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viernes, 29 de septiembre de 2017

GROSSE FOGUEL

Ramón Grosfoguel, boricua de Berkeley, probablemente sea uno de los más acelerados partidarios del "giro decolonial": pide una "localización epistémica en una relación de poder" que bien puede otorgársele.
     Después de "escabecharse" a Descartes, Kant, Marx y Hegel para salvar a Aimé Césaire, y de criticar al sistema-mundo europeo/euro-norteamericano capitalista/patriarcal/moderno/colonial (el autor al menos parece sospechar que no vivimos hoy el "eurocentrismo", sino algo más "norteamericano"), Grosfoguel, en franco neo-fascismo cultural, descubre, en la idea de "partido de vanguardia" de Lenin y en sus antecedentes en Kautsky, "la reproducción del mesianismo judeo-cristiano". "La diferencia entre Lenin y Kautsky, escribe Grosfoguel, radica en el tipo de mesianismo. En Lenin se reproduce, de manera muy cruda, el mesianismo cristiano. Mientras que en Kautsky se reproduce el mesianismo judío". Digamos de entrada que es muy de derecha esta idea del ultraizquierdismo-anarquismo de que una vanguardia política es una forma de mesianismo descocado y destinado por lo demás a la traición y al fracaso por traición -contra "las pobres bases", víctimas de "políticos". Dicho sea de paso, que se sepa, Lenin no profesaba la religión ortodoxa, y tampoco pareciera de un especial buen gusto hablar del "judío Kautsky". Todo lo anterior tiene un tufillo a Nietzsche.
     En fin, que hay que situar con la maestría de la sospecha a cada quien en su "localización epistémica en una relación de poder". "En el mesianismo judío, prosigue Grosfoguel, están los profetas anunciando la llegada del mesías y el fin de los imperios terrestres. En el mesianismo cristiano está el mesías y se trata no tanto de cuestionar lo que dijo sino de entregarse al mesías sin mucho cuestionamiento. Del mesianismo cristiano leninista llegamos a Stalin, seminarista cristiano convertido al bolchevismo. Stalin es un resultado de Lenin". Después de tanta puja decolonial, Grosfoguel llega a conclusiones tan perfectamente eurocéntricas como las de un Francois Furet o un Stéphane Courtois. La persona que alguien malintencionado pudiera situar "epistémicamente" en un protectorado (tipo Estado Libro Asociado) correlaciona a conveniencia exactamente como podría hacerlo alguno de sus "amos" en una universidad "eurocentrista". Qué puede tener que ver por ejemplo una obra como La cuestión agraria, del mismo Karl Kautsky, con el mesianismo judío, es un auténtico misterio, como lo es la relación que pueda haber entre el "mesianismo leninista" y la Nueva Política Económica (NEP) soviética en los años '20 del siglo pasado. No importa: vanguardia=mesianismo=judeo-cristiano suena tan bien como los aforismos del patrón, en este caso Nietzsche, el rebelde aristocrático, según lo llamara Domenico Losurdo.

