Un periódico mexicano vio hace poco cómo varios buques rusos invadían el mar Caribe. La alucinación no pasó a mayores, pero sirvió tal vez para ganar algo de rating infundiendo miedo o provocando morbo entre los lectores.
Como el canciller ruso, Serguei Lavrov, se encuentra de gira por varios países latinoamericanos, incluso algunos analistas rusos especulan -es ésto- que, ya que Estados Unidos se mete en la "esfera de influencia" de Rusia, ésta se reserva el derecho de hacer lo propio en el "patio trasero" de Washington. Lo emocionante está en vivir de "lo mejor de la Guerra Fría" en el Caribe, el momento de la crisis cubana de los misiles en 1962, cuando efectivamente Moscú pareció colarse a pocas millas del territorio estadounidense.
Ciertamente, Rusia vende armas en Latinoamérica, por cierto que no sólo a Venezuela (también a Brasil, por ejemplo). Brasil y Argentina son los principales socios comerciales de Rusia en América Latina. No es nuevo, ya que Moscú mantuvo vínculos con la dictadura argentina en los años '70, algo reprobable. Ahora, Lavrov estará en Cuba y Nicaragua, nada nuevo tampoco, ya que son sólidos aliados desde hace mucho tiempo. El canciller ruso estará en Perú y en Chile. Nada nuevo tampoco: mucho más que el Caribe, a la Federación Rusa le interesa estratégicamente el Pacífico latinoamericano. Ya fue así en los años '70, con el militar Juan Velasco Alvarado en el gobierno peruano. Lavrov no ha inventado nada.
Lo que sí es notorio es que Rusia no tiene intención de hacer lo que le atribuyen algunos, incluidos analistas rusos: prueba de ello es que Lavrov no pasará por Venezuela, lo que significa que el canciller ruso no piensa venir a Latinoamérica a provocar. He aquí una primera diferencia.
La segunda es que, pese a lo que diga el servicio ruso de la BBC británica, no hay simetría entre esferas de influencia, ni semejanza, nada: apenas unas ecuaciones ocurrentes entre quienes, en vez de usar la cabeza para razonar, la prefieren para calcular y sacar cualquier cuenta. Incluso pese a las advertencias del ministro de defensa ruso Serguei Shoigu, quien insinuó que Moscú pondría bases en uno que otro punto latinoamericano, la verdad actual es que, a diferencia completa de lo que sucede alrededor de Rusia, alrededor de Estados Unidos no hay ni una sola base militar rusa, ni siquiera en Cuba (fueron desalojadas hace ya bastantes años): no las hay en Canadá, ni en México, ni en el Caribe, ni en Venezuela, ni en Centroamérica, por lo que no tiene ningún sentido -salvo excitarse- hacer ecuaciones entre Europa del Este y América Latina. Sin embargo, lo de razonar ya no es lo propio de un mundo fascinado por cualquier cálculo que parezca verosímil, aunque no sea cierto. Así que ahora resulta que Lavrov está invadiendo América Latina.
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martes, 29 de abril de 2014
lunes, 28 de abril de 2014
UCRANIA: LA TRAMPA PARA RUSIA
En el portal de Counterpunch, el articulista Mike Whitney afirma: "EE.UU. está en la fase de apertura de una guerra contra Rusia". Es en gran medida lo que parece.
Whitney conoce bien el modo de proceder estadounidense: si Rusia interviene en el Este de Ucrania, se activarán todos los reflejos antirusos de Occidente, que no han cambiado desde la Guerra Fría, y se dirá que Moscú tiene vocación expansionista, puesto que supuestamente la tuvo en el pasado desde el Este europeo hasta Afganistán. Algún tercermundista lo confirmará recordando la Primavera de Praga. Habrá que "parar a este nuevo Hitler", aunque el presidente ruso, Vladimir Putin, no haya emprendido expansionismo alguno, ni designado a nadie como enemigo (los judíos, por ejemplo), ni mandado a nadie a la cámara de gas, ni bombardeado ninguna ciudad, etcétera. ¿Qué importa? Con Saddam Hussein se hizo lo mismo: era también "un nuevo Hitler".
Si Rusia no interviene, el riesgo está en que de la provocación se pase a un conflicto abierto, que será un foco más de tensión en las puertas de la Federación Rusa. Como lo hace notar Whitney, haga lo que haga, Rusia corre el riesgo de tener pérdidas. Basta seguir el twitter del halcón estadounidense Zbigniew Brzezinski para ver que, efectivamente, se trata de encajonar a Rusia en este "juego" -dizque de "rusos étnicos"- que parece de "perder-perder".
Whitney muestra tal vez sin quererlo lo que muchos creen de Rusia. Ya se ha probado el guión en Afganistán, Iraq, Libia, Siria y otros lugares que Whitney no menciona, como Yugoslavia. "La supervivencia de Putin y de la Federación Rusa -escribe el autor en Counterpunch- dependen en gran medida de su capacidad de comprender rápidamente la nueva realidad (...) Si decide ignorar las señales de advertencia a la espera de que Washington pueda ser apaciguado o que sea posible frenar a los hombres que dictan la política exterior de EE.UU. (...), puede enfrentar el mismo fin que Sadam o Gadafi". Así que incluso Whitney, como más de un estadounidense, cree que la Federación Rusa es un país del Tercer Mundo. Es la misma creencia de la Guerra Fría sobre lo mal que se vive en Rusia por "la escasez" en "el comunismo". Tampoco importa la realidad, sino una creencia que sostenga al occidental en su pedestal de "triunfador". De aquí no es posible salir, menos con ignorancia y un alud de despropósitos que le han hecho decir al periodista estadounidense Robert Parry que ni en tiempos del extinto Ronald Reagan existía un periodismo tan "desmedrado" y con tal "desempacho", dispuesto a repetir sin cesar afirmaciones demostrablemente falsas. No es seguro que en Occidente importe si es verdadero o falso: es más excitante dejar a Rusia "out" para sentir que sí, cómo no, estamos "in" y tenemos "lo que hay que tener".
Whitney conoce bien el modo de proceder estadounidense: si Rusia interviene en el Este de Ucrania, se activarán todos los reflejos antirusos de Occidente, que no han cambiado desde la Guerra Fría, y se dirá que Moscú tiene vocación expansionista, puesto que supuestamente la tuvo en el pasado desde el Este europeo hasta Afganistán. Algún tercermundista lo confirmará recordando la Primavera de Praga. Habrá que "parar a este nuevo Hitler", aunque el presidente ruso, Vladimir Putin, no haya emprendido expansionismo alguno, ni designado a nadie como enemigo (los judíos, por ejemplo), ni mandado a nadie a la cámara de gas, ni bombardeado ninguna ciudad, etcétera. ¿Qué importa? Con Saddam Hussein se hizo lo mismo: era también "un nuevo Hitler".
Si Rusia no interviene, el riesgo está en que de la provocación se pase a un conflicto abierto, que será un foco más de tensión en las puertas de la Federación Rusa. Como lo hace notar Whitney, haga lo que haga, Rusia corre el riesgo de tener pérdidas. Basta seguir el twitter del halcón estadounidense Zbigniew Brzezinski para ver que, efectivamente, se trata de encajonar a Rusia en este "juego" -dizque de "rusos étnicos"- que parece de "perder-perder".
Whitney muestra tal vez sin quererlo lo que muchos creen de Rusia. Ya se ha probado el guión en Afganistán, Iraq, Libia, Siria y otros lugares que Whitney no menciona, como Yugoslavia. "La supervivencia de Putin y de la Federación Rusa -escribe el autor en Counterpunch- dependen en gran medida de su capacidad de comprender rápidamente la nueva realidad (...) Si decide ignorar las señales de advertencia a la espera de que Washington pueda ser apaciguado o que sea posible frenar a los hombres que dictan la política exterior de EE.UU. (...), puede enfrentar el mismo fin que Sadam o Gadafi". Así que incluso Whitney, como más de un estadounidense, cree que la Federación Rusa es un país del Tercer Mundo. Es la misma creencia de la Guerra Fría sobre lo mal que se vive en Rusia por "la escasez" en "el comunismo". Tampoco importa la realidad, sino una creencia que sostenga al occidental en su pedestal de "triunfador". De aquí no es posible salir, menos con ignorancia y un alud de despropósitos que le han hecho decir al periodista estadounidense Robert Parry que ni en tiempos del extinto Ronald Reagan existía un periodismo tan "desmedrado" y con tal "desempacho", dispuesto a repetir sin cesar afirmaciones demostrablemente falsas. No es seguro que en Occidente importe si es verdadero o falso: es más excitante dejar a Rusia "out" para sentir que sí, cómo no, estamos "in" y tenemos "lo que hay que tener".
domingo, 27 de abril de 2014
RUSIA: LOS PREPARATIVOS DE ESTADOS UNIDOS
Gracias a las pruebas presentadas recientemente en el portal de Ria Novosti por la columnista Vicky Peláez, es posible saber que la agresión contra Rusia fue planeada desde hace más de dos décadas, por lo que poco tiene que ver con alguna supuesta defensa en Ucrania.
En efecto, como lo hace notar la columnista mencionada, en las memorias de Robert Gates, ex secretario estadounidense de Defensa y ex director de la Central de Inteligencia Americana (CIA) estadounidense, aparece la confesión de que en 1991, cuando apenas estaba colapsándose la Unión Soviética, el entonces secretario estadounidense de Defensa, Richard Cheney, "quería ver el desmantelamiento no solo de la Unión Soviética y del Imperio Ruso, sino de la propia Rusia, para que nunca volviera a ser una amenaza para el mundo (sic)" ("Duty. Memoirs of a Secretary at War, disponible en la Web). No es un asunto tan secreto, puesto que Zbigniew Brzezinski, pocos años después (1997), planteó "reventar" a la Federación Rusa para dividirla en tres, en algo así como una "federalización". Por si fuera poco, desde los años Clinton se preveía la posibilidad de una guerra civil en Ucrania, como lo muestran también revelaciones de Vicky Peláez. Brzezinski nunca ocultó que Ucrania era una pieza clave. En la secuencia cronológica, la decisión de debilitar al máximo a Rusia fue tomada dos décadas antes de lo que es hoy una supuesta amenaza rusa. No tiene pies ni cabeza presentar como amenaza a la víctima de un cerco y de una decisión de aniquilamiento explícita.
