Lo que para algunos es cosa de grandes discursos, para otros es asunto de traducirlos a sonido de caja registradora. ¿En cuánto sale tumbar al régimen sirio?
El jefe del Estado Mayor Conjunto estadounidense, el general Martin Dempsey, hizo los cálculos en millones de dólares para el Congreso de su país: que una de zona de exclusión aérea está en tanto, que zonas de seguridad en las fronteras jordana y turca salen en tal monto, que "controlar las armas químicas" supone "gastar" una cantidad X... Hasta ahora, no hay un cálculo que garantice lo inaudito.
Lo inaudito es que Estados Unidos calcula -sin la menor critica de nadie- cómo invertir en la destrucción de un país y en matar, para estimar si la inversión será rentable, o si será costosa, y si mucho, poquito o nada. El otro no existe más que como parte de una evaluación costo-beneficio, no como ser humano.
En esta perspectiva, tal pareciera que a Siria y sus amigos no les queda más que "elevar el precio de una agresión", para hablar en asuntos de negocios. Por lo pronto, el costo no garantiza una ganancia elevada (el "retorno" de la inversión). La opción es seguir desgastando: Estados Unidos ha aprobado que la Central de Inteligencia Americana ayude a los terroristas sirios. Si alguien cree que están para combatir o para luchar por la libertad, no: la oposición siria está para desgastar de tal modo que Estados Unidos reevalúe los costos del negocio (según el grado de devaluación o apreciación de las defensas armadas de Asad). Por lo demás, en su barbarie, los terroristas sirios se comportan, efectivamente, como gente que no vale nada, salvo cuando masacra al que se deje o al indefenso (lo cual permite apreciarse por devaluación del enemigo, en un ajuste del fluctuante tipo de cambio amigo-enemigo).
What a wonderful world...
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viernes, 26 de julio de 2013
viernes, 19 de julio de 2013
PERU CON OLLANTA HUMALA
De un modo parecido al de Rafael Correa en el Ecuador, aunque con menos ruido, el presidente peruano, Ollanta Humala, está buscando que el servicio público en su país sea lo que es: un servicio, no una manera de "servirse". Se trata de que los funcionarios funcionen. Es algo que no ha logrado la actual presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, quien por ahora se ha estancado y no ha podido limitar los estragos de la corrupción en la política.
Humala ha buscado hacer pasar varias leyes (de servicio público, de carrera magisterial, universitaria y de servicio militar) que aún con aspectos polémicos, tienen por idea profesionalizar el servicio del Estado. Así por ejemplo, un profesor no es alguien que sale a gritonear en la calle, aunque es libre de hacerlo, ni que se dedica a la oratoria con sus alumnos sin estudiar ni aprender nada, ni alguien que pasa a cobrar de vez en cuando haciendo escala en el aula: la Carrera Pública Magisterial en el Perú establece que el profesor es "un profesional de la educación" que "presta un servicio público" -que debe ser de calidad- y que, por ley, debe tener un compromiso ético. Un punto es destacable: la ley propone "valorar el mérito en el desempeño laboral". Es el mérito en la profesión, no en la habilidad para hacerse el interesante sin conocimiento de nada, salvo del ingenio (no dice la ley que "se valorará el ingenio" de quien enseñe a dárselas de importante sin enseñar materia ninguna).
La ley universitaria busca terminar con universidades-fraude, muchas de ellas privadas (como ocurrió en el pasado en el Ecuador, algo denunciado por ejemplo por la asambleísta Rosana Alvarado). El estudiante está para estudiar, no para el ingenio propio: la ley propuesta en el Perú restablece un mínimo de profesionalismo, como en la estipulación de la tesis obligatoria en bachillerato y licenciatura.
El nuevo servicio civil no se anda con rodeos. Propone eliminar "criterios discrecionales" en el ingreso y la movilidad del personal del Estado, el tener un personal "imparcial" y hacer realidad la meritocracia. Debe existir el concurso público y el cumplimiento del perfil profesional. El nuevo Servicio Civil busca "servir mejor al ciudadano y mejorar la calidad del servicio público".
