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martes, 29 de noviembre de 2011

¿QUIEN SE HA LLEVADO TU QUESO?

La reactivación de una supuesta "amenaza nuclear" iraní puede ser apenas un pretexto. En un informe reciente de la Agencia Internacional para la Energía Atómica (AIEA), el japonés Yukiya Amano dió a entender que esa amenaza existe, pero no aportó pruebas, ni mucho menos novedades, al basarse nada más en datos del espionaje occidental de 2009. El 29 de octubre, antes de "informar" sobre esta "amenaza", Amano fue a la Casa Blanca a que le dictara qué hacer un consejero de Seguridad Nacional del presidente estadounidense Barack Obama. La AIEA perdió así credibilidad, sirviendo, como se ha vuelto de lo más común en organismos internacionales, a intereses particulares. Wikileaks había denunciado que Amano es persona al servicio de Estados Unidos, y tan pronto como dió a conocer el informe, Rusia alegó que está distorsionado con fines políticos y no aporta nada nuevo.
"Hasta un idiota se da cuenta de que es contra Rusia", dijo hace poco Guennadi Ziugánov, líder comunista ruso, refiriéndose al escudo antimisiles occidental. El problema es que un idiota o ciertos animales todavía son capaces de entender cosas o de hacer gestos que un humano occidental ni entiende, ni hace, porque no sabe qué significa ser humano y es tratado como infrahumano. Al occidental promedio, siempre muy indignado, no le importa en lo más mínimo que se gasten sus impuestos en una carrera armamentista delirante. Cuando, luego de asesinado el líder libio Kadafi, Obama advirtió a todos los que "gobiernan con puño de hierro" que se cuidaran, empezó a ser claro. Tan claro que el ex candidato republicano estadounidense, John McCain, dijo que el primer ministro ruso Vladimir Putin seguramente estaba "nervioso" luego de lo ocurrido con Kadafi. McCain no es idiota, simplemente bruto: dijo sin tapujos lo que otros traen en mente. Obama se hace el idiota. En cuanto al secretario general de la Organización para el Tratado del Atlántico Norte (OTAN), el gran danés Anders Fogh Rasmussen, si Rusia se defiende, considera que la "amenaza" es lamentable y una "vuelta al pasado". Otro idiota: no hay vuelta al pasado si Rusia se arma, porque la carrera armamentista era con la Unión Soviética, no con Rusia. Y, por lo demás, pareciera que el gran danés prefiere el riesgo de una buena guerra en el futuro a lo que, en el pasado, era aunque fuera una mala paz, porque Estados Unidos y la Unión Soviética habían llegado en algún momento a la paridad estratégica. Como se trata de ofertas navideñas, Fogh Rasmussen dice dos idioteces al precio de una, tomándole el pelo a los occidentales, no a los rusos.
Las cosas claras: la guerra puede evitarse, y de ningún modo se trata de que haya un "fuego purificador" que traiga de vuelta a la Unión Soviética o lleve a la Humanidad al socialismo. En este sentido, no es asunto de profetas en La Habana ni del apocalipsis que viene, sino de prevenir, para lamentar lo menos posible, así se quede el mundo sin profetas que por lo demás, no se necesitan. Ni "fuego purificador", ni agoreros del desastre: lo ideal sería disuadir a Occidente de meterse en camisa de once varas, aunque no le quede mal.
En claro y en resumen: para 2015-2017, muy pronto, el escudo antimisiles estadounidense pretende interceptar y abatir parte de los misiles intercontinentales rusos en trayectoria hacia Estados Unidos. Es un escudo que se acompaña de una espada, puesto que el "potencial agresor", suponiendo que lo sea, se quedaría sin defensa si es a su vez agredido desde Occidente. Es decir, es un escudo y una espada que pende sobre la única potencia con un arsenal militar capaz de impedir el monopolio estadounidense de las armas en el mundo. Se trata -viejo proyecto, desde Reagan- de destruir la paridad estratégica.
Ya hay una primera respuesta rusa. Hace unos pocos días, el huésped del Kremlin, Dmitri Medvedev, puso en servicio en Kalingrado -cerca de las fronteras de Polonia y Lituania- el radar de alerta temprana Voronezh-DM, que le permite a Rusia el control de toda Europa. Medvedev advirtió que Rusia tiene misiles estratégicos capaces de vulnerar el escudo antimisiles europeo. En Kaliningrado podrían instalarse misiles tácticos Iskander de hasta 2 mil kilómetros de alcance, con cargas convencionales, pero también con ojivas nucleares. Digamos que no es muy atractivo para la vendida Europa.
Rusia puede incrementar para el año 2015 la producción de misiles balísticos de emplazamiento móvil (en camiones) de combustible sólido y ojivas múltiples hipersónicas, tipo Topol-M o Yars, que son imbatibles para el escudo antimisiles. El RS-24 Yars es un nuevo misil balístico intercontinental que podría tocar territorio estadounidense.
Como los occidentales para haber colmado el vaso metiéndose en el Artico, el Mar del Norte, el de Barents y el Báltico, realmente muy lejos de Teherán, los rusos buscan emplazar misiles Bulavá en submarinos 955 de clase Borei, que pueden llevar ojivas múltiples y atacar desde el hielo ártico, sin ser detectados a tiempo.
Algunos jefes militares rusos no se andan por las ramas: desde el general Nikolai Makarov hasta el Dr. Serguei Kurginian, la hipótesis de un conflicto nuclear no se descarta. La OTAN ha sido designada como "enemigo sistémico" de la capacidad de Rusia para defenderse. No se trata, sin embargo, de un conflicto inevitable, en el cual Estados Unidos cree haber ganado de antemano y Rusia, supuestamente, ofrecería una respuesta asimétrica a pedido, sea para llevar, a domicilio o para degustar atómicamente "in situ".
El tiempo está corriendo rápido y no es la inexistente "opinión pública" occidental que va a detener nada. El asunto está en que Estados Unidos se está metiendo a la par en un asunto armamentista en el cual puede verse disuadido de agredir, y en una crisis económica de extrema gravedad, que vuelve en verdad indignante -muy indignante- que se gaste el dinero del rey contribuyente en una escalada bélica. A diferencia de Ziugánov, hay que apostarle a que el idiota se de cuenta de que, si agrede, puede quedar convertido en queso Gruyere. Más difícil es tratar con los psicóticos que, multiplicándose como están haciéndolo en Occidente, no saben donde está ninguna realidad, ni la suya ni la del otro, y pueden desencadenar lo que sea con tal de no salir de un estado de alucinación crónico, del tipo "soy el number one" de aquí a la eternidad. Un error así llevaría a los occidentales a entender, tal vez, que ser "superiores" no significa estar cuerdos. Sería preferible, aunque sea también doloroso, que la crisis y la disuasión rusa lleven a Occidente de vuelta al raciocinio, o sentido común, como se prefiera.

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