Tal parece que una parte de la juventud quiere empoderarse a como dé lugar: ¿jugamos a que yo era demócrata y tu eras totalitario? ¿Zas?
Al actual presidente ruso, Vladimir Putin, no hay gran cosa qué reprocharle, ni siquiera un fraude en gran escala en las más recientes elecciones. En el año 2006, en Occidente se difundió la especie de que Putin estaba metido en el asesinato del agente Alexander Litvinenko. Salieron incluso libros inculpando al Kremlin. Luego, el padre de Litvinenko reveló que su hijo había soltado los nombres de sus asesinos: uno de ellos era el magnate ruso Boris Berezovski, empeñado desde Londres en hacerle a Putin la vida de cuadritos. También habló la viuda de Litvinenko, y reveló que el agente muerto se había enredado con los servicios de inteligencia británicos. Acusar a Putin y al diputado del Parlamento ruso, Andrei Lugovoi, así como a la KGB, era un montaje tipo Hollywood. Queda el asunto de la periodista Anna Politkosvkaya: las pistas podrían llevar también a Berezovski.
Occidente los cría y ellos se juntan. No tienen qué aprender de los mayores, sino que hoy los mayores alaban a ese grupo de presión que son "los jóvenes", seguramente por su "frescura". Son la "chispa de la vida", y el que no brinque, además de yanki, se arriesga a que le digan "joven viejo".
Dicen que son millones sin llegar ni a muchos miles. En la reciente "marcha de los millones", en Moscú, no hubo tales millones: cerca de 20 mil según las autoridades, cerca de 50 mil según los organizadores, y, quién da más, cerca de 100 mil según las eternas "bien informadas" fuentes occidentales.
Serguei Udaltsov, líder del Frente de Izquierdas ruso, tiene aspecto de Pitbull metido a demócrata. La falta de cultura política es tal que Udaltsov idolatró durante bastante tiempo a Stalin, estampándolo en una camiseta. Según declaró a un entrevistador, Stalin quiso crear "un estado de bienestar con igualdad de oportunidades y justicia para todos". Con este tipo de objetivo, no se entiende en absoluto la diferencia entre Stalin, la presidencia mexicana de Ernesto Zedillo y la de Barack Obama. La verdad, Stalin nunca quiso "bienestar para tu familia" (ni para la suya), ni "bienestar para todos", ni "igualdad de oportunidades" (¿para los kulaks?) ni nada por el estilo. Por este camino, Udaltsov terminará cantándole loas a Stalin, como ésta:
Si me dieran a elegir una vez más
Te elegiría sin pensarlo
Puedes no hay nada qué pensar
Que no existe ni motivo ni razón
Para dudarlo ni un segundo
Pues tu has sido lo mejor
Que tocó este corazón
Y que entre el cielo y tú
Yo me quedo contigo
Lo anterior, cantado a coro por jóvenes pioneros en la Plaza Roja, sería una maravilla, aunque totalitaria.
Como a Udaltsov y otros líderes demócratas se les impidió llegar a tiempo al mitin, Twitter salió en Rusia con que la detención (completamente temporal) de los convocantes era !equivalente a las grandes purgas de Stalin en 1937! ¿Porqué no? Dados los altísimos niveles de represión que hay actualmente en Rusia, ya es hora de que la sociedad civil salga a la calle con Molotov a decir "Gimme the Power":
¿Putin?
!Quiere llorar!!Quiere llorar!
La abdicación intelectual es tal que cualquiera puede decir lo que sea: los intelectuales tipo Boris Akunin, Alexander Sakurov y otros son los primeros en abrazar "grandes causas", poco importa la causa, con tal de que sea grande.
¿Putin?
!Quiere llorar!!Quiere llorar!
Por ahí le han recomendado al presidente ruso que piense en darle a la juventud rusa algo más que dinero -dado el pésimo nivel educativo de más de uno en el partido oficial- y "bienestar para su familia", porque el hombre, además de tripa, también vive de seso. No vaya a terminar siendo cierto que, si pierde la cultura, a Rusia no le quede más que exportar "petróleo, gas y prostitutas", según palabras del guionista de cine Vladimir Bortko, militante comunista.
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sábado, 16 de junio de 2012
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