El opositor francés Jean-Luc Mélenchon, de visita en el Perú y luego de entrevistarse con Humala, ha constatado que éste quiere:
-salir del extractivismo, aunque (como lo hace hoy Correa) por lo pronto es necesaria la renta minera para buscar una mayor justicia social. Lo que sugiere Humala es crear cuadros técnicos, ya que, dice el presidente peruano, "ya no se dependerá de la economía minera el día que se sepa hacer otra cosa". Con Humala, la renta minera no es la principal fuente de ingresos del Estado. Según Mélenchon, Humala es uno de los presidentes latinoamericanos más sensibles a la importancia de la enseñanza técnica y profesional (dicho sea así: a la necesidad de tener mano de obra calificada).
-China es, según Humala, el primer socio comercial del Perú, por delante de Estados Unidos. No es algo que regocije a Humala, quien considera que el país andino no puede ser el furgón de un tren que no dirige (así sea chino). No se trata así de cambiar de amo, o de hacerse mantener por otro.
El silencio latinoamericano sobre Humala -como sobre Correa, salvo cuando se trata de Assange o Snowden- es impresionante. No parece que el Estado con vocación de servicio (distinto del asistencialista) sea prioridad para los populistas (México, Brasil y Argentina) ni los revolucionarios de gran mundo (Cuba, Venezuela). Los resultados dirán.
-
Humala ha buscado hacer pasar varias leyes (de servicio público, de carrera magisterial, universitaria y de servicio militar) que aún con aspectos polémicos, tienen por idea profesionalizar el servicio del Estado. Así por ejemplo, un profesor no es alguien que sale a gritonear en la calle, aunque es libre de hacerlo, ni que se dedica a la oratoria con sus alumnos sin estudiar ni aprender nada, ni alguien que pasa a cobrar de vez en cuando haciendo escala en el aula: la Carrera Pública Magisterial en el Perú establece que el profesor es "un profesional de la educación" que "presta un servicio público" -que debe ser de calidad- y que, por ley, debe tener un compromiso ético. Un punto es destacable: la ley propone "valorar el mérito en el desempeño laboral". Es el mérito en la profesión, no en la habilidad para hacerse el interesante sin conocimiento de nada, salvo del ingenio (no dice la ley que "se valorará el ingenio" de quien enseñe a dárselas de importante sin enseñar materia ninguna).
La ley universitaria busca terminar con universidades-fraude, muchas de ellas privadas (como ocurrió en el pasado en el Ecuador, algo denunciado por ejemplo por la asambleísta Rosana Alvarado). El estudiante está para estudiar, no para el ingenio propio: la ley propuesta en el Perú restablece un mínimo de profesionalismo, como en la estipulación de la tesis obligatoria en bachillerato y licenciatura.
El nuevo servicio civil no se anda con rodeos. Propone eliminar "criterios discrecionales" en el ingreso y la movilidad del personal del Estado, el tener un personal "imparcial" y hacer realidad la meritocracia. Debe existir el concurso público y el cumplimiento del perfil profesional. El nuevo Servicio Civil busca "servir mejor al ciudadano y mejorar la calidad del servicio público".
El opositor francés Jean-Luc Mélenchon, de visita en el Perú y luego de entrevistarse con Humala, ha constatado que éste quiere:
-salir del extractivismo, aunque (como lo hace hoy Correa) por lo pronto es necesaria la renta minera para buscar una mayor justicia social. Lo que sugiere Humala es crear cuadros técnicos, ya que, dice el presidente peruano, "ya no se dependerá de la economía minera el día que se sepa hacer otra cosa". Con Humala, la renta minera no es la principal fuente de ingresos del Estado. Según Mélenchon, Humala es uno de los presidentes latinoamericanos más sensibles a la importancia de la enseñanza técnica y profesional (dicho sea así: a la necesidad de tener mano de obra calificada).
-China es, según Humala, el primer socio comercial del Perú, por delante de Estados Unidos. No es algo que regocije a Humala, quien considera que el país andino no puede ser el furgón de un tren que no dirige (así sea chino). No se trata así de cambiar de amo, o de hacerse mantener por otro.
El silencio latinoamericano sobre Humala -como sobre Correa, salvo cuando se trata de Assange o Snowden- es impresionante. No parece que el Estado con vocación de servicio (distinto del asistencialista) sea prioridad para los populistas (México, Brasil y Argentina) ni los revolucionarios de gran mundo (Cuba, Venezuela). Los resultados dirán.
