Mi lista de blogs

viernes, 12 de septiembre de 2025

SI TIENEN TELE, AHÍ SE VEN

 La Ciudad de México se lo traga todo, en las patologías de la imposición y la sumisión. O casi, habida cuenta de las notorias mejoras en los años 2000, desde que la izquierda triunfó en la urbe en 1997: ya no es la difícil ciudad más bien sucia, insegura y contaminada de los '80, ni madriguera de porros y paramilitares, como de 1968 (al amparo de la regencia) hasta los '80, ni lugar invadido de ambulantes y con transporte de mediana calidad (Ruta 100), etcétera. Al mismo tiempo, la hoy CDMX (antes Distrito Federal) sigue siendo la ciudad más corrupta de México, aunque tampoco abundan los policías "mordelones" o los judiciales extorsionadores, ni lugarcitos como Tlaxcoaque para una "calentadita" a los opositores extremos.

      Cuando llegaron los españoles, ya había una ciudad que los maravilló: Tenochtitlan. Para más señas, la corrupción no es "cultural", porque la cultura mexicana tiene dos grandes troncos, el prehispánico y el español, y en el mundo precolombino no había corrupción. En cambio, la hubo en grande durante la Colonia, y vista como algo "natural", por distintos motivos, y asociando por lo demás a caciques indígenas. A pesar de lo dicho, la capital virreinal, que lo era del lugar más importante para el imperio colonial, la Nueva España, se convirtió en lo que se conoce como "la ciudad de los palacios". A la larga, hizo girar en torno suyo -y a Hernán Cortés y Moctezuma +Cuauhtémoc- la idea de "México" en sus supuestos orígenes, aunque en realidad lo estén, entre otros, en Miguel Hidalgo y Costilla y el no suficientemente valorado José María Morelos y Pavón, con la Independencia (más allá de la biografía de Fernando Benítez). A la "ciudad de los palacios" se le reconoce hasta hoy, en canales subterráneos, calzadas y barrios, la herencia prehispánica. Hoy, por lo demás, se han reducido los lugares de miseria.

          Para finales del siglo XIX, México empezó a entrar en la era de masas, aunque al cabo de un siglo nucleado por la hacienda como forma de socialización de gran importancia, y de origen colonial, aunque perduró con la Independencia. El surgimiento del poder político, salvo por Benito Juárez, quedó ligado al espíritu de hacienda y la "casa poblada" familiar y de dependientes, la felicidad de las telenovelas y el drama oligárquico. Desde el poder político, sin capitalismo endógeno (en particular a falta de industria nacional, salvo excepciones), y por ende de origen señorial, pero ilegítimo, se podía "alquilar" a la inversión extranjera para lograr la modernización, que dejó huella, y no nada más en el ferrocarril: las construcciones de estilo porfiriano, el antecedente del Paseo de la Reforma y el inicio de la construcción del palacio de Bellas Artes agregaron más de "monumental" a la capital mexicana. Quedó en la mentalidad capitalina, ya en el inicio de la era de masas, una cierta idea de la política, al mismo tiempo señorial, ilegítima y clientelista, heredada de cuatro siglos (la Colonia más el siglo XIX de la hacienda), no desprendida de la Iglesia, y la afición por lo extranjero, para tiempos del Porfiriato, el afrancesamiento. Hasta cierto punto, es el poder político que "concesionó" como "favor": a clientelas nacionales allegadas, y a la inversión extranjera.

      Para más señas todavía, es también lo que hizo el seductor de la patria (1988-1994), siempre desde el poder político. Fue la época, aunque ya se trataba desde antes, con el presidente Miguel de la Madrid (1982-1988) en que empezó a dejar de verse a Diaz como negativo. Al poco rato era un Díaz "con rostro humano" con "El vuelo del águila", la telenovela. Se decía que Díaz había logrado el progreso económico, pero no la "democracia", tanto como decir que no había sabido "repartir". Ahora bien, más allá de la modernización, a la inmensa mayoría del país no le fue bien con Díaz, al grado de que, siendo pobre, se empobreció más, lo que han probado estudios históricos con estadísticas en la mano. Dicho sea de paso, a la mayoría tampoco le fue bien a finales de los '80 y en los '90. Pero una parte de la población fue a dar en lo que Andrés Manuel López Obrador llamó "neoporfirismo", por lo demás sin ser el único  Llegó una nueva modernización, esta vez estadounidense, latente desde antes. La CDMX, entonces Distrito Federal, mantuvo prácticas clientelistas y vió llegar una nueva extranjerización: el capitalino, el "chilango", oye música con frecuencia en inglés y, con la misma frecuencia, se cree un señor con el que hay que aguantarse un uso particular del libre albedrío, que depende de la buena o mala voluntad, la del "hago siempre lo que quiero...", además "me las puedo..." y "a mi nadie me dice que...", por lo que nada es asunto de responsabilidad u obligación, sino de "culpas"; poner al "señor" o la "señora" delante de una responsabilidad es atribuirle una "culpa" de la que está exento, porque su libre albedrío es fuero.

        Al mismo tiempo, así fuera por influencia del exterior capitalista, se fue aprendiendo el cálculo de conveniencia, hasta que, andando el siglo XX, fuera pasando a mayor plano, en lugar de la antigua maniobra "autoritaria": después de todo, la "gente decente" capitalina se acostumbró a "entrarle" y a arreglárselas con dinero para, como lo decían incluso empresas transnacionales, "engrasar" la corrupción. El "chilango" puede ser el de la cortesía, o incluso el del trato que llega a lo afable, cuando no a la "confianza" que instauró el antiguo régimen (el del PRI-Partido Revolucionario Institucional), dando la impresión de cercanía emotiva, y el mismo dispuesto a deshacerse del otro sin gran problema si lo dicta la conveniencia. No es "lo mexicano", sino lo que, de preferencia por la jerarquía en el Porfiriato, se convirtió en "empate" priísta, como propio de la era de masas en el Tercer Mundo, a caballo entre el mundo precapitalista y el capitalista: el engaño, de muy antigua raigambre, al servicio de lo más ramplón del capitalismo, la pura conveniencia, que se afianzó luego del seductor de la patria entre varias generaciones, y que da en el "aprovechado", que es la reputación no tan infrecuente del latino en general, aunque como versión específica de un comportamiento de masa ("me creí superior a cualquiera"...).