miércoles, 27 de septiembre de 2017

CASTRO-GOMEZ EN LA CAFETERIA

Se puede estar de acuerdo con Santiago Castro-Gómez cuando afirma (El giro decolonial): (el conocimiento) "ya no es legitimado por su utilidad para la nación ni para la Humanidad, sino por su performatividad, es decir, por su capacidad de generar determinados efectos de poder. El principio de performatividad tiene por consecuencia la subordinación de las instituciones de educación superior a los poderes globales". Ciertamente, las directrices de esas instituciones suelen ser las de organismos internacionales que responden a su vez a "poderes globales". Podría decirse que garantizar que las cosas sean así es la función de la "administración y control" -como la llama Castro-Gómez- de las universidades. "Las universidades empiezan a convertirse en microempresas prestadoras de servicios", observa este autor colombiano. No se trata de investigar, sino de producir "conocimientos pertinentes".
       Saboteada desde arriba por la tecnocracia que no respeta el espacio público y lo pone al servicio de "poderes globales", privados, la universidad encuentra simétricamente quien, en lugar de defenderla en su universalidad, la derruye desde abajo. Y Castro-Gómez es un ejemplo, escudado como lo está en calcar (peor que el Engels de Dialéctica de la naturaleza) de las ciencias "duras" lo que "suene" para las ciencias sociales, en este caso a nombre de la "complejidad". Es el "truco Gorbachov": cada vez que por ignorancia no sabía qué decir ante una pregunta, el líder soviético se sacaba de la manga algún minidiscurso sobre "la complejidad" del asunto. Así, la "universidad del caos" no sería el relajo absoluto (del que no se está lejos), sino la universidad "compleja", o tal vez la universidad-fractal, o cualquier cosa parecida que suene a ciencia "dura".  "(...)Una universidad que piensa complejamente debe ser también una universidad que funciona complejamente", anuncia Castro-Gómez. "Esto significa que debe hacer que sus estructuras también sean rizomáticas. Pienso, por ejemplo, en una universidad donde los estudiantes puedan ser coautores de sus propios planes de estudio, matriculándose, ya no en las estructuras fijas de un programa en particular, sino en una red de programas.  El estudiante podría navegar (sic) así, entre diversos programas de maestría e incluso de pregrado, conectados en red, no sólo en el interior de una sola universidad sino entre varias universidades. Pienso en una estructura en donde los profesores puedan pertenecer a varios departamentos a la vez, facilitando así el ejercicio de la transdisciplinariedad (...). Pienso en la utilización masiva de las nuevas tecnologías para la generación de programas virtuales, desescolarizados, en los que el aprendizaje pueda ser interactivo con las máquinas (!)". Lo último es un negocio que la tecnocracia no ve nada mal. Y lo anterior dicho por Castro-Gómez tampoco: es la sustitución de la disciplina por la flexibilidad, que es lo que necesita la tecnocracia controla-flujos.
     "Considero, prosigue Castro-Gómez, que el avance hacia una universidad transdisciplinaria lleva consigo el tránsito hacia una universidad transcultural, en la que diferentes formas culturales de producción de conocimientos puedan convivir sin quedar sometidos a la hegemonía única de la episteme de la ciencia occidental". En ciencias sociales se vale, sin que aparezca como fraude, lo que en las ciencias "duras" que sirven de coartada no: no hay física tojolabal, ingeniería mapuche, química chibcha, matemática yaqui, etcétera, pero en el menú de la cafetería "humanística" el ultraizquierdismo-anarquismo quiere lo mismo que los funcionarios de la "administración y control".
       Lo que busca Castro-Gómez es la ampliación del horizonte de visibilidad de la ciencia occidental moderna, que habría sido incapaz de "abrirse a dominios prohibidos, como las emociones, la intimidad, el sentido común, los conocimientos ancestrales y la corporalidad". Si esa ciencia ha sido "mental", lo que queremos para el "giro decolonial" es algo así un giro de cadera -emoción, intimidad, cuerpo- y, si es posible, hasta una ciencia cachonda, sin importar demasiado lo que diga, que al fin y al cabo "todo es tan complejo...".

lunes, 25 de septiembre de 2017

LANDER EN LA LUNA

Edgardo Lander es un sociólogo que ha trabajado el problema de la "colonialidad del saber" y llegado a la conclusión, no del todo errada, de que el pensamiento científico moderno contribuye a la "naturalización de las relaciones sociales" (La colonialidad del saber), para aceptarlas tal y como son y dar por hecho un "único mundo posible".
       Frente a este supuesto Uno, Lander ha propuesto lo "múltiple". En un artículo intitulado "¿Qué significa ser de izquierda hoy?", Lander sostiene: (ser de izquierda) "requiere el cuestionamiento a fondo de los patrones de conocimiento que ha constituido la idea de modernidad  como dinámica interna de los pueblos europeos, construyendo al resto de los pobladores del planeta como primitivos, atrasados, premodernos, subdesarrollados". La frase parece inocente, pero establece equivalentes que no lo son: primitivos=atrasados=premodernos=subdesarrollados, cuando lo contrario del subdesarrollo no es la modernidad, sino el desarrollo, una noción de origen estadounidense, por lo demás. Culmina Lander: "lo que los pueblos del Sur requieren hoy no es más modernidad, ni más capitalismo. Han estado sometidos al orden colonial capitalista y moderno durante siglos". En el caso de América Latina es falso, tomando en cuenta que los españoles y portugueses no trajeron el capitalismo, simplemente porque éste no existía en la metrópoli. Por lo demás, Lander limita su argumentación a "Europa" y omite la influencia indirecta de Estados Unidos (a veces convertida en intromisiones directas) en lugares como América Latina.
        El problema en la correlación, que no constituye un argumento basado en conceptos claramente definidos, es que el "subdesarrollo" no sería más que una construcción europea arbitraria y no la condición objetiva de vida de millones de seres humanos. En este "políticamente correcto", no poder llamarlos "subdesarrollados" y justificar en cambio cualesquiera de sus prácticas y visiones del mundo, "desde el Sur", contribuye justamente a naturalizar el subdesarrollo  como otros naturalizan el desarrollo.
      El resultado es un mundo inamovible que se manifiesta así: "ser de izquierda hoy exige otra forma de hacer política. Exige ante todo el rechazo a toda pretensión de construir la política desde la verdad. La política, sus objetivos y sus métodos, prosigue, son construídos por los seres humanos de acuerdo a sus propias opciones, valores, preferencias e imaginarios de futuro. No es posible definir ni las metas ni las prácticas de la política desde ninguna verdad preexistente a la propia lucha, como por ejemplo, la verdad científica". El desarrollo -incluso capitalista donde no lo hay más que a medias- no sería sino una preferencia como otras, por lo demás "eurocentrada", por lo que sería igualmente válido querer "edificar" algo desde alguna "ancestralidad" incapaz de remediar el subdesarrollo. La petición que comienza por solicitar la renuncia a la modernidad y al capitalismo incluye, sútilmente, la renuncia al desarrollo: ni siquiera hay en qué comprometer al mundo desarrollado, metido al pillaje.