Como todo está en poner el mundo al revés, Rusia es presentada como revanchista, cuando Occidente, con Estados Unidos a la cabeza, es quien está tomando la revancha por algo que por cierto nadie le hizo, pero que de todos modos parece ofensivo: no se le levanta la mano al patrón. Es así que se difundió la especie de una revancha "roji-parda" rusa, cuando el revanchismo desatado -y con pardos por delante- es el de un Occidente que solo entiende de omnipotencia. Por si faltaran pruebas, ahora están los desfiles de honor a los voluntarios de las Waffen SS en Lviv, en Ucrania Occidental (las Waffen SS fueron consideradas como criminales de guerra en los juicios de Nuremberg). Mientras los nazis son tolerados, quienes se les oponen son perseguidos como "terroristas", lo que quiere decir lo mismo que desde desde la perestroika: que el de enfrente se desarme unilateralmente.
El guión es el mismo seguido en otras partes del mundo: según Peter Baker, periodista en The New York Times, lo que está buscando Obama es convertir a Rusia en "estado paria". Pueden jugar su papel la extrema izquierda, que saldrá -sin pruebas fehacientes- con que el gobierno de Vladimir Putin es "mafioso" y "oligárquico" (que al fin y al cabo, entre los neoconservadores estadounidenses fueron a parar algunos trotskistas), y la extrema derecha que ve comunistas hasta en la sopa, como se suele decir. No faltará el que alegue que es inadmisible que "nos" amenace un país "tan pobre" (?) y quien ponga lo suyo alegando que lo de Putin es totalitarismo, que al fin y al cabo en este mundo todos son totalitarios, menos mi familia y yo. Los guiones estadounidenses ya están escritos -para éso se repite la palabra "totalitarismo" a la menor discrepancia, como antaño se decía "estalinista" o "dogmático"- y ya están también listos muchos a repetir lo que sea, a modo de pago para comprarse una supuesta libertad que aspira a ser además tan aboluta como la omnipotencia del occidental.
En efecto, como lo hace notar la columnista mencionada, en las memorias de Robert Gates, ex secretario estadounidense de Defensa y ex director de la Central de Inteligencia Americana (CIA) estadounidense, aparece la confesión de que en 1991, cuando apenas estaba colapsándose la Unión Soviética, el entonces secretario estadounidense de Defensa, Richard Cheney, "quería ver el desmantelamiento no solo de la Unión Soviética y del Imperio Ruso, sino de la propia Rusia, para que nunca volviera a ser una amenaza para el mundo (sic)" ("Duty. Memoirs of a Secretary at War, disponible en la Web). No es un asunto tan secreto, puesto que Zbigniew Brzezinski, pocos años después (1997), planteó "reventar" a la Federación Rusa para dividirla en tres, en algo así como una "federalización". Por si fuera poco, desde los años Clinton se preveía la posibilidad de una guerra civil en Ucrania, como lo muestran también revelaciones de Vicky Peláez. Brzezinski nunca ocultó que Ucrania era una pieza clave. En la secuencia cronológica, la decisión de debilitar al máximo a Rusia fue tomada dos décadas antes de lo que es hoy una supuesta amenaza rusa. No tiene pies ni cabeza presentar como amenaza a la víctima de un cerco y de una decisión de aniquilamiento explícita.
Como todo está en poner el mundo al revés, Rusia es presentada como revanchista, cuando Occidente, con Estados Unidos a la cabeza, es quien está tomando la revancha por algo que por cierto nadie le hizo, pero que de todos modos parece ofensivo: no se le levanta la mano al patrón. Es así que se difundió la especie de una revancha "roji-parda" rusa, cuando el revanchismo desatado -y con pardos por delante- es el de un Occidente que solo entiende de omnipotencia. Por si faltaran pruebas, ahora están los desfiles de honor a los voluntarios de las Waffen SS en Lviv, en Ucrania Occidental (las Waffen SS fueron consideradas como criminales de guerra en los juicios de Nuremberg). Mientras los nazis son tolerados, quienes se les oponen son perseguidos como "terroristas", lo que quiere decir lo mismo que desde desde la perestroika: que el de enfrente se desarme unilateralmente.
El guión es el mismo seguido en otras partes del mundo: según Peter Baker, periodista en The New York Times, lo que está buscando Obama es convertir a Rusia en "estado paria". Pueden jugar su papel la extrema izquierda, que saldrá -sin pruebas fehacientes- con que el gobierno de Vladimir Putin es "mafioso" y "oligárquico" (que al fin y al cabo, entre los neoconservadores estadounidenses fueron a parar algunos trotskistas), y la extrema derecha que ve comunistas hasta en la sopa, como se suele decir. No faltará el que alegue que es inadmisible que "nos" amenace un país "tan pobre" (?) y quien ponga lo suyo alegando que lo de Putin es totalitarismo, que al fin y al cabo en este mundo todos son totalitarios, menos mi familia y yo. Los guiones estadounidenses ya están escritos -para éso se repite la palabra "totalitarismo" a la menor discrepancia, como antaño se decía "estalinista" o "dogmático"- y ya están también listos muchos a repetir lo que sea, a modo de pago para comprarse una supuesta libertad que aspira a ser además tan aboluta como la omnipotencia del occidental.
viernes, 25 de abril de 2014
UCRANIA: LOS PREPARATIVOS DE LA OTAN
La entrada de Ucrania a la Organización del Tratado del Atlántico Norte, la OTAN, nunca fue planteada como un asunto defensivo. Fue planteada en el año 2008, antes de que hubiera una amenaza rusa, suponiendo que hoy exista. Así, Kíev, capital ucraniana, estuvo negociando esa entrada casi seis años antes de que se desatara el actual conflicto ucraniano, atribuido ahora a los intereses rusos.
El presidente Víctor Yushchenko fue el encargado de negociar con la OTAN. El documento que rigió el acuerdo fue redactado en Washington, capital estadounidense, y no en Kíev. Jugó un papel importante Kateryna Yushchenko Chumachenko, esposa del entonces presidente ucraniano, pero ciudadana estadounidense, incluso nacida en Chicago, y que había sido funcionaria en las administraciones estadounidenses Reagan y Bush y en el Departamento estadounidense de Estado. La esposa de Yushchenko llegó a Ucrania con la US-Ukraine Foundation, nucleada por sectores republicanos estadounidenses considerados "duros".
A raíz del acuerdo, y aunque Kíev no entró directamente a la OTAN, la seguridad del Estado ucraniano quedó en coordinación con los servicios de inteligencia de la organización Atlántica. A partir de 2008, el ejército ucraniano colaboró con la OTAN en misiones internacionales, de Macedonia al territorio afgano. En la ciudad ucraniana de Járkov comenzaron a entrenarse sargentos con instructores y asesores de la OTAN. Asimismo, el sistema de defensa aérea ucraniano quedó en coordinación con el de Rumania, lugar de emplazamiento de parte del escudo antimisiles europeo controlado por Estados Unidos.
Ucrania tomó parte en la "pacificación" de Kosovo, con un batallón ucraniano-polaco. Por cierto, antes de los sucesos del "Euromaidán", Polonia entrenó a extremistas de derecha ucranianos, de Praviy Sector (Sector de Derecha), algo inaudito, puesto que esta agrupación reivindica a un líder (Stepan Bandera) que durante la Segunda Guerra Mundial persiguió en Ucrania a los polacos, exterminándolos en aldeas enteras. Donald Tusk, actual primer ministro polaco, contribuyó a entrenar al actual presidente interino ucraniano, Alexander Turchinov. El abuelo de Tusk, Jozef Tusk, colaboró con los nazis en Polonia durante la Segunda Guerra Mundial: estuvo como voluntario en la Wermacht. Turchinov tuvo cercanía con Tusk entre 2007 y 2010, mucho antes de que sucediera el "Euromaidán".
Durante todo el periodo mencionado, ni un soldado ruso se movió en la frontera de Rusia con Ucrania, ni nadie irrespetó los acuerdos sobre la Flota del Mar Negro en Crimea, ni Rusia hizo nada parecido a la violación del derecho internacional (Convención de Montreux) que practican hoy los buques de la OTAN en el Mar Negro (como las fragatas Taylor y Donald Cook, dotada ésta de un sistema antimisiles Aegis y misiles de crucero Tomahawk).
Arseny Yatseniuk acaba de declarar: "el mundo aún no olvidado la Segunda Guerra Mundial y Rusia ya quiere iniciar la tercera". ¿Pero quién estuvo haciendo "preparativos" desde 2008 o meses antes del Maidán, sin que hubiera preparativos de absolutamente nada del lado ruso?
El presidente Víctor Yushchenko fue el encargado de negociar con la OTAN. El documento que rigió el acuerdo fue redactado en Washington, capital estadounidense, y no en Kíev. Jugó un papel importante Kateryna Yushchenko Chumachenko, esposa del entonces presidente ucraniano, pero ciudadana estadounidense, incluso nacida en Chicago, y que había sido funcionaria en las administraciones estadounidenses Reagan y Bush y en el Departamento estadounidense de Estado. La esposa de Yushchenko llegó a Ucrania con la US-Ukraine Foundation, nucleada por sectores republicanos estadounidenses considerados "duros".
A raíz del acuerdo, y aunque Kíev no entró directamente a la OTAN, la seguridad del Estado ucraniano quedó en coordinación con los servicios de inteligencia de la organización Atlántica. A partir de 2008, el ejército ucraniano colaboró con la OTAN en misiones internacionales, de Macedonia al territorio afgano. En la ciudad ucraniana de Járkov comenzaron a entrenarse sargentos con instructores y asesores de la OTAN. Asimismo, el sistema de defensa aérea ucraniano quedó en coordinación con el de Rumania, lugar de emplazamiento de parte del escudo antimisiles europeo controlado por Estados Unidos.
