores) carece de un empleo estable: minicontratos, contratos cero hora, trabajos informales. En el "subempleo"o el desempleo disfrazado, o con un mal empleo, siempre con el riesgo de ir a parar en algo peor: la inmensa mayoría de la población económicamente activa no tiene un trabajo satisfactorio. Sólo una cuarta parte de los trabajadores a nivel mundial tiene un contrato que no es temporal o de corta duración.

     Aparte de lo dicho, cualquiera puede hacer lo que le venga en gana: tener libertad de opinión, de expresión, de pensamiento, de reunión, de conciencia, de religión, de circular libremente por el planeta, de presunción de inocencia, a la igualdad ante la ley, de no ser torturado, de no ser sometido a nada ultrajante y, al ritmo que se va, de fornicar con quien le apetezca, ya se sabe, siempre y cuando no se dañe al otro, al menos sin su consentimiento (puesto que el sado-masoquismo ya no es considerado como una enfermedad o un trastorno de la personalidad).

       El artículo 29 se menciona poco: "toda persona tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que sólo en ella puede desarrollar libre y plenamente su personalidad", suponiendo que aún se trate de ello y no de no quedarse atrás como parte de la enajenación de masas, no vaya a ser que a alguno lo castiguen por sensato.

      Vayamos un poco más lejos. Alrededor de un quinto de la población mundial se lleva el 90 por ciento de la riqueza. Lo que está en boga no es acabar con la extrema riqueza, que ofende muy poco; tampoco terminar con la pobreza -es mucha, la verdad-, y menos aún garantizar trabajos estables (al parecer, vuelven a la gente floja). Se trata de "reducir la desigualdad".

      Pareciera que este discurso destinado a parchar temporalmente las cosas está destinado a una franja muy especial de la población mundial, que podría ser ligeramente mayoritaria. La hipótesis de otros estudiosos es que el 85 % de la población mundial vive en realidad por debajo de la línea de pobreza de los países desarrollados de Europa y Estados Unidos: con 30 dólares al día o menos, en "pobreza moderada" (son alrededor de 12 mil pesos mexicanos al mes). Se puede tomar el asunto como se quiera: o poco más de la mitad de la población es de alguna u otra forma de clase media, o hasta las tres cuartas partes del planeta están en "pobreza moderada". Se trata de un mercado no desdeñable y de una bonita manera de autopercibirse: con la dicha de no residir en India, Nigeria, el Congo, Etiopía o Bangladesh, que concentran la mitad de la pobreza mundial. Si además de ciertas posibilidades de consumo hay "derechos y libertades", pues qué mejor. Que el precio a pagar sea un trabajo de porquería con atrofia de la personalidad y una calidad de vida ni siquiera entendida, tal vez no importe. Dicho de otro modo: en términos de ingresos, siempre hay esperanza, aunque en términos de trabajo, de personalidad y de "nivel de vida adecuado" no haya mayores derechos de nada ni tampoco verdadera libertad, salvo la del precariato generalizado. Todo está permitido, aunque nada sea posible. Hay temas que para los adalides de "los derechos y las libertades", entre quienes se incluye buena parte de la izquierda "derechohumanitaria" (porque no llega a "derechohumanista"), están simplemente en una realidad alternativa, o en India, Nigeria, el Congo, Etiopía y Bangladesh. La izquierda progresista está cumpliendo con los Derechos Humanos, en la medida en que una existencia no muy conforme a la dignidad humana "será completada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección social", según la Declaración. Pero no es un camino que ofrezca alternativas sólidas de trabajo, personalidad y decencia en la calidad de vida, si bien hay líderes conscientes de esta necesidad y que han propuesto, para los de en medio, una "honrada medianía" que no les apetece, por decirlo de algún modo. Prefieren sucedáneos y coinciden todos, eso sí, en la opulencia de los "nuevos derechos".

¿Me entiendes, Méndez? (da click en un botón de reproducción no editado, por favor...)


