Hablar de neo-fascismo cultural es hacerlo de una tendencia, no de "algo total" que ya se haya impuesto, mucho menos en todas partes y para todos. Este neo-fascismo está supeditado más a la oligarquía financiera (o al menos parte de ella) que a un "productivismo" a ultranza, y está por ende supeditado a las características actuales de la gran potencia estadounidense, que se debate a ojos vistas en serias contradicciones. Hay que tener cuidado de no ver fascismos por doquier y es por lo mismo que resulta preferible hablar de tendencia.
El hecho de que de todos modos existe está evidenciado en sucesos como el siguiente. Desde noviembre de 2014 se buscó votar en la Organización de Naciones Unidas (ONU), a instancias de un grupo de 29 países (la Federación Rusa incluida), una resolución de condena a "la glorificación del nazismo, el neo-nazismo y otras prácticas que contribuyen a formas contemporáneas de racismo, discriminación racial, xenofobia e intolerancia relacionada". En el documento de condena, que pedía por igual el cese de la negación del Holocausto, no se hizo mención de ningún país en específico. La administración Demócrata estadounidense de Barack Obama saboteó el documento y Estados Unidos estuvo entre los tres países que votaron en contra de la resolución, junto con Canadá y Ucrania (en Canadá hay una gran comunidad de inmigrados ucranianos). 55 países se abstuvieron: entre ellos estuvieron muchos de los que en Europa del Este y el norte de Africa han formado parte de la reacción en las últimas décadas, coqueteando con el neo-nazismo y sus aliados, como algunos grupos y países musulmanes (Albania, Bosnia, Bulgaria, Croacia, República Checa, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Montenegro, Polonia, Moldavia, Rumania, Eslovaquia, Libia, Malí, etcétera...). Se abstuvieron también Francia, Alemania, Italia, Austria y España. Insistamos: en todo momento, la administración Demócrata estadounidense estuvo presionando para abstenerse o votar en contra de la resolución.
A diferencia de lo que sucede ahora, cuando medio mundo ve porque "le suena" o "se le figura"en Donald J. Trump a un nazi, el 17 de noviembre de 2014 únicamente una pequeña cobertura de CBS tituló: "EU vota contra una resolución anti-nazi en Naciones Unidas". El argumento de la gente de Obama fue que Rusia podía usar la resolución para fines políticos propios y atacar a sus vecinos. La rusofobia sirvió para justificar el neo-nazismo exactamente como en el pasado el comunismo sirvió de pretexto para abrirle paso a Hitler, en un ambiente enrarecido. Es la gran potencia estadounidense la que ha enrarecido el ambiente, el cultural incluido, en las últimas tres décadas, y es el "bloque histórico" formado en este tiempo(que incluye a quienes Paul Craig Roberts ha llamado liberal/progressive/leftists) el que no quiere renunciar a su hegemonía y a sus prerrogativas para seguir entre otras cosas en el crimen.
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