Hablar de "clase" media es un error, puesto que no hay tal clase, salvo que designe a la pequeña burguesía que, como su nombre lo indica, es propietaria de medios de producción (ni "pequeña" ni "burguesía" son aquí insultos). Tal vez a lo sumo pueda hablarse por nivel de ingresos de "capas medias". En su época, al principio de la crisis, Michel Clouscard supo ver en Lettre ouverte aux communistes (Carta abierta a los comunistas) la heterogeneidad de este grupo social y los riesgos de la misma.
La antigua pequeña burguesía (o, si se prefiere, "clase media tradicional") se vio golpeada por la crisis y la ampliación de poderes para los grandes monopolios, con frecuencia transnacionales (justamente contra los artesanos,pequeños empresarios, pequeños campesinos, pequeños y medianos comerciantes, etcétera). En cambio, aparecieron nuevas capas medias, no propietarias de medios de producción (y, desde este punto de vista, más frágiles): funcionarios, empleados del sector privado, profesiones liberales ampliadas, ingenieros, técnicos, cuadros, etcétera, gracias al cambio tecnológico y su gestión (lo que se dio en llamar la "nueva economía de servicios" y que algunos quisieran prolongar hasta una "economía del conocimiento", todo lo cual germinó de todos modos en la segunda posguerra del siglo XX). Al lado de estas capas surgieron luego las de la "ideología necesaria para la venta de la mercancía", para decirlo en palabras de Clouscard: en las "industrias" del ocio, del placer, de la diversión (entretenimiento), de la moda, de los "plumitivos". Si la pequeña burguesía tradicional tenía por valores el mérito, el trabajo, la re-inversión, las nuevas capas medias han preferido el despilfarro. Clouscard sostenía que las nuevas profesiones estaban sometidas por igual al "management de los improductivos", que haría coexistir el riesgo del desempleo con la automatización de todo (informática, robótica, etcétera).
Mientras la antigua pequeña burguesía probablemente se fue a la derecha (igualmente tradicional), las nuevas capas medias, que reproducen de las mil y un maneras la ideología de lo que "es", han sido mimadas al punto de llevarse una parte no desdeñable del pastel económico aún sin ser fuerzas productivas directas, y dándose el lujo de criticar incluso la "sociedad de consumo" desde 1968, que Clouscard llamó "el 14 de julio de este grupo". Políticamente, estas nuevas capas medias encarnan lo que se ha convertido en un eterno "centro" (¿pero "centro" de qué?), mezcla de social-democracia, libertarismo y neo-conservadurismo, ingredientes que para Clouscard podían hacer -y ciertamente pueden hacerlo- la mezcla para el neo-fascismo cultural.No hay izquierda, pero sí izquierdismo, el mismo que acusa de "fascista" a la pequeña burguesía tradicional (sin duda protofascista, pero no más) y al empresariado no financierizado. Clouscard temía una alianza -hasta ahora poco probable- de ambas capas medias. Pero parecieran haberse dividido al unísono de una fractura de las clases dominantes que el izquierdismo no ha sabido aprovechar, al identificar "tradicional"/propietario de medios de producción con "fascismo" y olvidar los servicios de las nuevas capas medias "demócratas" ("tercera vía" y cosas por el estilo) al neo-fascismo cultural.
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