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miércoles, 13 de junio de 2012

NOMAS MILANDO

En junio de 2008, con el ex presidente checo Vaclav Havel a la cabeza, vió la luz la "Declaración de Praga", que condenó al comunismo por crímenes contra la Humanidad, lo que incluiría el genocidio. Esa Declaración fue firmada, entre otros, por funcionarios checos, polacos y de los países del Báltico, además del muy simpático Dalai Lama. Se estableció el 23 de agosto como "Día del Recuerdo de las Víctimas de los Totalitarismos", y en abril de 2009, el Parlamento Europeo hizo suya la condena, en la "Resolución sobre la Conciencia Europea y el Totalitarismo".
En Letonia, país del Báltico, cada 16 de marzo se rinde homenaje a la legión letona de las Waffen SS que con más de 100 mil hombres participó en el cerco a Leningrado, durante la segunda Guerra Mundial. El cerco le costó la vida a más de un millón de soviéticos. En julio de 2011, el presidente letón, Valdis Zatlers, defendió públicamente los homenajes a los veteranos nazis. En Letonia, muy en acuerdo con el espíritu de la "Declaración de Praga" el Partido Comunista está prohibido. Lo que en suma no está prohibido es homenajear a quienes participaron en la muerte de cerca de un millón de soviéticos de Leningrado. Vaire Vike-Fraiberga, ex presidenta de Letonia, es hija de un colaborador nazi.
La ministra de Defensa de Lituania, otro país del Báltico, Rasa Jukneviviciene, de visita en Estados Unidos, puso una ofrenda en la tumba del general Povilas Plechavicius, quien llegó a mandar en su país con la "Operación Barbarroja", la invasión nazi a la Unión Soviética, y luchó con los hitlerianos contra la resistencia polaca. El presidente de Lituania entre 2004 y 2009, Valdas Adamkus, luchó contra el ejército soviético durante la segunda Guerra Mundial, y terminada ésta, se fue a Alemania. En Lituania, se abrió en abril de 2011 un proceso contra el presidente del Frente Popular Socialista, Algirdas Paleckis.
La Unión Europea no ha hecho nada contra esta permisividad muy abierta con los nazis. Muy congruente con la "Declaración de Praga", se ha tolerado en Europa la cacería de comunistas. La "Declaración de Praga" está disponible en Internet, y quienes la "inspiran" son conocidos intelectuales occidentales. No hay ninguno que encuentre anormal que se festeje a las Waffen SS y sus colaboradores en el Báltico; es decir, no hay nada de extraño en homenajear a quienes tomaron parte en la muerte de un millón de habitantes en Leningrado, y de más de 200 mil judíos lituanos. Tampoco incomoda que sean veteranos nazis quienes mangonean la historia oficial hoy en Ucrania y Georgia. Hace rato que no se puede ni decir la palabra "imperio". Dentro de poco, habrá problemas para decirle "nazi" a un "nazi": habrá que llamarlo, como ocurre ya en el Báltico, "combatiente de la libertad", en el mejor estilo de Reagan. Como sucursal o cabeza de playa de intereses de lo más siniestros, los países del centro europeo no lo hacen nada mal. Bien, muchachos.

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