Ucrania tomó parte en la "pacificación" de Kosovo, con un batallón ucraniano-polaco. Por cierto, antes de los sucesos del "Euromaidán", Polonia entrenó a extremistas de derecha ucranianos, de Praviy Sector (Sector de Derecha), algo inaudito, puesto que esta agrupación reivindica a un líder (Stepan Bandera) que durante la Segunda Guerra Mundial persiguió en Ucrania a los polacos, exterminándolos en aldeas enteras. Donald Tusk, actual primer ministro polaco, contribuyó a entrenar al actual presidente interino ucraniano, Alexander Turchinov. El abuelo de Tusk, Jozef Tusk, colaboró con los nazis en Polonia durante la Segunda Guerra Mundial: estuvo como voluntario en la Wermacht. Turchinov tuvo cercanía con Tusk entre 2007 y 2010, mucho antes de que sucediera el "Euromaidán".
Durante todo el periodo mencionado, ni un soldado ruso se movió en la frontera de Rusia con Ucrania, ni nadie irrespetó los acuerdos sobre la Flota del Mar Negro en Crimea, ni Rusia hizo nada parecido a la violación del derecho internacional (Convención de Montreux) que practican hoy los buques de la OTAN en el Mar Negro (como las fragatas Taylor y Donald Cook, dotada ésta de un sistema antimisiles Aegis y misiles de crucero Tomahawk).
Arseny Yatseniuk acaba de declarar: "el mundo aún no olvidado la Segunda Guerra Mundial y Rusia ya quiere iniciar la tercera". ¿Pero quién estuvo haciendo "preparativos" desde 2008 o meses antes del Maidán, sin que hubiera preparativos de absolutamente nada del lado ruso?
martes, 22 de abril de 2014
UCRANIA: AMIGOS CON BENEFICIOS
Occidente, con Estados Unidos a la cabeza, no ha abandonado en ningún momento su simpatía por el diablo, así que la presencia de grupos fascistoides no incomoda mucho. ¿Es el regreso del fascismo? No exactamente.
En Ucrania, el grupo Praviy Sector (Sector de Derecha), admirador de Stepan Bandera (un "héroe" ucraniano que colaboró con los nazis), recibe subsidio de la emigración ucraniana en Estados Unidos. Praviy Sector es una escisión de otro grupo fascistoide ucraniano, Svoboda, encabezado por Oleh Tyahnibok. A principios de la Segunda Guerra Mundial, la gente de Bandera se dedicó a ejecuciones en masa de judíos y polacos. Hasta el año 1942, a pesar de que decían buscar la independencia de Ucrania, los banderistas no se enfrentaron contra los nazis. Luego, el Ejército Insurgente Ucraniano, una escisión dentro de los banderistas, siguió con el exterminio en masa de polacos en las regiones de Volinia y Galitzia. Desaparecieron pueblos enteros, incluyendo a mujeres y niños. En las aldeas polacas, los habitantes eran a veces encerrados en graneros a los que se les prendía fuego. Otras prácticas consistían en pasar a los aldeanos a cuchillo o cortarles el cuello con sierras, prácticas similares a las de los fascistas ustashi en Croacia (Croacia, como Ucrania Occidental, formó parte del Imperio Austro-Húngaro). Aliarse con quienes glorifican lo descrito no es algo que perturbe a Occidente, que igual tolera las manifestaciones bastante nutridas de veteranos de las Waffen SS, en Riga, la capital de Letonia. Este país estudia darles a estos criminales la "cruz de héroe" y el título de "luchadores por la libertad".
Importa tan poco que quienes patrocinan directa o indirectamente a estos neonazis son judíos, como Victoria Nuland (Nudelman), portavoz del Departamento de Estado estadounidense, quien ha reconocido abiertamente el financiamiento de Washington al Euromaidán en Kíev, la capital ucraniana; o como el primer ministro Arseni Yatseniuk. No parece importarles que la comunidad judía de Kíev haya sido agredida en los disturbios recientes. Es más, el jefe de Praviy Sector, Dmitry Yarosh, no tiene problema para entrevistarse con el embajador israelí en Kíev, Reuven Din El, y prometerle que frenará el racismo, mientras los extremistas de derecha (de Svoboda en particular) no dudan en repetir que hay que liquidar a los judíos.
Como no hay ningún regreso abierto del fascismo, lo que parece creíble es que estos grupúsculos (algunos con formaciones paramilitares, como Praviy Sector), al igual que las bandas de fanáticos musulmanes desde Libia hasta Siria, prestan los servicios del lumpen a una fuerza mayor, que busca propagar el "caos controlado" donde sea, con tal de mantener la hegemonía estadounidense. Que desde hace mucho las plutocracias occidentales usan al fascismo como tropa de choque no es novedad. Fue el "espíritu de Munich" en 1938, pero resulta que los Sudetes están en Crimea. Por qué no.
En Ucrania, el grupo Praviy Sector (Sector de Derecha), admirador de Stepan Bandera (un "héroe" ucraniano que colaboró con los nazis), recibe subsidio de la emigración ucraniana en Estados Unidos. Praviy Sector es una escisión de otro grupo fascistoide ucraniano, Svoboda, encabezado por Oleh Tyahnibok. A principios de la Segunda Guerra Mundial, la gente de Bandera se dedicó a ejecuciones en masa de judíos y polacos. Hasta el año 1942, a pesar de que decían buscar la independencia de Ucrania, los banderistas no se enfrentaron contra los nazis. Luego, el Ejército Insurgente Ucraniano, una escisión dentro de los banderistas, siguió con el exterminio en masa de polacos en las regiones de Volinia y Galitzia. Desaparecieron pueblos enteros, incluyendo a mujeres y niños. En las aldeas polacas, los habitantes eran a veces encerrados en graneros a los que se les prendía fuego. Otras prácticas consistían en pasar a los aldeanos a cuchillo o cortarles el cuello con sierras, prácticas similares a las de los fascistas ustashi en Croacia (Croacia, como Ucrania Occidental, formó parte del Imperio Austro-Húngaro). Aliarse con quienes glorifican lo descrito no es algo que perturbe a Occidente, que igual tolera las manifestaciones bastante nutridas de veteranos de las Waffen SS, en Riga, la capital de Letonia. Este país estudia darles a estos criminales la "cruz de héroe" y el título de "luchadores por la libertad".
Importa tan poco que quienes patrocinan directa o indirectamente a estos neonazis son judíos, como Victoria Nuland (Nudelman), portavoz del Departamento de Estado estadounidense, quien ha reconocido abiertamente el financiamiento de Washington al Euromaidán en Kíev, la capital ucraniana; o como el primer ministro Arseni Yatseniuk. No parece importarles que la comunidad judía de Kíev haya sido agredida en los disturbios recientes. Es más, el jefe de Praviy Sector, Dmitry Yarosh, no tiene problema para entrevistarse con el embajador israelí en Kíev, Reuven Din El, y prometerle que frenará el racismo, mientras los extremistas de derecha (de Svoboda en particular) no dudan en repetir que hay que liquidar a los judíos.
Como no hay ningún regreso abierto del fascismo, lo que parece creíble es que estos grupúsculos (algunos con formaciones paramilitares, como Praviy Sector), al igual que las bandas de fanáticos musulmanes desde Libia hasta Siria, prestan los servicios del lumpen a una fuerza mayor, que busca propagar el "caos controlado" donde sea, con tal de mantener la hegemonía estadounidense. Que desde hace mucho las plutocracias occidentales usan al fascismo como tropa de choque no es novedad. Fue el "espíritu de Munich" en 1938, pero resulta que los Sudetes están en Crimea. Por qué no.
viernes, 18 de abril de 2014
DE ANTOLOGIA (4), O: YO SOY EL PAPA DEL FUHRER
Como ya lo había hecho poco tiempo antes Hillary Clinton en Estados Unidos, el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schaeuble, comparó al mandatario ruso Vladimir Putin con Adolfo "Fito" Hitler. Delante de estudiantes que lo interrogaron sobre lo ocurrido en Crimea, el ministro alemán contestó: "Hitler ya adoptó esos métodos en los Sudetes". Y agregó: "éso es algo que todos sabemos de la Historia".
El alemán Willy Wimmer, ex vicepresidente de la Asamblea Parlamentaria de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, OCSE, dió a conocer entretanto que en la ciudad eslovaca de Bratislava, en el año 2000, en una reunión convocada por el Departamento de Estado estadounidense fue decidida una nueva partición de Europa: fue trazada una línea desde Riga, en el Báltico, hasta Odessa, en el Mar Negro ucraniano, y se decidió que todo lo que estuviera al oeste de ese trazado quedara en manos occidentales. De hecho, si se toma en cuenta que Occidente ha fortalecido sus posiciones en buena parte del Caúcaso (en Georgia y en Azerbaidján, el segundo, un país petrolero), y que los occidentales acaban de tragarse el granero de Europa (toda Ucrania occidental, rica en "tierras negras", muy fértiles), lo buscado en Bratislava se cumplió y cabe felicitar a Washington y sus aliados: han logrado lo que anhelaba Hitler, llegar a varios de los recursos naturales más importantes del oriente europeo, desde Ucrania hasta el Caúcaso.
Mientras al primer ministro ucraniano Arseni Yatseniuk se le ocurrió decir en pleno delirio que Rusia busca construir un nuevo Muro de Berlín (¿desde Riga hasta Odessa?), como vendedor de perfumes "pourquoi pas?", el presidente estadounidense, Barack Obama, en cambio, no se la tomó tan a pecho: dijo hace poco que, lo que es Rusia, no pasa de "potencia regional" (lo que es a Hitler, no le llega Putin...), mientras que Estados Unidos es el país "más poderoso de la Tierra" -tal vez por éso diseñó en Bratislava un nuevo "imperio romano al Este". Y es que un estadounidense es, así de fácil y a la voz de "ya", el papá del Fuhrer. Basta con mirar los mapas de los planes nazis para Europa Oriental y compararlos con la línea de Bratislava. ¿Cómo la ven desde ahí, chamacos rusos?
