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domingo, 7 de septiembre de 2014

¿SIMPATIZO WINSTON CHURCHILL CON LOS NAZIS?

No, no demasiado. Nada más un poquito.
     Para reconstituir una historia que no sea la del vencedor, que la hace a su antojo, habría que respetar la cronología: el Pacto de Munich (1938), por el cual Francia y Gran Bretaña le regalaron Checoslovaquia a los nazis, es cronológicamente anterior al Pacto germano-soviético. ¿Por qué las potencias occidentales pactaron tan tranquilamente con el "totalitarismo" alemán?
     Según la historiografía rusa (en particular, de Valentin Falin), porque Winston Churchill, primer ministro británico, y  Franklin D. Roosevelt, presidente estadounidense, calcularon exactamente igual que Hitler: que la Unión Soviética caería en pocas semanas, entre cuatro y seis.
     El asunto que sigue es archiconocido. ¿Por qué, ya en plena guerra, las potencias occidentales tardaron años en abrir el segundo frente, siendo que las costas de Francia, Holanda, Bélgica, Noruega y la propia Alemania estaban descuidadas (eran unos dos mil kilómetros)? Porque en octubre de 1942, cuando los soviéticos no habían ganado la batalla de Stalingrado, el señor Churchill tenía sus prioridades, según Falin: "tenemos que parar a esos bárbaros en el Este, lo más lejos posible", declaró el primer ministro británico semanas antes del 19 de noviembre, fecha de la contraofensiva del Ejército Rojo en Stalingrado.
     Reunidos en Québec, Canadá, en agosto de 1943, los máximos dirigentes del Reino Unido y Estados Unidos (Churchill y Rossevelt) sabían ya que el Ejército Rojo había dado un golpe mortal al nazi en el arco de Kursk. El 20 de agosto, en Québec, en el orden del día estaba el tema del abandono de la coalición antihitleriana y la formación de una alianza con generales nazis para frenar a los soviéticos (siempre y cuando se le diera un golpe a Hitler).
    Cuando los aliados llegaron a Normandía, no lo hicieron con el plan Overlord nada más. El Plan "Rankin" suponía llegar corriendo a Berlín y avanzar hacia el Este de Europa para restablecer las fronteras de 1939, de tal modo que, como hoy (2014), Moscú se quedara "acordonado". Los generales nazis que debían darle el golpe a Hitler tenían que disolver el Frente Occidental para que estadounidenses e ingleses "liberaran" Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumania, Bulgaria, Austria y Yugoslavia. Fue Eisenhower el encargado de tener bajo la manga del plan Overlord el "as" del "Rankin", por si algunos amigos nazis se animaban, aunque el plan falló.
    Así, desde por lo menos 1938, los aliados estuvieron calculando -con la maestría de Churchill a la cabeza- cómo jugar con los tiempos para pactar con los nazis, o conseguir, en su defecto, que debilitaran lo suficiente a los soviéticos para llevarlos a negociar en desventaja. Frente a éstos hechos y los de hoy -la utilización de criminales nazis desde Ucrania hasta el Báltico por parte de Estados Unidos-, las peroratas de Miss Arendt sobre el "totalitarismo" resultan ser una literatura interesante, pero literatura al fin y al cabo. Y es que, si tu no preguntas por la realidad, ella a veces se te acerca, la muy coqueta.

FANÁTICAMENTE MODERADOS

 En varios países de América Latina, la izquierda, que tiende más bien a ubicarse en el centro-izquierda (del que no queda excluida Venezuel...