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viernes, 19 de julio de 2013

PERU CON OLLANTA HUMALA

De un modo parecido al de Rafael Correa en el Ecuador, aunque con menos ruido, el presidente peruano, Ollanta Humala, está buscando que el servicio público en su país sea lo que es: un servicio, no una manera de "servirse". Se trata de que los funcionarios funcionen. Es algo que no ha logrado la actual presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, quien por ahora se ha estancado y no ha podido limitar los estragos de la corrupción en la política.
     Humala ha buscado hacer pasar varias leyes (de servicio público, de carrera magisterial, universitaria y de servicio militar) que aún con aspectos polémicos, tienen por idea profesionalizar el servicio del Estado. Así por ejemplo, un profesor no es alguien que sale a gritonear en la calle, aunque es libre de hacerlo, ni que se dedica a la oratoria con sus alumnos sin estudiar ni aprender nada, ni alguien que pasa a cobrar de vez en cuando haciendo escala en el aula: la Carrera Pública Magisterial en el Perú establece que el profesor es "un profesional de la educación" que "presta un servicio público" -que debe ser de calidad- y que, por ley, debe tener un compromiso ético. Un punto es destacable: la ley propone "valorar el mérito en el desempeño laboral". Es el mérito en la profesión, no en la habilidad para hacerse el interesante sin conocimiento de nada, salvo del ingenio (no dice la ley que "se valorará el ingenio" de quien enseñe a dárselas de importante sin enseñar materia ninguna).
     La ley universitaria busca terminar con universidades-fraude, muchas de ellas privadas (como ocurrió en el pasado en el Ecuador, algo denunciado por ejemplo por la asambleísta Rosana Alvarado). El estudiante está para estudiar, no para el ingenio propio: la ley propuesta en el Perú restablece un mínimo de profesionalismo, como en la estipulación de la tesis obligatoria en bachillerato y licenciatura.
    El nuevo servicio civil no se anda con rodeos. Propone eliminar "criterios discrecionales" en el ingreso y la movilidad del personal del Estado, el tener un personal "imparcial" y hacer realidad la meritocracia. Debe existir el concurso público y el cumplimiento del perfil profesional. El nuevo Servicio Civil busca "servir mejor al ciudadano y mejorar la calidad del servicio público".
    El opositor francés Jean-Luc Mélenchon, de visita en el Perú y luego de entrevistarse con Humala, ha constatado que éste quiere:
    -salir del extractivismo, aunque (como lo hace hoy Correa) por lo pronto es necesaria la renta minera para buscar una mayor justicia social. Lo que sugiere Humala es crear cuadros técnicos, ya que, dice el presidente peruano, "ya no se dependerá de la economía minera el día que se sepa hacer otra cosa". Con Humala, la renta minera no es la principal fuente de ingresos del Estado. Según Mélenchon, Humala es uno de los presidentes latinoamericanos más sensibles a la importancia de la enseñanza técnica y profesional (dicho sea así: a la necesidad de tener mano de obra calificada).
    -China es, según Humala, el primer socio comercial del Perú, por delante de Estados Unidos. No es algo que regocije a Humala, quien considera que el país andino no puede ser el furgón de un tren que no dirige (así sea chino). No se trata así de cambiar de amo, o de hacerse mantener por otro.
    El silencio latinoamericano sobre Humala -como sobre Correa, salvo cuando se trata de Assange o Snowden- es impresionante. No parece que el Estado con vocación de servicio (distinto del asistencialista) sea prioridad para los populistas (México, Brasil y Argentina) ni los revolucionarios de gran mundo (Cuba, Venezuela). Los resultados dirán.
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