La reforma energética en México parece haberle apostado a la "revolución del gas esquisto" (shale gas, o gas de lutita), del que el territorio mexicano tendría la tercera reserva en el mundo.
Estados Unidos estaría apostándole a esta "revolución" para meter en más problemas a Rusia, potencia en el petróleo y el gas natural. Así, el presidente estadounidense, Barack Obama, le ha ofrecido a Europa este gas (que además tendría también un país como Polonia), para que los europeos no tengan que depender del suministro de gas natural ruso. El gas de esquisto se inserta en una estrategia que apunta a mantener la hegemonía global estadounidense.
Distintos análisis sugieren: 1) que la reforma energética mexicana puede tener un carácter altamente especulativo, al bursatilizar el petróleo en Wall Street, 2) que el gas de esquisto es altamente riesgoso para el medio ambiente, aunque para las empresas transnacionales tendría una ventaja explotar el norte gasero de México antes que Texas y otros espacios estadounidenses, donde las exigencias ambientales son mayores, y 3) por el papel de las empresas transnacionales, no habrá encadenamientos productivos hacia el interior mexicano ni posibilidad de reclamarle mayor cosa a esas mismas empresas.
Suponiendo que este "boom" tenga lugar (lo que no es del todo seguro), México verá pasar a especuladores y contaminadores obteniendo poco a cambio. La historia de América Latina está llena de estos "booms" sin futuro.
Parte del problema está en que los "expertos" en México no distinguen entre tendencia (una posibilidad entre otras) y proyección a futuro (una anticipación o deseo), por lo que ya no hay modo de sacarlos de la creencia de que Estados Unidos seguirá siendo "la mayor potencia del mundo durante los próximos 50 años", que es el tipo de cosas que se oyen en las universidades -públicas- mexicanas. Es una proyección, no una tendencia. Entretanto, simplemente la economía estadounidense no arranca.
La reforma energética mexicana no fue pensada. Simplemente "se ajusta" y "se adapta" porque "no hay de otra", como efectivamente sucede cuando las únicas lecturas son las de los "informes expertos" e "informes secretos" de potencias y grandes organismos internacionales. Y es que estamos en "de todos modos Bryan te llamas". De lo poco que se logrará será tener en el registro civil nombres como "José Esquisto Hernández", "Lutita Ramírez" o "María Shale (pronunciar "sheil") Martínez" (para las niñas). Hasta la próxima recaída en "Xochiquetzal González Sánchez".
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