La opinión pública occidental suele mostrar interés por un tema cuando se "lo" muestran: más que interés, hay algo de morbo en este "quedarse viendo". Si no se "lo" muestran, esa opinión no ve nada. No ve, entonces: mira. El mirón se complace y desecha el objeto cuando ya encontró aquél satisfacción. ¿Mataron a Kadhafi? Eso muestra lo que demuestra: lo nuestro es lo mejor.
El objeto puede ser un país. Como en tantos otros lugares donde ha intervenido militarmente Occidente, en Libia no queda más que un Estado fallido. El gobierno derrocado aseguraba bien algunos servicios básicos. En medio del caos y de rivalidades armadas, la capital libia, por ejemplo, ya no puede asegurar regularmente el suministro de agua potable ni de electricidad. Mucho menos, claro está, queda seguridad. Esa capital está en disputa entre las milicias de Misrata y las de Al Zintán. Ninguna consigue la victoria, y de esto se trata cuando se quiere dividir para reinar. Estados Unidos no quiere nada de construcción nacional, nation building.
Al oriente libio, la milicia islamista Ansar al Sharia controla la ciudad de Benghazi y ha declarado hace pocos días un "emirato islámico". En suma, se separó. Es un grupo que Washington catalogaba como terrorista, pero importa un bledo. Lo que cuenta es que una desgracia lejana nos muestre lo bien que la estamos pasando.
La Primavera Arabe se convirtió en el fin de Libia. Con todo y sus males, 42 años de "dictadura" de Muammar Kadhafi nunca trajeron este tipo de calamidades, pero hablar del tema es tabú, desde mucho antes de que los occidentales liquidaran al país norafricano. No hay ya Estado: la "democracia" es la vuelta a los conflictos más primitivos. Incluso quienes creyeron en esta "transición"se están yendo de Libia: lo han hecho españoles y franceses, y hasta China, la muy oportunista (hubiera hecho bien en irse hace rato de Libia), solicitó a sus empresas y a su gente que salga de este inhóspito espacio norafricano.
A esto se le llama "balcanización" o "libanización", y otras pruebas indican que ha funcionado bien en Iraq, por ejemplo. Es lo que Estados Unidos ha proyectado para Siria.
Nadie le dará seguimiento al perdedor: el morbo se prepara para la siguiente escena, donde el vencedor otra vez nos "lo" enseñe. Cada noticia de las que da Occidente está hecha para sincronizar a todos en el mismo mensaje: !qué viva yo, y que chiflen los demás a su maye!
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lunes, 4 de agosto de 2014
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