         Tal vez lo incómodo no sea la conveniencia, que se puede interpretar de diversas maneras, pero que puede llegar, como en el mundo de los países centrales, al egoísmo más crudo, lo que Marx llamaba "las aguas heladas del cálculo egoísta". Es de lo más duro. Pero no se trata de idealizar lo que fue creando en parte el hoy llamado Sur, y que es en una parte de México (ni siquiera todo el país) el uso frecuente de la "cercanía personal", la "familiaridad", hasta de "melcocha", reservándose -para colmo, como fuero- el cálculo de conveniencia más ajeno a la apariencia dada. Es el clientelismo "moderno", del lazo de dependencia personal "juramentado", pero potencialmente desleal: siempre entre dos sillas, el egoísmo sin empacho pero, además, en el Sur, no asumido como tal, sino "apadrinado" en grupo. No es entonces cosa exclusiva del capitalino. Como se dice, "sobre aviso no hay engaño". Lo que es más propio del capitalino es lo que se conoce coloquialmente como "golpe avisa": en vez de hacer aparecer de entrada la conveniencia descarnada, el preámbulo es lo contrario del "sobre aviso", y por lo tanto, es también el potencial engaño: la familiaridad como artificio de "trato personal", o el "choro mareador", para "marear el punto" y buscar aventajar. Cantinflas lo vió y encontró la manera de reírse de este "modo de ser". Desde los '90, ha sido menos -salvo en ámbitos cortesanos- y más abierta la conveniencia, que puede llevar a otras reglas, pero también a ir descartando el engaño mencionado. Los que lo atribuyen erróneamente al grupo gobernante son los del "neoporfirismo", persistente en el mundo mediático (por cierto que, ya agarrando experiencia, la presidentA Claudia Sheinbaum se ha vuelto hábil ante tanta engañifa de los medios, que "hacen creer"): México puede desempatar, y parte de la CDMX también, pasada la onda lumpen. Será más citadino y menos "barroco", tal vez, para error de quienes han querido hacer de ciertas conductas supuesta "cultura". La cosa nostra no es cultura. Lo que el antiguo jefe de gobierno de la CDMX, Miguel Ángel Mancera, no consiguió, por falta de callo, tal vez vaya lográndose con suficiente tiempo para la autodenominada "Cuarta Transformación", más allá de sus resabios izquierdistas o priístas (da click en el botón de reproducción).




jueves, 11 de septiembre de 2025

A QUIÉN LE IMPORTA

 El hecho de que una universidad pública sea en la ley un organismo descentralizado del Estado conlleva riesgos: uno de ellos, conocido en la enseñanza del Derecho, de que se convierta en un feudo, es decir, en una dependencia al servicio de un "señor" y "su" gente, una clientela. Sucede en la medida en que, desde hace tiempo, la universidad es un reducto de seguidores del seductor de la patria, con variantes, desde resabios del PRI (Partido Revolucionario Institucional), como ocurrió durante ocho largos años con el obispo de Copilco, hasta de enquistados como los Woldies, del Instituto de Estudios para la Transición Democrática, que en cierta medida, poco antes de afianzarse, se repartieron premios entre sí con un rasero de clientela, y no ligados propiamente al trabajo académico, sobre todo a falta de éste si se estaba por ejemplo en cargos de supervisión electoral. Por lo que se refiere al obispo de Copilco, en su momento, de cooptación, ni siquiera se dió el trabajo de disimular su afiliación partidaria. Lo dicho aquí no lo es todo, aunque se trate de una tendencia fuerte; la universidad pública sigue contando, sobre todo a nivel administrativo, con gente de especial buen sentido del servicio público y algunas buenas áreas de estudio, además de, finalmente, una paulatina (aunque ambigua) renovación generacional, para no idealizar el pasado "estilo India", de "vacas sagradas". El carácter "descentralizado" tiene que ver con una autonomía concebida por el "uso" de la universidad, para todas las corrientes de pensamiento, y JUSTAMENTE para evitar el manoseo político-ideológico. El predominio de "grupos" que responde a una "política" es, de entrada, ajeno al espíritu universitario.

         Desde hace años, y más notoriamente desde 1999, aunque hay tendencias previas, la universidad no sirve al Estado en gran medida porque responde a intereses de organismos internacionales, que dictan las grandes líneas a seguir (como por ejemplo a través de un memorándum con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico- OCDE cuando la encabezaba José Ángel Gurría, funcionario del seductor de la patria). A través de informes y "recomendaciones", dichos organismos encuentran la manera de que los funcionarios/tecnócratas repercutan "agendas" al interior de la universidad, quedando por saber si los intereses de dichos organismos son los mismos que los del Estado mexicano, más por la influencia transnacional. Aunque hay excepciones, lo que se hace en bastantes lugares de la universidad pública no responde al interés del Estado nacional, con atributo soberano, sino al exterior. Desde los 80, se agrega el incesante trasiego de universitarios al exterior y, en particular, al "tráfico" con universidades foráneas, en particular de Estados Unidos, y en menor medida de Canadá: la creencia es que lo de afuera es por fuerza mejor que el "pobre Mexiquito", hasta la apertura indiscriminada y la indiferencia y la ignorancia de lo propio. Es la generación del TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte), que se reforzó desde los '90 con la "globalización" como coartada. Son en parte los "demócratas liberales" que no ocultan que el Estado nacional les parece algo "atrasado". Como se dice coloquialmente en México, son aficionados a "mamar y dar de topes", y no debe haber Estado más que para saquear el erario. Están en primera fila para situarse contra la autodenominada "Cuarta Transformación", si hay privilegios creados que se sientan inseguros, en vez de contribuir a diagnosticar y resolver los problemas del Estado nacional.

