Hace rato que Estados Unidos, lejos de caerse ante el mundo multipolar que decretó algún científico, ha obtenido uno que otro éxito. Washington quiere Estados fallidos, caos controlado, algo tan sencillo como "dividir para reinar", por lo que muchos políticos activan todas las diferencias que pueden: religiosas, "étnicas", clánicas, tribales, raciales, lo que sea. Fue el logro en Somalia, partida en dos, con un "Estado" independiente en el norte (Somalilandia) desde 1991, gracias a unos cuantos clanes. Yugoslavia simplemente desapareció, aquí por supuestas rencillas "ancestrales" y "odios" de toda la vida entre dizque "etnias". Con Libia pasó otro tanto, y ahora el país es disputado por milicias islamistas y un general que alguna vez fue cercano al extinto Kadhafi, pero que luego prefirió aliarse con Estados Unidos y la Central de Inteligencia Americana (CIA), para vivir en Falls Church, Virginia, en los mismos Estados Unidos (es el general Khalifa Aftar). En los dos últimos años han muerto mil 200 personas en Libia. En Sudán también funcionó, con la aparición de "Sudán del Sur" en el año 2011.
En el proyecto de un "Medio Oriente Ampliado", el ejército estadounidense ya había pensado en dividir en tres a Iraq, y ésto desde 2001. El actual vicepresidente estadounidense, Joseph Biden, aprobó este plan de partición y lo hizo pasar al Congreso estadounidense en 2007. Ya está: mientras al sur los chiítas cuentan con el próximo error iraní, las milicias islamistas del Emirato islámico de Iraq y Levante (EIIL), financiadas por Arabia Saudita y la petrolera Aramco (empresa saudiárabe y estadounidense), y apoyadas desde Turquía y por Estados Unidos e Israel, controlan el oeste iraquí y toda una parte del noreste de Siria (por si alguien pensaba que los occidentales iban a dejar a los sirios en paz), territorios con importantes riquezas petroleras. Los kurdos, desde la ciudad de Kirkuk, controlan el petróleo del Kurdistán. Como sucede por lo demás con Afganistán, Iraq está muy cerca de terminar de desaparecer como país. Este es el resultado de la ofensiva contra el laicismo y de la fiebre en medio mundo por tener una "identidad", la que sea.
Para Irán, se acabó la posibilidad del gasoducto South Pears (con el campo de gas más grande del mundo), que debía ir del golfo Pérsico al Mediterráneo pasando por Siria y Líbano. La "partida" -cada una de estas partidas cuesta miles de muertos- la ganaron Qatar, Arabia Saudí, Turquía e Israel.
Irán está listo para caer en la trampa iraquí y el perdedor es China -luego de que los intereses rusos en Iraq tuvieran que hacerse a un lado al caer Saddam Hussein: las petroleras occidentales en Iraq se quedan, las chinas se van (PetroChina, Sinopec y CNOOC). Ahí está el resultado del tercermundismo que busca "márgenes de maniobra" y que, queriendo pescar a río revuelto (suelen hacerlo los chinos), exactamente como los estadounidenses, acaba inclinándose por Estados Unidos o retrocediendo para buscar otros "márgenes", de victoria en victoria hasta la derrota final. La caída automática del "imperio unipolar" ni se ve, ni se siente, ni está hasta ahora muy presente que se diga.
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