El alemán Willy Wimmer, ex vicepresidente de la Asamblea Parlamentaria de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, OCSE, dió a conocer entretanto que en la ciudad eslovaca de Bratislava, en el año 2000, en una reunión convocada por el Departamento de Estado estadounidense fue decidida una nueva partición de Europa: fue trazada una línea desde Riga, en el Báltico, hasta Odessa, en el Mar Negro ucraniano, y se decidió que todo lo que estuviera al oeste de ese trazado quedara en manos occidentales. De hecho, si se toma en cuenta que Occidente ha fortalecido sus posiciones en buena parte del Caúcaso (en Georgia y en Azerbaidján, el segundo, un país petrolero), y que los occidentales acaban de tragarse el granero de Europa (toda Ucrania occidental, rica en "tierras negras", muy fértiles), lo buscado en Bratislava se cumplió y cabe felicitar a Washington y sus aliados: han logrado lo que anhelaba Hitler, llegar a varios de los recursos naturales más importantes del oriente europeo, desde Ucrania hasta el Caúcaso.
Mientras al primer ministro ucraniano Arseni Yatseniuk se le ocurrió decir en pleno delirio que Rusia busca construir un nuevo Muro de Berlín (¿desde Riga hasta Odessa?), como vendedor de perfumes "pourquoi pas?", el presidente estadounidense, Barack Obama, en cambio, no se la tomó tan a pecho: dijo hace poco que, lo que es Rusia, no pasa de "potencia regional" (lo que es a Hitler, no le llega Putin...), mientras que Estados Unidos es el país "más poderoso de la Tierra" -tal vez por éso diseñó en Bratislava un nuevo "imperio romano al Este". Y es que un estadounidense es, así de fácil y a la voz de "ya", el papá del Fuhrer. Basta con mirar los mapas de los planes nazis para Europa Oriental y compararlos con la línea de Bratislava. ¿Cómo la ven desde ahí, chamacos rusos?
DE ANTOLOGIA (3), O: ANDERS SE PONE LOCOCHON...
La Organización del Tratado del Atlántico Norte, la OTAN, es de carácter defensivo. Si cualquiera de los 28 miembros es atacado, el artículo 5 del organismo obliga a todos a entrar en acción en defensa de la víctima. Ucrania no es miembro de la OTAN.
Anders Fogh Rasmussen, secretario general de la OTAN, exigió en un discurso por la crisis ucraniana: "pido a Rusia que ponga freno a la escalada". Para defender a sus miembros, la OTAN decidió un paquete de medidas con mayor vigilancia en Polonia y Rumania, entrada de buques militares al Mar Negro y más patrullajes en el Mar Báltico. Fogh-gets-in-your-eyes fue contundente y hasta un tanto poético: "habrá más aviones en el aire, más barcos en el agua y más disposición en tierra". Así, cualquier habitante del Este europeo, ante este tipo de declaración, podrá preguntarse al ver objetos volando: ¿es un pájaro?¿es un avión? !No, es la OTAN!, dice la respuesta. !Y habrá más!
El secretario general de la organización militar pidió que cese la ayuda rusa a las milicias pro-rusas en el oriente ucraniano (¿de dónde salió la ayuda financiera y en entrenamiento militar para el Maidán?), pero esa supuesta injerencia fue negada por el jefe de inteligencia militar de la Unión Europea, el almirante finlandés Georgij Alafuzoff, quien hizo notar que en la zona no había combates, al menos no al momento en que Fogh se aceleraba (y tampoco hubo combates en Crimea).
En el mismo discurso donde le pidió a Rusia que "ponga freno a la escalada", Fogh-gets-in-you-eyes dijo: "Rusia se encuentra ahora aislada del mundo, y su reputación internacional está hecha añicos. Eso no redunda en interés de Rusia". Los rusos, locos de atar, se siguieron en la escalada aún estando aislados, con la reputación por la calle de la amargura y sin ninguna idea de sus intereses.
El jefe de la OTAN le advirtió a Rusia que sufriría un mayor aislamiento internacional: "eso no interesa a nadie, agregó, y solo hará que nuestro mundo sea más peligroso e impredecible". Rusia, un país en manos de orates, decidió una escalada que provocó la reacción defensiva de una organización de 28 miembros, aunque ninguno de ellos haya sido tocado ni con el pétalo de una declaración -ya ni se diga de una maniobra militar fronteriza. Sin embargo, cuando se está ante gente chiflada, hay que ser prudentes, por lo que la OTAN afirmó que sus planes de defensa serán "revisados y reforzados" en las próximas semanas y en los próximos meses. Fogh-gets-in-your eyes declaró que será así "para defender a nuestros aliados". Algunos cables de prensa -los menos- destacaron que el jefe de la organización militar no precisó de qué tienen que ser defendidos los países miembros.
Anders Fogh Rasmussen, secretario general de la OTAN, exigió en un discurso por la crisis ucraniana: "pido a Rusia que ponga freno a la escalada". Para defender a sus miembros, la OTAN decidió un paquete de medidas con mayor vigilancia en Polonia y Rumania, entrada de buques militares al Mar Negro y más patrullajes en el Mar Báltico. Fogh-gets-in-your-eyes fue contundente y hasta un tanto poético: "habrá más aviones en el aire, más barcos en el agua y más disposición en tierra". Así, cualquier habitante del Este europeo, ante este tipo de declaración, podrá preguntarse al ver objetos volando: ¿es un pájaro?¿es un avión? !No, es la OTAN!, dice la respuesta. !Y habrá más!
El secretario general de la organización militar pidió que cese la ayuda rusa a las milicias pro-rusas en el oriente ucraniano (¿de dónde salió la ayuda financiera y en entrenamiento militar para el Maidán?), pero esa supuesta injerencia fue negada por el jefe de inteligencia militar de la Unión Europea, el almirante finlandés Georgij Alafuzoff, quien hizo notar que en la zona no había combates, al menos no al momento en que Fogh se aceleraba (y tampoco hubo combates en Crimea).
En el mismo discurso donde le pidió a Rusia que "ponga freno a la escalada", Fogh-gets-in-you-eyes dijo: "Rusia se encuentra ahora aislada del mundo, y su reputación internacional está hecha añicos. Eso no redunda en interés de Rusia". Los rusos, locos de atar, se siguieron en la escalada aún estando aislados, con la reputación por la calle de la amargura y sin ninguna idea de sus intereses.
El jefe de la OTAN le advirtió a Rusia que sufriría un mayor aislamiento internacional: "eso no interesa a nadie, agregó, y solo hará que nuestro mundo sea más peligroso e impredecible". Rusia, un país en manos de orates, decidió una escalada que provocó la reacción defensiva de una organización de 28 miembros, aunque ninguno de ellos haya sido tocado ni con el pétalo de una declaración -ya ni se diga de una maniobra militar fronteriza. Sin embargo, cuando se está ante gente chiflada, hay que ser prudentes, por lo que la OTAN afirmó que sus planes de defensa serán "revisados y reforzados" en las próximas semanas y en los próximos meses. Fogh-gets-in-your eyes declaró que será así "para defender a nuestros aliados". Algunos cables de prensa -los menos- destacaron que el jefe de la organización militar no precisó de qué tienen que ser defendidos los países miembros.
DE ANTOLOGIA (2), O: TU ECHALE...
¿Alguien se puso a ver el número de soldados rusos que supuestamente estuvieron desplegados en la frontera de Rusia con Ucrania, listos para invadir este país? El vice-ministro ruso de Defensa, Anatoli Antonov, declaró que Occidente se la pasó diciendo cualquier tontería. Y claro, Rusia iba a invadir llegando hasta el canal de la Mancha, Burdeos y la Costa Azul, seguramente.
En efecto, cuando se busca en la Web la información sobre las tropas rusas desplegadas en la frontera con Ucrania, se encuentran varias cifras: un día, son 220 mil, según una fuente; otro día, son 150 mil; al siguiente, están desplegados 100 mil; una fuente más cuenta la muy amenazante cantidad de 30 mil. Cualquiera puede hacer el ejercicio de ver lo que dice la Web, siguiendo a fuentes occidentales que simplemente ponen la cifra que mejor les parece.
Tal vez eran lo que se llama "fuentes de inteligencia". La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), para justificar un mayor despliegue militar desde Rumania hasta el Báltico, mostró "imágenes de satélite" probando que había tropas rusas, sí, en la frontera con Ucrania. Pero las imágenes eran de agosto de 2013, como de hace ocho meses antes de la crisis actual. Antonov tuvo que salir a decir que Occidente estaba inventando historias de terror. El asunto es viejo, puesto que con imágenes falsas fue invadido Iraq. Así, durante semanas, las "fuentes de inteligencia" (sic) occidentales estuvieron mostrando un despliegue de tropas rusas imaginario, calculando soldados en un abanico de 220 mil a 30 mil efectivos -y qué más da, son rusos- y detectando movimientos del año pasado, para garantizar la seguridad del habitante occidental promedio y reafirmarle que se hará hasta lo imposible para que el "oso ruso" no llegue hasta las playas de Normandía. Ahora resulta que el negocio occidental es de cuentas alegres.
En efecto, cuando se busca en la Web la información sobre las tropas rusas desplegadas en la frontera con Ucrania, se encuentran varias cifras: un día, son 220 mil, según una fuente; otro día, son 150 mil; al siguiente, están desplegados 100 mil; una fuente más cuenta la muy amenazante cantidad de 30 mil. Cualquiera puede hacer el ejercicio de ver lo que dice la Web, siguiendo a fuentes occidentales que simplemente ponen la cifra que mejor les parece.
Tal vez eran lo que se llama "fuentes de inteligencia". La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), para justificar un mayor despliegue militar desde Rumania hasta el Báltico, mostró "imágenes de satélite" probando que había tropas rusas, sí, en la frontera con Ucrania. Pero las imágenes eran de agosto de 2013, como de hace ocho meses antes de la crisis actual. Antonov tuvo que salir a decir que Occidente estaba inventando historias de terror. El asunto es viejo, puesto que con imágenes falsas fue invadido Iraq. Así, durante semanas, las "fuentes de inteligencia" (sic) occidentales estuvieron mostrando un despliegue de tropas rusas imaginario, calculando soldados en un abanico de 220 mil a 30 mil efectivos -y qué más da, son rusos- y detectando movimientos del año pasado, para garantizar la seguridad del habitante occidental promedio y reafirmarle que se hará hasta lo imposible para que el "oso ruso" no llegue hasta las playas de Normandía. Ahora resulta que el negocio occidental es de cuentas alegres.
jueves, 17 de abril de 2014
DE ANTOLOGIA (I), O: ES QUE SE ME DURMIO EL GALLO...