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jueves, 18 de julio de 2013
CHINA EN AMERICA LATINA: ¿HAY EXCESO?
Aunque China no amenaza en la política y en el terreno militar a América Latina, la relación económica entre ambos no es muy sana. Es una relación que resuelve los problemas chinos, pero menos los de los latinoamericanos. En efecto, el gran problema es el tipo de especialización en el intercambio: América Latina provee de materias primas y productos agrícolas, y le compra a China artículos manufacturados.
No es todo. China tiene inversión extranjera directa importante en América Latina, pero la de ésta en China es casi nada: 0,1 % del total de inversión de este tipo en el país asiático. Parte de la inversión china en suelo latinoamericano busca aprovechar una mano de obra barata junto a la cercanía del mercado estadounidense, para exportarle. Así, América Latina podría ser también lugar de "maquila" china, como lo ha sido para Japón y para otros países asiáticos, como Taiwan (Formosa) y Sudcorea. Centroamérica, por ejemplo, es plataforma de maquila asiática para exportar a Estados Unidos.
Al comprarle productos manufacturados a China, América Latina le palía problemas de sobreproducción. Aquí también, se resuelven problemas chinos, no problemas latinoamericanos.
Prueba del exceso -por sobreacumulación- son los proyectos chinos de vías interoceánicas en el istmo centroamericano. El escritor y ex vicepresidente Sergio Ramírez describe con razón ("Un canal para cada cual") lo absurdo de multiplicar los canales entre el Pacífico y el Atlántico en Centroamérica: canal seco colombiano entre bahía Solano (Pacífico) y Acandi (Caribe), cerca de Panamá y a cargo de la China Railroad Engineering Co., canal en Nicaragua (HK Nicaragua Canal Development), oferta de vías en Guatemala, y canal seco en Honduras, a cargo de la China Harbour Engineering Co. ¿Cuatro vías alternativas o complementarias al canal de Panamá? Obviamente, se trata de resolverle a China un problema de sobreacumulación sin pensar en el uso social de nada.
En ésto, lo que ocurre con China en América Latina, pese a ciertos beneficios, se parece a lo que sucede en Africa, y que ya ha traído más de una queja: que algo parezca racional desde el punto de vista "económico" (!tener socios de dónde elegir!) no lo es desde el punto de vista social (¿hay que tener cinco canales, al menos en promesa?).
No es todo. China tiene inversión extranjera directa importante en América Latina, pero la de ésta en China es casi nada: 0,1 % del total de inversión de este tipo en el país asiático. Parte de la inversión china en suelo latinoamericano busca aprovechar una mano de obra barata junto a la cercanía del mercado estadounidense, para exportarle. Así, América Latina podría ser también lugar de "maquila" china, como lo ha sido para Japón y para otros países asiáticos, como Taiwan (Formosa) y Sudcorea. Centroamérica, por ejemplo, es plataforma de maquila asiática para exportar a Estados Unidos.
Al comprarle productos manufacturados a China, América Latina le palía problemas de sobreproducción. Aquí también, se resuelven problemas chinos, no problemas latinoamericanos.
Prueba del exceso -por sobreacumulación- son los proyectos chinos de vías interoceánicas en el istmo centroamericano. El escritor y ex vicepresidente Sergio Ramírez describe con razón ("Un canal para cada cual") lo absurdo de multiplicar los canales entre el Pacífico y el Atlántico en Centroamérica: canal seco colombiano entre bahía Solano (Pacífico) y Acandi (Caribe), cerca de Panamá y a cargo de la China Railroad Engineering Co., canal en Nicaragua (HK Nicaragua Canal Development), oferta de vías en Guatemala, y canal seco en Honduras, a cargo de la China Harbour Engineering Co. ¿Cuatro vías alternativas o complementarias al canal de Panamá? Obviamente, se trata de resolverle a China un problema de sobreacumulación sin pensar en el uso social de nada.
