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jueves, 10 de julio de 2025

PALOMITA, NO TACHE

 Sin demasiado ruido, el gobierno de la autodenominada "Cuarta Transformación" en México ha logrado avances innegables en materia de seguridad, como ya venía teniéndolos en la Ciudad de México. Basta un vistazo a las noticias para percatarse de que la inseguridad ha disminuido, y, mientras haya resultados, cada quien escoge sus métodos (en El Salvador, la situación que tuvo que enfrentar el presidente Nayib Bukele fue mucho más terrible que la de México). En México, durante el sexenio anterior, Rosa Icela Rodríguez ya había dado buenos resultados (especialmente en materia de secuestros). En general, los delitos siguen a la baja, pese a hallazgos (como la persistencia del huachicoleo) que dan cuenta de tareas incompletas en el sexenio anterior. El actual es más puntual. La cifra de homicidios en el primer semestre de 2025 es la más baja desde 2016, y hay una baja sensible (a diferencia del sexenio anterior) entre 2024 y 2025. También han bajado las lesiones dolosas, los feminicidios y siguen cayendo los secuestros. No tiene caso armar alharaca: hace rato que no hay, por ejemplo, un ambiente de temor por los "secuestros express" (para quienes conocieron el Distrito Federal en los 80), o por casos como el de Alejandro Martí en tiempos poco gloriosos de Felipe Calderón, ni feminicidios demasiado sonados y que muevan a la comunidad universitaria con abajofirmantes en busca de causas para permanecer bajo el supuesto de la "crítica al poder", en particular desde el propio, y mal usado. También es notorio que lugares difíciles por el narcotráfico se han ido apaciguando, salvo excepciones.

      Con lo que no se ha podido es con el deporte nacional e incluso latino de la extorsión. No que sea cultural, pero sí frecuente por la herencia socioeconómica que, a diferencia del capitalismo y su "coacción muda", supone granjearse las cosas por despojo y "adelantándose" a "madrugar", como se dice coloquialmente en México. Es ante este problema reiterado, que no excluye formas de violencia psicológica "suave", que el actual gobierno mexicano, en lo que parece una estrategia integral, se quiere inclinar por perseguir de oficio la extorsión. Es extorsión cuando, sin derecho (pero con licencia), se obliga a otro a dar, hacer o dejar de hacer o tolerar algo, ya en términos penales en busca de lucro. No es nada más cosa del hampa informal: hasta ahora subsiste el "servidor" que se toma dicha licencia, o el que considera por algún motivo que tiene derecho o libertad de pasar sobre la voluntad de otro. Es lo propio del mundo señorial y sus formas de dominación.

       Lo anterior queda confirmado por las entidades federativas de México que concentran el 66 % (casi 70 %) de las extorsiones, dejando de lado Nuevo León. No se trata, salvo una (Guerrero), de las entidades con mayor pobreza, e incluso en Nuevo León, es entidad rica. Siete de las ocho entidades que concentran el grueso de la extorsión -Michoacán, Jalisco, Guanajuato (buena parte del Bajío), estado de México, Veracruz y Ciudad de México- son de fuerte tradición colonial, aunque sin el freno religioso tan fuerte de Puebla. Jalisco y la Ciudad de México no son especialmente pobres, y la segunda es más bien considerada ciudad de clases medias. La situación de Michoacán y el estado de México es variable. Salvo Nuevo León, no se trata de lugares en los que pueda deducirse algo así como "dispersión" del narcotráfico hacia otras actividades (ni se diga un lugar colonial como Veracruz). El Bajío, pese a la pobreza en León, es un lugar próspero. Tampoco es cosa de gente "vulnerable", como los pueblos originarios (Oaxaca y Chiapas). Como ya se ha dicho en otras ocasiones, no hay relación obvia de causa a efecto con la pobreza ("los pobres extorsionan"), salvo tal vez en partes del estado de México. La extorsión, por herencia colonial, es el modo de "punción" sobre los frutos del trabajo de otro mediante lo que se conoce como "coerción extraeconómica" (Hidalgo tiende a quedar fuera por la tradición minera). Es el mar de mañas para obligar al otro a actuar contra su voluntad, con un fondo de tradición de engaño. Más allá de ésto, puede estar la densidad demográfica, que explica la presencia de la Ciudad de México, Jalisco (Guadalajara) y Nuevo León (Monterrey), por propagación de sociopatías, y por lo demás no sólo entre pobres (como se dice coloquialmente en México, las clases medias "no cantan mal las rancheras").

       Desde fines del sexenio pasado, notoriamente en la Ciudad de México, y con el arranque del actual, México ha ido obteniendo logros significativos en materia de seguridad (el anterior presidente, Andrés Manuel López Obrador, no había prometido demasiado). No es cuestión de satisfacer a quienes viven en sus islotes de seguridad, sino a la gente de abajo que es de trabajo y tiene todo el derecho del mundo a que se le garantice seguridad, incluso contra gente del pueblo descarriada. Es probable que se logren también medidas para evitar suplantación de identidad en un país donde se acostumbra el fraude, y las autoridades dan por sentado que puede existir hasta demostración de lo contrario, es decir, donde de entrada se es "presuntamente culpable" hasta que se demuestre la inocencia (da click en el botón de reproducción)



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