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martes, 19 de agosto de 2014

IZQUIERDA: MOI ET MES AMIS (II)

Puede escribir 30 páginas de balance sobre la experiencia soviética sin mencionar en ninguna la peor guerra de la Historia humana.
    Puede hablar sobre cinco décadas de historia latinoamericana previas a la Revolución Cubana sin mencionar ni un solo movimiento popular de envergadura, más si guarda relación con el comunismo, de Recabarren en Chile a la guerrilla colombiana, pasando por Prestes en Brasil, la Central Obrera Boliviana y Fortuny en Guatemala. Antes de la Revolución Cubana no hubo Historia: lo que había eran "precursores", los que me antecedieron (Mella, por ejemplo).
     De hecho, "la cosa" empieza con la Revolución Cubana y sus éxitos. Prosigue no con otras experiencias, sino con los sucesores: los que me siguen. Cualquier cosa, con tal de que sea prolongación mía. Hay fieles desde antes y los hay después, como Hugo Chávez. Con los infieles no se discute y con los "ambiguos" se practica el manoseo. En medio de la retórica, nunca hay debate de nada.
     Las citas son las de los próceres escogidos -mis lecturas- y las de mis amigos, que lo son por incondicionales y por candidatos a próceres.
     Rosa Luxemburgo, como está en el círculo de iniciados, es llamada tranquilamente "Rosa" en el texto. Rosa, Vladimir, Federico, Carlos, et puis moi, et moi, et moi, estamos haciendo Historia. Yo soy el teórico del "cambio de época" rumbero. Y soy el intérprete de un Marx al que he leído poco y entendido peor, porque ni en Cuba ni en América Latina nos interesó jamás.
     Los medios noticiosos cubanos no han hecho caso de las críticas que se pronunciaron en la isla, no fuera: alguien dijo que era hora de abrirse a otras experiencias distintas de la venezolana, pero parece que no hay modo. Estos medios y los espacios de debate cubanos repiten la palabra "Revolución" como mantra, pero algo llama poderosamente la atención: ni el "socialismo" ni el "comunismo" aparecen jamás (ni se diga el"marxismo"). Nadie los debate, al menos no oficialmente. De hecho, no se hace mención de nada que venga desde abajo. Desde abajo, nada. Por arriba, todo. Y conmigo a la cabeza, de ser posible.
     Los medios venezolanos son iguales. El mundo no es un lugar que tenga que ser mirado: es un espejo. Nos devuelve una imagen complaciente, o si no, preferimos  mirar para otro lado. Pero fea, lo que se llama fea, la Revolución Cubana nunca lo ha sido. El teórico no está para ninguna fealdad, sino para embellecerlo todo y, de paso (por los servicios brindados), para irse construyendo su propio mausoleo (aplausos).
     Esta retórica cubano-venezolana no analiza ninguna realidad. Con todo, tampoco es verborrea hueca. Es Revolución, sí, pero desde arriba, conspirando, con un profundo desprecio por el pueblo y por la seriedad intelectual donde  algún hecho pueda pronunciarse y ser digno de análisis. Buena la han hecho: Cuba carece de orientación ideológica propia y sus intelectuales denuncian al imperio con las palabras del imperio. No hay servicio ninguno en las ideas, ni por cierto que asomo de gratitud con lo recibido por décadas de otras latitudes reiteradamente ignoradas. Que la Unión Soviética, ésa, nunca parece haber sido víctima de nada -más que de sus propios errores- y nosotros solo tratamos con víctimas de todo y de todos. No estamos aquí para juzgar, sino para encontrar culpables y exonerar a nuestros amigos. Son aquellos que no nos piden nada a cambio de lo que dan. Y mi próximo texto -siempre de vanguardia política-se llamará "El breve espacio en que no estoy", o tal vez "De qué callada manera".
   

FANÁTICAMENTE MODERADOS

 En varios países de América Latina, la izquierda, que tiende más bien a ubicarse en el centro-izquierda (del que no queda excluida Venezuel...