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viernes, 7 de marzo de 2025

YO NO ME LLAMO JAVIER

 No es muy fácil saber qué es el "pueblo", aunque en él resida la soberanía, al decir de diversas Constituciones, la estadounidense incluida. El "pueblo bueno" es algo propio del populismo y su herencia desvirtuada en demagogia, ya que del mismo "pueblo" puede salir cualquier cosa, desde una persona honesta hasta el peor de los sicarios. Lo propio del populismo y de la demagogia de izquierda, que llega a incluir a comunistas, es hablar de un "nosotros" que es el del "pueblo" y quienes lo quieren, con frecuencia en las capas medias, aunque no todas. Marx detestaba esta vaguedad de "pueblo"", que da a entender algo así como "los de abajo", los necesitados, por oposición al "ellos", los "ricos", los que "lo tienen todo", "los de arriba"", o "los que roban", como si en el "pueblo" no se robara. No se trata de los trabajadores, porque de ellos ya casi nadie se ocupa, ni de los obreros -menos-, ni de quienes trabajan en el campo. De alguna manera, el nosotros es el "nosotros los pobres", con cierta tendencia a identificar "pueblo" con "pobreza" o "precariedad". Es tan vago que puede recordar al jefe de Televisa en México, el viejo Emilio Azcárraga, refiriéndose a "los jodidos". Algunas dicen "los que no tienen" (sin decir qué) contra "los que tienen”, según alguna moda anglosajona (have, have not). Un mar de creencias de un centímetro de profundidad. El "ellos"" se identifica a veces con "la oligarquía", como acaba de hacerlo en México el líder francés Jean-Luc Mélenchon.

        Es raro que gente "de pueblo" acceda a cargos de dirección de asuntos "populares". Suele tratarse más bien de sectores de clases medias, de cierta apariencia radical, o libertarios, que encabezan "la causa del pueblo". En México, por ejemplo, raramente hay gente "de pueblo" -venida de abajo- en cargos de dirección o en el gabinete, aunque hay excepciones, en la autodenominada Cuarta Transformación o su "segundo piso". En América Latina, el "pueblo" es frecuentemente llevado de la mano por un extraño "nosotros", ya que se supone que éste es la suma de quienes se oponen a "ellos", los "ricos", la "oligarquía", o la "élite". En esta suma, sin embargo, suele haber en el pasado gente para la cual lo normal son las costumbres oligárquicas, incluso a la izquierda: en nombre del "pueblo", de "nosotros", se vive como rey, con estilo de hacienda, "casa poblada", dependientes, etcétera. Habría que ver el tipo de vida que se dieron muchos intelectuales latinoamericanos de la "cosa nuestra", Nuestra América: vida de oligarcas, en más de un aspecto, aunque hablaran a nombre de "nuestros pueblos". Se corrompieron esos intelectuales, en grande, desde los años '70, en México en particular con el lópezportillismo. "Nuestro pueblo" no mejoró: en realidad, pese al "nosotros", el "pueblo" siempre fue visto como algo extraño, ajeno, folclórico, de miseria, es decir, no como parte de la buena vida oligárquica de las direcciones de izquierda, sino como un "ellos", con una distancia insalvable. Y ello pese al discurso de unidad frente al extranjero, el imperialismo. Podía irse pasando del populismo a la demagogia con la guayabera y el agua de jamaica de la "compañera María Esther", e incluso a fomentar algunas instituciones populares; pero se vivía como oligarca. En ese "nosotros, el pueblo", hubo quienes se quedaron donde siempre, abajo, y quienes en nombre de los de abajo vivieron como "ellos", los de la oligarquía, y no en la honrada medianía. El atacarlos a "ellos" se hacía desde el "nosotros" oligárquico con el "pueblo" como masa de maniobra, para ser maniobrado. ¿Quiénes eran entonces "nosotros"? El "pueblo"" maniobrado y quienes, diciendo querer su bien, se daban una vida parecida a la de "ellos": en la política, fuera casa en San Jerónimo o "colina del perro", entre intelectuales y universitarios. En el ademán de ser parte de un "nosotros", eran en realidad parte de "ellos", los del modo de vida oligárquico. "Ellos" eran los del "pueblo" supuestamente "profundo" y muy digno de una mirada antropológica. Es tal la confusión que, en ocasiones, la presidentA de México, Claudia Sheinbaum, en una de sus derrapadas en vez de "el pueblo" dice "la gente".

