Cuando alguien llega a la presidencia de la mayor potencia del mundo, no está de más averiguar algo de su curriculum, como lo han hecho por ejemplo el periodista australiano John Pilger y lo han hecho otros, Francis Boyle entre ellos. Obama es el hombre perfecto del sistema: no es el ex borracho que da un golpe por tonto, sino el tipo que calcula una y otra vez la jugada para ganar con todo y bluff.
Sin rodeos: Barack Obama trabajó para la Central de Inteligencia Americana, la CIA, a través de una empresa tapadera, la Business International Corporation. A cambio, la empresa le ayudó al actual presidente estadounidense con sus estudios y deudas ligadas a los mismos.
En la Universidad de Columbia, Obama tuvo como "promotor" a Zbigniew Brzezinski, asesor de seguridad nacional del ahora ex presidente Carter. Brzezinski es un caso patológico de antisovietismo y tendió lo que llamó "la trampa" en Afganistán para que cayeran los soviéticos. Brzezinski, partidario de que Estados Unidos controle Eurasia e impida el surgimiento de cualquier potencia rival, fue el gran consejero de Obama durante la campaña electoral de éste y el equipo del presidente está lleno de "discípulos" del estadounidense de origen polaco, todo un "halcón", autor de un libro, "El Gran Tablero", que no esconde la voluntad de Washington de controlar el mundo musulmán. Brzezinski le aconseja a Obama la política exterior.
James Jones, asesor de seguridad y defensa de Obama hasta octubre de 2010, es un hombre al servicio de Henry Kissinger, republicano, a diferencia del demócrata Brzezinski. No importa, Kissinger también mete las manos y puede verse lo que escribió en su libro "La diplomacia". Kissinger es otro gran antisoviético. Como Brzezinski, la obsesión es que Rusia no sea una potencia y quede reducida a lo mínimo. Es el punto nodal de la estrategia de Obama para los próximos años, lo que a más de un oportunista le tiene sin cuidado: como el mismo Obama, nacido en 1961, por lo tanto parte de una generación que unos ubican al final de los "baby boomers" y al principio de la Generación X, no falta el de "esa época" que sea minimalista y piense que para "hacerse a sí mismo" lo más adecuado es adaptarse a lo que diga el poder. No son exactamente marionetas y hay excepciones honrosas (Correa o Humala, por ejemplo): pero por lo general son personas crecidas a la sombra de quienes consideran los "grandes de este mundo", obsequiosas, sin convicción seria y cuyo origen -como en el de Obama- los convierte en algo parecido a conversos o gente en todo caso dispuesta a ser más papista que el Papa, si es necesario. Obama es un "Martin Looser King" -nada más- que compensa lo que no es ni será con servicios a los grandes intereses financieros, al aparato militar y a asesores como los nombrados, todo sea con tal de "sentirse en la grande", lo que Bush Jr. desde luego no necesitaba. Obama no ha salido de Afganistán, ni siquiera lo ha hecho realmente de Irak, y ha lanzado una guerra más, la sexta (Panamá, Irak, Somalia, Yugoslavia, Afganistán y Libia) desde que Estados Unidos no tiene "amenaza soviética" delante. Por lo demás, dado lo que se embolsa, no sería raro que a sus complejos "Looser King" agregue el de "clasemediero nuevo rico" ("pobre no más, IQ de desarrollado, jamás"), del tipo de "creyentes emergentes" que proliferan en suburbios de cualquier lugar, dispuestos a que se hunda el mundo mientras no sea perturbada la comodidad del hogar, el perro, Michelle, los niños y el osito de peluche.
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jueves, 16 de junio de 2011
FANÁTICAMENTE MODERADOS
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