Un periódico mexicano de izquierda parece haberse quedado roncando en la Guerra Fría. Palabras más palabras menos, las potencias se están peleando por Ucrania. ¿Será que se la quieren repartir? Si hay dos grandes potencias y Ucrania corre el riesgo de partirse en dos, entre la parte occidental pro-occidental y la parte oriental y del sur pro-rusa (separadas aproximadamente por el río Dniepr), es que cuatro deben negociar. Dos potencias más dos partes de un país, salen cuatro en la mesa de negociaciones.
Como andamos, se nota, en lo de la paridad, el periódico concluye que lo deseable es rechazar "(...) el injerencismo que uno y otro bloques han venido practicando en ese país" (Ucrania). El periódico hace mención de las alianzas occidentales y, en el otro bloque, aparece "Moscú". No parece importar lo siguiente: la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) tiene 28 miembros y ningún enemigo militar enfrente (no hay Pacto de Varsovia). En ningún momento de la crisis ucraniana ha salido a relucir la Organización para el Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), integrada por seis países que acordaron alguna vez crear una Fuerza de Reacción Rápida que al parecer no funciona: no está en ningún lado.
Si se trata del bloque Washington-Bruselas, la Unión Europea (UE) tiene 28 miembros. Enfrente no hay casi nada, salvo la Unión Aduanera, que integran Belarús, Kazajstán y Rusia, tres países. Esta Unión no es nada comparable a la Unión Europea y las relaciones entre Rusia y Belarús ni siquiera son todo lo que se pudiera esperar. En cuanto a la Comunidad de Estados Independientes (CEI), no existe más que en el papel y China considera que lo de Ucrania no es su asunto, por lo que tampoco ha existido ningún pronunciamiento de la OCS (Organización para la Cooperación de Shangai, con cinco integrantes fundadores). Mientras la OTAN y la UE no paran de pronunciarse sobre Ucrania, no hay de la otra parte ningún bloque que haya hecho algo similar: ni la OTSC, ni la OCS, ni la CEI, ni la Unión Aduanera. Lo que resulta en la realidad es que un bloque de 28 países (OTAN o UE, como se prefiera) se siente amenazado por un solo país, la Federación Rusa, por lo que son 28 contra uno, y en las narices de Moscú. Parece que las cuentas no cuadran, porque hay que andar completamente sonámbulo para establecer una paridad REAL entre 28 y uno (28 es igual a uno). ¿Qué importa? Detrás de Rusia no hay ningún bloque. Pero el esquema Ucrania la-pequeña-víctima-de-los-grandes-y-los-poderosos-que-siempre-abusan-de-nosotros-los-proles es de lo más emocionante, y lo que vende la prensa actual, casi siempre, es emoción, no información ni análisis. Así que 28 es igual a uno, porque 28 es uno y uno es uno, así que son dos bloques. ¿qué no? Por cierto: ¿ahorita a qué horas son en el mundo?
Como andamos, se nota, en lo de la paridad, el periódico concluye que lo deseable es rechazar "(...) el injerencismo que uno y otro bloques han venido practicando en ese país" (Ucrania). El periódico hace mención de las alianzas occidentales y, en el otro bloque, aparece "Moscú". No parece importar lo siguiente: la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) tiene 28 miembros y ningún enemigo militar enfrente (no hay Pacto de Varsovia). En ningún momento de la crisis ucraniana ha salido a relucir la Organización para el Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), integrada por seis países que acordaron alguna vez crear una Fuerza de Reacción Rápida que al parecer no funciona: no está en ningún lado.
Si se trata del bloque Washington-Bruselas, la Unión Europea (UE) tiene 28 miembros. Enfrente no hay casi nada, salvo la Unión Aduanera, que integran Belarús, Kazajstán y Rusia, tres países. Esta Unión no es nada comparable a la Unión Europea y las relaciones entre Rusia y Belarús ni siquiera son todo lo que se pudiera esperar. En cuanto a la Comunidad de Estados Independientes (CEI), no existe más que en el papel y China considera que lo de Ucrania no es su asunto, por lo que tampoco ha existido ningún pronunciamiento de la OCS (Organización para la Cooperación de Shangai, con cinco integrantes fundadores). Mientras la OTAN y la UE no paran de pronunciarse sobre Ucrania, no hay de la otra parte ningún bloque que haya hecho algo similar: ni la OTSC, ni la OCS, ni la CEI, ni la Unión Aduanera. Lo que resulta en la realidad es que un bloque de 28 países (OTAN o UE, como se prefiera) se siente amenazado por un solo país, la Federación Rusa, por lo que son 28 contra uno, y en las narices de Moscú. Parece que las cuentas no cuadran, porque hay que andar completamente sonámbulo para establecer una paridad REAL entre 28 y uno (28 es igual a uno). ¿Qué importa? Detrás de Rusia no hay ningún bloque. Pero el esquema Ucrania la-pequeña-víctima-de-los-grandes-y-los-poderosos-que-siempre-abusan-de-nosotros-los-proles es de lo más emocionante, y lo que vende la prensa actual, casi siempre, es emoción, no información ni análisis. Así que 28 es igual a uno, porque 28 es uno y uno es uno, así que son dos bloques. ¿qué no? Por cierto: ¿ahorita a qué horas son en el mundo?
MEXICO: LA REFORMA ENERGETICA
La reforma energética en México parece haberle apostado a la "revolución del gas esquisto" (shale gas, o gas de lutita), del que el territorio mexicano tendría la tercera reserva en el mundo.
Estados Unidos estaría apostándole a esta "revolución" para meter en más problemas a Rusia, potencia en el petróleo y el gas natural. Así, el presidente estadounidense, Barack Obama, le ha ofrecido a Europa este gas (que además tendría también un país como Polonia), para que los europeos no tengan que depender del suministro de gas natural ruso. El gas de esquisto se inserta en una estrategia que apunta a mantener la hegemonía global estadounidense.
Distintos análisis sugieren: 1) que la reforma energética mexicana puede tener un carácter altamente especulativo, al bursatilizar el petróleo en Wall Street, 2) que el gas de esquisto es altamente riesgoso para el medio ambiente, aunque para las empresas transnacionales tendría una ventaja explotar el norte gasero de México antes que Texas y otros espacios estadounidenses, donde las exigencias ambientales son mayores, y 3) por el papel de las empresas transnacionales, no habrá encadenamientos productivos hacia el interior mexicano ni posibilidad de reclamarle mayor cosa a esas mismas empresas.
Suponiendo que este "boom" tenga lugar (lo que no es del todo seguro), México verá pasar a especuladores y contaminadores obteniendo poco a cambio. La historia de América Latina está llena de estos "booms" sin futuro.
Parte del problema está en que los "expertos" en México no distinguen entre tendencia (una posibilidad entre otras) y proyección a futuro (una anticipación o deseo), por lo que ya no hay modo de sacarlos de la creencia de que Estados Unidos seguirá siendo "la mayor potencia del mundo durante los próximos 50 años", que es el tipo de cosas que se oyen en las universidades -públicas- mexicanas. Es una proyección, no una tendencia. Entretanto, simplemente la economía estadounidense no arranca.
La reforma energética mexicana no fue pensada. Simplemente "se ajusta" y "se adapta" porque "no hay de otra", como efectivamente sucede cuando las únicas lecturas son las de los "informes expertos" e "informes secretos" de potencias y grandes organismos internacionales. Y es que estamos en "de todos modos Bryan te llamas". De lo poco que se logrará será tener en el registro civil nombres como "José Esquisto Hernández", "Lutita Ramírez" o "María Shale (pronunciar "sheil") Martínez" (para las niñas). Hasta la próxima recaída en "Xochiquetzal González Sánchez".
Estados Unidos estaría apostándole a esta "revolución" para meter en más problemas a Rusia, potencia en el petróleo y el gas natural. Así, el presidente estadounidense, Barack Obama, le ha ofrecido a Europa este gas (que además tendría también un país como Polonia), para que los europeos no tengan que depender del suministro de gas natural ruso. El gas de esquisto se inserta en una estrategia que apunta a mantener la hegemonía global estadounidense.
Distintos análisis sugieren: 1) que la reforma energética mexicana puede tener un carácter altamente especulativo, al bursatilizar el petróleo en Wall Street, 2) que el gas de esquisto es altamente riesgoso para el medio ambiente, aunque para las empresas transnacionales tendría una ventaja explotar el norte gasero de México antes que Texas y otros espacios estadounidenses, donde las exigencias ambientales son mayores, y 3) por el papel de las empresas transnacionales, no habrá encadenamientos productivos hacia el interior mexicano ni posibilidad de reclamarle mayor cosa a esas mismas empresas.
Suponiendo que este "boom" tenga lugar (lo que no es del todo seguro), México verá pasar a especuladores y contaminadores obteniendo poco a cambio. La historia de América Latina está llena de estos "booms" sin futuro.
Parte del problema está en que los "expertos" en México no distinguen entre tendencia (una posibilidad entre otras) y proyección a futuro (una anticipación o deseo), por lo que ya no hay modo de sacarlos de la creencia de que Estados Unidos seguirá siendo "la mayor potencia del mundo durante los próximos 50 años", que es el tipo de cosas que se oyen en las universidades -públicas- mexicanas. Es una proyección, no una tendencia. Entretanto, simplemente la economía estadounidense no arranca.
La reforma energética mexicana no fue pensada. Simplemente "se ajusta" y "se adapta" porque "no hay de otra", como efectivamente sucede cuando las únicas lecturas son las de los "informes expertos" e "informes secretos" de potencias y grandes organismos internacionales. Y es que estamos en "de todos modos Bryan te llamas". De lo poco que se logrará será tener en el registro civil nombres como "José Esquisto Hernández", "Lutita Ramírez" o "María Shale (pronunciar "sheil") Martínez" (para las niñas). Hasta la próxima recaída en "Xochiquetzal González Sánchez".
lunes, 14 de abril de 2014
OLIVER, FIDEL, HUGO ET LES AUTRES...