      ¿Y "ellos"? Si eran los extranjeros, los de afuera, contra quienes se movilizaba el "nosotros", "pueblo" incluido, las cosas fueron cambiando desde los '80, al verse el nacionalismo, que hacía un "nosotros", como obstáculo para la integración "en el mundo que está cambiando". Se puede criticarles a "ellos" sus extravagancias, pero se les obedece, por ejemplo mandándoles una remesa de más de dos decenas de narcos por paquetería rápida. Hay mejor, propio de pases a la torera. La presidentA mencionada se lanza a defender la soberanía panameña cuando el presidente Donald Trump, parte de lo que son "ellos", quiere cambios en el Canal de Panamá: !está atentando contra "nosotros" y "nuestra soberanía", o contra "nuestros pueblos"!. Otra vez: "nosotros" contra "ellos". Acto seguido, el "niño héroe" presidente de Panamá, José Raúl Mulino, hace lo que le ordenan "ellos": audita a una empresa china (Panamá Ports Company), resulta que otra, la CK Hutchinson, hongkonesa, venda sus puertos de Panamá (Balboa y Cristóbal); y sale ganando el gigante estadounidense BlackRock. 

      Aparentemente, por cuestiones de dependencia, "nosotros" perdimos (?) frente a "ellos", ahora que los conservadores se disfrazan de libertarios. Después de todo, salvo algunos antiextractivistas de la última hora detrás de Maribel Gordon, más de uno de izquierda en Panamá, parte de la "cosa nuestra", dejó de denunciar la invasión de 1989, porque era "la libertad" contra "el autoritarismo": a este ritmo, como se ha recordado, Mulino, parte del "gobierno" panameño colocado en 1990 por los estadounidenses, representaba "la libertad" contra "la represión". ¿Y "nosotros"? El "pueblo" panameño está, como se dice en México, de "florero" que, para el caso, adorna la "nosotrosidad". El Canal está administrado entre otros por Elemente y Deloite; Galindo, Arias y López; Global Bank /Merryl Linch, como parte de una Junta Directiva, ayudada por el mismo Mulino, que fija los ingresos del Canal en medio de la corrupción, incluidos los contratos públicos, y la evasión fiscal. Desde 1994, como parte de un conjunto de acuerdos luego de la invasión, Panamá tiene la obligación de que el control de la administración del Canal sea por parte de gente "confiable para Estados Unidos" (título constitucional de 1994, adicionado al Acuerdo de Donación, y acuerdos de seguridad). ¿Quién es ese "nosotros" que se alza a gritar que lo que dice Trump es inadmisible, y que no se hará como "ellos" dicen? En realidad, son "ellos", los oligarcas locales, no desligados del extranjero. "Ellos" ven al "pueblo"" como se ve a un "ellos" más, que no tiene que decir gran cosa en "la cosa nuestra", que es "entre nosotros", la oligarquía local y el extranjero, a reserva de que algunos prefieran Demócrata. ¿Quién es el "nosotros" de Mélenchon si "ellos" no son Bruselas y la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte)?¿Quiénes somos "nosotros" en México, si se incluye una parte de "ellos", o Slim, Soros, BlackRock, Bloomberg son parte de "nosotros"?¿O "ellos" son Trump y Elon Musk? Es demagogia hacer pasar por "lo nuestro", político y empresarial, lo del "pueblo", y designar un "ellos" nada más para tener un chivo expiatorio del globalismo. Mélenchon calcula que "ellos"" son una minoría financiera frente a la cual podemos trepar "nosotros" (nosotros los politiqueros) si "el pueblo" nos echa una mano. Ahora resulta que, para LFI (La Francia Insumisa), "ellos" son los que quieren la paz en Ucrania, como Trump y Putin. Si vamos a estar a esta clase de demagogia, "ellos" son los soberanistas y "nosotros" los globalistas cobardemente atrincherados en los medios y respondiendo a los grandes intereses de "ellos", los que se hacen pasar por "nosotros" con promesas de "inclusión" o remiendos. Para "yo no me llamo Javier" (da click en el botón de reproducción).



miércoles, 5 de marzo de 2025

ASÍ SE HACEN LOS CHISMES

 Hace poco se presentó en la universidad pública el líder político francés de LFS (La Francia Insumisa), de izquierda, hasta donde haya algo que entenderle a ésta: Juan Lucas (Jean-Luc) Mélenchon. En su acostumbrada demagogia, este amigo de los progresismos latinoamericanos, henchido de vanidad y al mismo tiempo con mueca de "fuchi", salió a proponer la hora del "nosotros" contra "ellos" y del "pueblo" contra la "oligarquía".

