En el más reciente Foro de Davós, no faltaron líderes "globales" que confesaran que las cosas en la economía internacional no van muy bien que digamos.
El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, tuvo la gentileza de anunciar que "el mundo no volverá a ser lo que fue". El Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, consideró que los líderes europeos no tienen ni idea de cómo sacar del atolladero a la eurozona. Entretanto, Naciones Unidas anunció que el mundo está al borde de una nueva "recesión".
El asunto es que estos discursos, de apariencia muy franca, rayan en el cinismo: no hay quien se atreva a formular una alternativa. Dicho de otro modo: lo que se dice en Davós es el equivalente de un sonoro "púdranse" para quienes, por lo demás, no se beneficiaron del saqueo previo y no tienen privilegios por conservar. Nadie ha corrido a buscar alternativas. Tampoco es seguro que los privilegiados piensen buscarlas. El cinismo lo es porque se trata de una nueva forma de anunciar "ajustes" en nombre de un "todos" que no existe.
Como nadie habla de socialismo ni nada que se le parezca, y ni siquiera de una reforma auténtica del capitalismo, ya que éste no tiene quién lo empuje en serio a reformarse, sacando lo mejor de sí, no se trata de construir. Como ocurre desde hace ya algún tiempo, de lo que se trata es de destruir cualquier diferencia real, cualquier asomo de alternativa y cualquier asomo de cambio que pudiera afectar los intereses creados, que medran en el caos. En vez de reformar el sistema monetario internacional, de cuestionar el lugar de Estados Unidos, país en decadencia, de modificar el funcionamiento de instituciones internacionales que no son tales o de permitir liderazgos morales nuevos...¿no sería mejor ir a seguir molestando a Siria, por ejemplo, o tal vez incluso a Irán? Lo que la "franqueza" de la gente de Davós quiere decir es: "las cosas empeorarán y, lo que somos nosotros, no pensamos mover ni un deudo, ni una neurona, ni se diga renunciar a nuestros privilegios".
Algunos países "emergentes", fabricados como tales por organismos internacionales, ya entendieron de qué se trata y piensan seguir el ejemplo que les pusieron: medrar en medio de la desgracia, buscando mantener a flote a los privilegiados (China a Estados Unidos, Brasil a su pléyade de ricos) y haciendo participar a un buen número de ambiciosos en el reparto del botín y los despojos. Lo que en el reino animal se llama "zopilote" o "buitre", en el de los humanos se llama "potencia emergente": ¿qué tal si hacemos como los grandes intereses financieros, es decir, si lucramos con la quiebra del mundo?
Así que la secretaria estadounidense de Estado, Hillary Clinton, concluyó de la reunión de Davós que Naciones Unidas debe tomar !ya! cartas en el asunto: ¿de la crisis? Sí, en Siria, cuyo régimen hay que condenar por el modo en que trata a los suyos.
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martes, 31 de enero de 2012
martes, 24 de enero de 2012
LOCA CON SU TIGRE: !LOCA, LOCA, LOCA!
Turquía ya echó a andar un radar de alerta temprana, como parte del sistema antimisiles estadounidense. El radar turco ni siquiera es controlado por los turcos: es manejado por estadounidenses y controlado desde Alemania, lo que hace pensar que la información recabada nada tiene que ver con intereses de Turquía. Los datos que obtiene el radar se envían a puestos de comando en Estados Unidos y a buques equipados con sistemas AEGIS.
A principios de enero, el ministro turco de Relaciones Exteriores, Ahmet Davutoglu, declaró, según lo recogió la agencia iraní Mehr, que el radar no es una amenaza contra Irán, ni contra nadie. El turco agregó que la Organización para el Tratado del Atlántico Norte, la OTAN, ni siquiera ha estipulado que Irán sea una amenaza. Como nadie ha amenazado con atacar a Turquía, es un tanto extraño que Davutoglu diga que el radar tiene fines puramente defensivos. Así las cosas, este radar no es para defenderse de nadie, ni para atacar a nadie: se creó por algo así como pura diversión, por ociosidad y para jugar un rato. Después de todo, según la nueva doctrina de Barack Obama, presidente estadounidense, la amenaza del futuro está en la región Asia-Pacífico. El radar turco, obviamente muy lejos de China, no tiene nada que ver con nada.