viernes, 22 de septiembre de 2017

GEORGE SOROS EN LA CAIDA DE LA URSS

Documentos desclasificados de la Central de Inteligencia Americana (CIA) aseguran que el magnate financiero George Soros, estadounidense de origen húngaro y ex colaborador de los nazis, jugó a partir de 1987 un papel no desdeñable en el desmoronamiento de la Unión Soviética. Soros ya había tenido un rol activo con el respaldo al movimiento sindical "Solidaridad" en Polonia y a los disidentes de la "Carta 77" en Checoslovaquia.
     Soros proporcionó "cobertura económica" al gobierno de Mijaíl Gorbachov a través de una organización no-gubernamental de la CIA, el Instituto de Estudios de Seguridad Este-Oeste (IEWSS, por sus siglas en inglés). En particular, Soros se aseguró de difundir los dos términos de moda en esa época, perestroika y glasnost, para tratar de acelerar la desintegración soviética.
     Dos co-presidentes del IEWSS organizaron el plan para precipitar esa desintegración: Joseph Nye, economista de Harvard, y Withney MacMillan, presidente de la firma agroindustrial Cargill. A partir de 1991, la CIA y Soros buscaron la desintegración de la Federación Rusa y lo cierto es que estuvieron detrás de varias "revoluciones de colores" en estados periféricos de Rusia. Nye tuvo un papel importante en la administración Clinton y acuñó la expresión "poder blando" para referirse a las formas de injerencia no militares de Estados Unidos en otros países del mundo.
      Nye y MacMillan elaboraron un informe antes de la caída de la Unión Soviética, en 1987, en el cual aconsejaron "partir de una posición de fuerza en vez de un equilibrio de poder". Se exhortó a "tomar ventajas" sobre los soviéticos, en particular en el Tercer Mundo.
      Actualmente, las organizaciones de Soros, como Open Society Foundation, tienen impedido el acceso a la Federación Rusa, al igual que otras organizaciones no-gubernamentales al servicio de la CIA.

miércoles, 20 de septiembre de 2017

BOLIVAR Y ANIBAL: UNA FORMA DE SENTIR

Desencantados o desorientados, el sociólogo peruano Aníbal Quijano y el filósofo ecuatoriano Bolívar Echeverría -el primero a la sombra de universidades estadounidenses- comenzaron a incubar en los años '90 "teorías" que habrían de contribuir, a pesar incluso de los autores, a la "recuperación colectiva de la identidad" en los campi de latinoamericanistas. Echeverría, en particular, llegó a declarar en algunas entrevistas que no veía con muy buenos ojos el regreso a un supuesto "buen pasado ancestral", se entiende que indígena, ni tampoco una superación del capitalismo mediante el recurso al ethos barroco, que Walter D. Mignolo identificó con la figura dominante del criollo en América Latina. Quijano se quedó en el festejo de los "muchos epistemes" en un supuesto renacimiento, entre otras cosas, de los llamados "pueblos originarios", contra la pretensión "eurocentrista" de imponer un solo episteme (una "creencia justificada como verdad", en la terminología de Platón). El otro, el criollo, esperó su turno y pasó al frente para manipular al "ancestral" contra el envidiado y al mismo tiempo detestado "europeo", sin atreverse demasiado a criticar la discriminación positiva del nuevo patrón estadounidense. El paso al frente se dió reivindicando "nuestro barroco".
     Ethos significa costumbre y conducta, un "modo de comportamiento" que puede tomarse erróneamente como uno de ser. A partir de aquí, no hay crítica posible, porque las cosas son así y las tradiciones y costumbres, incluso, se reivindican sin que haya nada cuestionable, porque parecen naturales. En "La clave barroca en América Latina", Echeverría explicaba: "el mejor ejemplo de la versión 'barroca' del ethos moderno es precisamente el del arte barroco. Insistiendo en una frase que Adorno escribe sobre la obra de arte barroca -que es una 'decoración absoluta'- puede decirse, más bien, que ella es una 'puesta en escena absoluta', esto es, una puesta en escena que ha dejado de sólo servir a la representación de la vida que se representa en ella, como sucede en todo arte, y que ha desarrollado su propia 'ley formal', su autonomía; una puesta en escena que sustituye a la vida dentro de la vida y que hace de la obra de arte algo de un orden diferente al de la simple apropiación estética de lo real".
     Reivindicar en un ademán el ethos barroco, desplazando un problema de clase hacia la estetización (como Quijano lo desplazó hacia la "raza" en la "colonialidad del poder"), puede llamarse "forma de resistencia cultural a la represión capitalista", al menos para quienes no ven en el capitalismo más que represión . Es una forma de querer ser sublime, por artístico, aunque sin reparar en que el mismo Echeverría habló de "puesta en escena absoluta". Tomar por sublime una puesta en escena absoluta es, digamos, "creérsela" -tomarse por completo en serio la payasada- sin mayor temor a lo grotesco. Cuando éste despunta, no falta por cierto quien lo justifique recurriendo a la "carnavalización" del crítico ruso Mijaíl Bajtín. Sin que Echeverría tenga mucho que ver en el asunto, andar entre lo sublime y lo grotesco ha terminado por ser, por lo general, el tipo de trayecto que puede seguir en el "ethos" el neo-fascismo cultural en boga en los campi. Después de todo, siendo grotesco, el Jefe se creía sublime, como creía verlo la masa alemana. En fin, que los hay que ven en el campus una "decoración absoluta", y sin asomo de duda, porque no dudan de nada, mucho menos de su identidad recuperada.

