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lunes, 10 de noviembre de 2025

ASÍ SIN PENA

 El sexenio mexicano pasado, del presidente Andrés Manuel López Obrador, se caracterizó por marchas de feministas, y la acusación de que no eran entendidas ni atendidas por la presidencia. El hecho es que dichas feministas llegaron en más de una ocasión a agredir a la policía antimotines, compuesta de mujeres, llamadas "Ateneas", al grado de que se trató de quemar a algunas mientras resguardaban Palacio Nacional. En el mismo sexenio, en la universidad pública proliferaron los "paros" feministas, en realidad toma de instalaciones, con las "autoridades" universitarias dispuestas en todo momento a dialogar y atender las más diversas exigencias. En la simpatía por las feministas convergió medio mundo: desde los llamados "demócratas liberales" hasta los "progres" y el gobierno de la Ciudad de México, que toleró más de un acto vandálico. Lo llamativo es lo siguiente: apenas hubo un cambio de "autoridad" en la universidad pública, la agitación feminista se esfumó por completo. Cesaron esos "paros", intermitentes pero reiterados, en los que nadie vió ningún "asedio", pese a la algo frecuente interrupción de actividades y al hecho de que se tomaran instalaciones a partir de "asambleas" de dudosa representatividad, reconocida por las mismas feministas. No es posible en la universidad pública hablar de este fenómeno, para algunos de "porros violetas", ni preguntarse por qué desapareció ni por qué apareció sin representar mayor cosa. Hubo en esos "paros" gente encapuchada, por lo demás.

       Para más señas, la "asediada" universidad fue recientemente objeto de "paros" -otra vez, tomas-, incursiones de encapuchados y amenazas de bomba. Un buen día, la Fiscalía de la Ciudad de México dijo que tenía ubicada a la gente que estaba en éso: a los poquísimos días, para no decir que horas, todo se acabó, o casi. Se levantaron a toda prisa los "paros", se olvidaron los pliegos petitorios, prácticamente se esfumaron los encapuchados y de negro y la universidad pública no dijo nada, pese a que la Fiscalía capitalina afirmó que se trataba de gente que buscaba "tumbar" a las autoridades universitarias, aunque habría que distinguir entre "paristas", los "de negro" y los de las amenazas de bomba. Si se trataba de dialogar con gente "con legítimas demandas", ni de ésta quedó. Como para frase de Marx: "todo lo sólido se deshace en el aire, y lo sagrado es profanado". Por segunda vez, lo que un articulista de El Independiente detectó como riesgo de que la universidad pública deje de ser una "comunidad de sentido". Las cosas "le pasan" sin que tenga ninguna responsabilidad de nada: al día siguiente, ni quien se acuerde, como si se hubiera tratado de una fenomenal borrachera. Para no decir que Lex Ashton "N", el joven universitario que mató a otro, no recuerda qué hizo. Hasta donde se entiende, la Fiscalía decidió colaborar con la universidad pública, por si ésta algo recuerda. Salvo que no sea así y no sea sancionado nadie. Las cinco Facultades universitarias (con 11 % de la población universitaria) que siguieron en problemas son de las más "conservadoras", y nada más.

       Las autoridades decidieron ocuparse de la seguridad y la salud mental de los universitarios. De lo establecido por la Fiscalía, dichas "autoridades" no dijeron nada, como tampoco quienes rechazaron el "asedio". No se trata tampoco de la salud de uno de los "capos" del grupo político que controla la universidad y que, desde tiempos televisivos del seductor de la patria, se caracteriza en hablar para no decir nada, sin que se sepa si es un alarde de brillantez o de tontería. Los 400 académicos que se quejaron del "asedio" no repudiaron que se trate de "tumbar" a las autoridades. El patológico -siempre en términos de salud - de Lorenzo Córdova, del mismo "grupo" y de reinserción universitaria tan dudosa como la de Ciro Murayama, saltó al ruedo contra las críticas de López Obrador a la universidad pública como el gallego que, oyendo en la radio que un coche se ha metido en sentido contrario, exclama: "¿uno?!pero si son muchos!". Y los otros abajofirmantes en busca de causas, sin decir nada: ni quien pida que se deje de hacer uso político de la universidad, como lo hacen desde los pseudoestudiantes hasta académicos abajofirmantes de uno u otro signo, ambos con ideas "políticas", mientras hace rato que la mayoría espera a que escampe. Como se trata de "fenómenos naturales" -con la inocencia y vida de mujeres y jóvenes-, si no se hace luz pública sobre lo que se arregla en componendas y si no se sanciona, se podrá colegir que, después de todo, lo que ocurre es por el cambio climático, que calienta y enfría a capricho. Y siempre, con la magistral escabullida del "Divo de Juárez", Juan Gabriel: lo que se ve no se juzga. ¿Pero qué necesidad, y para qué tanto problema? (da click en el botón de reproducción).



QUE CANTE, QUE CANTE...

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