En ésto, lo que ocurre con China en América Latina, pese a ciertos beneficios, se parece a lo que sucede en Africa, y que ya ha traído más de una queja: que algo parezca racional desde el punto de vista "económico" (!tener socios de dónde elegir!) no lo es desde el punto de vista social (¿hay que tener cinco canales, al menos en promesa?).
domingo, 14 de julio de 2013
FELINOS CUBANOS ATACAN A IZQUIERDAS LATINOAMERICANAS EN TIEMPOS DE CREAR
La Revolución Cubana no tiene el don de aceptar la reflexión (ya no digamos la discrepancia). Así, a ésa hay que estarla apoyando con frecuencia muy a pesar suyo.
Si a la Revolución la invitan honestamente a colocarse en tiempos de crear -como están invitadas las izquierdas latinoamericanas, si quieren ir más allá de la coyuntura y ser consecuentes con su ideario y cumplir-, ella responde como sabe hacerlo: sermonea, pide incondicionales en nombre de la lealtad, manosea mezclando "entrañables" asuntos personales con los públicos, pone por delante el deber para culpabilizar al potencial desobediente, y vuelve incesantemente al "nosotros" que ahoga la voz individual. Coloca moralina y sentimiento por delante: reflexión, no. Mamá no piensa: es "emotiva". Así que no hay que contrariarla.
El buen manoseo de ése mismo que sermonea y pide "devoción" sabe que hay que hacerle sentir al otro -el supuesto niño- como lo mejor del mundo: a quien se busca callar se lo lisonjea, se lo adula, se le hace el monumento que petrifica. Eres maravilloso, m'hijito, más si te portas bien, como es de esperar. Se coloca entre "los grandes" -nuestro deber es luchar, no usar la cabeza- a quien reflexiona y sabe hacerlo, a ver si se marea y en vez de pensar se cree héroe de las batallas que libró y hasta de las que no (como Brezhnev, un héroe de no gran cosa). Si algo desconoce la Revolución Cubana, mitómana, son las virtudes de la modestia, que por cierto no sabe ver en quien la ejemplifica a cabalidad, y con un Martí de verdad, no de opereta.
Cantaba Silvio Rodríguez que al hermano, si se le da la mano, no se le extiende un "humillante recibo de pago" ("Si tengo un hermano", se entiende que no uno incómodo ni intrigante): pero los funcionarios cubanos de la cultura, con su jiribilla, piden al que lo recibe pagar por el certificado de buen revolucionario. Y no piden pagar con cualquier cosa: quieren la vida, el alma misma de quien se atreve al raciocinio y considera que no todo es voluntad. Dicen que el amigo critica de frente y alaba por detrás: no es lo que pide Cuba -siempre lista para alabar- al latinoamericanista.
No es por cierto defecto único de Cuba, éste de acallar hablando. Ahí está el vivo que cree que es un buen "estilo" de quitarle la cafeína al café, éso de ser "de centro estilo Suecia o Noruega" (como el tonto y pedante de "Pepe" Mújica), o éso de meter a Cristo en la fiesta del socialismo (como lo hacía un Chávez ignorante), o aquéllo de hacerle decir a Rafael Correa algo sobre el "socialismo sin lucha de clases" .
El brasileño campesino lo sabe bien: el felino, la "onza" (onza pintada, parecido a la pantera), ruge para paralizar y atemorizar, que es para lo que sirve la retórica -más se habla, mejor- ante alguien que se atreve a pensar en América Latina. Aquí se habla para callar al otro. No se le dice como Juan Carlos que se calle: se lo calla en el acto ocupando su lugar en la voz.
Los nietos, ojalá, no tengan que aguantarse esta bochornosa costumbre de tener amigos y familiares que aún al hacerse pasar por humanos son lo más parecido al mamífero ése del Brasil.
Si a la Revolución la invitan honestamente a colocarse en tiempos de crear -como están invitadas las izquierdas latinoamericanas, si quieren ir más allá de la coyuntura y ser consecuentes con su ideario y cumplir-, ella responde como sabe hacerlo: sermonea, pide incondicionales en nombre de la lealtad, manosea mezclando "entrañables" asuntos personales con los públicos, pone por delante el deber para culpabilizar al potencial desobediente, y vuelve incesantemente al "nosotros" que ahoga la voz individual. Coloca moralina y sentimiento por delante: reflexión, no. Mamá no piensa: es "emotiva". Así que no hay que contrariarla.