       Lo primero es un mal refrito de un marxismo-leninismo que alguna vez intentó inculcar conciencia de clase, siendo la "obrera" el "nosotros" contra el “ellos" de la burguesía. En algunos países europeos sí llegó a existir este sentimiento de pertenencia a una clase propia, diferenciada en muchas cosas de "ellos". En América Latina, era más difícil: el "nosotros" dirigente del "nosotros", entienda quien pueda, estaba cerca de los valores de "ellos", al mismo tiempo que veía a parte del "nosotros"" como a "ellos": es decir, estaba cerca de valores oligárquicos y veía a una parte de "lo nuestro" como un extraño "ellos", folclorizado y en pleno miserabilismo. Eran los peones de la causa que fue dando en "la cosa nuestra", Nuestra América. Esto era así también para compartir el "nosotros" oligárquico contra el "ellos" extranjero e imperialista:: servía para crear la creencia de unidad interna frente al extranjero, y para no ver nunca al que, haciéndose pasar por parte de "nosotros", prefería en realidad lo de "ellos", es decir, la clase dominante interna que, aún sirviéndose del "nosotros", se repartía el pastel con "ellos", los del extranjero, si acaso tirando migajas a una parte del "nosotros" para hacer creer en una insoportable "nosotrosidad".

       Lo anterior tiene que ver con lo  que Juan Lucas vino a recoger, "pueblo" contra "oligarquía", se supone que lo típico del populismo, aunque tenía algo de inexacto. Al menos en Brasil y en Argentina, fue en buena medida retórica, porque la oligarquía no fue molestada en sus propiedades, a diferencia de México, siendo Cuba otro asunto. Mezclado con un "nosotros" en plena era de masas, se convirtió en "nosotros los pobres" contra "ustedes los ricos". A falta de verdadera conciencia de clase, con obreros en relativa minoría y poca claridad sobre los campesinos, el asunto terminó en imposición de "ellos", pero en un "nosotros" que, al no reivindicar el trabajo, se prestó para otra cosa, aunque muy atemperada en México hasta finales de los '60 o principios de los '70: la libertad y el derecho de extorsionarlos a "ellos", y a reivindicarlo porque "éramos muy pobres". El "nosotros" del "pueblo", ya mezclado con el anonimato de la masa, se convirtió en un lugar para permitirse desde temprano el rumor, la maledicencia, la calumnia y el muy poco religioso "falso testimonio". Eso sí, compartido con una parte de las clases medias.

       Algunos ejemplos. Cuando ocurrieron los hechos de "la noche de Iguala", con la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, no podía faltar el taxista "de pueblo" que jurara y rejurara que los estudiantes habían sido llevados al Campo Militar No. 1, sin que existiera siquiera un indicio, uno solo, de que hubiera podido ser así. Cuando estuvo en la presidencia Andrés Manuel López Obrador, no faltaba el antiguo militar testigo de que, cuando tiempo atrás se negoció con López Obrador en la Chontalpa la indemnización de daños por el petróleo, se le entrego a aquél el dinero. ¿Alguna prueba o indicio de que se lo hubiera quedado? Ninguna, salvo la insinuación, la insidia, el veneno dosificado porque, decía quien lo contaba, "yo estuve ahí cuando se le entregó el dinero". "Me consta". Lo vió todo tan claro que nunca le constó qué hizo con ese dinero el futuro mandatario. Un testigo de su propia insinuación, basado en fragmentos de opinión pública sobre "de qué vive López Obrador". Yo fui testigo de lo que no fui testigo, pero "se" dice, así que aquí me impongo yo escudado en un rumor. Cuando asesinaron a José Francisco Ruiz Massieu, una secretaria de la universidad pública lo había visto en la cama con un guarura. No faltará el que diga que tiene un primo en la policía que es conocido de un militar que fue testigo presencial de cómo el seductor de la patria entró al antro "Pompeya" con Adela Noriega, ya que el cadenero de la entrada era un infiltrado del CISEN (Centro de Investigación y Seguridad Nacional) y le sacó una foto que le entregó al militar en cuestión. La cosa es que, con tal de no "quedar fuera", por si algo fuera a ser repartido como botín, se vale echar montón y dar falso testimonio o no quemar, pero sí cuando menos una tiznadita, que algo queda. Para algo "somos familia", al menos hasta el momento del reparto del botín. Se vale porque somos "nosotros" y "ellos", puros ladrones (o "blancos"), con lo que tenemos licencia para la bajeza. "Nosotros" y "el pueblo" no es ni la parte bonita que asegura que vió a Emiliano pasar por Anenecuilco después de ser ejecutado en Chinameca.