         Los otros, quienes crecieron "Demócrata" y ponen el aderezo libertario, sin excluir a la izquierda "radical", consideran que el Estado-opresor-es-un-macho-violador o, para decirlo de otro modo, confunden Estado y gobierno, como los "demócratas liberales": participan de la recolección de fondos (fund raising) con las modas de "acción afirmativa": a su manera, el uso de fondos del Estado -es decir, del interés general- para, diciéndolo otra vez coloquialmente, "patear el pesebre", al grado de llegar a un despilfarro de recursos monumental por saturación de lo mismo y "sobreproducción" que tampoco obedece a intereses endógenos. Se trata de generaciones intermedias que hacen "grupo de presión" para generar la creencia del all inclusive, todas las minorías de lo que sea incluidas, y ocupando el espacio público con asuntos personales, desde que "lo personal es político", sumando a la clientela su decisión de hacerla de .lobby. Trátese de las clientelas, de los grupos de presión o de ambas cosas, ya no tienen que ver con el interés del Estado, general y público, porque se trata de intereses privados, al amparo de la autonomía que a la "izquierda grupo de presión" le sirve también para lanzarse contra el Estado.

        La autonomía no es soberanía de una academia que no tiene dinámica propia (endógena), sino que baila al son de intereses exteriores que no son los del Estado, sino con frecuencia extranjeros: sí se trata de "neoporfirismo" tanto por la preferencia por la moda foránea y el abandono del interés nacional como por la reducción de lo nacional a asuntos de "grupos" de privilegiados con pretensiones aristocráticas -por mi raza hablará Carmelita Romero Rubio- y pasión por la intriga y ese "ser dueño de su silencio" tan de don Porfirio, para enseñarse a no hablar nunca más de lo "necesario y conveniente" para permanecer en el "círculo", y a tal grado a costa de la independencia de criterio, que se toma ésta como si alguien, en vez de entregar "la merca", se la quisiera quedar para beneficio propio y -pura proyección/inversión- por ánimo personalista. De lo último que se habla en la corte es de trabajo, salvo como pretexto para tener con qué "moverse" y ascender, así sea la última de las frivolidades o pura chatarra. Al mismo tiempo, entre las generaciones más jóvenes, queda por saber si, dadas sus circunstancias específicas, y aún con "grupos de presión" encima, pueden encontrar un camino propio que no sea el de los acaparadores de tantos años. Algunas posibilidades hay, entorpecidas por personas que, como no es tan difícil de entender, se hicieron de privilegios a costa del Estado y, por lo tanto, del mínimo de institucionalidad alcanzado. Lo otro es la universidad "patito" para cerrar no precisamente con broche de oro, y creyendo que la culpa es de Trump o de la "4T". Cualquier cosa, que en proyección/inversión sea exterior, con tal de no asumir nada, y "trascender" no dejando en la Tierra más que ese cuidado de "nada más de lo necesario y conveniente" para asegurar privilegios, hacer relaciones de poder y para, llegado el caso, debilitar al compadre. Ya que se está en Andrés Manuel López Obrador (Neoporfirismo), tal vez lo anti4T sea un ánimo de necesariato. De importancia muy de dudar (da click en el botón de reproducción)







martes, 9 de septiembre de 2025

VAS PA'TRÁS, PAPÁ

 Francia es, como en parte (aunque menor) España, un país que conserva cierto grado de debate de ideas, a condición de evitarse un punto: como el Reino Unido, del que han salido muchos historiadores de la más refinada mala fe sobre el tema, en Francia es prácticamente imposible hablar con un mínimo de serenidad de la Unión Soviética y de Rusia. Se trata en Francia y el Reino Unido de dos antiguos imperios coloniales, ya capitalistas, que creen tener algo de "especial" y que, en materia de anticomunismo, son bastante peores que Estados Unidos, motivo por el cual el Reino Unido está "apuntado" por las armas rusas, y algunos excesivos creen en un complot "anglosajón". En materia de historia de la Unión Soviética, hay a veces historiadores estadounidenses honestos, como algunos en España. Es en cambio imposible en Francia y el Reino Unido. Han pasado décadas desde Charles De Gaulle en Francia y su idea de tener mayor independencia frente a Estados Unidos. Por lo demás, algunos creen en una capacidad de ideas de Alemania que es reducida, y en este país tampoco falta la mala fe anticomunista. La diferencia, en parte, está con Francia en el debate de ideas mencionado, por lo que puede haber alguien como Marine Le Pen, por extraño que suene. A su vez, Estados Unidos tiene buena tradición de historiadores en lo que se llamaría una tradición "empírica". Como al estadounidense le gusta ésta, salvo excepciones difícilmente se lanzará a inventos graves como los de los británicos y los franceses sobre la historia del comunismo. La tradición capitalista de Francia y en parte del Reino Unido, más que de engaño, es de hipocresía y de lo que a raíz del francés Moliére se conoce como "tartufismo", más incluso que de simple cálculo de conveniencia a la estadounidense. De los países mencionados, pese a la hipocresía frecuente, Francia es el que más conserva una mezcla de cortesia y educación que se llama politesse. En cambio, el estadounidense puede ser majadero -como lo es el presidente Donald J. Trump- y el alemán prepotente y, como el estadounidense, orgulloso de su ignorancia. Se trata apenas de tendencias.

