De una manera general, América Latina, pese a la riqueza de sus expresiones culturales, no es una región particularmente interesada en la educación y en lo que se conoce como ""investigación y desarrollo". No se trata de educación en el sentido de "maneras" o de cortesía, que en más de un país latinoamericano está muy desarrollada, al igual que la amabilidad, sino de educación en otro sentido, para el civismo (la convivencia en sociedad) y para el desarrollo de la personalidad, en diferentes facetas. Ni los argentinos se salvan: el español José Ortega y Gasset dijo alguna vez que rimaban con "soberbia e ignorancia", al mismo tiempo. Como sea, ningún país ha dejado de ser periférico sin atender en serio la educación y la investigación y desarrollo (I&D). Los estadounidenses suelen ser majaderos, pero no descuidan la I&D, sobre todo que son fanáticos de la técnica, lo que "se aplica". Los rusos tampoco escapan a la falta de consideración o amabilidad, pero son muy buenos en ciencia. Algunos asiáticos, por cuestión de educación, empiezan imitando la tecnología extranjera y creando una propia, que puede ser muy buena, sea sudcoreana, japonesa o china.
No es que en América Latina falten talentos, pero no son conocidos o no logran desplegar su potencial por dos motivos: la carga de parásitos dispuestos a aprovecharse, "matando al huésped", y el desinterés de un "pueblo" más acostumbrado al ingenio o la maña, pero no al saber. Si lo hubo en tiempos prehispánicos, en parte desapareció, más allá de algunas sobrevivencias limitadas; españoles y portugueses, por su parte, se centraron en la religión y las armas, y con frecuencia con poco interés en una verdadera evangelización, aunque hubo excepciones. Es el precedente histórico de clases dominantes que no se han interesado en educar a la gente, ni en "dirigir" realmente, sino que muy rápidamente se colocaron como intermediarios con el exterior para sacar alguna ventaja de esta intermediación, bajo la forma frecuente de RENTAS. No convino educar si se esperaba, al igual que el inversionista extranjero, mano de obra barata y, por ende, de muy baja calificación, además del consabido saqueo de los recursos naturales. Los intermediarios locales esperan su alquiler de "rentar la casa", con recursos y personas, al exterior. Es de sobra conocido que lo exterior es, de entrada, preferible a lo interno. El exterior se imita y nunca falta el "milagro sin futuro"", la "coyuntura externa" mala como explicación de las disfunciones y las taras. "Educarse", más allá de las maneras de Carreño, es hasta hoy, seguir el último grito de la moda extranjera: sea británico, francés o estadounidense.
No es que no hayan existido iniciativas internas: por mencionar un solo caso, la creación en México del Instituto Politécnico Nacional (IPN) para acompañar la expropiación del petróleo. Argentina logro en su momento desarrollo editorial y Brasil, durante las dictaduras, universitario. En México, el "pueblo"" pudo creer en la educación como modo de sortear los obstáculos de una frecuente discriminación. Al mismo tiempo, más allá de lo que demostró por ejemplo Hernán Gómez Bruera sobre "el empresario inconsciente", basta ver al liderazgo empresarial mexicano: vulgar, como el líder de Grupo Azteca, o partidario de rebajar todo lo posible la educación, como Carlos Slim. Contra la Ley Federal del Trabajo, es con frecuencia llamativo que el empresario visiblemente no ha hecho nada por capacitar a un personal que improvisa. En las condiciones descritas, el interés por la ciencia y la tecnología es mínimo. Las grandes casas de estudio no se interesan en divulgar lo que hacen; y, a su vez, "la sociedad a la que se deben" no existe, porque es escaso el interés de la gente por la ciencia. Para hacer un símil, es, en México al menos, como en el deporte:: teniendo talento, hay que luchar contra intereses parasitarios enormes y, si luego algún deportista (con frecuencia, de deportes de resistencia) llega a un cargo, no es raro que se acabe como deportista y, a la vuelta, se corrompa como funcionario.