Los estadounidenses parecieran no estar mejor, puesto que, luego de designar como peligro la región Asia-Pacífico, y luego de una supuesta derrota en Irak, ponen un radar en Turquía. Según Pravda.ru, sitio ruso de prensa, el radar es en realidad un asunto a tres bandas, para vigilar a Siria, Irán y Rusia.
Los rusos han considerado responder: por ejemplo, colocando sistemas Iskander, en Kaliningrado (Rusia) o Belarus. Sin embargo, el escudo antimisiles en Polonia tampoco está dirigido contra nadie. Según el secretario general de la OTAN, el querido líder danés Anders Fogh Rasmussen, los rusos están locos, ya que las medidas anunciadas por el Kremlin están destinadas a un "enemigo imaginario". Es más, según el danés, "Rusia está malgastando recursos financieros porque el refuerzo ofensivo va dirigido contra un enemigo imaginario". Los occidentales tienen radares en Turquía y sistemas Patriots en Polonia porque en algo hay que entretenerse. Y los rusos, a su vez, se entretienen fabricando enemigos imaginarios. Es de suponer que Occidente no se gasta el dinero del contribuyente en enemigos imaginarios en Turquía y Polonia.
En resumen: o bien se cree uno que todos los políticos del mundo están gastándose el dinero para satisfacer una imaginación febril; o bien, entre estos políticos, los hay medianamente responsables y otros completamente perversos, es decir, dedicados a darle la vuelta a los conflictos sin nombrarlos nunca explícitamente. Porque hay agravantes: nadie está amenazando al potencial agresor, o dicho de otra manera, nadie amenaza a Europa ni mucho menos a Estados Unidos, como para ponerse a regar sistemas antimisiles por Europa y Oriente Medio. Ni Irán, ni Siria ni Rusia han dicho una sola palabra ni tomado una sola medida que ponga en peligro la hipocresía turca, por decir algo.
A principios de enero, el ministro turco de Relaciones Exteriores, Ahmet Davutoglu, declaró, según lo recogió la agencia iraní Mehr, que el radar no es una amenaza contra Irán, ni contra nadie. El turco agregó que la Organización para el Tratado del Atlántico Norte, la OTAN, ni siquiera ha estipulado que Irán sea una amenaza. Como nadie ha amenazado con atacar a Turquía, es un tanto extraño que Davutoglu diga que el radar tiene fines puramente defensivos. Así las cosas, este radar no es para defenderse de nadie, ni para atacar a nadie: se creó por algo así como pura diversión, por ociosidad y para jugar un rato. Después de todo, según la nueva doctrina de Barack Obama, presidente estadounidense, la amenaza del futuro está en la región Asia-Pacífico. El radar turco, obviamente muy lejos de China, no tiene nada que ver con nada.
Los estadounidenses parecieran no estar mejor, puesto que, luego de designar como peligro la región Asia-Pacífico, y luego de una supuesta derrota en Irak, ponen un radar en Turquía. Según Pravda.ru, sitio ruso de prensa, el radar es en realidad un asunto a tres bandas, para vigilar a Siria, Irán y Rusia.
Los rusos han considerado responder: por ejemplo, colocando sistemas Iskander, en Kaliningrado (Rusia) o Belarus. Sin embargo, el escudo antimisiles en Polonia tampoco está dirigido contra nadie. Según el secretario general de la OTAN, el querido líder danés Anders Fogh Rasmussen, los rusos están locos, ya que las medidas anunciadas por el Kremlin están destinadas a un "enemigo imaginario". Es más, según el danés, "Rusia está malgastando recursos financieros porque el refuerzo ofensivo va dirigido contra un enemigo imaginario". Los occidentales tienen radares en Turquía y sistemas Patriots en Polonia porque en algo hay que entretenerse. Y los rusos, a su vez, se entretienen fabricando enemigos imaginarios. Es de suponer que Occidente no se gasta el dinero del contribuyente en enemigos imaginarios en Turquía y Polonia.
