El líder soviético Nikita Jruschov fue quien dió a conocer las atrocidades de Stalin, aunque, al mismo tiempo, ese líder afirmó que enterraría al capitalismo ("!los enterraremos!") y que su generación vería el comunismo. Lo consiguió, muy a su manera, luego de un discurso secreto en el XXavo Congreso del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética) que ya se conoce hoy en su integridad.
Gracias al trabajo de archivo posterior a la perestroika se estableció que el número de represaliados durante el periodo estalinista no pasó de 800 mil personas, muchas de las cuales no eran, por lo demás, perseguidos políticos, salvo que alguien quiera afirmar que la Unión Soviética de ese entonces ya había erradicado por completo la delincuencia (lo cual no hubiera estado mal, ciertamente).
Sin embargo, Jruschov hizo las cosas tan mal que abrió la puerta a toda suerte de especulaciones: durante mucho tiempo, se lució Robert Conquest, un historiador británico (converso: había sido miembro del Partido Comunista local), quien contabilizó 20 millones de víctimas del estalinismo. Posteriormente, rebajó un poco el asunto en unos cuantos millones (millones más, millones menos: ¿qué más da?), cifrando las víctimas en 13-15 millones. Sin embargo, el mejor, el "genio del primer escupitajo" y alguien liberado por Jruschov (sin haber sido prisionero político), fue Alexander Solzhenitsin, hoy considerado una "autoridad" en páginas oficiales rusas: según el escritor, en un programa de la televisión española en 1976 (con José María Iñigo), las víctimas mortales del estalinismo llegaron a 110 millones de soviéticos (ni duda cabe: no está mal).
A nadie le importan estas cifras, así que pueden ser 110 millones o menos de 800 mil. Lo que cuenta es el mensaje: si quieres cambiar en algo el estado de cosas actual, o si te interesa el socialismo, te arriesgas a que te venga a buscar un comisario en la madrugada, a que se quede con tu señora, a que tus niños vayan a una escuela de gobierno y sin lonchera, y a que te quiten tu casa.
Así que que Jruschov -quien cambió las leyes para que los funcionarios no pudieran ser denunciados desde abajo por malos manejos- contribuyó con un discurso descontextualizado -sobre todo en el asunto de las nacionalidades, mientras metía la pata en Crimea y en la República Carelo-Finesa- a que el contexto lo pusiera Occidente: ¿bueno, quieres coca cola o gulag?. Según Valentin Zharonkin, articulista de Odnako, Jruschov creó las condiciones para un socialismo clasemediero desinteresado de toda política y dispuesto a seguir estándolo a cambio de una máquina pop de bebidas de cola (soda) en la calle.
Desde luego que, donde la disyuntiva es coca cola o gulag, no hay nada qué decir.
Si el comunista hace de Stalin un mito -como estila el líder comunista ruso Guennadi Ziuganov- y el detractor miente a todo lo que da, menos aún queda algo qué decir.
Mi lista de blogs
FANÁTICAMENTE MODERADOS
En varios países de América Latina, la izquierda, que tiende más bien a ubicarse en el centro-izquierda (del que no queda excluida Venezuel...
-
(de introducción, Inés Ochoa en el Teatro Nacional de El Salvador) El presidente salvadoreño Nayib Bukele no ha dejado de ser polémico. ...
-
El hecho de que Andrés López Obrador, presidente mexicano saliente, haya sido un luchador social se plasmó en su idea de cambiar la socieda...
-
La comparación de uno que otro país de América Latina con Puerto Rico tiene como fin destacar lo siguiente: la pérdida casi completa de sob...