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miércoles, 5 de noviembre de 2025

TENÍA DUEÑO

 Hasta ahora, no se ha resuelto gran cosa de la problemática que ha hecho de Haití un Estado fallido, suponiendo que haya a quien le interese que el país salga del caos. Tampoco parece.

     El otro país que se enrumbó al Estado fallido es el Ecuador. El actual presidente ecuatoriano, Daniel Noboa, no ha logrado ni reducir ni controlar la violencia, por lo que acaba de volver al estado de excepción en Guayas, Manabí, El Oro y Los Ríos, todas provincias costeras asoladas por el narcotráfico. Encima, dicho estado se extendió a unos pocos cantones de las provincias serranas de Cotopaxi y Bolívar, convertidos en "lugares de descanso" del crimen organizado. Noboa, no exento de vínculos "extraños" sin que se quiera seguir la pista de los contenedores de banano, nunca fue el "Bukele ecuatoriano", porque quien más sabía de asuntos de seguridad, Jean Topic, aún siendo de derecha, se fue con Luisa González, candidata de la Revolución Ciudadana (RC), agrupación a la que pertenece el ex presidente Rafael Correa. Noboa ganó por lo demás de manera turbia. Quedaría por saber si el interés de Noboa es ABATIR al crimen organizado o controlarlo. Una parte de la población está más interesada en en "si Correa o no Correa", al ritmo mediático, sin importar siquiera que en la presidencia de Correa las cosas estuvieran mucho mejor, y en castigar el acercamiento a China y ensañarse contra el ex vicepresidente Jorge Glas: no hay alternativa y se trata no de serlo y realmente dirigir, sino de impedir que la haya. En algo se parece a lo ocurrido en Haití en 2021 con el asesinato del presidente Jovenel Moise, cuando se aprestaba a denunciar a políticos y empresarios haitianos ligados al narco. Nada se ha hecho sobre la corrupción y los vínculos mafiosos de los tres últimos presidentes del Ecuador: Lenín Moreno, Guillermo Lasso y el mismo Noboa. Como sucediera alguna vez en Colombia, con tráfico de esmeraldas, el crimen organizado ecuatoriano, hoy unido en "Nueva Generación" (unión de Chone Killers, Lobos y Tiguerones), incursiona en distintros "negocios", como el de la minería ilegal.

         El problema de la delincuencia ya grave se ha extendido al Perú, donde la violencia va en aumento, por narcotráfico, extorsiones cada vez más agresivas y minería ilegal. De lo que se trata es de "controlar", no de abatir, porque sería develar nexos con un Congreso que se dedica a tumbar presidentes de manera "serial", casi uno por año desde hace diez años (ocho presidentes), habiéndole tocado recientemente a Dina Boluarte. Para las elecciones de 2026, ya se apunta Keiko Fujimori (Fuerza Popular), por cuarta vez consecutiva, y como si el fujimorismo no tuviera que ver con la descomposición del Perú. Gracias a la corrupción del aparato judicial, Keiko Fujimori ya no está siendo investigada. El menor atisbo de cambio es impedido, como le sucedió al presidente Ollanta Humala, perseguido hasta hoy, y luego a Pedro Castillo, a partir de una imprudencia. Lo único que se les ocurre en el Ecuador o en el Perú es asaltar embajadas o romper relaciones -se trata de México- para "castigar": a Glas con la toma de la embajada mexicana en Quito, capital ecuatoriana, así haya demorado en exceso el asilo, y porque alguien cercana a Castillo, Betssy Chávez (ex primera ministra). fue a refugiarse en la legación mexicana en Lima, capital peruana. Chávez estuvo muy cerca de Castillo cuando éste cometió un error que le costó el cargo presidencial, al mismo tiempo que el entonces presidente buscaba poner un mínimo de orden para evitar lo que ya se le asoma el Perú: otro Estado fallido, en el que lo que se reprime es cualquier intento por frenar la descomposición.

       El nuevo y temporal presidente peruano, José Jerí, de entrada metido en asuntos de corrupción,  ha decidido "declararle la guerra a la delincuencia". Jerí ya está "sujetado" por el Congreso ante la ambivalencia de su pasado, de derecha y corrupto. En todo caso, la delincuencia ha crecido en Lima, la capital, lo que había llevado a Boluarte a medidas inefectivas, y en tres departamentos costeros, no tan lejos del sur ecuatoriano que exporta "banano con aroma de coca" (Lambayeque, Piura y la Libertad), sin que haya relación directa de causa a efecto entre pobreza y delincuencia (esos departamentos ostentan su competitividad). Con lo que sí puede haber relación es con el debilitamiento del Estado en medio del desfile de gobiernos y una fragmentación que lleva a tener 39 partidos en liza, además de tres alianzas electorales. Como se sabe -luego de la clásica fragmentación del voto en el Ecuador para debilitar a Luisa González, hay que mostrar que "todo está permitido" y asegurarse de que nada es posible. Por lo demás, para ser "el Bukele de" habría no sólo que "ir a la calle", sino a los políticos que se asocian con el crimen organizado, como hizo Nayib Bukele en El Salvador.

     Si se trata de "separación de poderes", bueno: los del Perú están separados de la población, y un apoyo en grande "no lo tiene ni Keiko" (pese al control fujimorista del Congreso). Salvo excepciones, el Congreso y el aparato judicial están en plena corrupción y dedicados a impedir cualquier cambio, junto a lo que Betssy Chávez llama "prensa sicaria". Si de lo que se trata es de la gringada de "pesos y contrapesos",  al menos en el Perú hay ya tal equilibrio que todos se estorban entre sí. Pero formalmente, nunca ha sido tan plural, competido y procedimentalmente correcto. Sin autócratas, dictaduras, autoritarismos graves ni populismo. (da click en el botón de reproducción).



TENÍA DUEÑO

 Hasta ahora, no se ha resuelto gran cosa de la problemática que ha hecho de Haití un Estado fallido, suponiendo que haya a quien le interes...