         Gracias a lo que viene sucediendo desde hace décadas, en particular los '80, un país como Francia se encuentra con un antiguo declive agravado. El declive se remonta, en parte, a los gravísimos estragos de la Primera Guerra Mundial, comparativamente más graves que los de la Segunda; pese a De Gaulle, Francia tuvo dificultades en aceptar la descolonización de la segunda posguerra, en particular por la cuestión de Argelia y el peso de la población francesa de origen argelino: es en este terreno que Jean-Marie Le Pen fue alguien de extrema derecha siniestra. El declive prosiguió luego con las deslocalizaciones industriales y el deterioro paulatino de los servicios públicos, alguna vez muy buenos, en particular en materia de educación y salud. Era un muy buen sistema educativo que contribuía a alimentar el debate de ideas: para que se tenga una idea, hoy un 30 % de los franceses adultos no puede leer una página escrita. La investigación científica y tecnológica ha decaído. En resumen, una parte no menor de la población francesa se está volviendo cada vez más tonta, para decirlo de manera suave, sin que ayude conjugar tontería e hipocresía, al servir esta última para no hacer ya "trabajo" mental (lo que se conoce como "el trabajo mental de..."). Está remplazado, aunque en redes es algo distinto, por grandes medios de comunicación masiva cuya insolencia se ha acentuado, volviendo permeable la población a la mezcla de la época de mala voluntad e ignorancia, lo que tipifican bien varios de los últimos presidentes franceses, como Nicolas Sarkozy, el inenarrable Francois Hollande y un Macron psicópata narcisista. Esto ocurre más allá de la inmigración, por el peso mediático y de la alta finanza, que llevaron de hecho a Macron al gobierno. Al mismo tiempo, en una situación asi, los inmigrantes más recientes no se sienten obligados a ser primero ciudadanos y después de tal color u origen, sino que agarran un espíritu de "gueto" o incluso de delincuencia que no es justificable. Según el científico francés Didier Raoult, parte del declive francés hoy tiene que ver con una vida de "servicios" (que ocupa al 80 % de la población) repleta de "administrativos" ("gestores") que en realidad ya no saben gran cosa, ni sobre lo que "gestionan": igual que la universidad pública, por lo demás, y gracias a la digitalización, también. Es así que quienes "gestionan" (como en México lo hizo Hugo López-Gatell), sin enterarse de mucho, impidieron a Raoult trabajar con hidroxicloroquina siendo que, gracias a ésta, el Instituto marsellés del médico mencionado logró la tasa de mortalidad más baja del mundo por COVID 19. Como para resolver problemas hay que pensar, se ha llegado a la obviedad de que lo mejor es no tener problemas y andar simplificándolo todo: la conclusión es que hay que proceder "sin pensarlo mucho" (si todavía se plantea algo de pensar en vez de recitar un protocolo).

      Como lo sugiere Raoult, el resultado es que los asuntos prácticos en realidad ya no se saben enfrentar, para no decir que los del orden de lo humano tampoco, más allá de seguir reglas mínimas, procedimientos y protocolos. Para Raoult, quienes "hacen" (se puede entender que de manera creativa) son cada vez más minoritarios. En educación y salud, cada vez menos se "sabe hacer", y en cambio se inflan los "gestores" tipo video-juego. Así, Francia conserva en ciertos espacios particulares capacidad de debate de ideas, pero no interesan demasiado, y se trata de un país que se está "des-civilizando": es notoria la diferencia, por ejemplo, entre el nivel a la baja de un estudiante francés (o un alemán), próximo de la tontería de más de un estadounidense (para quien la tontería también tiene que ser "mega", "súper", "híper" y "monstruo"), y el nivel más alto de algún español (no siempre), pero sobre todo asiático, chino en particular. En varios países centrales, hay gente que percibe una pérdida de sentido: algunos creen que lo hay en seguirle como en el siglo XX a la creencia de que los bárbaros son los de afuera y los "autócratas" como el presidente ruso Vladimir Putin. Ni siquiera sirve tratar de alertar, porque habría que "saberse de otra" y más de uno cree encontrar la escapatoria cerrándolo todo con llave. Y aún así, el "Sur global" se abre -nada nuevo- en vez de pararle a la imitación por el conocido "efecto demostración". Si el del país central es tonto, es que es el progreso y que ser tonto es lo máximo. Qué bueno que la vida sea cada vez más simple: si no fuera por el trabajo y por la prudencia de algunos, la simplicidad tal vez ya fuera la de hacer guerras a pedradas, para seguir a Albert Einstein. Porque, como decía De Gaulle sobre la gente peligrosa, lo puede ser peor si "además, tiene talento". Como los que celebran a Macron -y no saben de la tendencia a la vanidad del hombre francés y a la lealtad de la mujer francesa-y no tienen sino entre recelo e indiferencia ante el verdadero debate. ¿Muy su asunto el de Francia? (da click en el botón de reproducción).



TORRE DE ESPECIALIDADES "JOSÉ ALFREDO"

 Una de las más simpáticas cosas de varias profesiones liberales en México, incluyendo a médicos y abogados, es que no pagan impuestos, ni parece haber prisa o pedido de que lo hagan: una forma de privilegio, de entrada, y para todo un sector, de llenarse los bolsillos echando al mismo tiempo pestes contra el gobierno. Si alguna vez México tuvo muy buena reputación en ciertas áreas de la medicina, como la neurología o la cardiología, ahora ya no. Hubo una época en que era de gente acomodada el "me van a operar en Houston", y resultaba que en Estados Unidos el médico era mexicano.