lunes, 18 de septiembre de 2017

MIGNOLO TAPA RABOS

Para el estadounidense Immanuel Wallerstein, la selección de cuadros por el talento no es lo mejor. Se ajusta al concepto de "meritocracia", lo que se conocía antes, dice Wallerstein en El capitalismo histórico, como "la carriére ouverte aux talents" (la carrera abierta a los talentos). "La cultura científica -prosigue-, creó un marco dentro del cual era posible la movilidad individual sin que el reparto jerárquico de la fuerza de trabajo se viera amenazado. Por el contrario, la meritocracia reforzó la jerarquía".
       Alguna alternativa debía crearse. Trabajando en universidades estadounidenses, Walter D. Mignolo llegó a una conclusión errónea, pero de esas que se llaman "pertinentes": "el imperialismo puede recibir nombres diversos, afirmó, pero siempre conlleva alguna forma de colonialismo: es difícil imaginar un imperio sin colonias, aunque las colonias adopten formas distintas en distintos momentos históricos". Sin siquiera distinguir colonialismo de neocolonialismo (lo que para algunos es una "forma indirecta" de colonialismo), Mignolo olvida que el colonialismo supone colonización, la instalación de colonos con apropiación de tierras. Estados Unidos siempre ha preferido otro tipo de dominio fuera de su territorio, así tenga bases militares un poco por doquier: por ejemplo, el ELA (Estado Libre Asociado), que no es una colonia -Puerto Rico no lo es.
      No importa: hoy, "quienes fueron silenciados cuestionan la epistemología de la diferencia colonial que mantiene la distribución no equitativa de poder". Así que vamos a seguir metiendo luchas de poder donde sea para repartírnoslo de otro modo. "Los movimientos de los pueblos indígenas y los descendientes de africanos de 'América Latina', y de los latinos de Estados Unidos (...), con sus nuevos proyectos de conocimiento, vuelven obsoleta la 'idea de América Latina'", considera Mignolo. Los indígenas viven en realidad en Abya-Yala y los descendientes de africanos en la "Gran Co-marca". En La idea de América Latina, Mignolo sólo menciona en una que otra ocasión a los mestizos y en otra, tiende a confundirlos con los latinos en Estados Unidos, como la "india-mestiza" -como se hace llamar- Gloria Anzaldúa. No es un asunto baladí: se trata de remplazar la meritocracia por la discriminación positiva, una política de "cuotas" activa, con el argumento de que la primera es eurocéntrica, y olvidando que es enajenando a la gente que el soft power (poder blando) estadounidense logra sus fines imperiales sin tener que colonizar a nadie.
        ¿Cómo logra el estadounidense esta enajenación? Dividiendo a partir de "lavados de cerebro" mediáticos, pero de apariencia cultural. "Como los continentes y los subcontinentes, los pueblos, aduce Mignolo, también fueron incluidos en los conceptos europeos más generales como el de 'Ser Humano', que nació de la evidencia empírica y la experiencia de los hombres blancos, cristianos y europeos. A partir de esa definición, la universalidad del Humano se defiende como un modelo que supera todas las diferencias (de sexo, género, raza, nacionalidad o lengua, entre otras)". Así que nada de seres humanos, mucho menos con mayúscula: los "animales humanos", o como quiera que se llamen - los damnés (condenados), parece proponer Mignolo para las minorías- deben agolparse a las puertas de las ofertas de becas y puestos (universitarios, con frecuencia) precisando, en competencia despiadada contra el prójimo (una noción cristiana), si nacieron en Abya-Yala, la Gran-Comarca, el Anáhuac o el Tawantinsuyu. El certificado de damné ofrece una carriére ouverte aux damnés (carrera abierta a los condenados) prometedora, a condición de presentarse en taparrabo y amenazando al hombre blanco culpable, de tal modo que "afloje" la recompensa (calificación, puesto, etcétera...)..

