En 2021, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, pidió a España que, a su vez, pida perdón por la Conquista. La solicitud, que se extendió al Papa, fue "por las violaciones a lo que ahora se conoce como Derechos Humanos". Hay cierto matiz, porque ahora algunos medios dicen que la petición fue "por violaciones a los Derechos Humanos". España no dió mayor importancia al asunto, y no podía pedir perdón porque no existía como tal España al momento de la Conquista, empezada por los reinos de Castilla y Aragón, sobre todo. De España se empezó a hablar pocos siglos después. Como sea, a este ritmo, es conveniente que Tlaxcala se disculpe con la Ciudad de México, por el de sobra conocido papel de los tlaxcaltecas, aliados de los españoles, o que se disculpe la gente de Huejotzingo y la de la sierra norte de Puebla, sede de los totonacas, que también se pusieron de amiguis con el intruso. Que pidan también disculpas los de Tabasco porque Malintzin se prestó al asunto. O que pidan perdón los aztecas que, una vez derrotados, se aliaron con españoles para ir a matar purépechas, en lo que sobresalía Nuño de Guzmán. Tampoco queda claro por qué dirigirse al Papa. Hasta hace poco uno que otro dominico se aliaba con los pueblos originarios, como llegó a ocurrir en Chiapas. En el norte de México, jesuitas y franciscanos a veces frenaban los intentos de abuso de los colonos españoles.
Pareciera que a algunos se les dice "pide un deseo" y se ponen a las fantasías. Ya ha habido ocasión de indicar que es la versión "José Alfredo" de la historia ("descendiente de Cuauhtémoc/mexicano por fortuna"). Clínicamente, tiene de delirio: se dice estar contra el antiguo régimen y se recogen sus mitos. Lo de los Derechos Humanos hay que tomarlo con pinzas: ¿se puede decir que en el caso del tal Cuauhtémoc, a quien se le quemaron los pies, no hubo debido proceso, por lo que cuando menos debió reponerse el procedimiento, o dejarle la posibilidad de pedir un amparo antes de condenarlo? Por ahí alguien, que no mencionaremos de nuevo, salió con que los españoles eran tan malas personas que se metieron a una fiesta y mataron a mujeres y niños, el tipo de asunto que sucede en alguna colonia de Celaya por la gente de Santa Rosa de Lima. Ya no se trata en realidad de los grandes mitos del populismo y del centralismo de la Ciudad de México, que reduce la Conquista a Cortés y Moctezuma y entretanto se traga y corrompe a cuanto provinciano cede a la ambición. Es pura demagogia. Por el bien de los españoles, primero los indios, o algo así. Y es, además, muy libertario: "sean realistas, pidan lo imposible". Además de cobarde, como lo es la maldad de la época, incluida la intelectual: ni por asomo pedirle a Estados Unidos que devuelva ocho estados mexicanos -incluyendo cachitos de Wyoming, Utah, etcétera-o cuando menos que se disculpen por la batalla de San Jacinto.. Considerando, por lo demás, que los estadounidenses fueron menos "amables" que los españoles con los pueblos originarios, reducidos a reservaciones, salvo cuando vas al cine a ver caricaturas de "Pocahontas". Delirio no es cualquier cosa: es cuando te crees lo contrario o algo muy distinto de lo que eres, con una creencia falsa, extravagante o irracional. Pides perdón a quién ni estaba -se dice "españoles" por convención- y por lo que no sucedió, porque no fue de "españoles" contra pueblos originarios, sino algo más complicado y no edificante para ninguna de las partes. Delirio es lo que, como lo explica el filósofo francés Dany-Robert Dufour, hace que te creas un pájaro y que, creyendo poder volar, lleva a que no midas las consecuencias de aventarte por la ventana.
López Obrador fue siempre alguien influenciable por intelectuales, y es por cierto de agradecer que la actual presidentA, Claudia Sheinbaum, no se deje "apantallar", como se dice coloquialmente en México, aunque sea libertaria en más de un aspecto. Era probable que fuera Betty Muller la que le diera "ideas" a López Obrador, como la de solicitarle a España que pida perdón por las "ofensas" (resulta que Cortés "ofendió" a Cuauhtémoc). Betty Muller tendrá sus motivos, pero terminó por llamar la atención que siguiera la pista de más de un mexicano de reputación (incluido el seductor de la patria) y se fuera con "Chocoflán" -Jesús Ernesto López Gutiérrez, "Jesús" por Jesucristo y "Ernesto" por el "Che" Guevara- a residir a Madrid, capital española, por lo demás en un barrio exclusivo y, para colmo, llamado "La Moraleja" (uno a la Chingada y la otra a La Moraleja). El "Che Jesús" va a seguir la misma trayectoria de ciertos grupos sociales en México, muchísimos hijos de intelectuales y universitarios incluidos, que en cuanto pueden se van del país (fuchi), por largas temporadas o para no volver: si el hijo de López Obrador y la señora va a estudiar Derecho en la Complutense, también hay buena enseñanza de esta carrera en México, pero cuenta sobre todo que la señora tiene ambición social (ah, perdón, lo que se ve no se juzga, según frase atribuida al Divo de Juárez). Lo mismo desde los '90, si bien hay casos en los que un título español a veces no es malo. El asunto es La Moraleja: ¿van a mandar a Alcobendas -sí, donde está La Moraleja- al periodista Claudio Ochoa, o como es costumbre la habilidad de Betty Muller para actividades "académico-sociales" -es decir, cortesanas-y sus relaciones le asegurarán no ser incomodada por no estar en la "honrada medianía" (honrada, no "justa", que es distinto y no es de Benito Juárez)? En fin, es para quienes crecieron en los '80 con "Chicas de hoy" -"tes- y que hacen "sus sueños realidad". Como cuando te crees pájaro y te avientas por la ventana: aterrizas en la prensa española que, como se dice en México, "ya ni la burla perdona" y no para de recordar el fantasioso pedido de perdón. Se vale soñar (por ejemplo, que uno es pájaro...), pero... (da click en el botón de reproducción).