Michel Clouscard lo advertía desde principios de los años '80: lo que este autor llamaba "liberalismo libertario", algo muy distinto del liberalismo, quería apoderarse de la "sociedad civil". En el neoliberalismo actual, de hecho, todos, o casi, hablan de la sociedad civil y muchos desde la sociedad civil. Clouscard había advertido que se trataba de entronizar la confusión de la libertad en general con la libertad de mercado. Para este fin sirvió relegar al mundo del trabajo y hablar, como lo hicieron en su momento entre otros los freudo-marxistas (Marcuse y demás), de "sociedad de consumo".
En La bëte sauvage (La bestia salvaje), Clouscard demostró en pocas páginas magistrales como se instaló la cultura mundana en la sociedad civil, en busca de la adquisición "de clase" y de una moda tras otra. El mercado de la sociedad civil se convirtió en "mercado del deseo" en el cual, según Clouscard, el objeto y la relación ya no tienen que ser producidos, ganados, conquistados, digamos que merecidos: basta con comprarlos. Ciertamente, a la "gente de la sociedad civil" no le interesa tanto producir como comprar -con el "plus" mundano de clase, la "marca"- y consumir. De este modo, la sociedad civil del neoliberalismo, además de no saber organizarse y de no aportar nada al espacio público, no está interesada en trabajar y reproducir, sino en comprar y consumir. Todo está en "el deseo" y el cumplimiento del mismo. Este mercado del deseo no hace más que adentrarse en más y más permisividades si permiten comprárselas. Clouscard hacía notar que la transgresión aparece como "génesis de la inocencia"y de la "espontaneidad".
Clouscard hacía notar también magistralmente que este "mercado del deseo" llega a creer en una naturaleza humana esencialmente buena con necesidades legítimas que, de no cumplirse, se frustran por toparse con una "sociedad represiva". Hoy cualquier cosa que emana de la sociedad civil -cualquiera de sus deseos, así se trate una y otra vezde transgredir- es impoluta y está fuera de toda sospecha. Es in acompañar a esta sociedad civil tan inocente gracias a la cual el neoliberalismo aparece en el sentido común de la época como algo que se genera "desde abajo": es, en términos publicitarios, desde "éso que tu quieres" hasta "la rubia que todos quieren". Sin organización, sin ningún compromiso con el interés público (al que la sociedad civil suplantó con sus deseos), sin trabajo (esfuerzo que respalde algo por ganar), en realidad la sociedad civil del neoliberalismo falla recurrentemente: es "llamarada de petate" (neozapatismo, Sicilia, #yosoy132, Ayotzinapa, etcétera, en el caso de México).
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