El buen manoseo de ése mismo que sermonea y pide "devoción" sabe que hay que hacerle sentir al otro -el supuesto niño- como lo mejor del mundo: a quien se busca callar se lo lisonjea, se lo adula, se le hace el monumento que petrifica. Eres maravilloso, m'hijito, más si te portas bien, como es de esperar. Se coloca entre "los grandes" -nuestro deber es luchar, no usar la cabeza- a quien reflexiona y sabe hacerlo, a ver si se marea y en vez de pensar se cree héroe de las batallas que libró y hasta de las que no (como Brezhnev, un héroe de no gran cosa). Si algo desconoce la Revolución Cubana, mitómana, son las virtudes de la modestia, que por cierto no sabe ver en quien la ejemplifica a cabalidad, y con un Martí de verdad, no de opereta.
Cantaba Silvio Rodríguez que al hermano, si se le da la mano, no se le extiende un "humillante recibo de pago" ("Si tengo un hermano", se entiende que no uno incómodo ni intrigante): pero los funcionarios cubanos de la cultura, con su jiribilla, piden al que lo recibe pagar por el certificado de buen revolucionario. Y no piden pagar con cualquier cosa: quieren la vida, el alma misma de quien se atreve al raciocinio y considera que no todo es voluntad. Dicen que el amigo critica de frente y alaba por detrás: no es lo que pide Cuba -siempre lista para alabar- al latinoamericanista.
No es por cierto defecto único de Cuba, éste de acallar hablando. Ahí está el vivo que cree que es un buen "estilo" de quitarle la cafeína al café, éso de ser "de centro estilo Suecia o Noruega" (como el tonto y pedante de "Pepe" Mújica), o éso de meter a Cristo en la fiesta del socialismo (como lo hacía un Chávez ignorante), o aquéllo de hacerle decir a Rafael Correa algo sobre el "socialismo sin lucha de clases" .
El brasileño campesino lo sabe bien: el felino, la "onza" (onza pintada, parecido a la pantera), ruge para paralizar y atemorizar, que es para lo que sirve la retórica -más se habla, mejor- ante alguien que se atreve a pensar en América Latina. Aquí se habla para callar al otro. No se le dice como Juan Carlos que se calle: se lo calla en el acto ocupando su lugar en la voz.
Los nietos, ojalá, no tengan que aguantarse esta bochornosa costumbre de tener amigos y familiares que aún al hacerse pasar por humanos son lo más parecido al mamífero ése del Brasil.
jueves, 11 de julio de 2013
AL ATAQUE MIS COBARDES
Las cosas han llegado al grado de preferir un delirio barato o un crimen barato a una verdad cara. Si hay que pagarla y esforzarse, no se hace.
El vídeo está disponible en Internet. Una jauría de terroristas sirios grita mientras un hombre degüella a varios cautivos: uno de los degollados es el sacerdote católico (franciscano) Francois Murad. Si alguien espera condena a esta barbarie, puede seguir esperando. Condenar al patrón sale demasiado oneroso.
Expertos rusos ya han probado que la "oposición" siria usó armas químicas en la ciudad de Alepo. El embajador ruso ante la Organización de Naciones Unidas (ONU), Vitali Churkin, entregó el informe al respecto al secretario general del organismo, Ban Ki-moon. Seguramente éste, como la opinión pública occidental, ni siquiera sepa qué es cobardía: seguirá pensando "económicamente" que sale más barato no ver que enfrentarse al amo, un proceso costoso.
El presidente ruso, Vladimir Putin, aseguró que su país tiene pruebas de que las armas químicas utilizadas por los terroristas sirios fueron fabricadas en Iraq. La prensa occidental en ningún momento recogió esta noticia, aunque Putin hizo la declaración al final de la reunión cumbre del Grupo de los Ocho (G-8) en Irlanda del Norte.
En vez de ser consecuentes, los occidentales siguen atacando a Siria: la Central de Inteligencia Americana (CIA) envía armas a los terroristas sirios a través de Jordania y estaría buscando que no sean derrotados por el régimen de al-Asad: la denuncia la hizo The Wall Street Journal. La idea es igualar el potencial de combate de los terroristas al del ejército sirio.
