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domingo, 16 de marzo de 2025

OTRA VEZ, VA DE NUEZ

 Una de las cosas que más se presumen en México es la familia. El anterior presidente, Andrés Manuel López Obrador, atribuía la capacidad de resistencia (¿o de aguante?) de México a la importancia de la familia. En un sentido similar ha llegado a pronunciarse la actual presidentA, Claudia Sheinbaum. No es nada más cosa de México, sino también del resto de América Latina, en donde las relaciones personales no familiares adquieren un aparente cariz "de familia". Para más de un caribeño, el grupo o la comunidad es "la familia", como le gustaba decir al cantante puertorriqueño Cheo Feliciano. A veces tal o cual nación es "la gran familia...". En tal o cual país sudamericano se estila saludar con un "¿cómo están, familia?". Sin duda, los lazos familiares son más EXTENSOS que los de las familias de países centrales, que por lo demás suelen pasar por fuertes problemas de baja natalidad. De la misma manera, la formas de heredar son distintas, incluso por lo que marcan las leyes. La herencia en Estados Unidos, por ejemplo, privilegia bastante al cónyuge, aunque depende de los estados. En Francia, se reparte de manera igualitaria entre hijos y cónyuges. En España, al fallecer el padre prevalecen los hijos. Las variantes son muchas.

       El peso de la familia en México y, en general, en América Latina, le debe en parte a la superposición de dos herencias históricas en las que el parentesco era importante: en las comunidades prehispánicas, y en el mundo señorial ibérico, que trajo, como parte de la familia extensa, el hábito de la "casa poblada", en la que los dependientes "son como de la familia"-al menos mientras acepten la condición de dependientes, desde la nana indígena hasta la doméstica negra. La familia puede tener, por la extensión de la parentela, algo de clan. Incluye por lo demás formas de emparentamiento indirecto como el compadrazgo y otras. Es, también, el primer lugar de aprendizaje del clientelismo. Es sólo de manera reciente que algunos lazos, no todos, se han debilitado, a través de los hijos (hijas). Pesa también la influencia religiosa y los lugares que asigna, formalmente al menos. Lugar de ayuda mutua, la familia puede serlo también de aprendizaje de alianzas y rivalidades internas, como en su tiempo lo demostraron excelentes trabajos mexicanos. La fuerza familiar es la debilidad de la sociedad y del espacio público. No faltó en una época el anuncio que dijera: "lo mejor de nuestras vidas queda en familia". Es también el lugar de aprendizaje del hacer a espaldas de la sociedad y del espacio público. En México, apenas ahora se piensa en castigar el nepotismo, azote de buena parte del aparato judicial. Destacaron por su nepotismo gobiernos como el de José López Portillo (1976-1982), o a su manera el del seductor de la patria y su hermano incómodo. En el hacer descrito, si "todo queda en familia" y de espaldas al espacio público, es también el lugar de aprendizaje de cierta endogamia, pese a la apariencia de apertura que da "lo familiar" al proyectarse amable o cortésmente hacia afuera. Como parte de esa endogamia, y a pesar de la ayuda mutua, la familia es también el lugar de sacrificio de las individualidades, como lo mostrara Carlos Fuentes en Las buenas conciencias.

     En cierta deriva, esa familia "que es familia" supone un código y garantía de dependencia y de no independencia, como la clientela: su forma extrema es la mafia, según se ha demostrado para el sur de Italia, por ejemplo. De ahí nombres como La Familia Michoacana, que no era precisamente de dueños de paleterías. Una pandilla también puede ser familia: contra "la familia fanmi Lavalás" de antaño, en Haití, las pandillas al mismo tiempo se unen y se disputan territorio en nombre del "vivir juntos" (Viv Ensanm).

       Parte de los problemas actuales está en que una fracción de la derecha, aunque se equivoque al nombrar el asunto, acusa al dizque "marxismo cultural" de atacar los valores familiares. Las teorías llamadas "conspiracionistas" piensan que es para reducir la natalidad, aunque con frecuencia se trata de vender creando "nichos de mercado". La derecha suele replicar desde un punto de vista religioso y tildado de "conservador", por ejemplo por el rechazo a la ideología de género. La izquierda no argumenta: mayoritea con hábitos de activismo y asambleísmo. El hecho es que es posible demostrar que es falso que se apegue a valores familiares, más allá de la conveniencia del respaldo. Cualquiera que se tome en serio el tema sabe que un rasgo familiar casi universalmente compartido es el llamado "tabú del incesto". No es sólo cuestión de debatir si debe o no enseñarse la ideología de género a infantes -en vez de imponerla-, los baños neutros (en lo que terminó el mandato del presidente estadounidense Barack Obama) o, si se sigue la ley rusa, por ejemplo, el derecho o no de los LGBTTTIQA+ a exhibirse en público (por asunto de presencia de infantes). Cabe saber, más allá de trayectorias como la de Daniel Cohn-Bendit, del 68 a la pedofilia, si, como sucede, la tolerancia imperante, que incluye ampliamente a la pornografía, ya que está "prohibido prohibir", debe permitir el porno-incesto, por ejemplo, fácilmente lograble en la Web: existe de manera directa, para todo público, infantes incluidos, más allá de "el que a la prima se le arrima" o la tendencia a mostrar relaciones con hermanastros (as), hijastro(as), etcétera. Que sean cosas que suceden, con una frecuencia un poco mayor de lo que se cree, no explica que sea algo que, al ser ejemplificado, sea tolerado, dizque porque si no toca "El castillo de la pureza". Quiere decir que, más allá de lo que se dice, lo que se hace en nombre de la familia es muy variable, desde el conservadurismo hasta la permisividad como último regalo familiar: eso sí, más allá de la hipocresía no ausente en la religión, es poco entendible que la izquierda, en vez de argumentar o debatir, en nombre de la "libertad" no haga nada por cuando menos limitar conductas y exhibiciones no propias, como decían antes los policías de crucero, de lo que es "comportarse como gente civilizada". Debe ser que ser de izquierda es ponerse a lo cachondo y lo que le sigue, sin la menor idea del límite: es lo que ahora muestra y hasta ostenta la familia como lugar, ante todo, de satisfacción del "deseo"...y de conocimiento apenas de cierto miedo como equivalente de ese "límite" (da click en el botón de reproducción).



¿POR QUÉ NO TE CALLAS, ENRIQUE SERNA?

 Por pasos.. Hay cosas que el tiempo no deja pasar en nadie y el escritor Enrique Serna está agarrando un ligero toque que recuerda a la Gil...