      Como cuenta el ensayista William Ospina de Colombia, el médico en México tiene la costumbre, si se equivoca, de rugirle a su víctima. Con hábitos de antaño, el médico tiene de cura y de militar: lo que dice es "verdad revelada" y, además, se le debe obedecer a ciegas. Tiene además hábito de monopolista o acaparador: es "el que sabe", y toma por ofensa ("aquí el médico soy yo") cualquier intento del paciente por informarse para cooperar. Pese al ademán de la "confianza", se trata ante todo de hacer valer una jerarquía ante quien está necesitado, llegando esta posición a ser más importante que el ejercicio de una "ciencia y arte". Para comenzar con el folclore, una medicina funciona si se le tiene "confianza", y si no funciona, es porque, para empezar, al médico no se le tiene la DEBIDA confianza. Luego, entra uno en un mundo de posibilidades, cuando el médico se sirve de la confianza para pasar a la desverguenza o el cinismo. Uno, que se cree especialista en medicina psicosomática, confunde uno tras otro los efectos secundarios con "somatizaciones": no se trata de error, sino de sensibilidad del paciente "idiosincrático", "porque cada uno reacciona a su manera", en cuyo caso debiera fabricarse un medicamento para cada paciente. Después está el Gran Maestro que le dice a su paciente: "lo que usted tiene da para todo", como otra que diagnostica "un poco de todo", para quedar enfermo "de todo un poquito" (a riesgo de entrar en una maratónica toma de medicinas para "todo"). Otra se saca de la chistera que el paciente tiene una mente "muy poderosa" que "destruye todas las medicinas" Uno más diagnostica: "tienes algo más raro que un perro verde", sin mover un dedo para indagar, en lo más mínimo. El asunto es que no se trata de curar, y mucho menos de "curar sin dañar", sino de ver quién se queda con "la culpa" (por "idiosincrático") y quien consigue eludir cualquier responsabilidad, porque lo propio del mundo señorial es que un señor no le rinde cuentas a nadie ("a mi nadie me..."). No se trata más que de fabricar culpables, como hasta hace algún tiempo en el aparato judicial: cosa del paciente si "tiene un poco de todo", algo "más raro que un perro verde" o si "somatiza" todo lo que toma o "destruye los medicamentos con su mente tan poderosa". El raro es el paciente, no el médico diciendo cualquier cosa para "salir del paso", no buscarse ningún "problema" y, en una verdadera enfermedad del "quedar bien", empezar consigo mismo, convencido de que el paciente es todo un fenómeno. No faltan otras gracejadas: si en un lugar le encuentran una catarata en un ojo, en otro, de "recomendado", le encuentra dos cataratas. Después de todo, en la recomendación no cuenta el paciente, sino "ofrendarlo" al tráfico de favores entre "quién lo recomienda" y el "profesional". El asunto puede eternizarse años y hacer que se estropeen por ejemplo los años de juventud en un larguísimo tour por lo que el médico de la psicosomática resume tranquilamente así: "soy huevón pero he estudiado" (!). Se puede añadir el otro Maestro que concluye: "estoy seguro de que usted no tiene nada" (será nada mejor que hacer que pasear entre médicos, total que es muy entretenido"). O el que recomienda atención "porque el paciente tiene doctorado" (excelente: el estudio de la economía internacional exenta de enfermedades). Y si hay confusión, lo "psiquiátrico" da para la sentencia ante la que ya sólo cabe el amparo: "lo que usted tiene es emocional". No es que los médicos no dominen su oficio; es que el paciente no domina sus emociones. Y vuelta a lo mismo, por cierto después de pasar por una "enfermedad de Crohn" y una "colitis" de las que se descubre que nunca existieron. "Lo suyo es emocional" tiene algo de "está usted para asilo de locos", no los médicos que tienen una imaginación para salir del paso cuando menos tan febril como la de uno.

        Para otros, muy tristemente, ha tocado la confusión de una angina de pecho con un infarto y una arritmia en realidad inexistentes, y, cuando corresponde recetar el más sencillo de los medicamentos por prevención, recibir nueve (!), como si se hubiera pedido buffet, ocho innecesarios por completo y uno de ellos considerado muy peligroso: suficiente para estar meses en cama encontrando el modo de salir de tan grave iatrogenia. No es suficiente, más allá del riesgo de terapeutas "naturistas" que, así ayuden temporalmente, no saben mucho de medicina. Al fin, hay algo, y es necesario volver a pasar por la conducta cínica: si se le dice al médico que ponga atención y que no es asunto de negocios, como todo un ilustre psicópata corta la conversación "porque ahorita se murió una tía muy querida y tengo que estar acompañando a mis primas". Algunos lógicamente se cansan, y llega a partir de una información médica errónea el desenlace fatal: nadie querrá saber de él si hubo algún "problema", sino ahorrárselo, "quedar bien" y desaparecer; pese a la ley, no hay demanda que valga ante un médico porque las cosas están hechas para que se protejan entre sí en el gremio. Así el negocio desde que, en los '80, empezó la medicina mexicana a olvidarse los bisturíes dentro de los cuerpos operados y otras linduras. Apenas recientemente, y de manera parcial, aparecen algunos médicos más jóvenes que no oscilan entre "a mi nadie me..." y la psicopatía narcisista. No están exentos, por más privilegios que lleguen a tener. (da click en el botón de reproducción")



domingo, 7 de septiembre de 2025

VAMOS A ARMAR UN DESMADRE

 Es en gran medida un enigma hasta dónde la personalidad de la época puede conservar la conciencia de sus actos y de la responsabilidad, o volverse irresponsable por creer a ciegas, sin distancia alguna, en tal o cual cosa, los negocios como "realidad última", por ejemplo, en cuyo caso los países centrales están en una contradicción: entre la necesidad de buscar "reabrir" a su favor el mercado ruso y sus gigantescas riquezas, en aras de quitarse límites a la ganancia, y el riesgo de desembocar en una situación absurda, dado que, de volarse el planeta por una guerra nuclear o la "Tercera Guerra Mundial", ya no habrá posibilidad de gran cosa, y por ende, tampoco de hacer negocios. Como se encuentran las cosas en la actualidad, la segunda opción supone que Estados Unidos tenga un papel importante, y se desate un conflicto intercontinental.

