Una de las cosas mejor logradas hoy por el gran capital ha consistido en arrebatarle una tras otra todas sus banderas a la izquierda, de tal modo que ese capital es la izquierda encarnada.
Así, lo que acaba de suceder en Ucrania es una nueva "revolución", lo que, de por sí, engrandece a los pequeños provocadores de la plaza Maidán de Kíev, capital ucraniana.
La recién liberada "reina del gas" o "princesa del gas", Yulia Timoshenko, se apareció en esa plaza para agradecer a los cinco mil ucranianos (sic) que lo lograron: "la dictadura ha caído", dijo Timoshenko, cuya trayectoria en el mundo de los negocios nunca ha sido del todo transparente. Desde luego, no había ninguna dictadura en Ucrania: tan es así que sin que se los reprimiera, sin estado de excepción, sin desaparecidos ni torturados, muy pacíficamente, los manifestantes de Kíev hicieron a su antojo. "Dictadura" no remite aquí a ningún significado, pero la palabra seduce.
A un periodista español, los manifestantes de Kíev lo recibieron pintando en algunos cascos el lema "No pasarán", el de la izquierda española durante la Guerra Civil. Es el mismo lema que traía estampado en una camiseta (playera) Nadezhda Tolokónnikova, integrante clave del grupo punk ruso Pussy Riot: estos guiños "republicanos" están destinados a sugerir que el único cambio posible es el que hacen estas fuerzas que en otros tiempos hubieran sido llamadas "reaccionarias". Por lo demás, resulta bastante chistoso éso de meterse hasta la cocina de la casa del vecino al grito de "No pasarán".
Otro de los logros es el de Washington, que ahora lleva una política resueltamente antiimperialista. Susan Rice, asesora de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, advirtió en estos días que Rusia podía cometer un "grave error" si mandaba tropas a Ucrania. Rusia es retratada como el imperio y Rice hizo una declaración completamente fuera de lugar, sin significado ninguno, pero emocional. Rusia no movió un dedo en la crisis ucraniana, y no movió tampoco ni un soldado.
Así que, veamos: son el gran capital (el interesado en que la Unión Europea se trague a la economía ucraniana, por ejemplo) y sus aliados de derecha (como el neonazi Svoboda en Ucrania) o de supuesta izquierda (como Miss "No Pasarán" en Rusia) quienes hacen lo siguiente: son revolucionarios, luchan contra las dictaduras y se oponen a los imperios. Encima, hacen creer que lo hacen democráticamente, desde abajo, en particular en la calle y en las barricadas.
Esta presentación de los hechos funcionó con la "primavera árabe" y viene logrando buenos resultados en Europa del Este. Queda que la izquierda que pretende ser genuina se cree una tras otra estas presentaciones y, la verdad, es tal el grado de incultura, de ignorancia y al mismo tiempo de soberbia en el afán de protagonismo que ya no se sabe qué hacer: si fusilar o felicitar a tanto tonto útil.
A la próxima, la Rice se soltará a cantar como Mercedes Sosa y Violeta Parra, solo que en alusión a los jóvenes de la Maidán: "me gustan los estudiantes...".
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