En algún momento de los años '90, en su acelerada rusofobia el estratega "demócrata" estadounidense Zbigniew Brzezinski tuvo la esperanza de que la población china "colonizara" el oriente ruso. Está escrito en un libro, el estadounidense-polaco esperaba que la Federación Rusa se partiera en tres. Hay problemas de subpoblación en el Extremo Oriente ruso, pero Moscú busca remediarlos: en cuanto a los chinos, que al norte de su país son ya sea profesionistas o trabajadores temporales, su número en Rusia se eleva a cerca de medio millón, probablemente (contando los ilegales), aunque la cifra oficial en 2007 no excedía los 320 mil habitantes (en la región extremo-oriental rusa viven cinco millones de rusos).
Hay quien le apostó a China como potencia de "remplazo" frente a Estados Unidos, pero la prensa -de ésa que difunde los chismes de Julian Assange- no ve las cosas así: "China es ya, indiscutiblemente, un sostén del sueño americano". Las democracias antiguas dividían a las personas en dos, ciudadanos y no ciudadanos, es decir, esclavos, y en algún momento la ya fallecida escritora mexicana Elena Garro se preguntó por la ubicación de los esclavos de hoy. ¿No será China? El alucinante sueño americano se sostiene gracias a un país -otro gigante chatarra- que regala su mano de obra, la trata con despotismo muy oriental, tiene a unos 700 millones de campesinos en extrema pobreza, las ciudades más contaminadas del mundo, problemas de tráfico que duran días en vez de horas, unos 40 millones de desempleados vagando en las ciudades costeras, asuntos por el estilo. ¿Le preocupa lo anterior a Occidente? No, Occidente cree nada más en cierto tipo de derechos humanos -los del Nobel Liu Xaobo- y no en el derecho de las multitudes chinas a ser tratadas de modo menos "oriental" y a no vivir en la miseria y en pocilgas, condiciones no muy alejadas de los obreros ingleses durante la primera revolución industrial.
De todos modos, en visita reciente a Estados Unidos, el presidente chino Hu Jintao se comprometió a hacer más por los derechos humanos y la democracia. Además, se comprometió a crear unos 350 mil empleos en Estados Unidos, invirtiendo en esta potencia, y hasta parece que Hu se había leído un discurso de Anders Fogh Rasmussen, el secretario de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, ya que aseguró que se afianzará "el imperio de la ley". ¿Obama? Tiene las cosas claras: "el avance de China es bueno para EU y para el mundo". ¿Se podría decir de otro modo? La explotación es un bálsamo para la ganancia (por ejemplo). China sigue prestándole de lo lindo a EU (es el segundo prestamista después de Japón). En fin, los esclavos de hoy no quieren que se les caiga el mercado que les permite por lo menos gozar de una tasa de arroz, y en cuanto a los cerca de 300 millones de chinos que viven bien, seguramente no quieren oir de maoísmo (tampoco saben de ésto los intelectuales que detectan totalitarismo por doquier y no tienen idea de los desastres que provocó Mao Zedong luego de romper con la Unión Soviética). Más les debe interesar a los ricos de China cómo pasar del consumismo primitivo al consumismo científico.
Es de esperar, como lo espera una antigua reina de belleza venezolana, que no haya conflicto entre las Chinas, la del norte y la del sur. Y que, junto con no emigrar demasiado a Rusia, los chinos dejen de contaminar a lo loco los ríos fronterizos con el territorio ruso. Aunque los teóricos lo busquen, lo que hace China "no tiene nombre".
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sábado, 22 de enero de 2011
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