         Recientemente, se anunció en París, capital francesa, que la "Coalición de voluntarios"  ha logrado la anuencia de 26 países para, en caso de alto al fuego, armisticio o acuerdo de paz, llevar a Ucrania tropas a ser desplegadas "por aire, mar y tierra". Se ha llegado a un punto en que no hay problema, como se ha sugerido ya, en delirar: el presidente francés, Emmanuel Macron, puede afirmar a la vez que se trata de "lograr una paz duradera" y "que no se imponga ninguna limitación de formato o capacidad al ejército ucraniano". La manera más "segura" de lograr la paz es armando y respaldando a fondo a un ejército. Aquí está por lo demás la mezcla de mala voluntad e ignorancia, puesto que, si acaso se hiciera realidad este plan, hace rato que se sabe -y lo ha reiterado el presidente ruso, Vladimir Putin- que estos nuevos "voluntarios" (al parecer nunca faltan en Ucrania)- que se convertirán en blanco para Rusia. Ni siquiera se está negociando nada: se le ha dicho a Rusia que no podrá "condicionar" esta presencia de "voluntarios" (es "sí" o "sí"), porque se trata de "disuadirla", pero además, Macron considera que hay que presionar a Rusia con más sanciones para que "se siente a negociar", sin que se sepa qué, puesto que, de entrada, sobre los "voluntarios" se dice que no hay nada que negociar. Por lo visto, no se quiere notar que la Unión Europea (UE) y la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) no están negociando absolutamente nada, a diferencia del presidente estadounidense Donald J. Trump, chantajeado, sino buscando por enésima vez imponer y buscar hechos consumados, por lo demás siguiendo un guión de más de 30 años de existencia. Como es sabido, el psicópata o perverso narcisista ("perverso" en el sentido de "torcer" las cosas) tiene dificultades para entender, si no es que, como dicen algunos, "no entiende que no entiende", no dejando más alternativa que el límite por la fuerza, cuando, peor, cree que la paciencia del otro no es más que debilidad. El medio es el mensaje: si los "voluntarios" aducen que "la paz" se hace por la fuerza (para "disuadir", "dar seguridad", etcétera), no hay motivo para que, perdida la paciencia, el otro considere lo mismo, que "pacificar" Ucrania es, en buena lógica, desmilitarizarla y, por lo mismo, usar la fuerza contra cualquier pretensión de darle fuerza a Ucrania. El resto es para el espectador, si se trata de saber quién empezó: se dirá que Rusia en 2022, sin cuestionar qué hace la OTAN rodeando a Rusia desde 1997, cuando menos, es decir, desde mucho antes de 2022. Al menos que "los voluntarios" no conozcan lo que no sea el chantaje, implícito si el capital "extorsiona plusvalía", basándose en la necesidad de la fuerza de trabajo, que no tiene otra que venderse para ganarse la vida. Lo "natural", entonces, es aprovechar "la ocasión" ("la ocasión hace al ladrón"), desde luego la caída del bloque socialista, para chantajear a Rusia y buscar colocarla en la situación cuando menos de venderse, después de haberlo hecho tan bien en los años '90, si no "en necesidad". Hasta aquí la mala voluntad. La ignorancia parece estar en otro lado: como se cree y se repite que Rusia es poca cosa, sobre todo si los "voluntarios" se creen "superiores" (por "deducción" luego del fin de la Guerra Fría), se tiende a olvidar que, por sus dimensiones y su grado de adelanto, el "estado de necesidad" de Rusia no lo es tanto.

     Lo que está en juego es una creación del capitalismo naciente, en el siglo XVII, con los Tratados de Westfalia, el Estado-nación (que en Rusia es multinacional), puesto e tela de juicio por los "globalistas", y que está en dificultades un poco por doquier, a reserva de cómo sean interpretadas, porque no es asunto sencillo ni de reivindicar ninguna Estadolatría o el "Estado de Bienestar", contra las creencias "progres". Desde el punto de vista de lo que representa históricamente, Rusia es "reaccionaria", ya que no hay futuro en el Estado "porque sí" o para respaldar negocios. Este es otro debate. la UE está dañando gravemente a más de un Estado-nación miembro. En más de un lugar del "Sur global", el Estado no alcanzó a consolidarse, se ha debilitado desde los '80 o ha caído en situación "fallida", en particular en América Latina y África. En principio, el Estado debiera estar para "la administración de las cosas", y no más. Al mismo tiempo, el "globalismo" implica tal concentración de poderíos que complica la resolución de problemas a escala nacional, e incluso local, llevando a formas varias de descomposición. Entre "globalistas" y "nacionalistas", se trata de una diferencia "por arriba" que no tiene visos de solución.

     Por lo pronto, lo que tal vez logren los "voluntarios" sea escalar la tensión, si no es por lo demás lo que buscan, como parte del chantaje, porque es propio de la personalidad de la época no conocer de límites y, por lo mismo, crear situaciones límite, al grado de jugar a diario con "la guerra nuclear" o "la Tercera Mundial" no para suicidarse, sino para intimidar al otro, por lo demás culpándolo y convirtiéndolo para el espectador en "el malo". Dicho de otro modo, los "voluntarios", después de todo, buscan escalar, presentándose como "el bien", porque no se saben ninguna otra. No es posible anticipar demasiado, aunque hay que distinguir dos cosas: la razón y la justicia que están del lado del patriotismo ruso, y la notoria incapacidad de Rusia para entender hasta qué punto es el propio sistema escogido por Rusia el que, en la actualidad, tiene rasgos patológicos. No queda claro, por o pronto, si lo que están buscando los "voluntarios" no es un desastre a las puertas de Rusia (da click en el botón de reproducción).



        

viernes, 5 de septiembre de 2025

LA SECTA DE GEORGES GASTAUD

 El Polo de Renacimiento Comunista en Francia (PRCF) fue creado a principios de los años 2000, en gran medida a iniciativa del señor Georges Gastaud, frente al declive del Partido Comunista Francés (PCF). Hasta hoy, Gastaud ocupa en esa organización un lugar de primera importancia. Sostiene, entre otras cosas, dos "tesis": que el capitalismo es "exterminista", es decir, que pone en juego la sobrevivencia de la Humanidad; y que es "fascistizante", además de llevar a la guerra. Gastaud se basa en la idea de Marx de que el capitalismo "agota a la naturaleza y al Hombre", y el mismo señor repite lo mismo desde 1985, o sea, desde hace 40 años, sin moverse de un milímetro. Para alguien que se precia de conocer la dialéctica, como se privilegia "el combate", no hay más que una vaguedad ("el pueblo", "la clase obrera"...) contra otra vaguedad: el imperialismo en general, hegemonizado por Estados Unidos, y la "derecha". No hay "contradicciones en el seno del pueblo", como dijera algún líder chino, y tampoco en las clases dominantes, ni en la "derecha". A este ritmo, no es difícil caer en estereotipos y en cierta forma de "enfermedad infantil del comunismo", parafraseando a otro, bolchevique; es del mismo nivel que lo que suele estilarse en el hoy llamado "Sur global": el capitalismo es "malo", reivindicar el socialismo es "bueno" (para Gastaud es un vago "socialismo de nueva generación"), y no hay contradicciones tampoco en el socialismo, como difícilmente las hay en "el Sur". La dialéctica es así lo infantil de "lo bueno" y "lo malo", suficiente para creer que se tiene siempre la razón y que no tiene caso escuchar a nadie, menos si es de derecha. Gastaud se pone a lo "progre": "derecha" es "facho" (empezando por Marine Le Pen). La gracia es asegurarse el protagónico: no saber por qué Le Pen es "facha" o no, sino ponerse al "mírenme, soy antifacho".

