Daría gusto ver que quienes se oponen a todos los totalitarismos critican a los neonazis.
El parlamento de la república báltica de Estonia se ha estado preparando para declarar "luchadores de la libertad" a los miembros de la legión SS que durante la segunda Guerra Mundial combatieron junto a Hitler y contra la Unión Soviética. Los veteranos de las SS llevan años participando en actos oficiales en Estonia.
Hace poco, el embajador estadounidense en Estonia lamentó que los soviéticos hayan bombardeado Tallinn (capital de Estonia) en 1944, para expulsar a los nazis. El diplomático se mostró indignado por las víctimas civiles del ataque y por lo "inefectivo" de la operación, aunque lo cierto es que Moscú estaba atacando en ese entonces a los nazis.
En el año 2007, un Memorial de guerra soviético fue desmantelado en Estonia. Quienes protestaron fueron arrestados.
En Lituania, otra república del Báltico, el Museo Nacional de Vilnius, la capital, se salta todo un periodo que está "en blanco", entre 1939-1941 y 1944. No es posible hablar de que 220 mil judíos fueron asesinados durante ese periodo "en blanco", y que lo fueron no por los nazis, sino por sus colaboradores locales, lituanos. En 2010, un tribunal de Klaipeda -la antigua Memel, puerto de mar en Lituania- declaró la esvástica parte del "patrimonio cultural lituano". Nada de lo enumerado ha indignado a nivel internacional.
Rusia ha buscado que Naciones Unidas condene demostraciones que glorifiquen el nazismo. Muchos paíss se abstienen o votan incluso contra, con tal de no aparecer del lado ruso. Así es la balanza de la justicia a la estadounidense: se inclina del lado del más fuerte, que en este caso es Estados Unidos, y que usa como perros guardianes a unos pocos neonazis.
Los gritones contra el comunismo no hablan de los casos mencionados. Seguramente encuentran natural que en Rumania ninguna organización pueda llamarse "comunista", o que el Partido Comunista checo esté amenazado de ilegalización. Si todo esto es normal, pero también lo es que en el Báltico los veteranos SS salgan a la calle como Pedro por su casa, quienes se alteran no es que pongan el grito en el cielo porque el totalitarismo los indigna. Más bien ladran y, en concreto, le ladran al comunista en el suelo, como sabuesos. Esperan que en recompensa se les de un hueso. La diferencia es que un perro, a la hora de comerse croquetas, no invoca grandes principios, ni mueve la cola cuando oye hablar de "democracia".
Como sea, lo "in" es estar contra el maltrato al animal. Que los SS sigan desfilando bajo la mirada entre complaciente y distraida de sus amitos estadounidenses.
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martes, 27 de marzo de 2012
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