Si la memoria no falla, la señora presidentA había criticado al mandatario salvadoreño, Nayib Bukele, por "no respetar los Derechos Humanos". Bukele encontró una manera de criticar la política de seguridad mexicana, y la presidentA salió a pedir el respeto que ella no tuvo, porque no se guió más que mediáticamente. A pesar de que haya que enmendar el encarcelamiento de inocentes, Bukele aseguró el derecho a ganarse el sustento y salir a la calle sin correr el riesgo de perder la vida. Las maras eran de balazos, no de abrazos, y es un derecho ir a trabajar, a ver a la familia y a actividades recreativas sin ver la vida amenazada. Otros no lo entienden, como el presidente ecuatoriano Daniel Noboa o la gente de la sierra que lo vota: la que arriesga la vida vota por la Revolución Ciudadana por el derecho a vivir en una sociedad y no en una jungla. Por lo demás, en el estado mexicano noroccidental de Sinaloa no todos han estado de fiesta con "los pesados" -sin llamarlos por su nombre- y alabando al "México bronco" porque "reparte". Una parte de la población quiere paz y no fiesta buchona para hacerse de dinero fácil o de la vista gorda. La autodenominada Cuarta Transformación no ve del "pueblo" más que lo que aparece en la festividad "en territorio": el interminable agasajo en espera de retribución. Por lo pronto, si es parte de lo que interesa a México, El Salvador ya se fue para arriba como destino turístico, se esté o no de acuerdo.
Bukele está tomando otras medidas, ahora para buscar garantizar la sostenibilidad alimentaria salvadoreña. El Salvador está pasando por problemas conocidos de otros, de México a Rusia, desde años antes de la llegada de Donald J. Trump a la presidencia: los salarios no alcanzan ante la persistente inflación, que en México, por ejemplo, ha hecho de "la cuesta de enero" la de "enero a abril". No es el "salveque": en El Salvador, Bukele ha invitado a importadores, comercializadoras, mayoristas y distribuidores de alimentos a dejar de poner sobreprecios a la canasta básica, contando con la impunidad. En México sucede lo mismo sin que el gobierno haga nada, ni siquiera a quienes provocan el problema, mientras los de la "expertís" se inventan cualquier cosa. Según lo ha dicho el portal Sin Permiso, por ejemplo, no hay más causa que la de ganarle a los aumentos de salario y llevarse ganancias muy altas. Y mientras tanto, el "salveque", desde contrabando hasta sobornos a agentes gubernamentales que ahora podrían ser sancionados. Se anunciaron agromercados y puntos de venta en 20 zonas estratégicas para vender a precios justos. La idea es eliminar los intermediarios, aunque hay productos importados de Guatemala, Honduras y Nicaragua. Falta por hacer: 48 agromercados en 44 municipios de los 262 del país, pero se está haciendo. Con organización y vigilancia.
Parte de los secretos mejor guardados del subdesarrollo no es "el gobierno", y en El Salvador no es ya la antigua oligarquía terrateniente. Es la fauna intermediaria que se conoce como "compradore" (compradora). Es incluso gente de pueblo enriquecida que, por ejemplo en los mercados municipales, lo primero que hace, si tiene la ocasión, es pasar sobre el de abajo. La idea en El Salvador ha sido que, bajo presión de los agromercados, los productores locales e importadores tengan que bajar precios. La importación es dramática: 90 % de las legumbres, verduras y frutas, 60 % de los derivados de la leche, 25 % del frijol y 33 % del arroz. Ahora resulta que hay que "monitorear" a Bukele, pero de lo que ha hablado es de eliminar el clásico abuso del intermediario, a reserva de saber si es posible la autosuficiencia alimentaria. No es raro que en el mundo subdesarrollado el comerciante tenga mentalidad de usurero. Para muestra, lo que sucede en Haití. Las pandillas no dejan de tener vínculos con este grupo "compradore", no ajeno a ascendencias levantinas. Si Bukele es de origen palestino, es de una fracción del empresariado local dependiente del exterior, pero contraria a la antigua oligarquía y a los "compradores". Aquí se refleja una parte menos buena, en la asociación con capital transnacional.; tampoco es tan agradable que las calles salvadoreñas se llenen de turistas estadounidenses y canadienses, aunque es lo propio de Mesoamérica. Como sea, pese a las dificultades abajo, la emigración se ha caído -como también en México, por lo demás-, y la gestión de la deuda ha mejorado, al mismo tiempo que parece haberse dejado de lado la extravagancia del bitcoin.
La caída de la inseguridad ha ayudado a que pequeñas empresas dejen de destinar una parte de sus recursos a la extorsión. Hay en marcha buenos proyectos de infraestructura, poco mencionados, y el ánimo de impulsar la minería metálica. Está también en marcha no permitir que el gobierno extorsione "oficialmente" con un mar de papeleos. Cuando menos, el "pulgarcito de América" tiene algo que decir y merece el respeto que se le pide. No estereotipos globalistas (da click en el botón...de reproducción)