         Por el estilo, si a un policía se le pasa la mano con un conductor argelino en situación no muy regular, es que aquél es "facho" (y los inmigrantes no pueden ser tocados, aunque a veces lleguen a delinquir o a no obedecer a la policía). Policía =facho es el CRS=SS de 1968. Todo policía lleva un nazi adentro, de la misma manera en que un Estado-represor-es-un-macho-violador. Suficiente para ir poniéndose a tono y, de ser posible, convertir mediante malabarismos al argelino en un George Floyd.

         Desde luego, hay que ir a colgarse de cualquier causa, y si es la de Palestina, Gastaud sale con que el futuro es un "Gaza planetario", además de que el alcalde de Tel Aviv dijo que el premier israelí, Benjamín Netanhayu, es un "teócrata fascista". Si hay represión en Corea del Sur, es "fascismo", aunque el represor se caiga a los pocos días. Si el presidente estadounidense Donald J. Trump pone dos submarinos nucleares en el Báltico, lo que por lo demás no es novedad, Gastaud se precipita a predecir la llegada del apocalipsis nuclear. Encima, le cree al primer ministro del presidente francés Emmanuel Macron que se prepara para un "conflicto de alta intensidad": Gastaud ve en el blofeo de Trump en Irán "la chispa que puede incendiar la pradera" (de Medio Oriente y más allá), y con tal de "exhibirse" como antiimperialista, está -como Macron, por cierto- listo a saltar en defensa del proletariado de Groenlandia (a través de los comunistas daneses) o para oponerse a la "colonización" de Panamá, al unísono con los medios de comunicación masiva "globalistas".  También es insultante que Trump hable de Canadá como lo que tiende a ser.

     Entretanto, al "izquierdismo" sesentaiochero se suma la repetición del "socialismo o morir" de la "pequeña Cuba", para dejar entrever que el lema es el que debe entender la Humanidad, y que equivale a "soy yo, o el diluvio". Curiosamente, lo mismo que lo mediático: "es capitalismo o terror y millones de muertos", para acabar en "helado de Vainilla o Corea del Norte". Así se orilla al PRCF a estarse a la alabanza del "Che", otra moda de los sesenta, como de "Fidel" y hasta de Hugo Chávez. Lo único que falta es una peña folclórica. Y lo de siempre: "lo bueno de ésto es lo malo que se está poniendo".

      "Gaza planetario", "Socialismo o morir" (¿es chantaje, como acostumbra el capital?), "exterminio" (Gaza es un campo de exterminio), exterminismo y "policías fachos", junto a extrañas reivindicaciones de Francia: Jean-Paul Sartre (68 + tercermundismo), a reserva de la cercanía poco mencionada de Sartre con el nazi Martin Heidegger: el antiguo secretario general del PCF, Georges Marchais, quien para su mala fortuna colaboró con el nazismo y trabajó como voluntario -no como deportado ni prisionero de guerra- en el suelo del Tercer Reich, suficiente para no andarse mostrando mucho, o el trasnochado Jean-Ferrat, todos al unísono con "no me confundan: no soy estalinista", así sea contra las directrices del PRCF, en el sentido de no criminalizar el socialismo. Cero sobre la discusión necesaria sobre el "combate" y la "política": se reduce a un asunto de poder con mucho centralismo, poca democracia y, finalmente, en la "inmolación" de secta de quienes actúan de buena voluntad, mientras no se aprende nada: la dominación empieza por casa y, como se trata de "combate", se pide obediencia y se fomenta el temor ya no se diga al desacuerdo, sino al matiz. De valores, no se habla: la "unidad para el combate" es suficiente para que desacuerdo sea desobediencia y para hacer que, fuera de lo mediático, se eviten "temas", como se dice coloquialmente en México, para rehuir el "tema" en vez de encontrarle solución. Por cuenta familiar, es formación religiosa y de "combate", para una "revolución" que no parece estar a la vuelta de la esquina.

      Por si alguien se cree que es propio de un trasnochado, no es más que el ánimo de, como se dice, "no soltar el micrófono", "no salirse de los reflectores" y tener no militantes, sino fans extasiados por la grandilocuencia machacona, siendo por lo demás algo conocidos los hombres franceses por su tendencia a la vanidad. Que el "querido líder" pase el tiempo equivocándose como meteorológico no importa, sino el lance de "profeta"; con el inconveniente, a fuerza de escatología sobre "realidades últimas", de que, en caso de fin del mundo, no es seguro que Gastaud sobreviva para exhibirse como émulo de Jean Jaurés con un "ya ven, se los dije". Por decadente que esté, el "capitalismo malo" y de caricatura sólo sirve de coartada para hacer pasar arcaísmos, como el conocido de servirse de la "causa" para, en este caso y sin mucho engaño, satisfacer una vanidad (no es la única en el PRCF) y hacer pasar la hipocresía: es que, si "la causa es grande", qué se dirá de quien la encabeza. El comunismo como nicho de mercado. !Puf! El CEO del PRCF, satisfecho de su éxito y de un discurso sin la menor fisura. O: la vida en rosa, a star is born (da click en el botón de reproducción).



