Una de las mayores dificultades de los gobiernos de izquierda en la periferia o la semi-periferia es que se libren de prácticas clientelistas, en las cuales, a cambio de "cierto " reparto, no faltan quienes se sirvan del Estado para beneficio o ventaja personal. Es lo que no pudo pararse desde los años '30 en la Unión Soviética, pese a los intentos de reforma en 1936: el partido oficial se volvió vehículo de ascenso en el gobierno para que algunos fueran "más iguales que otros", en nombre de "la causa" o incluso de heroísmos militares. No es un secreto, a juzgar por los estudios que ha hecho por ejemplo Nueva Sociedad, que en China se escala adhiriendo al partido oficial, como lo hacen desde millonarios hasta gran parte de las clases medias. La posibilidad de trepar es la recompensa a la obediencia o incondicionalidad dentro de la clientela o en alguna de las clientelas en equilibrio. No hay reconocimiento de la individualidad, puesto que la obediencia o la incondicionalidad la anulan, como al criterio independiente, y el de la cúspide es por igual el chivo expiatorio. La clientela no garantiza derechos ciudadanos, pero en cambio genera la ilusión de "participación" en "política" que, como dominación e imposición/sumisión, invade todo.
A pesar del igualitarismo en Cuba, una vieja tradición, que data de entre finales del siglo XIX y principios del XX, hizo que quienes tuvieran hazañas militares pudieran acceder no sólo a cargos, sino también a propiedades. No es seguro que parte de esa tradición no haya perdurado hasta la actualidad: ser "veterano de cualquier lucha", de la Sierra Maestra hasta Angola, para tener acceso a privilegios inalcanzables para la mayoría de la población. La mezcla es entre militar y religiosa, y se funde con mala ideología y espíritu de "combate", para terminar en extorsión: por una estadía de un tiempo en un campo de batalla o por cercanía con un "luchador", se gana una vida de privilegios vitalicios, como si la gente debiera refrendar una y otra vez, al cabo de la extorsión, que al héroe real o impostor se le debe todo. Así se han hecho detestar, no sin cierta razón, algunos partidos comunistas oficiales -abierta o soterradamente-, porque detrás de la supuesta convicción o del ideal asoma el derecho a servirse en vez de servir, como se dice coloquialmente en México. Para más señas, los mismos que "no se enteraron de la caída de la Unión Soviética" es por el pequeño apparatchik que llevan dentro: no soltarse nunca del poder.
En México, desde los años '30, con las deformaciones primeras del PNR (Partido Nacional Revolucionario), el "partido" se volvió trampolín para tener acceso al reparto, con todo un folclore: "no moverse para salir en la foto", no ser un "político pobre porque se es un pobre político", saberse "relacionar" para conocer "cómo va la jugada" y cosas por el estilo. Al final, podía llegar a la cabeza de la Unión Soviética, con muchas palabras, alguien que no tenía idea del socialismo, como escandalosamente reconoció Fidel Castro que no la tenía tampoco. China tiene desbancados a los marxistas, y en México terminó por llegar al gobierno gente que de revolucionaria o institucional no tenía gran cosa: ni de revolucionaria, por sacrificar a la gente de abajo, ni de "institucional", al romper gravemente los equilibrios entre grupos, cuando entre 1988 y 1994 uno de ellos creyó -y lo dijo- haber llegado -después de "esperar 20 años", según Raúl Salinas Lozano- para eternizarse por algunas décadas, según salieran a pregonarlo Jaime Serra Puche o José Angel Gurría. Para entonces, la Revolución Mexicana ya no decía nada y el PRI (Partido Revolucionario Institucional) no era más que una aspiración a "colocarse" y "agarrar" de manera desvergonzada y realmente muy poco "institucional", hasta que no quedara más que dejarle el relajo al partido de Acción Nacional (PAN) para "gestionar" los arreglos con Estados Unidos hasta que otro grupo -el de los Ocean- corroyera por dentro a la organización. Para algunos, seguir siendo "grupo" o clientela es gritar al unísono "es un honor estar contra Obrador". Al PRI no debe faltarle demasiado para terminar de hundirse, salvo en parte por casos cada vez más limitados, como el de Rubén Moreira. EL PRD (Partido de la Revolución Democrática)se fue abajo en pleitos de clientelas ("los Chuchos" y otros)..