       El "pueblo" no es garantía de nada, y por cierto que no deposita en él la soberanía Francia, sino en la nación. La "nosotrosidad" se ha dado con frecuencia, en el otrora Tercer Mundo, para en nombre del rechazo al "ellos" de afuera para crear la ilusión de unidad adentro, así sea con un "pueblo"" de boutique. Tampoco faltan las recuperaciones colectivas de la vista: como "nosotros" es la "evidencia", de ser necesario por encima de cualquier verdad, clarito se ve que el presidente estadounidense Donald J. Trump "se las trae" y que los globalistas, al fin y al cabo conservadores/libertarios, deben hacerse pasar por fanáticos "de la causa" de la soberanía e incluso del "antiimperialismo", puesto que es "libertad" y debe seguirse al infinito en la libertad de que los más fuertes hagan su ley, como los empresarios "nacionales". Porque no faltará quien le cuente a Juan Lucas que fue migrante allá por Mar-a-Lago y vió cuando Trump entraba a un motel con una actriz porno. Si viera usted cómo me quedé con los ojos cuadrados. Estaba de lo mejor. Ella, no el tipejo ése. Sobre todo cuando yo mismo le puse a esa señora y Trump ni en cuenta. (da click en el botón de reproducción).





domingo, 2 de marzo de 2025

EJE CENTRAL NIÑA PERDIDA

 La presidentA mexicana, Claudia Sheinbaum, encabezó hace poco un acto de conmemoración por los 500 años de la ejecución del último tlatoani mexica, Cuauhtémoc. De modo extraño, algunos titulares dijeron que era un "funeral de Estado", cuando no había ningún funeral de nada. Se puso al tal tlatoani como ejemplo de "soberanía del pueblo", se sacó un video con un Cuauhtémoc de tez blanca y se remató con la "grandeza de México". En parte, no se han perdido las costumbres de una parte del antiguo régimen: el presidente José López Portillo (1976-1982) se las dragoneaba de Dios Quetzalcoátl para darle ese tipo de circo a los mexicanos, cuando el país estaba "administrando la abundancia", el mandatario el nepotismo y el gobierno una corrupción galopante, algo de lo que no se estila recordar en la llamada "Cuarta Transformación". Lo de Cuauhtémoc es algo antiguo, por lo que hay por ejemplo un Cuauhtémoc Cárdenas (o un Cuauhtémoc Blanco). Parte de la ideología postrevolucionaria se volvió doctrina José Alfredo: según José Alfredo Jiménez, el hijo del pueblo es "descendiente de Cuauhtémoc/mexicano por fortuna". Aunque el apellido más mexicano sea Hernández, "hijo de Hernán".

        Gran parte de la unidad de lo que hoy es México la cimentaron los españoles, por la unidad de idioma y religión (español y catolicismo), lo que significa por lo demás que el mismo México es más parte de América Latina que de Norteamérica, porque el predominio en Estados Unidos y Canadá -salvo en Québec- es anglosajón y protestante, pese a que el francés de izquierda Jean-Luc Mélenchon diga tonterías sin que nadie se lo haga notar: en los territorios hoy de Estados Unidos que le fueron arrebatados a México, mientras Antonio López de Santa Anna se preocupaba más por su propia grandeza (al grado de hacer enterrar su pierna mutilada con honras), NO hay ninguna mayoría hispana, ni siquiera contando los "hispanos" no mexicanos. En Nuevo México, por ejemplo, donde menos del 50 % de la población es "hispana" (pese a ser el estado más "hispano" de Estados Unidos),  la mayoría de los "hispanos" no se considera descendiente de ningún país latinoamericano. Mélenchon, un demagogo, no parece tener idea de lo que son Colorado, Utah o Wyoming. Ni siquiera hay mayoría "latina", no "hispana", en California o Texas, aunque se trate del casi 40 % de la población. Ser el grupo más grande no quiere decir que se sea mayoría, ni que todos sean mexicanos. Aún así, hay quienes creen que la grandeza de Estados Unidos la hacen los mexicanos y que, como lo deja entrever Mélenchon para "quedar bien", México está a punto de recuperar lo que perdió en el siglo XIX.  Los "latinos" son habitantes de Estados Unidos procedentes de América Latina. Los "hispanos" incluyen a población estadounidense de ascendencia española, pero no forzosamente latina ni mexicana. Es decir, gente "hispana" que no se siente para nada mexicana, por el poco tiempo que le duró el gusto en el siglo XIX. Por lo demás, México está también más cerca de América Latina por Mesoamérica y el maíz, aunque no abarca todo el territorio mexicano.

