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jueves, 7 de julio de 2011

¿Y TUS ROJI-PARDOS?

Hubo un tiempo en el cual se comparó a Rusia a la Alemania pre-nazi, así que la humillada heredera de la Unión Soviética en cualquier momento se iba a lanzar al revanchismo, luego de haber sido la "amenaza del siglo". Rusia era como la Alemania de Weimar y lo peor podía suceder si no se apoyaba al borrachín, de nombre Boris Yeltsin: por ejemplo, una coalición de "roji-pardos", una alianza de todos los totalitarismos para vengarse de los gentiles liberales.
Y ciertamente, hubo un tiempo de aguas revueltas en Rusia, al grado que puede lamentarse la cercanía que se le atribuye al nacional-bolchevique Alexander Duguin con el actual primer ministro, Vladimir Putin. Duguin fue el teórico de "Eurasia", proyecto que no ha funcionado, así sea porque Europa Occidental y China están embarcados en otros asuntos. Fuera de este caso, las actividades "nacional-bolcheviques" están prohibidas en la Federación Rusa: las encabezaba Eduard Limonov, un antiguo disidente soviético, que vivió en Nueva York y luego en Francia, y a quien Mijaíl Gorbachov devolvió la ciudadanía soviética. Amigo del serbio-bosnio Radovan Karadzic, a su vez protegido de Richard Holbrooke, Limonov terminó aliándose con otro favorito de los estadounidenses: el ajedrecista Gary Kasparov, estrella de programas de televisión estadounidenses. En síntesis: fuera de Duguin, quienes han difundido por igual a Stalin que a Evola o el nacional-socialismo alemán fueron alentados desde Estados Unidos, sin granjearse apoyo mayor dentro de la sociedad rusa. O: los "roji-pardos" como Limonov eran extrañamente sostenidos -como lo fue Karadzic- por Estados Unidos.
Si alguien cree que la Unión Soviética era de admirar por ser una "gran potencia", no es del todo así, pese a los vuelos espaciales, los planes quinquenales y cosas por el estilo. Lo que más se admiró de los soviéticos fue su victoria sobre el nazi-fascismo y, en segundo lugar, su ideal de un mundo más justo o, si se quiere, menos inhumano, ideal que en más de un aspecto se llevó a la práctica. Pero el asunto de "gran potencia" es harina de otro costal y el chovinismo gran ruso no es algo que debiera ser objeto de fascinasción. Putin no tendría interés en demasiada cercanía con gente como Duguin, porque una cosa es sovietismo y otra mesianismo. Es justamente el nacionalismo que metió en problemas a la antigua Yugoslavia: el internacionalismo y el patriotismo son otra cosa. Así que, en la Rusia de hoy, está legalmente prohibida la propaganda nazi-fascista y lo está también la discriminación racial. No hay muchos pardos en el horizonte, ni totalitarismos que se junten, ni nada por el estilo. Menos se mete Rusia en el chovinismo, mayores probabilidades tendrá de granjearse las simpatías de las que gozó la Unión Soviética.
El Parlamento europeo acaba de condenar la falta de pluralismo político en Rusia, porque no se le dió cabida al Partido de la Libertad del Pueblo, que tiene por figura visible a Boris Nemtsov. En primer lugar, a la mayoría de los políticos europeos la falta de pluralismo no les importa: de otro modo vivirían condenando a China, no haciendo negocios con Beijing. Dicho sea de paso, el totalitarismo tampoco importa, ya que los partidos fascistas no están prohibidos: basta con ver cómo aparecenb embozados en varios países europeos. Así que el asunto es armar problemas antes de las elecciones en Rusia.
Nemtsov, cercano a Yeltsin, es un "liberal", ex gobernador de la región de Nizhni Novgorod, que por igual se ganó los aplausos de la ahora ex primera ministra británica Margaret Thatcher, que una asesoría en el gobierno ucraniano, no muy lejano de simpatías nazis, de Victor Yuschenko. Lo que tiene de cabeza a los occidentales es que no logran armarle a Rusia una "revolución naranja", lo que obliga a otros procedimientos.
Bastante perversión hay en los supuestos "liberales" que se alían con pro-nazis, pero hoy los poderosos todo lo pueden: hasta toparse a la salida del cuarto de hotel con una recamarera -Nafissatou Diallo- ligada al tráfico de drogas, al lavado de dinero y a servicios de inteligencia muy inteligentes, ya que la delincuente -hasta ahora, no juzgada por ser tal, ni siquiera por su modo de obtener una residencia- resultó ser la pobre víctima guineana de un ogro que, por su posición, muy lógicamente la quería devaluar (¿a cuántos no impone una devaluación el Fondo Monetario Internacional?). Cuidémonos de la amenaza rusa, de los "roji-pardos", de DSK y de todo lo que se nos ponga en el camino al atropello. ¿No?

FANÁTICAMENTE MODERADOS

 En varios países de América Latina, la izquierda, que tiende más bien a ubicarse en el centro-izquierda (del que no queda excluida Venezuel...