Dada la gravedad de lo que es llegar a un Estado fallido (como se dijo de México entre 2006 y 2012), en el Ecuador la candidata Luisa González -que NO es socialdemócrata- planteó hace poco algo clave: llegar al gobierno para seleccionar a los mejores en su campo (como lo intentó el actual presidente Luis Arce en Bolivia) y no a los dizque "compañeros de fiesta". Esto significa llegar al gobierno en buena medida para atender el servicio público, atender a la gente y no "servirse" con el pretexto de "pero sí yo estaba en la fiesta" o de que en ésta "yo lo conocí". La ideología puede ser para persuadir, convencer, etcétera, pero no el "pegamento" para sustituir al mérito en el trabajo y aparecer como lo que no es, un "mérito en sí mismo", puesto que "cohesiona" al "grupo". Desafortunadamente, más de uno parece haber visto algún peligro para la "patria del tongo" (del reparto de prebendas). La clientela no da más que para repartos que no dan derechos porque se otorgan como favores, endeudan, y son discrecionales y para nada equitativos.
La autodenominada "Cuarta Transformación" en México surgió en parte con rasgos personalistas -la perseverancia y el "colmillo del presidente Andrés Manuel López Obrador- y de algunas clientelas y nombramientos de amiguismos, comoo algunos que prosiguen a la sombra de un ex rector sin experiencia diplomática. Sin embargo, no se ha querido rescatar el significado de lo planteado recientemente por la presidentA Claudia Sheinbaum, en el sentido de que MoReNa (Movimiento de Regeneración Nacional) NO debe ser partido oficial, corporativismos aparte (no están en el horizonte) y sin activismos. Para Sheinbaum, como a su modo lo había planteado González en el Ecuador (y fue adrede malinterpretado), el MoReNa debe organizar desde abajo, dirección que parece imprimirle Luisa María Alcalde. Sheinbaum puede tener en el Estado, si se regenerara, gente que no sea de MoReNa, pero que sea competente (y no que sea de MoReNa, pero incompetente, como Doña Requetebién), aunque en algunos casos pueda haber apreciaciones erradas de la mandataria, en particular cuando se trata de universitarios: más de uno no sabe más que ejecutar instrucciones de afuera, cultura es cero y hay personas como Francisco Ignacio Taibo Mahojo, con espíritu de facción, al igual que más de un latinoamericano o latinoamericanista pegado a la Cuarta porque sigue creyendo en pegarse de la ubre estatal para financiamiento de la clientela propia, como la universidad pública.
El MoReNa es libre incluso de enmendarle la plana a Sheinbaum, por ejemplo si se pone excesivamente empresarial o no cumple. Como quiera, y a pesar del terrible peso de los polkos, que no creen en México salvo para sacarle el jugo en beneficio o ventaja personal, como ocurre en la academia de la universidad pública, el MoReNa está concretando mejor la lucha interna contra ciertos males del clientelismo, como el nepotismo. López Obrador se planteó separar economía de política: no lo logró del todo (y ha habido una parte que ha querido enmendar Sheinbaum en licitaciones), pero no gustó al empresariado y los medios de comunicación corruptos y surgidos de favores desde la política, desde el seductor de la patria. No es algo que esté terminado. Pero sí es un avance plantear la separación entre Estado y partido, que no es exactamente lo mismo que entre gobierno y partido, puesto que, si gana el MoReNa, es para gobernar, no para jugar a los "pesos y contrapesos" de tal modo que le IMPIDAN gobernar. Otra cosa es que, al mismo tiempo, se pare la selección de quienes gobiernan porque "estuvieron en la fiesta", como algunos universitarios, lo clásico de los intelectuales y hasta gente amiguis de la familia. En la jefatura de gobierno de la Cdmx, Sheinbaum fue contradictoria, pero dió resultados clarísimos en seguridad, procuración de justicia, infraestructura y salud, por ejemplo. Y, como Clara Brugada, en rendición de cuentas.
Para decirlo en términos "darwinistas", se abre la posibilidad de ser leal, honesto y competente, pese a que quedan rezagos y flaquezas, y por lo tanto de parar "la sobrevivencia del más inepto". Está en el MoReNa terminar con la "politiquería" con el "chapulineo" en la mira, las extravagancias de lo que se cree que es "ser político" (la buena vida a costa de recursos públicos...). Algunos no quisieron oír la Cartilla Moral, ni considerar la Guía Ética para la Transformación de México, ni darle contenido al humanismo mexicano. La invitación es sencilla: no a usar desvergonzadamente el MoReNa como la "fiesta" para después pedir recompensa "porque yo estuve ahí" y ahí "yo lo conocí" (como si cualquier conocido fuera amigo de toda la vida), sino a poner el ejemplo. A ver si así, porque hay gente que sí está interesada, entre generaciones jóvenes y sectores de clases medias, y hay algunos en cambio que creen erróneamente que "les es debido" por el solo hecho de estar "en la causa", como les ocurrió a muchos líderes del 68. Que sea lo que Dios quiera y, sobre todo, lo que los resultados del trabajo digan.