Que Estados Unidos y sus aliados, en nombre de la democracia, apoyen a decapitadores de civiles y a gente que usa gas sarín es una prueba que bien puede ser pasada por alto si hay alguna ganancia en el horizonte por repetir que el enemigo es el régimen de Damasco.La ganancia puede ser geopolítica y económica a la vez. Ya se verá.
El vídeo está disponible en Internet. Una jauría de terroristas sirios grita mientras un hombre degüella a varios cautivos: uno de los degollados es el sacerdote católico (franciscano) Francois Murad. Si alguien espera condena a esta barbarie, puede seguir esperando. Condenar al patrón sale demasiado oneroso.
Expertos rusos ya han probado que la "oposición" siria usó armas químicas en la ciudad de Alepo. El embajador ruso ante la Organización de Naciones Unidas (ONU), Vitali Churkin, entregó el informe al respecto al secretario general del organismo, Ban Ki-moon. Seguramente éste, como la opinión pública occidental, ni siquiera sepa qué es cobardía: seguirá pensando "económicamente" que sale más barato no ver que enfrentarse al amo, un proceso costoso.
El presidente ruso, Vladimir Putin, aseguró que su país tiene pruebas de que las armas químicas utilizadas por los terroristas sirios fueron fabricadas en Iraq. La prensa occidental en ningún momento recogió esta noticia, aunque Putin hizo la declaración al final de la reunión cumbre del Grupo de los Ocho (G-8) en Irlanda del Norte.
En vez de ser consecuentes, los occidentales siguen atacando a Siria: la Central de Inteligencia Americana (CIA) envía armas a los terroristas sirios a través de Jordania y estaría buscando que no sean derrotados por el régimen de al-Asad: la denuncia la hizo The Wall Street Journal. La idea es igualar el potencial de combate de los terroristas al del ejército sirio.
Que Estados Unidos y sus aliados, en nombre de la democracia, apoyen a decapitadores de civiles y a gente que usa gas sarín es una prueba que bien puede ser pasada por alto si hay alguna ganancia en el horizonte por repetir que el enemigo es el régimen de Damasco.La ganancia puede ser geopolítica y económica a la vez. Ya se verá.
sábado, 6 de julio de 2013
YO APEDREARE EN LAS CALLES NUEVAMENTE...
Di-vi-nos.
La verdad es que nuestros hijos se ven di-vi-nos cuando salen a la calle a protestar.
Ellos, los jóvenes, son también "cosa nuestra".
Nosotros andamos tan bien que no heredamos ni transmitimos nada. Estamos extasiados porque son los jóvenes los que "nos brindan un legado". Los ancianos aprenden de los jóvenes. Aquí, allá y en todas partes.
Ellos son la chispa de la vida. No proponen gran cosa, no se organizan mucho, no tienen idea de casi nada, pero, la verdad, son refrescantes.
Si salen a equivocarse en Túnez o en Egipto (donde, dicho sea de paso, hay más de ricos y clase media que de "pobres" en las manifestaciones), qué alegría: no estamos para analizar nada, ni siquiera las maniobras que se parecen a las hechas en el pasado en Yemen, o la represión en Bahrein.
Si salen a las calles en Francia, y además, los nuestros suelen ser inmigrantes, los haremos "antisistémicos", no importa que destruyan escuelas y hospitales, además de incendiar automóviles.
Si se plantan en Madrí, pues olé. Indignémonos con ellos. Si los que se plantan son mineros de Comisiones Obreras, importa un cacahuate. Ni son jóvenes ni tienen "clase".
Si ocupan Wall Street, mejor. Aunque no tengan nada qué decir de serio.
Si le revientan la campaña a un candidato opositor mexicano, obligado a pronunciarse ante un grupito que no pasa mucho de 132 ni de la high society, es una maravilla. Como dicen nuestras esposas: acuérdate, Pepe, tú también fuiste joven. Que los 132 se desinflen y sean incapaces de articular un discurso, no importa. No estamos aquí para pensar, sino para darnos un baño de pureza.
Si hay cerveza sin alcohol o café sin cafeína, se puede hacer una protesta social sin contenido social. Es requete-top, papi.