viernes, 15 de septiembre de 2017

WALLERSTEIN TUMBA BURROS

El estadounidense Immanuel Wallerstein ha "teorizado", impulsándolo, el derrumbe de las disciplinas en las ciencias sociales al grado de convertirlas, a lo sumo, en parte de un menú que mezcla de todo sobre tal o cual tema. En El universalismo europeo. El discurso del poder, Wallerstein considera: "(...) es posible que las disciplinas de las ciencias sociales se derrumben en cuanto a su organización y se vean sometidas o tal vez forzadas por los administradores a una profunda reorganización, cuyos contornos son por demás confusos (...) En pocas palabras, estoy convencido de que el último y más poderoso de los universalismos europeos, el universalismo científico, no es incuestionable". Ciertamente no lo es y Wallerstein no se lanza desembozadamente en defensa de los particularismos. Lo que no queda claro, de entrada, es por qué la tarea de reorganización debiera de recaer en "los administradores". Por ahora, éstos administran el caos, los "contornos confusos".
     En otra de sus obras, El capitalismo histórico, Wallerstein escribe: "la verdad, como ideal cultural, ha funcionado como un opio, tal vez el único opio serio del mundo moderno (!)". "(...) Nuestra educación colectiva, prosigue, nos ha enseñado que la búsqueda de la verdad es una virtud desinteresada, cuando de hecho es una racionalización interesada. La búsqueda de la verdad, proclamada como la piedra angular del progreso y, por tanto, del bienestar, ha estado, como mínimo, en consonancia con el mantenimiento de una estructura social jerárquica y desigual en una serie de aspectos específicos". ¿Quien ha proclamado que la verdad y no la ganancia -el "siempre más"- es la piedra angular del progreso y el bienestar actuales? La obra de Wallerstein está llena de este tipo de correlaciones que no constituyen un ejercicio del raciocinio. En última instancia, para Wallerstein, detrás de "la verdad" están cambios que "(...)fueron conseguidos mediante la persuasión de los 'educadores', cuya autoridad estaba respaldada en última instancia por la fuerza militar(!!)". He aquí otra correlación. Quien quiera buscar alguna verdad debe asumirse como mínimo como "autoritario" y como máximo como gorila al servicio de la economía-mundo capitalista. Ya es culpable ante el estudiantado que, efectivamente, no quiere verdades, mucho menos impuestas por el sistema-mundo- sino servirse del menú antisistémico, puesto que "el poder radica en los movimientos por sí mismos", según aduce Wallerstein en otro lugar. Resulta que "las estructuras del saber se han desarrollado históricamente en formas que han resultado de lo más útil para el mantenimiento de nuestro sistema-mundo existente". He aquí el izquierdismo en su forma más descarnada, como para acompañar a Michel Foucault y Pierre Bourdieu en sus obsesiones por las luchas de poder, donde sea: las disciplinas de las ciencias sociales son un ejercicio del poder eurocentrista sobre el estudiante oprimido, que no tiene necesidad de aprender, y a quien ni siquiera se lo piden los administradores "de la confusión".
     Desde una perspectiva crítica contra las "aberraciones conceptuales", por ejemplo sobre el Estado, Wallerstein concluye en Impensar las ciencias sociales: "por lo tanto, hay que rehacer el trabajo de las ciencias sociales de los últimos 200 años, tal vez no desde cero pero casi (!!)". Otra correlación. ¿Por qué no demolerlo todo de una buena vez, puesto que de ésto trata el izquierdismo? Lo bueno de ésto es lo malo que se está poniendo, incluso para el estudiantado antisistémico y sus guías.

miércoles, 13 de septiembre de 2017

EL DEPENDENTISMO PLAYERO

La fortuna de la teoría latinoamericana de la dependencia se debió probablemente, más allá de sus aportes, a su capacidad para formular estereotipos, que hoy forman parte del acervo del que se puede echar mano para extorsionar al prójimo, en este caso, al del país central.
      ¿Qué es la dependencia? Theotonio Dos Santos, varias veces exiliado y al mismo tiempo cercano a universidades estadounidenses, la definió a mediados de los años '70 (Imperialismo y dependencia) como una situación (condicionante) que conduce "(...) a una situación global de los países dependientes que los sitúa en retraso y bajo la explotación de los países dominantes". "Los países dominantes, prosigue, disponen así de un predominio tecnológico, comercial, de capital y sociopolítico sobre los países dependientes (...) que les permite imponerles condiciones de explotación y extraerles parte de los excedentes producidos interiormente". El asunto sigue más adelante, siempre refiriéndose a países: "la división internacional del trabajo entre los productores de materias primas y productos agrícolas y los productores de manufacturas, formula Dos Santos, es un resultado típico del desarrollo capitalista que asume la forma necesaria de la desigualdad combinada entre los varios países. Esta forma desigual es una consecuencia del carácter de la acumulación de capital en que el crecimiento de la economía se basa en la explotación de muchos por pocos y en la concentración de los recursos del desarrollo económico social en manos de esta minoría".
       ¿Explotación entre países? No puede haberla: los países o Estados-nacionales no se dividen entre explotadores y explotados, países dueños de los medios de producción y países asalariados, países que se apropian de plusvalía y países que venden su fuerza de trabajo, etcétera. Al mismo tiempo, en lo que Mario Campaña ha llamado una "sociedad de señores" que se basa a la vez en la lisonja y el engaño, el estereotipo ("los países desarrollados explotan a los subdesarrollados") permite a la víctima (cualquier habitante de un país dependiente) hacerse del derecho -y hasta el privilegio- de resarcirse del "daño" tratando de "cobrársela" con el victimario (cualquier habitante de un país que sea parte de los "centros de dominación mundial"), sin reparar en la pertenencia de clase. Al habitante del "centro de dominación mundial", quien quiera que sea, no le queda más que sentirse culpable y pagar siempre algún tipo de reparación.
      Dos Santos adelanta el singularismo que predominará después en los campi: "no hay, dice, posibilidad de 'aplicar' los conceptos universales de la ciencia social a los países subdesarrollados, porque los conceptos de las ciencias sociales no se pueden referir a genéricos formales, sino a realidades históricas (...) En resumen: las leyes que rigen el desarrollo de los países subdesarrollados (?) son específicas y como tales deben ser estudiadas como leyes de desarrollo de los países capitalistas dependientes y sus distintas formas tipológicas". Se cierra el círculo: a quien extorsiona desde el subdesarrollo no se le puede echar en cara "su" subdesarrollo porque en realidad, en su singularidad, "el brasileño es así" y no hace más que practicar, incluso con arte,  su brasileñidad. El dependiente no explota a nadie: es simplemente más vivo para las jugadas, como el rey Pelé.

