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viernes, 4 de abril de 2025

REQUETEBIÉN

 Es un hecho que el presidente estadounidense Donald J. Trump llegó a intentar detener la guerra entre Rusia y Ucrania. A grandes rasgos, el mandatario ruso, Vladimir Putin, aceptó calmar las cosas y entablar negociaciones. En éso, algunos países europeos decidieron oponerse a Trump y embarcar al "presidente" de Ucrania, Volodimir Zelenski. De manera muy concreta, se trata de la gente que es "globalista" y "financierizada", como el presidente francés, Emmanuel Macron, alguien que llegó a donde está con un fuerte apoyo mediático, trampas del aparato de Justicia -contra Francois Fillon- y el empujón de los Rothschild. Fillon es de tradición gaullista, centro-derecha. Fillon ha seguido oponiéndose a algunos planes de Macron, como la "defensa europea" o la "disuasión nuclear europea" bajo paraguas francés. Al poco rato, Macron ganó al saber más de "economía" que su contrincante, Marine Le Pen, a quien ahora también acaba de caerle encima el aparato de Justicia. El asunto podría caer también sobre la agrupación de centro-izquierda LFI (La Francia Insumisa). La posibilidad es de que se repita la creencia de que Macron es algo así como el "centro" al que en algunas cosas apoya el PS (Partido Socialista): Le Pen sería "la extrema derecha" y sabrá Dios quién "la extrema izquierda", para seguir en lo mismo.

       Fue al actual primer ministro Keir Starmer, del Reino Unido, que se le ocurrió, junto a Macron, crear una llamada "coalición de los dispuestos"" (coalition of the willing) para enviar a Ucrania una "fuerza de paz" multinacional. Starmer es laborista, por lo que también aparece hacia el "centro", después de desplazar al líder laborista Jeremy Corbyn, por lo demás amigo del hoy ex presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador. Junto con algunos más y con Zelenski, que para el caso, sin adjetivar, es un dictador (terminó ya su mandato y está ahí por vigencia de la ley marcial), que impone así algo que tal vez ni gran parte de la población ucraniana quiere, Francia y el Reino Unido, a la par con la alemana Ursula von Der Leyen, están buscando repetir el "caos controlado en Ucrania", para instalarse con motivos libertarios: la paz, contra el "imperialismo ruso", y por la "soberanía nacional", sin que les importe nada de lo enumerado en lo más mínimo. Se trata de un artificio, en nombre de "Europa", para repetir el guión de siempre con la "fuerza de paz", a tal punto que "coalición de los dispuestos", como dice Starmer, no es sino el nombre que utilizó George W. Bush para arrastrar a 30 países en 2003 contra Irak. Son exactamente las mismas palabras. Y la idea es la misma: cada vez que se pueda, ir a plantarse lo más cerca posible de Rusia, ya nombrada como la "amenaza favorita" por los "dispuestos". Trump no propuso nada semejante: se trata de ver la posibilidad de ponerlo ante el hecho consumado, de permitir el rearme de Ucrania (en lo que están varios países europeos), y nótese que, aunque sea en nombre de "la paz", de ir a meter una tropa multinacional en suelo ucraniano. Lo de la "fuerza multinacional" se repite desde Irak en 1991, y la oferta, que es en realidad un chantaje, es para Trump, mientras la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) sigue concentrando en número fuerzas en las fronteras de Rusia. No queda claro si están contempladas provocaciones convencionales, pero Zelenski ya las ha hecho en territorio ruso, con drones o incursiones de hombres en Kursk, por ejemplo. Falta por saber si algunos, entre las potencias occidentales, han entendido, entre soberbia e ignorancia, el mensaje ruso: si se trata de seguir  en lo mismo -que es lo que parece- para llegar a poner en tela de juicio la existencia de Rusia como Estado soberano, Rusia se reserva el derecho de asestar un primer golpe nuclear. Puede que algunos no estén al tanto de la superioridad nuclear e hipersónica rusa, o que otros crean, por ser supuesta "mayoría", que "Rusia no se atreverá", porque no querrá recibir lo que Mark Rutte, secretario general de la OTAN, acaba de llamar desde Polonia "una respuesta devastadora". El problema no entendido es que el golpe ruso puede ser lo suficientemente devastador para que se entienda de límites, o para que si alguien quiere responder el asunto se termine con el fin de todo y de todos. No es cosa de "Europa", sino de los "globalistas" que llevan más de treinta años en la apuesta del presidente William Clinton o de halcones como Zbigniew Brzezinski: destruir a Rusia o colocarla en la situación de que "haga implosión"".

       Los "globalistas" son quienes creen que no hay interior de nada, salvo como obstáculo, y que todo debe mandarse al exterior. En este sentido, no creen en la nación, aunque sí en el Estado siempre y cuando sea para beneficiarse de él: como dice Rutte, menos gasto social y más para armas, para ver donde garantizar mercados. La idea es que "el nacionalismo es malo", siendo que se lo confunde con el patriotismo. La horda mediática "globalista" ha decidido declararle la guerra a Trump sin ningún argumento sobre aranceles o libre comercio. Simplemente, los medios de comunicación se han llenado de gente que opina de aranceles. Los "globalistas", los campeones del nearshoring, los que no pueden ni concebir que una nación se sostenga por sí misma, los adalides de los "emergentes" (que significan abrir mercados de recursos naturales, mano de obra y consumidores al extranjero), etcétera, ahora están en una aparente "recuperación de la vista": están contra "el imperio de Trump", los "tiempos difíciles"", y tal vez contra una escasa posibilidad de que dos designados como "imperialistas" acuerden lo suficiente para garantizar que un error de cálculo no desate un problema mayúsculo. Por lo demás, no es asunto de apuestas, y ni siquiera de creer mucho en Trump, sino de reconocer quién está haciendo qué y con qué propósito: en el caso de Ucrania, hasta ahora y hasta nuevo aviso, quién le quiere parar y quién finge quererlo para no pararle y creerse que el mundo de los últimos treinta años es el eterno. Con el agravante de que es el "globalismo" el que cree estar "haciendo el cambio", contra esas cosas antiguas como "el nacionalismo". Otro fraude: son los "globalistas" estadounidenses los que creen que su nación es excepcional e indispensable, como tal vez lo crean en una megalomanía a toro pasado Macron o Starmer. Global es "multinacional" de unos cuántos y "transnacional", a costa de lo "internacional" sin distinciones de "tamaño" ni excesos de geopolítica de casino o de creencia de que, como dice el analista Alfredo Jalife-Rahme, lo que está en juego es Pacquiao contra el Canelo. (da click en el botón de reproducción).



NO HAY DE OTRA

 A reserva de lo que agregue la Inteligencia Artificial, la Web fácilmente se llena de falsedades que responden al hecho de que las noticias...