Sin que ningún analista haga caso, al menos no en los grandes portales oficiales cubanos, Raúl Castro ha sugerido en un discurso este 20 de diciembre ante la Asamblea Nacional del Poder Popular lo que ya se sabe: en más de un aspecto, la economía simplemente no va, y no todo obedece al entorno internacional. "La economía es la principal asignatura pendiente" -dijo el menor de los hermanos Castro- y, agregó, debería encarrilarse de modo "irreversible". Ello quiere decir que no lo está.
Raúl Castro aludió entre otros problemas, al hecho de que es "necesario fomentar en las instituciones, empresas, cooperativas y trabajadores por cuenta propia una cultura del civismo fiscal y que se comprenda que los tributos constituyen la fórmula principal para redistribuir la renta nacional en interés de todos los ciudadanos". Lo que existe es indisciplina, indicio de que las libertades son tomadas como licencia: concretamente, según el actual líder cubano, para "la evasión de impuestos por las personas jurídicas y naturales", lo que indica, digamos, falta de compromiso con la nación.
En Cuba se ha buscado recientemente vincular los salarios a los resultados, es decir, al mérito. Sin embargo, en más de una empresa se ha producido la violación del índice del gasto de salario por peso de valor agregado bruto, por lo que, según Raúl Castro, "se han pagado mayores salarios sin el correspondiente respaldo productivo". Es, a juicio de Castro, un error muy grave. "No podemos dejar espacio -señaló el actual líder cubano- a que se desarrolle y fortalezca el egoísmo y la codicia entre nuestros trabajadores. Todos queremos y necesitamos mejores salarios, pero antes hay que crear la riqueza para luego distribuirla según el aporte de cada cual". Si bien la directiva es claramente socialista, parece que una parte del pueblo cubano, en plena perversión, no tiene cultura socialista pero sí mucho ingenio para obtener beneficios (de las libertades empresariales, que contemplan una mayor autonomía y descentralización de las empresas estatales), exenciones (con la evasión fiscal) y privilegios (torciendo el sentido de la nueva política salarial) dando lo mínimo o nada, al igual que quienes evaden al fisco. Si el pueblo cubano no entiende que la riqueza a distribuir hay que "trabajarla", no ha cambiado demasiado -en mentalidad- en más de medio siglo de Revolución, pese a la innegable abnegación de muchos, Raul Castro incluido.
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