         Así, el norte mexicano es en parte (y nada más en parte) más español porque al maíz, prefiere el trigo. Antes de la llegada de los españoles, el imperio azteca estaba muy lejos de abarcar todo el actual territorio mexicano: era sobre todo el centro, y los grupos originarios eran distintos en el sur-sueste y en el Occidente y el llamado "Septentrión". No había unidad idiomática, ni de tipo de vida (sedentario o nómada), y el estado de guerra era más o menos frecuente, aunque cierta tendencia al sedentarismo hace la diferencia con los pueblos originarios de Norteamérica. Es archisabido que no nada más los tlaxcaltecas se unieron a los españoles. Y luego, hubo aztecas vencidos que también se unieron con los españoles, por ejemplo contra los purépechas o contra los chiapanecas. A muchos pueblos originarios de México les llegó de oídas lo de la caída de Tenochtitlán, y Cuauhtémoc no les incumbe en lo más mínimo, salvo que se quiera hacer algo peor: un problema racial. Para el caso, tampoco Cortés es el único Conquistador. Lo que trajeron los españoles fue la mitomanía y la pasión por el árbol genealógico. El emperador Moctezuma, dicho sea de paso, era totalmente errático. Salvo en algunas regiones del actual México, como gran parte del norte y Tabasco, los españoles unificaron el tipo de propiedad predominante y de relaciones sociales asociadas, aunque llegando a coexistir con resabios prehispánicos, que no estaban ellos unificados, puesto que existieron desde comunidades primitivas diversas hasta imperios despótico-tributarios como el azteca. En lo descrito, los españoles sentaron las bases en el idioma, la religión y con frecuencia el tipo de propiedad para el futuro México. Por lo demás, el mestizaje empezó muy pronto y, a diferencia de Guatemala, y en bastante menor medida, México es un país predominantemente mestizo, por lo que es no sólo mezcla de indio y español, sino de negros traídos de África y luego, además, de la llegada de muchas otras culturas que no se reducen al exilio republicano y al sudamericano como pretextos para hacer fund raising.

         El acto circense sobre Cuauhtémoc es un asunto racial, mezclado con la mitomanía española y para consumo de gente que tal vez haya heredado del tal Cuauhtémoc la costumbre de ser idólatra. La "grandeza" de México tiene su origen en un texto novohispano, del obispo Bernardo de Balbuena, del siglo XVII (1604), para Doña Isabel de Tobar y Guzmán, más allá de una borrachera de José José. Y es que la Nueva España era "la joya de la Corona", la capital, la "ciudad de los palacios", y la ostentación de opulencia, algo frecuente en la misma ciudad. La mitomanía de ciertos posrevolucionarios, sin excluir a José Vasconcelos, hizo el resto, aunque sucede que México es una nación joven, con grandes dificultades en el siglo XIX, megalómanos como el emperador Agustín de Iturbide o el mismo Santa Anna, y que logró lo mejor de su unidad gracias al vaivén de habitantes a través del proceso revolucionario, para el que los pueblos originarios (salvo en parte los yaquis de Obregón) no tuvieron mucho que ver. La "revolución institucionalizada" terminó en "cornucopio de abundancia orientado hacia Estados Unidos". No se puede hacer gran cosa si desde 1992, cuando  culminaron 500 años de resistencia, resulta que "estábamos a todo dar" antes de que llegaran los españoles. Si van a cantar "El hijo del pueblo", que sea completa: no nada más el "descendiente de Cuauhtémoc" para antropólogos gringos y políticas también gringas de discriminación positiva. Muy desafortunadamente, más mexicano era quien supo ver la desgracia de estar "tan lejos de Dios, y tan cerca de Estados Unidos". Porque Cuauhtémoc debió haber estado algo lejos de Dios y muy cerca de arqueólogos y antropólogos para los cuales la periferia es cosa de ruinas. Ahora se van a vender hasta las antiguedades de museo -ah, junto con el gran embarque de ex narcos, por "libres, soberanos, independientes" y extraditables en bola (da click en el botón de reproducción).



YO NO ME LLAMO JAVIER

 No es muy fácil saber qué es el "pueblo", aunque en él resida la soberanía, al decir de diversas Cons tituciones, la estadounide...