En resumen: o bien se cree uno que todos los políticos del mundo están gastándose el dinero para satisfacer una imaginación febril; o bien, entre estos políticos, los hay medianamente responsables y otros completamente perversos, es decir, dedicados a darle la vuelta a los conflictos sin nombrarlos nunca explícitamente. Porque hay agravantes: nadie está amenazando al potencial agresor, o dicho de otra manera, nadie amenaza a Europa ni mucho menos a Estados Unidos, como para ponerse a regar sistemas antimisiles por Europa y Oriente Medio. Ni Irán, ni Siria ni Rusia han dicho una sola palabra ni tomado una sola medida que ponga en peligro la hipocresía turca, por decir algo.
martes, 17 de enero de 2012
PERO QUE NECESIDAD...
Parece que una de las nuevas maneras de hacerse el interesante es inventarse sociedades civiles donde no las hay, o donde son en todo caso otra cosa que en Occidente. ¿En nombre de qué? Las sociedades civiles occidentales no son especialmente capaces de moverse por asuntos económicos, en los cuales deciden grandes grupos de interés, ni de moverse por oposición a las guerras, ni de tener un juicio independiente en muchos conflictos políticos, ni de formular programas propositivos. Por regla general, el asunto es meterse con la autoridad, cualquiera que sea, y prestarse a intereses que ni siquiera son los de esa sociedad civil en cuyo nombre se habla.
¿Qué tal una sociedad civil en Rusia contra el "autoritarismo" de Putin, ahora que el actual primer ministro ruso es un obstáculo a los planes estadounidenses de dominio en Eurasia? Luego de las elecciones legislativas de diciembre pasado, resulta que la "sociedad civil" rusa salió a la calle con un grandioso ánimo democrático. Lo primero que hicieron los líderes "de colores" de esta supuesta "sociedad civil" fue inventarse una participación que no hubo: en su blog Dissonance, Alexandre Latsa muestra a las claras la diferencia -con fotografías muy precisas- entre una manifestación que dice contar con más de 100 mil asistentes y la realidad, en la cual la estimación ronda las 35 mil personas. En la provincia rusa, las manifestaciones nunca pasaron de unos pocos centenares de personas e incluso, a veces, de apenas poco más de un centenar, según lo recogió el mismo Alexander Latsa. Así que si se mueve (con una estimación alta) el 0,07 % de la población rusa, resulta que estamos ante un despertar fenomenal, así la mayoría de los rusos prefiera seguir roncando o irse a trabajar.
Algunos grandes intelectuales han festejado este gran despertar de la gran sociedad en la gran democracia, porque ni los zares ni el comunismo permitieron que la "sociedad civil" rusa se expresara. Ahora que se expresa, en la plaza Bolotnaya se asoman por ejemplo monarquistas y comunistas, todos revueltos. Es muy lógico. A la "sociedad civil" la defienden hoy los partidarios de quienes la aplastaron en el pasado. Y a los zaristas y comunistas los defienden en Occidente grandes escritores contrarios al zarismo y al comunismo. La realidad importa un pepino si de lo que se trata es de tener popularidad entre lectores y decirles algo demagógico.