El realizador estadounidense de cine Oliver Stone nunca ha perdido el gusto por lo exótico. Es así que en América Latina filmó dos documentales sobre el líder cubano Fidel Castro y uno sobre el venezolano Hugo Chávez. ¿Donde está lo exótico?
En el segundo documental sobre el cubano ("Looking for Fidel"), el líder entrevistado confiesa que no es un hombre de ideas: lo suyo es la acción, lo mismo que seguramente le atrae a Stone. Fidel dice sin rodeos que no es ningún teórico, que no elabora ideas y que se considera -lo dice así- un activista. En cierto modo, Stone tampoco es alguien de ideas, ni se diga un teórico. No es "todo Fidel" que está en tela de juicio: el líder cubano no ha robado, tiene principios y un "deber ser", e hizo mucho como "buen padre" de los isleños. Sin embargo, algo incomoda: aunque dice que la gloria no es para él, Fidel, ante Stone, no para con la gesticulación y el ademán que lo convierten en histrión. Es ideal para las cámaras y también mañoso, dado a la retórica y con algo de infantil. Fidel es él y su personaje, y ha encontrado por años quien se dirija -halagándolo- al personaje. La persona está en buena medida -no del todo- sacrificada. Dirigirse al personaje, no a la persona, es un buen modo de asegurarse que el envanecido no vea nada y que siga manteniendo a todos en sus puestos, aunque no quede claro ni para cuál batalla -es lo de menos, lo de más es que estén todos en sus puestos..
Lo de Chávez es más grave -y el personaje es más histriónico. Como le sucediera graciosamente a un político mexicano (Manuel Camacho Solís, quien declaraba: "Camacho piensa que...") delante de un guerrillero (y también histrión), Chávez hablaba de sí mismo en tercera persona. A Hugo Chávez, Chávez "le permitió reivindicarse en la vida". Ya está: el personaje se ha tragado a la persona y solo falta la muerte que lo convierta en mito -y renta para los halagadores. El actual presidente venezolano, Nicolás Maduro, se apresuró a ver la mano del imperialismo en el cáncer que se llevó tempranamente a Chávez. Sin embargo, en el documental "Mi amigo Hugo", hasta Stone se da cuenta de que Chávez, en vida, no parecía cuidar mucho su salud. Lo sugiere en el mismo documental el funcionario venezolano ("chavista") Jesse Chacón, con total realismo: Chávez sacrificó su vida y no midió sus fuerzas. A su vez, el veterano político venezolano José Vicente Rangel sugiere que no cree en un cáncer causado por el imperio, ya que Rangel no olvida que "Chávez era un ser humano", por lo que no cabría mitificarlo. En el documental de Stone, Chávez, aunque alterna con el realizador y con el pueblo, tiende a dirigirse al personaje Chávez, con un reiterado guiño de ojo, un intercambio de miradas entre Chávez en persona y Chávez, el personaje. Este tipo de procesos siempre encuentran algo más que el "culto al héroe" que sugiere el historiador mexicano Enrique Krauze: el monumento en vida o el mito en muerte -en ambos casos hay una momia- están para asegurar que el reparto de favores continúe, y que permita hacerse de una renta revolucionaria, en palabras, en prestigio, en dinero y a veces en especie (que le pregunten a uno que otro comandante sandinista). Vaya: ser revolucionario es un modus vivendi, y Stone parece haber entendido que el conservadurismo se perpetúa con rentas, pero también con el teatro de personas que intuyen que convertirse en personaje no es tan legítimo como parece, porque algo popular se ha perdido -y lo que es Chávez, en el intento dejó hasta la vida.
En el segundo documental sobre el cubano ("Looking for Fidel"), el líder entrevistado confiesa que no es un hombre de ideas: lo suyo es la acción, lo mismo que seguramente le atrae a Stone. Fidel dice sin rodeos que no es ningún teórico, que no elabora ideas y que se considera -lo dice así- un activista. En cierto modo, Stone tampoco es alguien de ideas, ni se diga un teórico. No es "todo Fidel" que está en tela de juicio: el líder cubano no ha robado, tiene principios y un "deber ser", e hizo mucho como "buen padre" de los isleños. Sin embargo, algo incomoda: aunque dice que la gloria no es para él, Fidel, ante Stone, no para con la gesticulación y el ademán que lo convierten en histrión. Es ideal para las cámaras y también mañoso, dado a la retórica y con algo de infantil. Fidel es él y su personaje, y ha encontrado por años quien se dirija -halagándolo- al personaje. La persona está en buena medida -no del todo- sacrificada. Dirigirse al personaje, no a la persona, es un buen modo de asegurarse que el envanecido no vea nada y que siga manteniendo a todos en sus puestos, aunque no quede claro ni para cuál batalla -es lo de menos, lo de más es que estén todos en sus puestos..
Lo de Chávez es más grave -y el personaje es más histriónico. Como le sucediera graciosamente a un político mexicano (Manuel Camacho Solís, quien declaraba: "Camacho piensa que...") delante de un guerrillero (y también histrión), Chávez hablaba de sí mismo en tercera persona. A Hugo Chávez, Chávez "le permitió reivindicarse en la vida". Ya está: el personaje se ha tragado a la persona y solo falta la muerte que lo convierta en mito -y renta para los halagadores. El actual presidente venezolano, Nicolás Maduro, se apresuró a ver la mano del imperialismo en el cáncer que se llevó tempranamente a Chávez. Sin embargo, en el documental "Mi amigo Hugo", hasta Stone se da cuenta de que Chávez, en vida, no parecía cuidar mucho su salud. Lo sugiere en el mismo documental el funcionario venezolano ("chavista") Jesse Chacón, con total realismo: Chávez sacrificó su vida y no midió sus fuerzas. A su vez, el veterano político venezolano José Vicente Rangel sugiere que no cree en un cáncer causado por el imperio, ya que Rangel no olvida que "Chávez era un ser humano", por lo que no cabría mitificarlo. En el documental de Stone, Chávez, aunque alterna con el realizador y con el pueblo, tiende a dirigirse al personaje Chávez, con un reiterado guiño de ojo, un intercambio de miradas entre Chávez en persona y Chávez, el personaje. Este tipo de procesos siempre encuentran algo más que el "culto al héroe" que sugiere el historiador mexicano Enrique Krauze: el monumento en vida o el mito en muerte -en ambos casos hay una momia- están para asegurar que el reparto de favores continúe, y que permita hacerse de una renta revolucionaria, en palabras, en prestigio, en dinero y a veces en especie (que le pregunten a uno que otro comandante sandinista). Vaya: ser revolucionario es un modus vivendi, y Stone parece haber entendido que el conservadurismo se perpetúa con rentas, pero también con el teatro de personas que intuyen que convertirse en personaje no es tan legítimo como parece, porque algo popular se ha perdido -y lo que es Chávez, en el intento dejó hasta la vida.
domingo, 13 de abril de 2014
AMLO: PARA SEGUIR VIENDO DOBLE
El ex candidato izquierdista a la presidencia mexicana, Andrés Manuel López Obrador, sigue siendo honesto y puede distinguir entre quien lo es y quien no. El líder también defiende a la nación mexicana, que puede enfrentar a futuro nuevas dificultades por las consecuencias de una reforma energética hecha para Estados Unidos y sus intereses globales (que incluyen tener reservas cercanas seguras, un asunto tan viejo como el siglo XX y por cierto como los sexenios de Cárdenas y Avila Camacho), y no hecha para México.
Al mismo tiempo, empujado por su entorno y por el Movimiento de Regeneración Nacional, el ex candidato, que habla en sus mítines con una voz cada vez más parecida a la gastada de Vicente Fernández, se ha convertido a un estilo muy estadounidense de hacer "política", al grado de anunciar una posible nueva postulación en Los Angeles, ciudad del otro lado de la frontera. Para el dirigente del Movimiento, Martí Batres, López Obrador es "El" y "El" (un rasta de Macuspana), a la vez el tabasqueño y "nuestro Gandhi", o "nuestro Mandela", alguien que no se pertenece a si mismo, sino que tiene una persona que le pertenece al personaje. En sus mítines, López Obrador va dejando de hablar con la gente y empieza a dirigirse a su imagen.
Es así que López Obrador hace un muy buen estudio sobre el porfirismo, y lo echa a perder con un libro, "El neoporfirismo", que aunque contiene una tesis sugerente (y no tan nueva: ya la sostenía Cosío Villegas décadas atrás), se lanza a ciegas -para complacer al público- al cómic estadounidense del pueblo contra la dictadura, que encima resulta ser la del PRIAN (Partido Revolucionario Institucional más Acción Nacional). López Obrador, a diferencia del priísmo, sabe qué es nación, pero también a diferencia del priísmo, ignora al Estado: es lo que espera Estados Unidos, algo para lo que por cierto Acción Nacional sirvió bastante bien durante doce años. En medio de sus contradicciones, entre nación y Estado, el priísmo tiene un sentido de institución que López Obrador no posee. Seguramente no vendría demasiado bien que si el tabasqueño fuera presidente, el legislativo tuviera que contestarle así el informe: "presidente, amigo, el legislativo está contigo". Es tan ridículo como aquéllo de "los chiquillos y las chiquillas de México", aunque lo de López Obrador es activismo y lo de Fox era marketing.
López Obrador está siendo empujado a la extrema izquierda del espectro político, que es contestataria y que rechaza por igual una reforma fiscal priísta no tan mala como un aumento al sistema de transporte colectivo (metro) en la capital mexicana que fue decidido no para golpear a las clases populares, sino para asegurarles un buen servicio, de tal modo que no paguen lo mínimo por algún accidente máximo debido a la falta de mantenimiento. Empujado y puesto a cantarle y amenizarle a su entorno intelectual, muy poco popular, López Obrador dice "no" a todo.
