En las conmemoraciones anuales de la victoria soviética sobre el nazismo, el gobierno ruso de Vladimir Putin, fiel a sus tendencias internas de complacer a las "capas medias", ha querido sugerir que la historia, entiéndase que de la "grandeza" de Rusia, empezó con la guerra y no antes.
El economista egipcio Samir Amin ha propuesto otra visión de lo ocurrido en la guerra, que estuvo precedida de la colectivización forzada de la agricultura y la gran industrialización de la Unión Soviética. La planificación de la economía, que comenzó en 1929-1933 (primer plan quinquenal), permitió según el autor de Octubre 1917 "(...)la aceleración prodigiosa de la industrialización, la prioridad dada a las industrias pesadas de base y a la modernización del armamento; la estrategia económica puesta en marcha a su servicio, a saber, la transferencia del excedente agrícola (y a veces incluso más allá) en beneficio de una acumulación industrial extensiva, basada en la transferencia de fracciones importantes de la población desde el campo a la ciudad para constituir una nueva clase obrera urbana, y las formas de esta planificación centralizada, gestionada autoritariamente por el Estado y solo por él". La Unión se convirtió en una potencia antes de la segunda Guerra Mundial y no a raíz de ésta, que más bien la debilitó por la sangría de gente y recursos que significó.
"Se podrá decir lo que se quiera sobre el carácter socialista o no de esta aventura, prosigue Amin. No había alternativa a la elección de sus objetivos, aunque es posible imaginar formas de su puesta en práctica que hubiesen hecho posible hacer avanzar su gestión socializada. Fue el éxito de esta opción lo que hizo de la Unión Soviética en 1941 una nueva gran potencia industrial y militar, y lo que permitió, por tanto, al Ejército Rojo derrotar -él solo- a las hordas nazis. Pues la victoria fue obra del Ejército Rojo y sólo de él. El supuesto apoyo de los occidentales se redujo a unos cuantos envíos insignificantes. Y la tardía intervención militar de Estados Unidos y de Gran Bretaña -el segundo frente a partir del desembarco de Normandía en 1944- solo tenía por objetivo impedir que la Unión Soviética liberase ella sola a toda Europa".
La grandeza no fue nada más de la Rusia soviética, sino de toda la Unión, prácticamente al unísono, al convertirse en poco más de una década en la potencia que hoy vuelve a ser, no de la nada, sino de algún antecedente, el que se ubica entre 1929 y 1941. Para Vladimir Putin, en cambio, la Revolución de Octubre -según lo declaró recientemente al inaugurar en Moscú, capital rusa, un monumento a las víctimas de la represión política- no es el origen de la potencia rusa (¿acaso el imperio zarista era una potencia en algo, salvo en arte?), sino "de la división del país en dos bandos". Una curiosidad: la mitad de la población rusa actual cree que la Revolución de Octubre sirvió a las mayorías y la otra mitad no lo cree, por lo que la Federación está dividida hoy...en dos bandos.
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