Quien fuera primer ministra del Reino Unido, Margaret Thatcher, se explayó en 1991 en un discurso en la ciudad estadounidense de Houston sobre la forma en que Occidente ayudó a la desintegración de la Unión Soviética, que por ende no cayó nada más por sus propias contradicciones.
Thatcher, quien reconoció en ese discurso que los soviéticos no eran una amenaza militar, temía que el poderío económico de la Unión Soviética, "con una gestión racional", le diera "posibilidades de expulsarnos del mercado mundial".
"Un lugar importante en nuestra política -dijo la primer ministra- era la toma en consideración de las flaquezas de la Constitución de la Unión Soviética. En el plano formal, ésta preveía la salida inmediata de la Unión Soviética por cualquier república que así lo desease, mediante la decisión de su Soviet Supremo y por mayoría simple. Cierto que la realización de ese derecho era prácticamente irrealizable debido al papel cimentador del partido comunista y los órganos de seguridad. Y a pesar de todo, en esa particularidad constitucional, teníamos potenciales posibilidades para nuestra política".
No hay que olvidar que, de manera ilegal (puesto que la población soviética había votado en sentido contrario en un referéndum de marzo de 1991), Boris Yeltsin, presidente de la Federación Rusa, organizó después del fallido golpe de agosto de 1991 la salida de Rusia, Ucrania y Bielorrusia de la Unión.
"Teníamos una situación complicada, prosigue la señora Thatcher, sin embargo al poco tiempo nos llegó una información sobre el pronto fallecimiento del líder soviético y la posibilidad de la llegada al poder, con nuestra ayuda, de una persona gracias a la cual podríamos realizar nuestras intenciones en esta esfera". "Esa persona -dice Margaret Thatcher- era Mijaíl Gorbachov, a quien nuestros expertos calificaban como una persona imprudente, sugestionable y muy ambiciosa. El tenía buenas relaciones con la mayoría de la élite política soviética, y por eso su llegada al poder, con nuestra ayuda, fue posible".
No fue Gorbachov quien tomó la decisión de disolver la Unión. Thatcher termina por mencionar a Yeltsin. "(...)se produjeron los contactos correspondientes, los acuerdos y la decisión de forzar la candidatura de Yeltsin, fue la que definitivamente se adoptó. Aunque con gran dificultad, Yeltsin salió elegido Presidente del Soviet Supremo de Rusia y acto seguido se adoptó la declaración de la soberanía de Rusia". Se logró así lo que la primer ministra británica calculaba y anhelaba. Llama la atención que en su discurso de Houston Thatcher insista en tantas cosas que se hicieron "con nuestra ayuda" (lo cual supone labores de inteligencia y propaganda), hasta llegar a decir que Yeltsin fue prácticamente el hombre ("con los contactos correspondientes") elegido para hacer la tarea de disolver a la Unión Soviética. Si se trataba de "hacer un trabajito", fue sin duda bien hecho.
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