Por si fuera poco, la base electoral del ex candidato izquierdista, base bastante "educada" y en buena medida clasemediera (según lo mostraron estudios postelectorales), sigue como la vieja base priísta, convencida de que debe "alcanzar para todos", de que los ricos están para aflojar, de que el carril izquierdo es para rebasar y de que ella debe estar lista para golpear, o por lo menos para mostrar el peor resentimiento si no hay reparto. Sucede que a la izquierda un ex candidato se siente en Los Angeles y otro más, un ex regente, se cree en San Francisco. Lo grave de ubicarse desde la extrema izquierda contra todo Estado -que es lo que quieren muchos seguidores de López Obrador, aunque a él le queda el beneficio de la duda- es que así no hay modo de superar al oficialismo por arriba -con más y mejor institucionalidad-; por lo bajo, el mismo oficialismo lo hace mejor, cuando se pone al "equilibrio de intereses". Más hubiera hecho el líder izquierdista -convertido en priísta bicéfalo por lo bajo (con patrioterismo y anarquismo)- con seguir el ejemplo de nuestra Ale Barrales, quien sugiere: mira mi trabajo, no mi imagen. Se puede hacer aunque sea el intento. Por difícil que resulte.
Al mismo tiempo, empujado por su entorno y por el Movimiento de Regeneración Nacional, el ex candidato, que habla en sus mítines con una voz cada vez más parecida a la gastada de Vicente Fernández, se ha convertido a un estilo muy estadounidense de hacer "política", al grado de anunciar una posible nueva postulación en Los Angeles, ciudad del otro lado de la frontera. Para el dirigente del Movimiento, Martí Batres, López Obrador es "El" y "El" (un rasta de Macuspana), a la vez el tabasqueño y "nuestro Gandhi", o "nuestro Mandela", alguien que no se pertenece a si mismo, sino que tiene una persona que le pertenece al personaje. En sus mítines, López Obrador va dejando de hablar con la gente y empieza a dirigirse a su imagen.
Es así que López Obrador hace un muy buen estudio sobre el porfirismo, y lo echa a perder con un libro, "El neoporfirismo", que aunque contiene una tesis sugerente (y no tan nueva: ya la sostenía Cosío Villegas décadas atrás), se lanza a ciegas -para complacer al público- al cómic estadounidense del pueblo contra la dictadura, que encima resulta ser la del PRIAN (Partido Revolucionario Institucional más Acción Nacional). López Obrador, a diferencia del priísmo, sabe qué es nación, pero también a diferencia del priísmo, ignora al Estado: es lo que espera Estados Unidos, algo para lo que por cierto Acción Nacional sirvió bastante bien durante doce años. En medio de sus contradicciones, entre nación y Estado, el priísmo tiene un sentido de institución que López Obrador no posee. Seguramente no vendría demasiado bien que si el tabasqueño fuera presidente, el legislativo tuviera que contestarle así el informe: "presidente, amigo, el legislativo está contigo". Es tan ridículo como aquéllo de "los chiquillos y las chiquillas de México", aunque lo de López Obrador es activismo y lo de Fox era marketing.
López Obrador está siendo empujado a la extrema izquierda del espectro político, que es contestataria y que rechaza por igual una reforma fiscal priísta no tan mala como un aumento al sistema de transporte colectivo (metro) en la capital mexicana que fue decidido no para golpear a las clases populares, sino para asegurarles un buen servicio, de tal modo que no paguen lo mínimo por algún accidente máximo debido a la falta de mantenimiento. Empujado y puesto a cantarle y amenizarle a su entorno intelectual, muy poco popular, López Obrador dice "no" a todo.
Por si fuera poco, la base electoral del ex candidato izquierdista, base bastante "educada" y en buena medida clasemediera (según lo mostraron estudios postelectorales), sigue como la vieja base priísta, convencida de que debe "alcanzar para todos", de que los ricos están para aflojar, de que el carril izquierdo es para rebasar y de que ella debe estar lista para golpear, o por lo menos para mostrar el peor resentimiento si no hay reparto. Sucede que a la izquierda un ex candidato se siente en Los Angeles y otro más, un ex regente, se cree en San Francisco. Lo grave de ubicarse desde la extrema izquierda contra todo Estado -que es lo que quieren muchos seguidores de López Obrador, aunque a él le queda el beneficio de la duda- es que así no hay modo de superar al oficialismo por arriba -con más y mejor institucionalidad-; por lo bajo, el mismo oficialismo lo hace mejor, cuando se pone al "equilibrio de intereses". Más hubiera hecho el líder izquierdista -convertido en priísta bicéfalo por lo bajo (con patrioterismo y anarquismo)- con seguir el ejemplo de nuestra Ale Barrales, quien sugiere: mira mi trabajo, no mi imagen. Se puede hacer aunque sea el intento. Por difícil que resulte.
lunes, 7 de abril de 2014
SILVIO RODRIGUEZ: SOCIALISMOS
En una entrevista para la televisión argentina en abril de 2012, quien entrevistaba al cantautor cubano Silvio Rodríguez le preguntaba por el futuro del socialismo, suponiendo que lo había. Lo más sorprendente es que el entrevistador creía que el socialismo consiste en que todos sean iguales y, por éso, todos ganen lo mismo. Esto no tiene nada que ver con socialismo y sí un poco con un capitalismo donde muchos son iguales, pero lo que se llama igualititos, y además quieren serlo, sin salirse del rebaño ni por asomo. La pregunta en la clase media capitalista es: ¿cómo puedo ser igual para que me toque lo mismo? Y la duda: ¿si no soy igual, me tocará algo o no me tocará nada? De ahí para adelante, entre iguales empieza el asunto de que los hay más iguales que otros.
Silvio Rodríguez, en respuesta, lamentó que en Cuba la sociedad no reconozca "como corresponde" a quien trabaja bien, se esfuerza bien, estudia bien o se capacita bien. Según el cantante, hay en la isla algo así como un "miedo" a que quien gane más se enriquezca. Silvio Rodríguez dijo que fue este socialismo igualitarista y de "miedo" el que amenazó con llevarse a todos "a la mierda". No sería raro que una utopía terminara en la mierda, puesto que la utopía no conduce a ningún lado.
Al cantante le surgió esta idea no con la caída del Muro, sino en 1968, luego de una "ofensiva revolucionaria". La gente hace, en concreto, y no vive de abstracciones. Silvio Rodríguez resumió en la entrevista mencionada: "creo en el mérito". No habría nada malo en recompensarlo, y con algo más que medallas. No todo mérito es algo que se le ha quitado a otro, ni se le puede decir "burgués" o "explotador" a quien ve su esfuerzo recompensado, salvo que el torcido crea que, si alguno tiene más, es por privilegio, no por trabajo: !vaya ideas! Pero son populares donde el servicio público no es meritocrático, sino que premia a quienes son incondicionales a personas y a grupos, aún sin mérito. La forma de operar del partido comunista en Cuba no ayuda, pero el problema está en la cultura y no en el partido.
El debate en Cuba sigue abierto.
Silvio Rodríguez, en respuesta, lamentó que en Cuba la sociedad no reconozca "como corresponde" a quien trabaja bien, se esfuerza bien, estudia bien o se capacita bien. Según el cantante, hay en la isla algo así como un "miedo" a que quien gane más se enriquezca. Silvio Rodríguez dijo que fue este socialismo igualitarista y de "miedo" el que amenazó con llevarse a todos "a la mierda". No sería raro que una utopía terminara en la mierda, puesto que la utopía no conduce a ningún lado.
Al cantante le surgió esta idea no con la caída del Muro, sino en 1968, luego de una "ofensiva revolucionaria". La gente hace, en concreto, y no vive de abstracciones. Silvio Rodríguez resumió en la entrevista mencionada: "creo en el mérito". No habría nada malo en recompensarlo, y con algo más que medallas. No todo mérito es algo que se le ha quitado a otro, ni se le puede decir "burgués" o "explotador" a quien ve su esfuerzo recompensado, salvo que el torcido crea que, si alguno tiene más, es por privilegio, no por trabajo: !vaya ideas! Pero son populares donde el servicio público no es meritocrático, sino que premia a quienes son incondicionales a personas y a grupos, aún sin mérito. La forma de operar del partido comunista en Cuba no ayuda, pero el problema está en la cultura y no en el partido.
El debate en Cuba sigue abierto.
domingo, 6 de abril de 2014
CUBA SIN AUTOFOBIA
A diferencia de su hermano, Raúl Castro, presidente cubano, trata de ocuparse de problemas terrenales y no demasiado de los celestiales. Así, el menor de los Castro no ha salido en ningún momento a decir que no tiene idea de qué es el socialismo, ni idea de a qué debiera parecerse éste. Raúl Castro ha demostrado que sí sabe, por ejemplo en el reciente Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba. Es muy sencillo: "de cada cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo" (en el socialismo, ya que en el comunismo está planteado "a cada cual según sus necesidades"). El socialismo debe recompensar el trabajo y la capacidad.
En efecto, Raúl Castro considera que "para distribuir riqueza, primero hay que crearla", algo que en Cuba no es tan obvio y obliga a estimular la inversión extranjera, no exenta de riesgos, puesto que llega a crearse la impresión de que se distribuirá lo que traen otros (los extranjeros, a quienes hay que sacarles aunque sea un blue jean, cuando no la residencia fuera de Cuba).
El otro asunto es el salarial, y es más grave. Cuba no premia el mérito. Por el problema de la llamada "pirámide invertida", a mayor responsabilidad no hay mayor ingreso personal (y puede ser incluso menor), por lo que se "desestimula la promoción de los más capaces y abnegados hacia los cargos superiores". Sucede también que el salario no satisface todos las necesidades del trabajador y su familia, lo que, según Raúl Castro, "genera desmotivación y apatía hacia el trabajo". El personal calificado se va en ocasiones a trabajos mejor remunerados, pero sin relación con el nivel profesional. Dicho lo anterior, el trabajador no recibe según su aporte a la sociedad: no lo recibe quien trabaja bien, no lo recibe quien no trabaja tan bien, y no aporta a la sociedad -porque no ejerce su profesión- quien sí es remunerado.
Adicionalmente, la bonificación extrasalarial no siempre está vinculada con resultados (productividad). Finalmente, el presidente cubano considera erróneo no pagar mejores pensiones a casi un millón 700 mil jubilados.
