La palabra "consumir" significa en latín (consumere) "destruir, extinguir", se entiende que mediante el uso. Por este motivo hay frases como "el lugar fue consumido por el fuego" o "tal persona fue consumida por la enfermedad".
Las "terceras personas" (funcionarios, profesiones liberales, empleados de varios servicios, etcétera) y quienes "realizan" mercancías vendiendo están más inclinados hacia el consumo que hacia la producción, más aún en la medida en que tienen trabajo para ganarse la vida y acceder al consumo, antes que para ser creativos. Sus trabajos son rutinarios y estas personas importan en el capitalismo para detener la caída de la tasa de ganancia garantizando un nivel mínimo o máximo de consumo; no importan como productores, porque el capitalismo quisiera al mismo tiempo desembolsar lo mínimo para mantener a estas capas sociales.
Como no es el trabajo el que da sentido a la existencia (incluso asesores de los Clinton como Jeremy Rifkin auguraron el imposible "fin del trabajo") de estas "terceras personas", sino el consumo, no les interesa ni saben construir: usan y tiran. El grupo de investigación francés Ars Industrialis explica que la energía que tiene todo ser humano está desviada en el consumidor nato (por el consumismo, consumérisme) del anhelo a la pulsión, desviación de la que se encarga el marketing. Si esa energía no es canalizada artificialmente, por la sociedad, hacia la creación, cae en la pulsión que es destructiva, justamente porque no apunta a crear, sino simplemente a "satisfacerse": para ponerlo en un ejemplo, es la diferencia entre "tener una relación sexual" y "hacer el amor". Es también la diferencia entre un animal y un ser humano. Las "terceras personas" son las de la llamada "sociedad de consumo" , aunque no sea exactamente tal: llevan la pulsión de muerte por delante y detestan otras formas de canalización de la energía, las que no son pulsionales, con el argumento de que el ser humano es a fin de cuentas una variante animal, y el animal, un "animal no humano". Para decirlo de otro modo, y la historia de la familia Clinton está para probarlo, estas "terceras personas" detestan el afecto, no aman nada (¿alguien le ha oído a los Clinton palabras de amor y agradecimiento por lo recibido de Estados Unidos, a diferencia de algunos discursos de Donald Trump?) sienten un gran poder en su capacidad para usar y destruir "en libertad de elegir" (los Clinton creen simplemente en la "grandeza", empezando por la propia, la del poder obtenido), y a fuerza de no crear, no entienden que no entienden, porque no tienen las herramientas para entender y las creen superfluas. Comprender es un proceso creativo que no les interesa: sólo tener el poder infinito de "usar" para satisfacción pulsional propia.
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