lunes, 11 de septiembre de 2017

CON LAS DAMAS...CABALLERO

El Escuadrón 731 japonés operó al norte de China (Harbin, Manchuria) durante la segunda Guerra Mundial. Tenía un "aserradero" a donde llegaban los "pedazos de madera" o "troncos" (maruta) para los experimentos. En realidad, esos "pedazos" eran prisioneros, en su mayoría chinos, con quienes se practicó lo siguiente:
     -vivisecciones sin anestesia, incluyendo a mujeres, embarazadas, niños y lactantes.
     -pruebas de lanzallamas sobre personas, personas atadas a postes para probar bombas de gérmenes, químicas y explosivas.
     -inyecciones con sueros contaminados con agentes patógenos. Pruebas para regar epidemias de cólera, ántrax y peste bubónica.
     -creación de criaderos de pulgas infectadas de peste que luego fueron arrojadas sobre las ciudades chinas de Ningbo (1940) y Changde (1941).
     -prisioneros colgados cabeza abajo para ver en cuánto tiempo se asfixiaban. Inyección de aire en las arterias para ver en cuánto tiempo se produce una embolia. Inyecciones de orina de caballo en los riñones. Colocación en cámaras de vacío. Exposición a temperaturas extremas, en particular congelamiento.
      -colocación de prisioneros en centrífugas, haciéndolos girar hasta morir.
      -prueba de armas químicas en cámaras de gases.
      -inyecciones de agua salina o de burbujas de aire en el flujo sanguíneo (para simular apoplejías)
El Escuadrón 731 estuvo a cargo del microbiólogo Shiro Ishii y se estima que pudieron haber trabajado unos 3 mil "investigadores" nipones en los experimentos.
      Al final de la guerra, los soviéticos quisieron arrestar a Ishii para interrogarlo, pero fue capturado por los estadounidenses: logró inmunidad ante el Tribunal de Tokio por crímenes de guerra, a cambio de entregarles a los captores los resultados de los "trabajos" biológicos, exactamente de la misma manera en que en Europa el militar alemán Reinhard Gehlen, jefe de contra-inteligencia nazi en el Frente Oriental, fue perdonado a cambio de entregar todos sus datos a sus futuros patrones occidentales. En el caso de Ishii, uno de los que consintieron en protegerlo por su "utilidad" fue el general Douglas MacArthur (supervisor de la ocupación del Japón entre 1945 y 1951), quien pidió esa protección explícita en 1947 y "cerró el trato" en 1948.

viernes, 8 de septiembre de 2017

PROVOCACIONES DEL EUROMAIDAN

El 20 de febrero de 2014 fue el "Jueves Negro" en el Maidán de Kíev, la capital de Ucrania. Para quien la conozca, Maidán es una ratonera. La plaza de la Independencia está rodeada de edificios de tal manera que quienes se manifiesten en ella están cercados.
     El neo-fascista Andriy Parubiy era el autonombrado "comandante" de la plaza durante las protestas que se extendieron por varios meses (desde noviembre del año anterior) en contra del gobierno de Viktor Yanukovich. Dicho de otro modo, Parubiy aseguraba el "orden". Parte del problema era que lo hacía consultando diariamente a la embajada estadounidense en Kíev. Y la embajada estaba interesada en expulsar del gobierno a Yanukovich.
     Ya se habían producido disturbios. Obedeciendo a las órdenes de un jefe policíaco que respondía a su vez a la embajada y no a Yanukovich, la policía ya había cargado contra manifestantes. Hasta ahí había quedado el asunto, mientras se negociaba una salida política al conflicto.
     Hasta ese día de febrero. Los policías se retiraban cuando fueron agredidos a tiros, sin saber con exactitud de dónde les llegaban. Y los manifestantes también fueron agredidos a tiros. Tampoco podían ver bien desde dónde se les disparaba. Cada bando podía creer que era el otro el que disparaba, pero muy pronto se supo qué estaba pasando.
     Parubiy había metido a francotiradores, como mínimo una veintena, en edificios alrededor de la plaza: el de la Filarmónica y el del Hotel Ucrania. Luego se pudo ver a Parubiy controlando la salida de "su gente" con bolsas para transportar armas, ya hecho el "trabajo", el de dispararles tanto a la policía como a los manifestantes. Incluso algunos opositores a Yanukovich (entre los cuales había grupos de extrema derecha) pidieron al jefe de Seguridad Nacional ucraniano, Alexander Yakimenko, que hiciera entrar en acción al grupo de élite Alfa para controlar la situación, pero Parubiy se opuso, "bloqueando" la entrada a Maidán. A partir de la provocación, en la que murieron decenas de personas, tal vez alrededor de setenta (entre manifestantes y policías), Estados Unidos logró su cometido: a las pocas horas, Yanukovich, para el caso, inocente, tuvo que abandonar Ucrania.