William Engdahl ha denunciado que los "liberales" rusos no son muy inocentes. Esta sociedad civil liberal rusa tiene entre sus líderes al bloguero Alexei Navalny: estuvo entre 2007 y 2008 en la nómina de National Endowment for Democracy y está ligado a un lugar cercano a la familia Bush, American East Coast Yale University. ¿Qué tal que en nombre de grandes principios apoyamos a gente cercana a Bush, a quien reprobamos? Después de todo, los lectores occidentales, cuando los hay, no se merecen información fidedigna. En el año 2009, otros dos "liberales" rusos, hoy líderes de la "sociedad civil", Garry Kasparov y Boris Nemtsov, se entrevistaron directamente con el presidente estadounidense Barack Obama, seguram,ente para saber qué hacer. Estados Unidos financia el Centro de Prensa Internacional en Moscú y unas 80 organizaciones no gubernamentales; desde noviembre pasado, según Ria Novosti (Vicky Pelaez), Estados Unidos dió 27 millones de dólares a blogueros rusos.
Incluso podría admitirse que todo lo anterior promueve la democracia, si la población estadounidense, más allá de unos cuantos indignados, humillados, ofendidos y extraviados, fuera capaz de salir a la calle a protestar contra los intereses que están hundiendo a Estados Unidos. No es el caso, así que Estados Unidos no es el país mejor colocado para promover "sociedades civiles" por doquier y "organizar el caos". Como sea, lo que da pena es el mínimo interés de la mayoría de los periodistas occidentales por su público. Tal vez sea que este público tiene los intelectuales que se merece. O dicho de otra manera: cada "sociedad civil" tiene los líderes que se merece.
¿Qué tal una sociedad civil en Rusia contra el "autoritarismo" de Putin, ahora que el actual primer ministro ruso es un obstáculo a los planes estadounidenses de dominio en Eurasia? Luego de las elecciones legislativas de diciembre pasado, resulta que la "sociedad civil" rusa salió a la calle con un grandioso ánimo democrático. Lo primero que hicieron los líderes "de colores" de esta supuesta "sociedad civil" fue inventarse una participación que no hubo: en su blog Dissonance, Alexandre Latsa muestra a las claras la diferencia -con fotografías muy precisas- entre una manifestación que dice contar con más de 100 mil asistentes y la realidad, en la cual la estimación ronda las 35 mil personas. En la provincia rusa, las manifestaciones nunca pasaron de unos pocos centenares de personas e incluso, a veces, de apenas poco más de un centenar, según lo recogió el mismo Alexander Latsa. Así que si se mueve (con una estimación alta) el 0,07 % de la población rusa, resulta que estamos ante un despertar fenomenal, así la mayoría de los rusos prefiera seguir roncando o irse a trabajar.
Algunos grandes intelectuales han festejado este gran despertar de la gran sociedad en la gran democracia, porque ni los zares ni el comunismo permitieron que la "sociedad civil" rusa se expresara. Ahora que se expresa, en la plaza Bolotnaya se asoman por ejemplo monarquistas y comunistas, todos revueltos. Es muy lógico. A la "sociedad civil" la defienden hoy los partidarios de quienes la aplastaron en el pasado. Y a los zaristas y comunistas los defienden en Occidente grandes escritores contrarios al zarismo y al comunismo. La realidad importa un pepino si de lo que se trata es de tener popularidad entre lectores y decirles algo demagógico.
William Engdahl ha denunciado que los "liberales" rusos no son muy inocentes. Esta sociedad civil liberal rusa tiene entre sus líderes al bloguero Alexei Navalny: estuvo entre 2007 y 2008 en la nómina de National Endowment for Democracy y está ligado a un lugar cercano a la familia Bush, American East Coast Yale University. ¿Qué tal que en nombre de grandes principios apoyamos a gente cercana a Bush, a quien reprobamos? Después de todo, los lectores occidentales, cuando los hay, no se merecen información fidedigna. En el año 2009, otros dos "liberales" rusos, hoy líderes de la "sociedad civil", Garry Kasparov y Boris Nemtsov, se entrevistaron directamente con el presidente estadounidense Barack Obama, seguram,ente para saber qué hacer. Estados Unidos financia el Centro de Prensa Internacional en Moscú y unas 80 organizaciones no gubernamentales; desde noviembre pasado, según Ria Novosti (Vicky Pelaez), Estados Unidos dió 27 millones de dólares a blogueros rusos.
