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viernes, 8 de abril de 2011

YA TENGO MI AEROPLANO

Por fortuna, la ayuda humanitaria ha comenzado a llegar a las zonas rebeldes de Libia. Hace algunos días, al ver volar un avión de la Coalición, un rebelde en Marsa el Brega no pudo contener la algarabía y lanzó disparos al aire. El avión pensó que el asunto era contra él: el rebelde feliz, una ambulancia que iba por el rumbo, el chofer de la misma, tres enfermeros y alguna gente más quedaron humanitariamente reducidos al estatuto de "cráteres de bombas". Lo que la Coalición no explicó es cómo pudo haberse confundido una ambulancia con fuerzas de Kadafi.
En Irak también los occidentales se han destacado por la ayuda humanitaria. Ahora se sabe, gracias a un vídeo tomado en 2007, que durante la guerra un helicóptero militar estadounidense Apache, al ver a un grupo de civiles iraquíes en tierra, solicitó en reiteradas ocasiones autorización "to engage", es decir, para dar ayuda humanitaria, que bajo la forma de ráfagas mortales mandó al otro mundo a una docena de personas, incluyendo dos periodistas de Reuters. Nadie estaba atacando al helicóptero Apache, ni había combates en tierra, ni desafío de los civiles. Tal pareciera que los del helicóptero creyeron que era vídeo-juego: en el audio se nota cómo hasta ríen. Cazar civiles desarmados e indefensos desde un helicóptero y al grito de "crazyhorse" debe ser una sensación de omnipotencia digna de una raza de señores, algo inolvidable.
Durante la guerra de 1999 en Yugoslavia, se lucieron. Por ejemplo, luego de bombardear la embajada china en Belgrado, la Organización del Tratado del Atlántico Norte, la OTAN, se disculpó. Es poco probable que China hubiera estado pidiendo ayuda humanitaria. La OTAN arguyó que tenía "planos viejos de la ciudad", sin indicar el siglo. No precisó tampoco si los planos se los dió la agencia china Xinhua o si confundieron la embajada con una cafetería donde el ejército yugoslavo estuviera cantando y leyendo poesía. En Kosovo, la OTAN tuvo la humanitaria gentileza de bombardear caravanas de fugitivos civiles, trenes y un puente, escogido -también muy humanitariamente- un día de mercado, por ende muy transitado. En Belgrado, tal parece que confundieron los susurros de agonía de unos ancianos con fuego antiaéreo, así que bombardearon un geriátrico y luego un hospital en el barrio de Dedinje. Muchos de estos ataques fueron hechos con bombas láser que muy difícilmente se equivocan, por lo que cabe preguntarse si el estado mental de los pilotos es igual al de quienes los envían: es decir, psicóticos y ajenos a la mínima lógica.
En Afganistán, en la provincia de Nangarhar, fronteriza con Pakistán, la ayuda humanitaria de los "aliados" llevó a que, por el tipo de munición empleada, al poco tiempo se encontrara en la población niveles de contaminación por uranio inusuales. Los síntomas entre cientos de afganos resultaron similares a los de ex combatientes del Golfo que inhalaron polvo de uranio. La radioactividad tarda miles de años en dispersarse. La verdad, hasta el presidente afgano Hamid Karzai está harto y pidió a la OTAN que "deje de matar civiles".
En Panamá, para que quedara claro, a un soldado hecho prisionero le dijeron los soldados estadounidenses que se fuera, y corriendo. Cuando el panameño se iba, un estadounidense le metió muy humanitariamente un tiro en la espalda, matándolo, delante de cámaras que filmaron y transmitieron las imágenes en Panamá para que estuviera claro qué tipo de ayuda ofrecen estos "señores", que venden seguridad y protección (!qué bueno!). Por lo demás, la ayuda humanitaria suele ser brindada desde el aire, nunca en tierra (no vaya a pasar lo que en Somalia), con gran ventaja tecnológica y la peor de las cobardías.
Como a las 12 del día, el canciller ruso seguramente se levantará y le preguntará a su criado Zajar, luego del desayuno, si sabe algo de los cascos azules en Costa de Marfil: ¿quién los invitó? ¿El dueño del restaurante Le casque bleu, querido Zajar?
Que pasen un bonito imperialismo.

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