miércoles, 6 de septiembre de 2017

UNOS BALCANICOS

Cada vez que se presentaba ante el tribunal, exigía que Míster Holbrooke intercediera por él.
     A Radovan Karadzic, líder serbio-bosnio que practicó la limpieza étnica en Bosnia-Herzegovina, el enviado del mandatario estadounidense William Clinton para los Balcanes, Richard Holbrooke (luego funcionario del presidente Barack Obama para Afganistán), le prometió inmunidad a cambio de que guardara un perfil bajo. El Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY) condenó a Karadzic -finalmente capturado- a 40 años de prisión. Y Holbrooke nunca llegó. Los serbio-bosnios no ganaron demasiado territorio en Bosnia-Herzegovina. Los serbios  fueron expulsados de Krajina, en Croacia, en un éxodo que nadie condenó en Occidente, y de Kosovo, con apoyo de bombardeos occidentales y del terrorismo islámico (Ejército de Liberación de Kosovo -ELK). Dicho de otro modo, con tal de lograr la destrucción de Yugoslavia los occidentales promovieron la limpieza étnica -en particular, contra los serbios- en los Balcanes.
       El mismo TPIY determinó que Slobodan Milosevic no fue culpable de crímenes de guerra en Bosnia-Herzegovina en el periodo 1992-1995. El tribunal mostró que las relaciones de Milosevic con Karadzic se deterioraron desde principios de 1992; para 1994, la desaveniencia era total. Según el tribunal, Milosevic se opuso abiertamente a la limpieza étnica pro-serbia en Bosnia. El mismo Milosevic no veía por qué los serbio-bosnios, un tercio de la población de Bosnia-Herzegovina, debían tener 50 % del territorio de esta ex república yugoslava, y prefería terminar con la guerra lo antes posible. Por lo visto, Holbrooke tenía otra opinión. Milosevic fue acusado de genocidio -en particular por los hechos de Bosnia- por el TPIY y murió en prisión por un extraño error médico, antes de ser declarado inocente. La "opinión pública" occidental se la pasó recitando, de manera simple o con sesudas demostraciones, que Milosevic era "el carnicero de los Balcanes" y "otro Hitler".
     "Milosevic -explicó una empresa de relaciones públicas- es un hombre esquivo, no le gusta la publicidad, no le gusta mostrarse ni hablar en público. Al parecer, cuando se produjeron los primeros indicios de disgregación de Yugoslavia la agencia Ruder&Finn, empresa de relaciones públicas que estaba trabajando para Kuwait en 1991, le ofreció sus servicios, pero fue rechazada. En cambio Croacia, los musulmanes de Bosnia y los albaneses de Kosovo contrataron inmediatamente a Ruder&Finn por 17 millones de dólares anuales para proteger e incentivar la imagen de los tres grupos. !E hizo un excelente trabajo!". James Harf, director de la empresa, agregó: "logramos que en la opinión pública los serbios coincidieran con los nazis. Somos profesionales. Nos encargan un trabajo y lo hacemos. No nos pagan por dar lecciones de moral". Holbrooke murió. Ya no podrá llegar a defender a Karadzic. Ni siquiera fue su intención.