Incluso podría admitirse que todo lo anterior promueve la democracia, si la población estadounidense, más allá de unos cuantos indignados, humillados, ofendidos y extraviados, fuera capaz de salir a la calle a protestar contra los intereses que están hundiendo a Estados Unidos. No es el caso, así que Estados Unidos no es el país mejor colocado para promover "sociedades civiles" por doquier y "organizar el caos". Como sea, lo que da pena es el mínimo interés de la mayoría de los periodistas occidentales por su público. Tal vez sea que este público tiene los intelectuales que se merece. O dicho de otra manera: cada "sociedad civil" tiene los líderes que se merece.
miércoles, 11 de enero de 2012
EL PLANETA DE LOS NIMIOS
Los últimos gestos de Barack Obama parecieran estar destinados en buena medida al electorado. El resto, que se pudra, como ha empezado a pudrirse la situación interna en Libia, con enfrentamientos entre los grupos que derribaron a Kadafi.
En Irak no hubo ninguna retirada total. Según lo ha denunciado el clandestino Partido Baas, en Irak permanecerán miles de mercenarios de sociedades de seguridad. De los 16 mil integrantes de la embajada de Estados Unidos en Bagdad, el 50 % está compuesto de agentes de seguridad, entre militares y espías apenas disfrazados. Hay demás 3 500 contrastistas de seguridad en consulados. Entretanto, en la localidad iraquí de Arbil, un coronel estadounidense, de apellido Cleveland, entrena al "Ejército Sirio Libre" y a los Hermanos Musulmanes, que buscan crear un clima de guerra civil en Siria. Estos "insurgentes" cuentan con ayuda de información que se origina en satélites estadounidenses. Fuera de los negocios y de las armas, nada funciona bien en Irak, menos aún los servicios públicos. El país está fragmentado, lo mismo que Afganistán y que pudiera ocurrir con Libia. Es la versión extrema de la política estadounidense un poco por doquier: más allá de unos pocos intereses privados, hacer que lo demás se pudra, sin resolver positivamente.
El asunto de Irán es en parte en falso: Leon Panetta, secretario estadounidense de Defensa, acaba de reconocer tranquilamente que Teherán no busca crear su propia bomba atómica, y ni siquiera es seguro que los iraníes tengan para dotarse de un arsenal militar nuclear. En cuanto a la supuesta reorientación militar hacia el Pacífico asiático, no significa gran cosa, salvo un gesto contra los republicanos estadounidenses, gesto con carácter electorero, según Pravda.ru. Sucede que el ministro chino de Defensa, Geng Yansheng, encima acaba de agradecer la prudencia estadounidense en la región Asia-Pacífico. Desde luego, no es posible descartar un vuelco en el delirio estadounidense, de tal forma que Washington embista a quienes, según reconoce, no representan ningún peligro.
Rusia ha movido na pequeña parte de su flota a Siria como maniobra para distender la situación en ese país, aunque es pronto para saber qué hará Estados Unidos en circunstancias electorales: ¿Qué tal unos ademanes en el fondo nimios para el público, mientras los intereses reales deciden sin consultar a nadie? El presidente francés, Nicolás Sarkozy, tal vez sea llamado a calmarse un rato: había comenzado el año llamando a irse al presidente sirio, Bashar al Assad. No hay mejor manera de contribuir a podrir que haciendo gestos -en lugar de informar- que paralicen a la opinión pública, que ni siquiera es tal, a estas alturas.
