Cuando, para sorpresa de la mayoría, incluso de países centrales, se desplomó la Unión Soviética (salvo una excepción, la de Emmanuel Todd, no era algo previsto), alguna gente de izquierda consideró que no pasaba nada y, como requería de algo "en grande", fue a agarrarse de China. Pasó todavía un tiempo hasta que China terminara de despuntar, pero había otro antecedente: desde 1956, fecha del XXavo Congreso del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética) y el informe "secreto" contra Stalin, ya había desencanto y desde los '60, China -junto a Cuba- apareció como "la" alternativa, al menos para parte de la intelectualidad. En los '90, irse a agarrar de China como de un clavo ardiendo era, en parte, seguir en "lo" que estaba de moda desde los '60, y que influyó por lo demás en los 68. La gente que creció en esa moda ha llegado a creer que Rusia es objeto de encono porque debe ser destruida "para entrar por la parte norte" a China. Otros creen que el actual presidente estadounidense, Donald J. Trump, quiere la paz en Ucrania para ir a armarla con China. El asunto es no zafarse de historias "en grande".
China se hizo amiga de Estados Unidos desde principios de los '70, al ser visitada por el presidente Richard Nixon y atendida por el "amigo" Henry Kissinger, hasta hoy elogiado por el presidente chino Xi JinPing. En 1978 comenzó la apertura de China al exterior, atrayendo inversión extranjera, en particular a las zonas costeras. Era tal el interés en el negocio que no hubo sanciones contra China por lo sucedido en Tiananmen (1989), aunque fue en parte una provocación del exterior que atajó Deng Xiaoping. Hasta la fecha, no hay indignación por el tipo de régimen que hay en China. Pareciera que da igual que sea rojo, amarillo, azul, verde o blanco. Apenas muy de vez en cuando se habla del "comunismo chino", y no lo hacen ni siquiera...los líderes chinos, que a lo sumo hablan de "socialismo con características chinas" (¿con qué otras?). Estudios de detalle, como los de Myléne Gaulard, muestran bien que hay burguesía en China, y un fuerte nacionalismo, a veces de "gran Han". Es lo de menos: gracias a una creciente apertura, China se apartó por completo, desde hace mucho, de ciertos principios comunistas, y fue a colocar a disposición del "mercado internacional" millones de trabajadores sin mayores derechos Lo que es más, esto contribuyó a la movilidad del capital, desde los '80, y a la sempiterna amenaza de "si no estás contento, me voy a China": una derrota monumental para la clase trabajadora internacional, puesta a competir con la de China en condiciones de desigualdad. Nada de "internacionalismo proletario". Para decirlo de otra manera, China, pensando en términos ante todo de dinero y de nacionalismo, contribuyó a desbaratar la capacidad de lucha o negociación de los trabajadores, obligados a condiciones más precarias, salvo que se quiera salir con que no era más que ""aristocracia obrera". A China no le importó el mundo del trabajo, que contribuyó a resquebrajar, como después el derrumbe del sovietismo europeo, para beneficio en particular alemán en parte del Este europeo; más millones lanzados a "competir". Lo grave es que China lo hiciera a nombre del "socialismo". Todavía en los '90, el chiste decía que había que competir con chinos que se conformaban con ""una taza de arroz con cucarachas". Un trabajador de alguna otra parte podía saber que, si reclamaba sindicalmente y en salarios o prestaciones, la empresa podía chantajear con irse a China, como ahora incluso a Vietnam, más barato todavía...o a México, más barato a estas alturas que China en "costo" de la mano de obra, porque la vida de un trabajador es un "costo". Pese a la gran "modernización pasiva" -desde arriba y sin participación de la gente como sujeto-, y pese a la liquidación de la pobreza extrema, entre otros logros no menores, gran parte de la población china no se la pasa demasiado bien.
Lo segundo que hizo China fue exportar en grande, sin dejar de considerar que en gran parte desde empresas transnacionales instaladas en China, para ir colocando en el mercado internacional productos baratos que significan también para los trabajadores otra amenaza: que la empresa quiebre. No es que todo lo chino sea malo, ya que hay productos chinos buenos, bonitos y baratos; pero también hay dos cosas más: algo de saturación de porquerías, incluso a veces de apariencia japonesa o sudcoreana;; y una inversión que, si bien tiene la ventaja de no ser condicionante, no quita cierta vocación china por la grosería y la explotación con los trabajadores. En perspectiva, China ha hecho un daño grave a la clase trabajadora, aunque lo compense a medias permitiéndole el consumo barato, y a veces de calidad. Otra contradicción, como si algunos se hubieran quedado en la creencia soviética de la segunda posguerra de que el socialismo exime de toda contradicción. Llegó el comandante y mandó a parar.
Es el "topón" que le dió China a muchos estadounidenses: no mejoras salariales o de prestaciones, eventual quiebra de empresas, pero la posibilidad "make China great forever" consumiendo barato. ¿Taller del mundo o capital de la sobreproducción transnacional que desembocó, como lo mostró Gaulard, en sobreacumulación? China ha hecho otro daño. La nueva moda es estar contra el proteccionismo y aventurar que los aranceles, después de todo, no sirven para gran cosa y son otra extravagancia de Trump, porque los estadounidenses, los "muy tontos", se van a meter un autogol, "autoencareciéndose" el consumo. No es seguro que sea tan sencillo, pero tanto la política china como la estadounidense parece un regreso a los albores semifeudales del capitalismo. A reserva de saber si aranceles y proteccionismo son lo mismo, no está probado que el libre comercio sea la gran y única panacea, y gente con buen conocimiento de la economía, desde el ex presidente ecuatoriano Rafael Correa hasta el sudcoreano Ha-joon Chang han mostrado que ningún país atrasado o periférico sale del atolladero con libre comercio: lo que se abarata no se alcanza si con la apertura quiebran empresas y no hay poder de compra, por lo que se puede ir al súper o al centro comercial en chino, "nomás milando". Pues resulta que China es campeona del libre comercio, es decir, partidaria de que se coloquen más productos y más baratos en el mercado para arruinar a más empresas y más trabajadores de otras naciones, y para colarse a otros mercados, como por ejemplo desde México al de Estados Unidos. A final de cuentas, a todo ésto se le conoce como "la anarquía de la producción" propia del capitalismo, pero algunos creen que con Yoyoso, Miniso y Mumuso ya están en la gloria. Trump ciertamente está metido en contradicciones, y es poco probable que América sea great again, pero lo anterior no quiere decir que, más allá de cierto punto, China sea no sé qué panacea, ni que haya que seguir colocando cualquier cosa en el mercado internacional sin siquiera discernir lo bueno de lo malo, por más que, por cierto, ya se haya dejado de hablar de "calidad de vida". Peor para algunos comunistas que creen que Trump se va arreglar con Rusia para tirarle la bomba a China, porque sin guerra no hay héroes; para quienes creen que el globalismo es el equivalente de la Orquesta Amor Ilimitado, y para quienes creen que lo in es disfrazarse de californiano con GAP, American Eagle, gorras con la visera al revés. y chanclas. Con la pena, tampoco caben todos en el Arca de Noé. "Chimérica" tampoco es. Es más bien del tipo de cuando cierras todas las salidas creyendo que cierras por seguridad...o por control. (da click en el botón de reproducción).