A la Organización de Naciones Unidas no parece importarle que sus principios sean violados. Lo que es más, al organismo internacional el derecho le tiene sin cuidado y hay hechos que no causan ni la menor extrañeza.
Vitali Churkin, embajador de Rusia ante Naciones Unidas, denunció públicamente que hay pruebas de que se entrenan actualmente en Libia personas que luego aparecen combatiendo en Siria. Es decir, con apoyo oficial se entrenan militarmente en Libia extremistas que se infiltran en territorio sirio -luego de viajar en aviones de carga de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN- para combatir al gobierno de Al Assad. Churkin dijo que estas prácticas son inadmisibles desde el punto de vista del derecho internacional, pero parece que Naciones Unidas no está interesada en evidencias, sino en despotricar contra el gobierno de Damasco, porque "cae mal". Mucho menos importa que, según denuncias de Asia Times Online, fuerzas especiales británicas y francesas estén entrenando combatientes de la oposición siria en Iskenderun, al sur de Turquía. Nadie se atreverá a tocar ni con el pétalo de una rosa a los gobiernos de Cameron ni Sarkozy, como nadie le reclamará al gobierno estadounidense de Obama que la Central de Inteligencia Americana, CIA,esté involucrada ayudando a los servicios secretos británicos y franceses comprometidos en la desestabilización del gobierno de Damasco. La verdad, sale más barato el tiro al Bashar que andarse metiendo con los dueños del planeta. Ni importa que las armas que llegan a la ciudad siria de Homs y hasta la periferia de Damasco pasen sin problema por el territorio libanés.
En vez de condenar a la OTAN, la CIA o a mercenarios ligados a veteranos de Al-Qaeda, salen tipos que, como el ministro de Asuntos Exteriores francés, Alain Juppé, consideran que no se ha podido hacer más por la "inflexibilidad" de Rusia, que para colmo tiene "intereses económicos" en Siria. Desde luego, Occidente nunca es inflexible (más bien "tiene todas las opciones sobre la mesa") ni tiene intereses económicos en ninguna parte: insistamos, el asunto es que, de veras, Bashar cae mal. Es del estilo de George Bush padre: "estoy cansado de Saddam Hussein", es la frase que justificó la primera guerra del Golfo. Bueno, estamos cansados de Bashar al Assad.
Juppé agregó que Rusia "se desquita de Occidente en Siria", por lo de la intervención militar en Libia. Como Rusia anda ardida, no ve que bashar cae mal, así que, mientras Moscú habla de derecho, de soberanía, de instituciones y "cosas por el estilo", el señor Juppé se coloca en plan de psicólogo para explicar la posición rusa ante lo que pasa en Siria. Pues fíjense que los rusos andan resentidos. No les gustó. Son mala onda. Al rato, con este tipo de concepción de la política, Juppé y compañía saldrán con que Putin se nos quedó mirando muy feo, por lo que ya es hora de que se vaya del gobierno. Además, el Putin nos habló golpeado. Caray hombre.
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