En Irak no hubo ninguna retirada total. Según lo ha denunciado el clandestino Partido Baas, en Irak permanecerán miles de mercenarios de sociedades de seguridad. De los 16 mil integrantes de la embajada de Estados Unidos en Bagdad, el 50 % está compuesto de agentes de seguridad, entre militares y espías apenas disfrazados. Hay demás 3 500 contrastistas de seguridad en consulados. Entretanto, en la localidad iraquí de Arbil, un coronel estadounidense, de apellido Cleveland, entrena al "Ejército Sirio Libre" y a los Hermanos Musulmanes, que buscan crear un clima de guerra civil en Siria. Estos "insurgentes" cuentan con ayuda de información que se origina en satélites estadounidenses. Fuera de los negocios y de las armas, nada funciona bien en Irak, menos aún los servicios públicos. El país está fragmentado, lo mismo que Afganistán y que pudiera ocurrir con Libia. Es la versión extrema de la política estadounidense un poco por doquier: más allá de unos pocos intereses privados, hacer que lo demás se pudra, sin resolver positivamente.
El asunto de Irán es en parte en falso: Leon Panetta, secretario estadounidense de Defensa, acaba de reconocer tranquilamente que Teherán no busca crear su propia bomba atómica, y ni siquiera es seguro que los iraníes tengan para dotarse de un arsenal militar nuclear. En cuanto a la supuesta reorientación militar hacia el Pacífico asiático, no significa gran cosa, salvo un gesto contra los republicanos estadounidenses, gesto con carácter electorero, según Pravda.ru. Sucede que el ministro chino de Defensa, Geng Yansheng, encima acaba de agradecer la prudencia estadounidense en la región Asia-Pacífico. Desde luego, no es posible descartar un vuelco en el delirio estadounidense, de tal forma que Washington embista a quienes, según reconoce, no representan ningún peligro.
Rusia ha movido na pequeña parte de su flota a Siria como maniobra para distender la situación en ese país, aunque es pronto para saber qué hará Estados Unidos en circunstancias electorales: ¿Qué tal unos ademanes en el fondo nimios para el público, mientras los intereses reales deciden sin consultar a nadie? El presidente francés, Nicolás Sarkozy, tal vez sea llamado a calmarse un rato: había comenzado el año llamando a irse al presidente sirio, Bashar al Assad. No hay mejor manera de contribuir a podrir que haciendo gestos -en lugar de informar- que paralicen a la opinión pública, que ni siquiera es tal, a estas alturas.
martes, 3 de enero de 2012
EL MILAGRO CHINO: CHAN PU
La economía mundial no da signos de recuperación, y así lo admiten economistas "oficialistas". A finales de 2011, Olivier Blanchard, economista en jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), no descartó que la economía global tenga que afrontar pronto una situación peor que la del año 2008. La directora general del FMI, Christine Lagarde, advitió por su parte que podría avecinarse una crisis como la de los años '30, durante la Gran Depresión del siglo XX. La jefa de gobierno alemana, Angela Merkel, aseguró a su vez que la crisis de Europa "durará años". A fin de cuentas, la crisis lleva ya décadas y, si los pronósticos se cumplen, llegará pronto a medio siglo de duración y de promesas incumplidas, mientras se afianzan los privilegios de unos cuantos: más grave es la crisis, más juegan algunos al espejismo de que a todos les tocará tarde o temprano su parte de pastel. Es una auténtica tomadura de pelo, pero, ciertamente, "no hay alternativa", como dijera alguna vez la Sra. Thatcher. Para que hubiera un cambio en serio, habría que aceptar otras formas de ver el mundo, pero son rechazadas antes mismo de ser conocidas y no fueron legadas a las nuevas generaciones: es lo que ha ocurrido con un marxismo que fue tirado por más de uno al cesto de la basura sin siquiera ser leído. Al menos quienes lo critican hubieran hojeado al manual de Nikitin, para saber un poco en qué consisten las crisis capitalistas. Ahora quienes vendieron al marxismo para tener su cuota de mercado entran a ciegas a mundo que no es legible y al que se prefiere la fantasía. Ni siquiera hay lugar para explicaciones a medias. No hay "amenaza soviética" y Estados Unidos ha lanzado seis guerras desde el fin de la Guerra Fría. No hay "amenaza soviética" y el capitalismo no sale de sus crisis económicas.