Y lo de Brasil ha sido lo mejor. Tampoco es un movimiento popular. Cierto, la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, los está oyendo. Pero que alguno de los graves problemas estructurales de Brasil vaya a ser atacado, no parece, salvo la corrupción en algunos aspectos.
Ellos nos sacan del tedio neoliberal. Lo que cuenta no es político, ni social, ni económico (salvo para una que otra andanada contra banqueros). Es terapeútico. La calle es como Diván el Terrible: está ahí para poder expresarse. Es espontáneo y con derecho a la asociación libre.
Es una catarsis. También lo es cuando otros salen a "mostrarse" en sus preferencias. Que dame una L, que una G, que una B o que una T. ¿Qué diceeee?
A terapia, no a política.
La verdad es que nuestros hijos se ven di-vi-nos cuando salen a la calle a protestar.
Ellos, los jóvenes, son también "cosa nuestra".
Nosotros andamos tan bien que no heredamos ni transmitimos nada. Estamos extasiados porque son los jóvenes los que "nos brindan un legado". Los ancianos aprenden de los jóvenes. Aquí, allá y en todas partes.
Ellos son la chispa de la vida. No proponen gran cosa, no se organizan mucho, no tienen idea de casi nada, pero, la verdad, son refrescantes.
Si salen a equivocarse en Túnez o en Egipto (donde, dicho sea de paso, hay más de ricos y clase media que de "pobres" en las manifestaciones), qué alegría: no estamos para analizar nada, ni siquiera las maniobras que se parecen a las hechas en el pasado en Yemen, o la represión en Bahrein.
Si salen a las calles en Francia, y además, los nuestros suelen ser inmigrantes, los haremos "antisistémicos", no importa que destruyan escuelas y hospitales, además de incendiar automóviles.
Si se plantan en Madrí, pues olé. Indignémonos con ellos. Si los que se plantan son mineros de Comisiones Obreras, importa un cacahuate. Ni son jóvenes ni tienen "clase".
Si ocupan Wall Street, mejor. Aunque no tengan nada qué decir de serio.
Si le revientan la campaña a un candidato opositor mexicano, obligado a pronunciarse ante un grupito que no pasa mucho de 132 ni de la high society, es una maravilla. Como dicen nuestras esposas: acuérdate, Pepe, tú también fuiste joven. Que los 132 se desinflen y sean incapaces de articular un discurso, no importa. No estamos aquí para pensar, sino para darnos un baño de pureza.
Si hay cerveza sin alcohol o café sin cafeína, se puede hacer una protesta social sin contenido social. Es requete-top, papi.
Y lo de Brasil ha sido lo mejor. Tampoco es un movimiento popular. Cierto, la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, los está oyendo. Pero que alguno de los graves problemas estructurales de Brasil vaya a ser atacado, no parece, salvo la corrupción en algunos aspectos.
Ellos nos sacan del tedio neoliberal. Lo que cuenta no es político, ni social, ni económico (salvo para una que otra andanada contra banqueros). Es terapeútico. La calle es como Diván el Terrible: está ahí para poder expresarse. Es espontáneo y con derecho a la asociación libre.
Es una catarsis. También lo es cuando otros salen a "mostrarse" en sus preferencias. Que dame una L, que una G, que una B o que una T. ¿Qué diceeee?
A terapia, no a política.
lunes, 1 de julio de 2013
ODIO SER EL TONTO QUE TE HACE LLORAR
Tal parece que, cuando hablábamos de socialismo, era para fundirnos en el colectivo. Después de todo, el socialismo era colectivo y había incluso quien le decía "colectivismo" a la cosa nuestra.
No nos hemos movido demasiado. Nos pusimos a hablar de democracia, porque todos y todas somos demócratas. ¿Quién no? Si acaso, una minoría autoritaria, los dinosaurios. Ser demócrata o descubrirse demócrata es otra manera de fundirse en el colectivo. Hoy, el mundo es democrático. Si el colectivo va al socialismo, vamos. Si va a la democracia, vamos. Aunque en el pasado no nos haya interesado la democracia, ni siquiera la representativa, ni hayamos practicado la democracia en actos personales.