LA FAUNA, O DE CÓMO SOBREVIVIR A LOS AMIGOS

En el pasado, "trascender" era con frecuencia, en América Latina, cubrirse de gloria y asegurarse la inmortalidad, guerra y religión a la vez. Pero la inmortalidad se compra en lo que se conoce como "simonía", la "compra de lo espiritual", de tal modo que, más allá de cualquier logro, se obtiene la indulgencia de un círculo de "amistades". Son cosas que, con todo, el tiempo va dejando atrás. Nadie puede asegurarse un lugar en la inmortalidad, porque lo decide el tiempo. Alguna vez, Jesús Silva Herzog Márquez decía que autodenominarse "Cuarta Transformación" es un error, porque es anticiparse, justamente, a lo que sólo decide el tiempo, como saber si se "hace historia" o no. El problema de la "compra de lo espiritual" es que se trata de corrupción: para quienes lo hacen, la ventaja es asegurarse poder en el mundo terrenal, y desde este poder, dispensar favores y/o influencias, creando una clientela y aventajando en impunidad, gracias a la sacralización. Para ejemplo, el de quienes, refiriéndose a un universitario, decían "Bolívar" con la suficiente ambiguedad para que pareciera que se trataba "también de Bolívar", fenómeno parecido al del otro "Bolívar".

          El fenómeno descrito hace por lo demás que se pueda ser injusto impunemente, por un tiempo al menos, con la omisión del mérito en el trabajo, para quien no participe de la "compra de la espiritualidad". Quien fallezca no estará para ver si pasó o no a la inmortalidad. Y no es que deban faltar valores trascendentes, pero para orientar la conducta en la Tierra, no para la "compra" incierta descrita, salvo en lo que, al parecer asunto sagrado, asegura impunidad e instala tabúes: lo que se puede o no decir. En este sentido, para quien es considerado "inmortal", la clientela hace que "todo valga", incluso después de la muerte (para ver si a otros se les "pega", es decir, para ver si la eternidad es contagiosa). Ocupar dos cargos que muchos otros han ocupado se torna "trascendente", aunque ni sea relevante. ¿Alguien sabe qué es ser jefe de una División de Estudios Profesionales? Muchos lo son y no "pasan a la Historia" por ello, como tampoco por presidir la Asociación Latinoamericana de Sociología (ALAS). Francamente: ¿y qué? En el segundo caso, también lo hacen otros sin vanagloriarse, que es la palabra adecuada. Al mismo título, no importa tampoco "la unidad familiar" en el espacio público, porque aquélla es asunto privado, no parte de Curriculum Vitae. Pero tampoco falta el de origen francés que ponga en su CV con qué historiadora mexicana está casado. ¿Eso también se evalúa?

        Es por lo dicho que en algunas biografías se considera innecesario mencionar, por ejemplo, que alguien era miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), ni sé qué lugar en el SNII (hoy Sistema Nacional de Investigadores e Investigadoras), o, si se trata de puestos, DOS VECES coordinadora de un posgrado, una con José G. Moreno de Alba (1982-1986) y otra con Gonzalo Celorio, 1999-2001 (para más señas, incluso de fabricaciones de gente de filosofía y filosofía analítica ). Se trata de títulos, de servicio (hoy hasta se podría decir "retribución social"), y no hay nada de "trascendente", ni siquiera en términos de "nombre". Es un servicio público y, de preferencia, se cumple como tal, y lo mejor posible, porque la trascendencia puede estar en lo bueno, lo útil y lo justo en este mundo, y sin tanto aspaviento, aunque, siguiendo a Maquiavelo, a veces haya que golpear para hacer respetar, porque el bien y el mal se hacen bien. No se hace mal el bien ni el mal.

          El problema empieza cuando se evalúa tal o cual desempeño en un cargo no en función de lo enumerado, sino de la clientela servida o no, y el latinoamericanismo de la universidad pública, salvo muy contadas excepciones, hace lo siguiente: considera el cargo importante si es para obtener privilegios (como el de no dar la debidas clases y pedir la vista gorda en nombre de la amistad, tipo Suzy Castor o Raquel Sosa Elízaga, para quienes sí, la "amistad" es indulgencia e impunidad, a costa de la universidad pública), o como el de chantajear de parte de quien, como principal logro (vaya), tiene el de ser "esposa de" (para lo que se tiene que aguantar un marido infiel). Dicho de otra manera, ya no es amistad, aunque se la invoque, al menos en algunos casos, sino complicidad. La mafia del latinoamericanismo. Si quien está en el cargo no se presta, entonces pasa a ser objeto de vendetta, para lo que se recurre a dañar, fabricando culpables: ¿universitarios? "Le siembran" a quien "no le entra" cualquier cosa para el aniquilamiento moral, y en medio de lo que se conoce como "silencio cómplice". Resulta que pedirle a Sosa Elízaga que dé sus clases es "personal", no institucional (un puro fenómeno de inversión/proyección). Castor, a la larga, "saca la renta" -a través de la utilización de su hija en CLACSO (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales)- del difunto, Gérard Pierre-Charles (efectivamente, "ya no está para defenderse"), para hacer del marido también infiel un ejemplo de "congruencia en todos los aspectos de la vida" (según la hija no muy al tanto de las aventuras del padre con las alumnas). Es parte de la vida tener defectos. Lo es menos DESHUMANIZAR creando mitos PARA VENTAJA PERSONAL, pero además castigando la conducta más humana de no prestarse a EXTORSIONES y no mitificar (las aventuras de Pierre-Charles con los "votos aprobatorios" hasta podrían quedar, simplemente, en una anécdota amena). Lo que no es ameno es el hábito de ser aprovechado y de ignorar o golpear cuando no hay provecho personal. Es muy poco trascendente, como andar por la vida sacando "información" a unos y otros para moverse no en función de algún conocimiento, sino de puras presunciones, incluso cuando se pretende ser una amistad. No acabaría uno de contar lo que no es chisme, sino descripción del tipo social de la clientela, que muy desafortunadamente, la hace pasar por "cultura" ("lo nuestro"). Ya se ha dicho: no importa qué tú sabes, sino quien tú sabes, transmitido a generaciones intermedias zalameras.

        Eso sí, para quien hable a espaldas de uno: sé cosas terribles sobre mi que podrían interesar.



SI TIENEN TELE, AHÍ SE VEN

 La Ciudad de México se lo traga todo, en las patologías de la imposición y la sumisión. O casi, habida cuenta de las notorias mejoras en lo...