Algunos marxistas sostienen que China no puede reorientarse al mercado interno y los visos de crisis en América Latina -sobre todo en los países que dependen más de los chinos- no están lejos. Así como el mundo desarrollado ignora el marxismo porque lo pudo ignorar en una bonanza ficticia, el tercermundismo ignora todo lo que tiene que ver con Rusia, a quien durante la Guerra Fría se veía como alguien a quien sacarle algo. ¿No hay qué sacarle? Entonces no existe.
Desafortunadamente, no queda más que huir de una realidad que tal vez diga algo incómodo: Rusia se dió a la tarea de aprender, en vez de refugiarse en la fantasía, de tal modo que es ahora un país con finanzas sanas (bajo nivel de deuda pública y buen funcionamiento bancario, no especulativo, a diferencia de 2008), capaz de mantener un crecimiento aceptable y con buenas reservas estatales de divisas y oro, que no apuntalan a ningún derrochador, a diferencia de lo que hace China con Estados Unidos.
No todo en la vida es dinero, ni asunto de ver "qué se puede sacar", como los hay que piensan que el asunto de las crisis recientes es, también, "qué sacar", por ejemplo para volver a una supuesta edad de oro keynesiana durante la cual todos tenían, o debían tener, "de dónde agarrar". Nada de ésto tiene que ver con aprender y el mercado no enseña, como tampoco un capitalismo que no caerá solito. Como país derrotado, Rusia echó mano de su sistema educativo para aprender, aunque Moscú no sea la panacea. El vencedor, en su soberbia, no es capaz de sacar ninguna lección y colocó las cosas en el terreno de la fuerza, pero olvidando que hasta en el uso de la fuerza hay leyes. En verdad, qué mala pata: Occidente ha entrado en la putrefacción mientras Rusia optó por aprender. No estaría mal hacer un balance. Con el inconveniente de que el capitalismo lo impide: luego de tomarle el pelo a quien se deje, le vende shampoo para la calvicie. !Feliz 2012!
Algunos marxistas sostienen que China no puede reorientarse al mercado interno y los visos de crisis en América Latina -sobre todo en los países que dependen más de los chinos- no están lejos. Así como el mundo desarrollado ignora el marxismo porque lo pudo ignorar en una bonanza ficticia, el tercermundismo ignora todo lo que tiene que ver con Rusia, a quien durante la Guerra Fría se veía como alguien a quien sacarle algo. ¿No hay qué sacarle? Entonces no existe.
Desafortunadamente, no queda más que huir de una realidad que tal vez diga algo incómodo: Rusia se dió a la tarea de aprender, en vez de refugiarse en la fantasía, de tal modo que es ahora un país con finanzas sanas (bajo nivel de deuda pública y buen funcionamiento bancario, no especulativo, a diferencia de 2008), capaz de mantener un crecimiento aceptable y con buenas reservas estatales de divisas y oro, que no apuntalan a ningún derrochador, a diferencia de lo que hace China con Estados Unidos.
No todo en la vida es dinero, ni asunto de ver "qué se puede sacar", como los hay que piensan que el asunto de las crisis recientes es, también, "qué sacar", por ejemplo para volver a una supuesta edad de oro keynesiana durante la cual todos tenían, o debían tener, "de dónde agarrar". Nada de ésto tiene que ver con aprender y el mercado no enseña, como tampoco un capitalismo que no caerá solito. Como país derrotado, Rusia echó mano de su sistema educativo para aprender, aunque Moscú no sea la panacea. El vencedor, en su soberbia, no es capaz de sacar ninguna lección y colocó las cosas en el terreno de la fuerza, pero olvidando que hasta en el uso de la fuerza hay leyes. En verdad, qué mala pata: Occidente ha entrado en la putrefacción mientras Rusia optó por aprender. No estaría mal hacer un balance. Con el inconveniente de que el capitalismo lo impide: luego de tomarle el pelo a quien se deje, le vende shampoo para la calvicie. !Feliz 2012!
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