Para que no haya duda, nosotros estamos con la sociedad y en la sociedad (si "civil", mejor). ¿Qué hay de más colectivo que la sociedad? Vamos con ella: si tiene nuevas demandas, la seguimos, y si hay nuevos actores, también. Estamos fundidos con la sociedad. La cosa nuestra es parte de la sociedad. Es más colectiva que la democracia, aunque ya andábamos felices con las "grandes mayorías". Un buen día tuvimos la fortuna de recuperar la vista: bueno, la verdad es que ya éramos mayoría cuando todos queríamos "ese" progreso, y ahora, pues seguimos siendo mayoría, el todo.
Nosotros queremos ser incluyentes: queremos oportunidades para todos, que no falte ni uno en el Uno, que estemos todos en la cosa nuestra, que es la de todos y todas, de cada uno y de cada una. Estamos hoy por hoy en la máxima colectividad: Big Mother.
No nos importa si el capitalismo es humano o no. Nos importa estar donde está el montón. Tener las manos en la masa. Y que la masa alcance para todos y todas. Que nos fundamos todos en la gran fiesta del reparto. Que es como por cierto entendíamos el socialismo cuando la colectividad iba al socialismo. Que se repartiera. Como sea, pero que se repartiera. Siempre pedimos más (como el capitalismo): más opciones tecnológicas, más satisfacción de nuestras demandas, más oportunidades, más y más...
Nuestro pensador de cabecera, ése gramsciano con el que pedimos de a montón un reparto a montones, ese pensador se llama Espinoza Paz, y he aquí lo que esperamos del Gran Poder, según nuestro Manifiesto, "Para no perderte":
Para no perderte
Dame una lección
Explícame cómo, en el pizarrón
Quiero impresionarte con otra actitud
Por favor atiende mi solicitud
Que al fin y al cabo, soy demócrata, parte de la sociedad civil, de las grandes mayorías y del futuro que todos y todas queremos. Siempre lo fui.
No nos hemos movido demasiado. Nos pusimos a hablar de democracia, porque todos y todas somos demócratas. ¿Quién no? Si acaso, una minoría autoritaria, los dinosaurios. Ser demócrata o descubrirse demócrata es otra manera de fundirse en el colectivo. Hoy, el mundo es democrático. Si el colectivo va al socialismo, vamos. Si va a la democracia, vamos. Aunque en el pasado no nos haya interesado la democracia, ni siquiera la representativa, ni hayamos practicado la democracia en actos personales.
Para que no haya duda, nosotros estamos con la sociedad y en la sociedad (si "civil", mejor). ¿Qué hay de más colectivo que la sociedad? Vamos con ella: si tiene nuevas demandas, la seguimos, y si hay nuevos actores, también. Estamos fundidos con la sociedad. La cosa nuestra es parte de la sociedad. Es más colectiva que la democracia, aunque ya andábamos felices con las "grandes mayorías". Un buen día tuvimos la fortuna de recuperar la vista: bueno, la verdad es que ya éramos mayoría cuando todos queríamos "ese" progreso, y ahora, pues seguimos siendo mayoría, el todo.
Nosotros queremos ser incluyentes: queremos oportunidades para todos, que no falte ni uno en el Uno, que estemos todos en la cosa nuestra, que es la de todos y todas, de cada uno y de cada una. Estamos hoy por hoy en la máxima colectividad: Big Mother.
No nos importa si el capitalismo es humano o no. Nos importa estar donde está el montón. Tener las manos en la masa. Y que la masa alcance para todos y todas. Que nos fundamos todos en la gran fiesta del reparto. Que es como por cierto entendíamos el socialismo cuando la colectividad iba al socialismo. Que se repartiera. Como sea, pero que se repartiera. Siempre pedimos más (como el capitalismo): más opciones tecnológicas, más satisfacción de nuestras demandas, más oportunidades, más y más...
Nuestro pensador de cabecera, ése gramsciano con el que pedimos de a montón un reparto a montones, ese pensador se llama Espinoza Paz, y he aquí lo que esperamos del Gran Poder, según nuestro Manifiesto, "Para no perderte":
Para no perderte
Dame una lección
Explícame cómo, en el pizarrón
Quiero impresionarte con otra actitud
Por favor atiende mi solicitud
Que al fin y al cabo, soy demócrata, parte de la sociedad civil, de las grandes mayorías y del futuro que todos y todas queremos. Siempre lo fui.
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