 


     

     

miércoles, 3 de noviembre de 2021

FELIZ TITANIC

 Pocos recuerdan hoy que durante los años '80 del siglo pasado se vivió un clima de enfrentamiento que pudo desembocar en un conflicto nuclear entre la Unión Soviética y Estados Unidos. Seguramente se crea que todo peligro pasó no gracias a la política exterior soviética, sino al grandioso presidente estadounidense Ronald Reagan -admirado por alguien como el ex mandatario Barack Obama-, quien se dedicó en pleno al chantaje. Desde entonces, en Estados Unidos y algunos otros lugares se estila "pasarle la cuenta a los rusos" por lo que sea, sin que nadie se inmute por este reflejo. Dice mucho sobre la manera en que muchos entendieron lo ocurrido en 1991. No se ha querido establecer ninguna relación entre dicha política exterior y la posterior del presidente ruso Vladimir Putin y el hecho de que el mundo viva una paz inusitada. Tampoco se toma demasiado en cuenta que la delantera rusa en la carrera armamentista, gracias al armamento hipersónico, parece haber enfriado más de una cabeza occidental. Ya se ha dicho, agradecimiento no hay, y es más, lo que se hace aún es todo el esfuerzo al alcance para negar que la derrota del nazi-fascismo se le debe, en lo fundamental, a la Unión Soviética. Antes bien, ya se está en la afirmación de que la última conflagración mundial fue provocada por "los dos totalitarismos", el nazi y el soviético, se supone.

     El hecho es que, contra lo que creen los adalides de la llamada "globalización", en realidad se perdió la idea de una Humanidad compartida, que apenas se había ganado en algún momento de los '80, cuando había el riesgo de que dicha Humanidad se extinguiera. La Unión Soviética supo advertir sobre ello, por ejemplo con la película Cartas de un hombre muerto. Estados Unidos, en cambio, andaba en El día después ingeniándoselas para encontrar sobrevivientes. El asunto no ha terminado: en medio de la indiferencia total, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), a la que le falló el intento de "decapitación nuclear" de Rusia, sigue jugando a la guerra nuclear con ejercicios militares en Europa que involucran armas nucleares tácticas, tipo Steadfast Noon (en Italia), y violan el Tratado de No Proliferación Nuclear...poco importa, "los rusos pagan la cuenta" y ha dejado de pensarse en una calamidad bélica que signifique el fin de la vida humana sobre la Tierra. Insistamos: la idea de una Humanidad compartida se acabó.

     En lugar de dicha idea, el capital se ha puesto a jugar al apocalipsis con el cambio climático, un asunto muy controvertido, pero que sirve muy bien a las necesidades de reconversión del capital para recuperar la tasa de ganancia, o al menos intentarlo. No hay acuerdo unánime sobre dicho cambio ni las medidas a tomar, pero resulta simpático caer en la inconsciencia de tragarse el cuento de este supuesto "apocalipsis" sin tener idea de que un mal manejo de las provocaciones de la OTAN puede conllevar o el fin del mundo, o un golpe mortal hipersónico para las ahora endebles defensas militares del mundo occidental. En realidad, esto significa que se trata de seguir el último grito de la moda con el ecologismo en vez de detenerse a pensar en el tipo de "juego" que se entabla con Rusia. O dicho de otro modo: la posibilidad de que el mundo se acabe importa un rábano, justamente porque se perdió la idea mencionada, pero lo que no puede perderse de ninguna manera es la oportunidad de sacar algún beneficio particular de lo supuestamente "común". El secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, puede decir que "estamos cavando nuestra propia tumba" o que "basta de tratar al mundo como un retrete". El mismo Guterres puede decir falsamente que "el mundo nunca ha estado tan amenazado" (es completamente falso). Luego viene lo otro: el llamado de quien se ha arrimado al Foro Económico Mundial, más o menos, a que "debemos estar juntos", sin decirle nada, éso sí, ni a la OTAN ni a ninguno de los "protagonistas" que apuestan a la división del mundo entre "excepcionales" y "líderes" y los demás. Entonces, al parecer, hay que arrimar el hombro con el capital, que ha avanzado lo suficiente para que se confunda su salvación con la de la Humanidad. En fin, es nuestro futuro común: darle un rostro humano a la inhumanidad, que tiene en el capitalismo en formas propias. No nada más se perdió la idea de una Humanidad compartida como interés general entre iguales. Ahora se cree en un destino común entre saqueados y saqueadores, lo que es todavía mejor, es de suponer, a diferencia de la propuesta universalista del sovietismo que era otra y buscaba paz para discernir. Es esta facultad la que se extravió en el capitalismo de la estafa, que incluye por cierto al demagógico pontífice, el Papa Francisco, recibiendo alegre al presidente estadounidense (y católico) Joseph Biden. Digamos que, ante las olas apocalípticas del cambio climático, es hora de echar a andar...en el crucero del amor. Luego cabrá acordarse de todos los pronósticos alarmistas errados: ¿o es que ya no se recuerda que el mundo se iba a terminar por un agujero en la capa de ozono hoy en el olvido? (vélo todo maravilloso: da click en el botón de reproducción).