Existe la idea extraña de que con los científicos no es así. Los hay buenos, pero también muchos que, como no puede ser de otra manera, llevan los hábitos sociales dominantes a la academia, por más que se crea "impoluta": uno que otro esfuerzo, con frecuencia con título extranjero, crear la fama y echarse a dormir, en términos de trabajo, y a hacer relaciones para asegurarse ""una reputación", tener si es posible una clientela, abusar del principiante y, mediante esas relaciones, tejidas en privado y de espaldas al "público", lograr "las indulgencias": desde un científico social hasta uno de la ciencia "dura" o "exacta", con la indulgencia del "grupo", las relaciones y algo de vedettismo ya es posible decir cualquier tontería sin que siquiera se note el grado de ignorancia. Igual, es la falta total de educación propia de tantos universitarios. Creyéndose "conciencia" de "la sociedad", no parecen darse cuenta de que ésta no tiene interés en lo que digan. El interés está en reproducir PRIVILEGIOS porque, gracias a la bien asimilada costumbre de ACAPARAR (y el aprendido hábito exterior de monopolizar), los emolumentos llegan y encima, hacen un puñado que tuerce las cosas: se la pasa pidiendo más dinero "porque el futuro está en la ciencia y la tecnología", sin precisar lo que se destina al despilfarro en crear y asegurar reputaciones (incluidos fiestonones a costa del erario) y por lo demás a apersonarse en el extranjero del que se espera por lo demás que diga el último grito de la moda. Cierto que se destina muy poco a I&D, pero lo peor es el modo de algunos centros de estudio de hacer gala de dispendio o, a veces mejor, de hacer ademanes austeros...desde burocracias doradas. Por extraño que parezca, hay estructuras académicas en las cuales no hay academia y es tabú hablar de ella, aunque encima haya pirámides, catedrales y rascacielos de "personal" parasitando, y haciendo férrea oposición a la eliminación de todas estas estructuras de intermediarios. No es cosa exclusiva de la academia, mientras un "pueblo" ignorante cree que las universidades están llenas de profes buscando la fórmula del Carburex o de bohemios vagos; pasa igual en el deporte, en el rudo mundo del espectáculo local, etcétera. Lo erróneo o de mala fe es dar a entender que se está trabajando de sol a sol en lo alto de una torre de marfil, cuando se está en el chisme, las comilonas, los acostones, las fiestas, los viajes y los cargos, las movidas, etcétera, en medio de gente que a veces intenta trabajar con sueldos precarios. Simplemente, la "sociedad" o el "pueblo" creen en "la academia" religiosamente, como si fuera un "apostolado" (!), y algunos académicos vivales se hacen pasar por "la evidencia científica" mientras la gozan como alguno que otro cura.
En un país como México, casi no se lee: la población lectora, que por lo demás fluctúa por edades, está por abajo de 70 % y no pasa de tres libros al año, queda por saber de qué, estando las librerías y los kioscos inundados de autoayuda y negocios. Es de las cifras más bajas de América Latina y, para tener un orden de comparación, en Alemania son 12 libros al año. El motivo principal de lectura en México NO es el aprendizaje, sino el entretenimiento (y éso sí, alguna vez se fue campeón en lectura de cómics, desde Rius hasta Borjita y La Calaca Tilica y Flaca), aunque sea un país de los más atiborrados de celulares. No falta la burla hacia la docencia, en programas televisivos, cuando pareciera que de lo que se trata es de un interminable cotorreo. No se "gasta" en I&D (debiera ser más bien una "inversión"), hay secretarías que no hacen nada, como Cultura, y fuera de amarrarse a lo que viene del exterior, lo que es también una forma de amarrarse a los fondos, ni siquiera hay mayor conciencia de nación ni de Estado, salvo para estar ordeñando la vaca gubernamental. La ciencia es un lugar de tantos y no algo de algún supuesto Olimpo, ni siquiera porque alguno se lo crea porque sus amigotes se lo hacen creer. Y el país, al mismo ritmo: cada vez más, con la falta de educación hecha pasar por expresión cultural "mi gusto es", para desdoro o desfiguro del charro, hoy lumpenizado (da click en el botón de reproducción).