El sentido común de la época neoliberal dicta que todo el mundo "siga sus intereses". En sí, no tiene nada de malo: alguien puede interesarse por la pintura, alguien más por el ajedrez, otro por el voleibol, uno más por las mujeres y un último por los tríos (musicales). Más sigue la gente sus intereses, más diversidad hay, mayores posibilidades de intercambio, de charlas amenas y de cooperación. Pero en el falso neoliberalismo "seguir sus intereses" no es enriquecerse en la división del trabajo: es "maximizar la utilidad", para decirlo de manera benigna. Sin decirlo con demasiada crudeza, el ser neoliberal que "sigue sus intereses" busca "sacar provecho", desde luego que ante todo para sí mismo.
En la Teoría de la Elección Pública, que se origina en James Buchanan, miembro de la Sociedad Mont Pélerin, la idea central, como lo recuerda Fernando Escalante Gonzalbo en su Historia mínima del neoliberalismo (México, El Colegio de México), es que "los políticos, los funcionarios, son como cualquier otra gente: individuos racionales que tratan de maximizar su utilidad. No hay motivos para suponer que tengan otro propósito, miras más altas, ni una especial generosidad". En suma, en cada político o cada funcionario hay gato encerrado (cuando no un gran ladrón), por lo que es mejor tener cuidado y, digamos, preferible no aportar a una cosa pública donde todos están en el festín de la maximización de utilidades. "(...) Resulta forzoso desconfiar, resume Escalante, de quienes invocan el interés público, el bien público, o la ética del servicio público. No hay tal cosa. Y en todo caso, ésa no es la verdadera motivación de quienes lo proclaman. O sea, que la idea del interés público es para empezar un engaño". Lo mejor es "no suponer que existan ni la vocación, ni la responsabilidad, ni la ética del servicio público, porque es dudoso que nada de eso sea real".
Desde su fantasmagórica "sociedad civil", el ser neoliberal toma, agarra, incluso saquea, "usa" -son sus derechos-, en fin, "maximiza su utilidad" y recibe -se sirve, se hace servir- bajo el supuesto de que "allá arriba" todos están haciendo lo mismo, "sirviéndose" en lugar de "servir". Nadie dice que no haya políticos o funcionarios que abusan y que incluso roban en grande. Pero otra cosa es la coartada delirante (!el jefe de gobierno de la ciudad tiene acciones en todos los grandes edificios que se construyen!) para no dar nada, pero sí reservarse el derecho a tomar sin dar o devolver.. Si todo el mundo "maximiza su utilidad", buscará el mayor provecho recelando de dar: funciona mientras hay recursos del Capitalismo Monopolista de Estado (CME), creado en la posguerra, para usufructo privado, pero es acercar la ruina -si el erario se queda seco- con el agravante de que ya no hay ninguna experiencia ni voluntad de organización para reparar. "Los políticos" no son los únicos inútiles.
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