martes, 2 de noviembre de 2021

ECUADOR: UN lÍDER CON ÉTICA

 De manera un tanto inusitada, el ex mandatario Rafael Correa señaló hace poco ante una televisora española que la campaña de la Revolución Ciudadana -encabezada por el candidato Andrés Arauz- fue "un desastre" que permitió que se hiciera del gobierno Guillermo Lasso. Según Correa, se pecó de triunfalismo, se andaba repartiendo el poder antes de tenerlo, con gente "haciéndose necesaria" -a la que Arauz prestó oídos- y no se oyó mucho a dirigentes con experiencia. El asunto estaba complicado de inicio, puesto que los dirigentes más fuertes de la Revolución Ciudadana están en la cárcel o en el exilio.

     Hay algo más, que merecería una reflexión muy a fondo: según Correa, el m978ovimiento popular (agreguemos: hasta donde se puede hablar de tal cosa en el Ecuador) es "marginal" frente a los poderes económicos y mediáticos, que inclinaron la elección a favor de Lasso. No son pocos los países que dan esa misma impresión, la de un descontento popular que no consigue hacerse valer ante la fuerza mediática y del chantaje económico.

     El presidente saliente, Lenín Moreno, dejó un país sin la menor noción del estado de Derecho. Lasso se encuentra por lo demás con un país sumido en una grave crisis de inseguridad, dado el uso que han estado haciendo los cárteles de la droga de las costas ecuatorianas. El problema estriba en que el Ecuador ya no es nada más paraíso del lavado, algo que tantos ecuatorianos se negaron a ver siendo que salta a la vista. Ahora se trata también de un país de tránsito y, desde aquí, el camino no es largo para que el lugar se convierta en uno de consumo. Es suficiente para repetir casos de otros países que no han estado lejos de convertirse en "Estados fallidos". El hecho de que Lasso haya decretado el estado de excepción no deja de ser significativo.

     Los escándalos desatados por cierta prensa internacional, de los Panama Papers a los recientes de los Pandora Papers, difícilmente pueden verse como "filtraciones" siempre bienintencionadas. Esta vez el asunto cayó sobre Lasso, quien al tener cuentas offshore en determinado momento no habría podido presentar su candidatura a la presidencia, aunque no queda claro hasta donde vale la pena "sacudir el cocotero" día tras día para saber si entre otros cocos cae el actual mandatario. Curiosamente, en el camino se ha olvidado que Moreno se vió involucrado en los INA Papers sin caerse ni tener que rendir la menor cuenta.

     Por enésima vez, queda claro que la derecha no es capaz de gobernar, cuando se lo propone, porque Lenín Moreno ni siquiera se lo propuso. El problema está en que, a falta de capacidad de organización y expresión de los sectores populares, la clase media no parece tener el empuje y la claridad suficiente para encabezar una transformación sostenida. No es difícil ver en el caso del Ecuador a gente de esta misma clase pasearse por todo el espectro político, desde la izquierda hasta Estados Unidos, como tan bien lo hizo Moreno, y no queda claro que se promueva la movilidad ascendente de gente de pueblo, como tampoco ocurre en otros procesos progresistas, salvo excepciones. De nada sirve poner indígenas en el lugar de los sectores populares, confundiéndolos a partir de un criterio racialista. Más de un "originario" sigue pegado de las faldas de Lasso. Puede que el actual mandatario no esté a la altura, pero quienes si lo estuvieron fueron los estadounidenses, que supieron hábilmente dividir a los ecuatorianos para bloquear la Revolución Ciudadana, en la que al menos Correa, aunque no muy acompañado, sigue reivindicando el "socialismo del buen vivir" y desconfiando de cualquier política exterior estadounidense. No queda claro si el país no le queda chico a un líder sin duda grande. Digamos que Lasso está desafortunadamente más "al tamaño", al menos de la incapacidad para otra cosa que no sea la inveterada simulación, sobre todo de la sierra centro-norte, que desde la Colonia no es más que lugar de conquistadorzuelos desesperados por la falta de botín. No es seguro que el Ecuador pueda tener la capacidad autorreflexiva -que buscó Benjamín Carrión como hombre de cultura, así fuera con su idea de la "nación pequeña"- para sostener un buen proceso de cambio bajo la égida de la Revolución Ciudadana. Y ahora, Enrique Males (da click en el botón de reproducción).



TIEMPO DE....¿SEÑORAS?

 A reserva de lo que dé a conocer Ricardo Raphael, muy buen conocedor del caso, Isabel Miranda de Wallace es una mujer de antología que llev...