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martes, 30 de diciembre de 2014

GUEVARISMO, O DEL QUIJOTE SIN MANCHA

No importaba que ya hubieran fracasado no pocas guerrillas: la de Masetti en Argentina (Ejército Guerrillero del Pueblo),  la de Héctor Béjar y las de Guillermo Lobatón (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) y Luis de la Puente Uceda (proveniente del APRA, Alianza Popular Revolucionaria Americana) en el Perú, la de las FALN (Fuerzas Armadas de Liberación Nacional) en Venezuela (contra un gobierno democrático, el de Rómulo Betancourt), la del Cuartel Madera en México, prácticamente la de Turcios Lima en Guatemala, el "gesto" de Camilo Torres en Colombia y alguna que otra más. Después de una y otra tretas, con participación de Fidel Castro, el Che puso a los comunistas bolivianos ante los hechos consumados y fue a presentarse así ante el líder comunista Mario Monje, según lo relata Paulo Cannabrava Filho en En el ojo de la tormenta: "quiero pedirte disculpas. Te hemos engañado. No pudimos explicarte nuestros planes (...) Pero estamos aquí y esta región es mi territorio liberado". Monje predijo lo que sucedería: al cabo de unas cuantas vueltas en redondo en "su" territorio liberado (!), el caballero andante cubano-argentino fue muerto. Según Cannabrava, a Monje se lo quiso convertir en nuevo "Judas".
      Cuba siguió apoyando guerrillas y hechos consumados, como los poco honrosos del M-19 en Colombia (la toma del Palacio de Justicia), por ejemplo, u otros, mientras en Guatemala fue el Ejército Guerrillero de los Pobres que recuperó la efigie del mártir de Ñancahuazú. Hasta los años '70 y principios de los '80, siguió imperando la creencia en la maniobra armada, las compartimentaciones militares de la clandestinidad en las cuales algunos subían al mando -y las relaciones- y otros no salían jamás de guerrilleros rasos, y hasta en abluciones llamadas "crítica y autocrítica" que no conducían a mayor cosa, salvo a hostigar la menor discrepancia, ya ni se diga a la "fea realidad". Quedó la costumbre de creerse que el pobre siempre tiene la razón ("lo bueno de ésto es lo malo que se está poniendo") y más aún, lo siguiente, según Cannabrava: "lo que había era un anticomunismo exacerbado en las huestes de derecha que encontraba eco hasta en la misma izquierda. Eso ocurría en toda América Latina y fue creciendo apoyado por el antipartidismo de sectores de la izquierda, influenciados por la Revolución Cubana y la teoría del foco (...) En la izquierda, había quienes vieron más demonios en el Partido Comunista y más culpa en Monje que en la misma Central de Inteligencia Américana y en el servicio de inteligencia del ejército boliviano".
     A la larga, junto a la costumbre de redimir a cualquier pobre desde arriba (con sermones, bautizos de fuego o políticos y cosas por el estilo) y a servirse de la buena disposición como el señor se sirve del siervo, quedó la creencia de que más vale Obama por conocido que Putin por conocer, es decir, que la prioridad es negociar con Washington y meterse con o ignorar a Rusia, importando muy poco que hoy, por ejemplo, haya que buscar en este país comunistas como se buscan agujas en un pajar.
     Los hay que recuerdan el guevarismo -tiempo de exilios, desapariciones, torturas, fusilamientos y hasta de sacrificios no muy claros- como "una época muy bonita", sin mayor diferencia entre asistir a muertes y sufrimientos reales -además de asistir a no pocas deslealtades- y hacerlo a un concierto de los Beatles con su "Yesterday".

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