En suma: el sistema salarial no premia el trabajo y no es meritocrático. El asunto no puede resolverse con un aumento de salarios general en el sector estatal, si el igualitarismo permanece como tal, y no aumenta la productividad y la oferta consiguiente de bienes y servicios. Según el mandatario cubano, la solución está en mejorar la productividad y en tener al mismo tiempo un sistema salarial más flexible, que mantenga conquistas sociales básicas, pero sin bloquear la recompensa especial a quienes trabajan mejor. Para lo anterior, agreguemos, el trabajo debería ser un valor en la sociedad cubana, y no siempre lo es.
El capitalismo castiga el trabajo, pero premia una capacidad: la de explotar y llevarse la mayor parte de lo de otros, aunque bajo pretexto de que es "lo debido". Así, los millonarios culpables de la crisis de 2008 por especulación , los "hombres de Davos", se premian con sueldos estratosféricos que son en realidad rentas -más que vitalicias. El famoso "1%" estadounidense (los más ricos) se tragó desde 2008 el 95 % del aumento del producto interno bruto en la superpotencia. Toda una parte de la sociedad -una inmensa clase media- no espera del trabajo, sino de la derrama de riqueza, por lo que "se vale de todo" para tener una renta de lo que sea: de un marido extranjero, de un puesto ejecutivo, a cuenta del erario por animación cultural o de la empresa por management, de un puesto de funcionario-gestor, por ser mujer, miembro de una minoría cualquiera (racial o sexual) o incluso como parte de la buena causa. Se reparte a cada cual según su capacidad para sacarle algo- lo que sea, pero que rinda- de beneficio a todo prójimo que se preste. Es lo inverso de lo que propone Raúl Castro: en Occidente, para crear riqueza, vaya, !primero hay que distribuirla! La riqueza la crean los ricos, por lo que hay que remunerarlos cada vez mejor. Y como la cosa no es de mucho esfuerzo en la gran clase media, se da lo menos, o no se da nada (ni siquiera se hace ya el esfuerzo): no vaya ser que otro lo convierta en beneficio propio.
En efecto, Raúl Castro considera que "para distribuir riqueza, primero hay que crearla", algo que en Cuba no es tan obvio y obliga a estimular la inversión extranjera, no exenta de riesgos, puesto que llega a crearse la impresión de que se distribuirá lo que traen otros (los extranjeros, a quienes hay que sacarles aunque sea un blue jean, cuando no la residencia fuera de Cuba).
El otro asunto es el salarial, y es más grave. Cuba no premia el mérito. Por el problema de la llamada "pirámide invertida", a mayor responsabilidad no hay mayor ingreso personal (y puede ser incluso menor), por lo que se "desestimula la promoción de los más capaces y abnegados hacia los cargos superiores". Sucede también que el salario no satisface todos las necesidades del trabajador y su familia, lo que, según Raúl Castro, "genera desmotivación y apatía hacia el trabajo". El personal calificado se va en ocasiones a trabajos mejor remunerados, pero sin relación con el nivel profesional. Dicho lo anterior, el trabajador no recibe según su aporte a la sociedad: no lo recibe quien trabaja bien, no lo recibe quien no trabaja tan bien, y no aporta a la sociedad -porque no ejerce su profesión- quien sí es remunerado.
Adicionalmente, la bonificación extrasalarial no siempre está vinculada con resultados (productividad). Finalmente, el presidente cubano considera erróneo no pagar mejores pensiones a casi un millón 700 mil jubilados.
En suma: el sistema salarial no premia el trabajo y no es meritocrático. El asunto no puede resolverse con un aumento de salarios general en el sector estatal, si el igualitarismo permanece como tal, y no aumenta la productividad y la oferta consiguiente de bienes y servicios. Según el mandatario cubano, la solución está en mejorar la productividad y en tener al mismo tiempo un sistema salarial más flexible, que mantenga conquistas sociales básicas, pero sin bloquear la recompensa especial a quienes trabajan mejor. Para lo anterior, agreguemos, el trabajo debería ser un valor en la sociedad cubana, y no siempre lo es.
El capitalismo castiga el trabajo, pero premia una capacidad: la de explotar y llevarse la mayor parte de lo de otros, aunque bajo pretexto de que es "lo debido". Así, los millonarios culpables de la crisis de 2008 por especulación , los "hombres de Davos", se premian con sueldos estratosféricos que son en realidad rentas -más que vitalicias. El famoso "1%" estadounidense (los más ricos) se tragó desde 2008 el 95 % del aumento del producto interno bruto en la superpotencia. Toda una parte de la sociedad -una inmensa clase media- no espera del trabajo, sino de la derrama de riqueza, por lo que "se vale de todo" para tener una renta de lo que sea: de un marido extranjero, de un puesto ejecutivo, a cuenta del erario por animación cultural o de la empresa por management, de un puesto de funcionario-gestor, por ser mujer, miembro de una minoría cualquiera (racial o sexual) o incluso como parte de la buena causa. Se reparte a cada cual según su capacidad para sacarle algo- lo que sea, pero que rinda- de beneficio a todo prójimo que se preste. Es lo inverso de lo que propone Raúl Castro: en Occidente, para crear riqueza, vaya, !primero hay que distribuirla! La riqueza la crean los ricos, por lo que hay que remunerarlos cada vez mejor. Y como la cosa no es de mucho esfuerzo en la gran clase media, se da lo menos, o no se da nada (ni siquiera se hace ya el esfuerzo): no vaya ser que otro lo convierta en beneficio propio.
martes, 1 de abril de 2014
PERU: A INTRIGAR, SE HA DICHO...
La campaña mediática desatada en el Perú contra la primera dama, Nadine Heredia, poco tiene que ver con el machismo peruano, aunque éste exista. Ese machismo no parece tan decisivo desde el momento en que ha sido Ollanta Humala, presidente peruano y esposo de Heredia, quien ha dicho de la campaña mencionada que es "abusiva", "grosera" e incluso "asquerosa". Según el presidente, se usa el pretexto de que Heredia es primera dama para neutralizarla en sus méritos como líder del Partido Nacionalista Peruano. Así, Humala considera que de lo que se trata es de descalificar el mérito, descalificación que es algo frecuente en Latinoamérica. Lo cierto es que, según explicara insistentemente en Ria Novosti la periodista peruana Vicky Peláez, Nadine Heredia tiene criterio propio, independiente, que es lo que la sociedad latinoamericana difícilmente perdona.
Si fuera asunto de machismo, hace algún tiempo habría sido repudiada la candidata de la derecha conservadora, Lourdes Flores, quien le pisó en una elección los talones al ex presidente Alan García. Una dama no incomoda demasiado, si tiene "fina estampa" y hace lo que corresponde: Violeta Chamorro en Nicaragua o Mireya Moscoso en Panamá no incomodaron por ser mujeres. Y si no la tiene, esa "finura", sino que golpea, con mucho de lumpen, tampoco es forzosamente negativo: es así que Keiko Fujimori, hija de Alberto Fujimori, alcanzó casi la mitad de los votos (poco más de 48 %) al enfrentarse electoralmente con Ollanta Humala. ¿Machismo? Ninguno, cuando se trató de la hija de Fujimori (y nadie impidió tampoco que tiempo atrás la ex esposa del mismo Fujimori, Susana Higuchi, incursionara en política).
Tampoco se sostiene que el Perú vea con malos ojos que una familia, la Humala-Heredia, se "instale" en el poder, suponiendo que fuera el caso. Si lo fuera, habría que pedir por igual que Keiko -una administradora de empresas- y su padre salgan de escena.- con todo y séquito de intrigantes ¿Hay que quejarse de la "reelección conyugal" -ni siquiera en la agenda, por el momento- pero no de la dinastía del sol naciente? En todo caso, es al machismo de Keiko al que habría que cuestionar, y no que Ollanta Humala sea el supuesto "cosito" de Heredia. Humala dió la cara por su esposa -quien tiene buena formación profesional- sin ningún machismo. Así que, con toda la herencia colonial y en nombre de todas las dependencias -que es que habló "la esposa del presidente", convertida supuestamente en "presidenta del esposo"-, hay que hacerle la vida imposible al criterio propio y al profesional. Se le hizo lo mismo a Ollanta Humala, por cierto, desde la soberbia limeña que desprecia por igual la independencia que a la provincia que habla quechua (como la de Ayacucho...) y al migrante llegado a la capital, sea con apellido Humala o con el de Heredia.
Si fuera asunto de machismo, hace algún tiempo habría sido repudiada la candidata de la derecha conservadora, Lourdes Flores, quien le pisó en una elección los talones al ex presidente Alan García. Una dama no incomoda demasiado, si tiene "fina estampa" y hace lo que corresponde: Violeta Chamorro en Nicaragua o Mireya Moscoso en Panamá no incomodaron por ser mujeres. Y si no la tiene, esa "finura", sino que golpea, con mucho de lumpen, tampoco es forzosamente negativo: es así que Keiko Fujimori, hija de Alberto Fujimori, alcanzó casi la mitad de los votos (poco más de 48 %) al enfrentarse electoralmente con Ollanta Humala. ¿Machismo? Ninguno, cuando se trató de la hija de Fujimori (y nadie impidió tampoco que tiempo atrás la ex esposa del mismo Fujimori, Susana Higuchi, incursionara en política).
Tampoco se sostiene que el Perú vea con malos ojos que una familia, la Humala-Heredia, se "instale" en el poder, suponiendo que fuera el caso. Si lo fuera, habría que pedir por igual que Keiko -una administradora de empresas- y su padre salgan de escena.- con todo y séquito de intrigantes ¿Hay que quejarse de la "reelección conyugal" -ni siquiera en la agenda, por el momento- pero no de la dinastía del sol naciente? En todo caso, es al machismo de Keiko al que habría que cuestionar, y no que Ollanta Humala sea el supuesto "cosito" de Heredia. Humala dió la cara por su esposa -quien tiene buena formación profesional- sin ningún machismo. Así que, con toda la herencia colonial y en nombre de todas las dependencias -que es que habló "la esposa del presidente", convertida supuestamente en "presidenta del esposo"-, hay que hacerle la vida imposible al criterio propio y al profesional. Se le hizo lo mismo a Ollanta Humala, por cierto, desde la soberbia limeña que desprecia por igual la independencia que a la provincia que habla quechua (como la de Ayacucho...) y al migrante llegado a la capital, sea con apellido Humala o con el de Heredia.
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