Hubo una época en que se asociaba la paz con la lucha contra el imperialismo (hoy palabra tabú). El líder francés de izquierda, Jean Jaurés, decía: "el capitalismo es portador de la guerra como los nubarrones de la tempestad". No era raro que los movimientos por la paz se identificaran incluso con el socialismo, puesto que después de la agresión nazi-fascista la Unión Soviética pugnaba por la paz a como diera lugar, al grado de haber sugerido la "coexistencia pacífica" con el capitalismo.
Hoy, es Estados Unidos el gran adalid de la paz. El presidente estadounidense, Joseph Biden, hizo recientemente un viaje relámpago a Kíev, capital ucraniana, donde fue recibido por su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, un hombre que quiere sentarse con chinos y brasileños a hablar de paz. Pasemos sobre el hecho extraño de que, si Ucrania ha sido invadida, no queda claro como pueden visitarla Biden y otros y cómo puede entrar y salir Zelenski a cada rato para sus giras triunfales. Sólo en la cabeza siempre torpe del ex presidente ruso Dmitri Medvedev cabe que Rusia tiene que lograr sus objetivos "si es necesario llegando hasta las fronteras de Polonia".
Biden se ha planteado ser "el líder de la paz". Zelenski le dijo: "quiero que seas el líder del mundo. Y ser el líder del mundo significa ser el líder de la paz". Si va a haber paz, Estados Unidos tiene que liderear. No faltan las teorías de las relaciones internacionales que explican cómo se cae en el caos a falta de líder. Cualquiera puede creerse libre de lanzar una agresión, como lo ha hecho Rusia, porque de la misma manera en que resulta que ahora Estados Unidos es un país pacifista a ultranza, gente como el mandatario ruso Vladimir Putin es impredecible porque tiene algún fondo de agresividad, típica del "oso". Entre las pocas cosas que faltan es que unas palomas se posen en el hombro de Biden o en el de Zelenski. Después de todo, en su momento el joven presidente de Estados Unidos, Barack Obama, recibió el Premio Nobel de la Paz, al menos que no se recuerde tan sentido homenaje. Todo quedaría redondeado, puesto que no falta cierto espíritu hippie, con decir algo sobre el amor (podría hacerlo el presidente brasileño, Lula). Amor y paz: no queremos más guerras, hay que detener a los rusos.
Las razones por las cuales Rusia está en una parte de Ucrania, el hecho de que Putin ya haya propuesto negociar o que haya mostrado su interés por las propuestas china y brasileña para calmar las cosas en Ucrania, etcétera, no importan. Estados Unidos es el país más apegado al "espíritu de Naciones Unidas". Toda la evidencia, que es "lo que se muestra", "lo que se nos aparece", está demostrando su ex-sistencia. Lo que ocurra en los hechos no tiene mayor importancia, o no puede ser dicho en todo caso más que como "teoría de la conspiración". Súmate, es el principio de placer: !no pasarán! (da click en el botón de reproducción).