lunes, 4 de septiembre de 2017

UNA HISTORIA YUGOSLAVA

Es el 12 de marzo de 1991. En un edificio del ejército yugoslavo, en Belgrado, capital de Yugoslavia, han sido citados algunos altos jerarcas militares y la presidencia colegiada del país balcánico. Eslovenia decidió no asistir.
       El ministro de Defensa yugoslavo, general Veljko Kadijevic, hace en la reunión (filmada) un anuncio que podría tomarse como algo serio, puesto que advierte, palabras más, palabras menos: "hay planes para provocar una guerra civil, luego una intervención extranjera, y posteriormente la instalación de gobiernos títeres". Será lo que suceda: hoy Yugoslavia ya no existe, luego de una cruenta guerra civil, de la intervención foránea y la instalación de marionetas incluso en Serbia.      
     Kadijevic quiere evitar lo peor y propone en esa reunión decretar el estado de emergencia. Borisav Jovic, al frente de la presidencia colegiada, llama a votar. Y en éso, el representante croata, Stjepan Mesic, empieza a recitar: en particular, que dar poderes al ejército permitiría "extender Serbia". En la votación final, Kadijevic sale derrotado. En particular, ha votado contra el estado de emergencia el timorato representante de Bosnia-Herzegovina, la república que habría de verse más afectada por la guerra civil, puesto que en ella viven serbio-bosnios, croatas-bosnios y musulmano-bosnios. La "opinión pública" occidental se pasará años repitiendo que en Yugoslavia hay "odios ancestrales"y otras cosas por el estilo, como si toda dinámica destructiva estuviera adentro,  pero cabe preguntarse por qué Kadijevic sabía de antemano lo que iba a suceder. Tenía informes, simplemente. Y el asunto, por ende, estaba calculado y decidido en Occidente.
       Hoy se sabe que desde 1979, año en el cual Klaus Kinkel fue nombrado a la cabeza de los servicios de inteligencia alemanes, BND (Bundesnachrichtendienst), éstos comenzaron a infiltrarse en Yugoslavia -Croacia en particular- para "agitar" entre líderes nacionalistas como el futuro presidente croata Franjo Tudjman. Alemania ya ha decretado que Yugoslavia es un "Estado engendro", es decir, artificial. Será tal el descaro que los germanos armarán más tarde al terrorista Ejército de Liberación de Kosovo (ELK) con armas provenientes del arsenal arrumbado de la antigua Alemania Oriental. Cuando los militares alemanes lleguen en la "misión de paz" a Kosovo, tendrán que pedirles a los de ELK que por lo menos retiren las insignias alemanas en los uniformes recibidos desde el exterior. Pero el desparpajo lo habían comenzado algunos delegados ese 12 de marzo de 1991, mostrándose indiferentes a la suerte de los habitantes de Yugoslavia y diciendo cualquier cosa para justificarse en el saqueo..

viernes, 1 de septiembre de 2017

RUSIA: CUANDO EL EJERCITO LE DISPARO A SU PROPIO PUEBLO

En octubre de 1993 se produjo en la Federación Rusa una crisis política que mostró, como ya había sucedido con la disolución de la Unión Soviética en 1991, que a Boris Yeltsin no le importaba mucho la ley.
     Con tal de hacer pasar sus reformas estructurales, un grave daño para la economía rusa, Yeltsin terminó disolviendo el bolsón de resistencia que representaba el parlamento, el Congreso de Diputados del Pueblo (y Soviet Supremo). elegido todavía en tiempos soviéticos (1990), pero acorde con la Constitución que regía en 1993. Yeltsin no estaba facultado para tomar esta decisión y el parlamento respondió destituyendo al mismo Yeltsin y nombrando como presidente ruso al vicepresidente Alexander Rutskoi. Este paso sí era legal, según el Tribunal Constitucional ruso. Yeltsin optó por tocar a las puertas del ejército y tomar por asalto, bombardeándolo, el parlamento, conocido también como la "Casa Blanca". Murieron por lo menos 120 personas. Logrado ésto en Moscú, Yeltsin se hizo una Constitución a la medida, con una gran concentración de poderes en el Ejecutivo. El parlamento se convirtió en Duma, como en los tiempos de los zares. En resumen, fue el segundo golpe de Estado, desde arriba, que dio Boris Yeltsin, consultándolo por lo demás con el mandatario estadounidense William Clinton.
      Durante los sucesos en Moscú, fueron mostrados en el parlamento decenas de neonazis de la Unión Nacional Rusa, dirigidos por Alexander Barkashov, de tal forma que la gente pensara que resistían en la "Casa Blanca" los "nostálgicos del pasado", comunistas y fascistas (los "rojipardos"), contra los "demócratas" de Yeltsin. La gente de Barkashov no era en realidad más que un grupo de provocadores, vinculados con el alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, y el banquero Guzinski. Estos fascistas cobraron después sus servicios integrándose al servicio de seguridad personal de Yeltsin.
      Otra fuerza operó durante los sucesos. En efecto, francotiradores dispararon tanto contra el ejército (haciéndole creer que le disparaban partidarios de los parlamentarios, lo que le ocurrió al grupo de élite Alfa) como contra civiles, periodistas incluidos. ¿De dónde salieron estos francotiradores? No es de descartar, como lo denunció durante 20 años una parte de la prensa rusa, que fueran mercenarios extranjeros, en un guión algo similar al del Maidán ucraniano. Así nació la "nueva Rusia", capitalista, de un modo que a los occidentales les pareció "democrático", aunque fuera ilegal, militar y paramilitar.

¿QUIÉN APAGA LA LUZ?

 Como lo señalara Donald J. Trump, candidato estadounidense a la presidencia, Rusia es una formidable maquinaria de guerra: si la apuesta de...