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jueves, 15 de mayo de 2025

SÓLO SÉ...

 El estudioso francés Antoine Vatan, entrevistado recientemente por Pauline Detuncq en Youtube (Polo de Renacimiento Comunista en Francia -PRCF), considera que, en principio, China debería cambiar de orientación económica, y que estaría buscándolo desde hace ya varios años: del comercio exterior al consumo interno como locomotora. El potencial en términos absolutos no es menor. Se supone que en parte es una reorientación buscada por el líder chino Xi JinPing.

        No es fácil saber del tamaño de las clases medias en China: se situarían, para promediar un poco las fuentes, cerca de 500 millones de personas, lo que es una cifra baja para China, inferior al 50 % (China tiene más de mil 400 millones de habitantes), pero alta en términos absolutos, si se compara por ejemplo con la población de Estados Unidos  (unos 350 millones de habitantes). Aunque Xi Jinping ha lanzado el "hecho en China" y lo cierto es que China ha progresado de "taller del mundo" a "taller high-tech", para disgusto de Estados Unidos, las potencias centrales están al acecho: un mercado "emergente" de 500 millones de consumidores no es cualquier cosa, y todavía está por saber si de consumo de productos chinos o en parte extranjeros.. Xi JinPing no es el único interesado en ampliar las clases medias locales.

      Esta reorientación supondría rentabilidad del mercado interno chino (los chinos ahorran mucho) y exportar menos, a reserva de importar más, lo que no está claro (pero sí lo esperado del exterior): en este caso, China bajaría su sobreproducción hacia el exterior ("de todo y lo que sea", como dice Vatan), síntoma de sobreacumulación, lo propio de una economía capitalista, junto a la inversión en el exterior (La Franja y la Ruta); y con menos dólares (puesto que más ingreso se destinaría al consumo), China dejaría de comprar deuda estadounidense y, así, de financiar a Estados Unidos para que le compre....a China, así sean productos hechos en China por compañías extranjeras. China está bajando sus tenencias de bonos estadounidenses. Sería un golpe para las finanzas estadounidenses, y un problema para el consumidor de Estados Unidos si no puede seguir comprando "de todo y lo que sea" barato. Al mismo tiempo, sería un potencial para exportar a China. Sin embargo, el ritmo de crecimiento de las "clases medias" chinas ha sido lentísimo, incluso pese a aumentos salariales.

     Para Estados Unidos, en principio los aranceles del presidente Donald J. Trump pueden ser un problema para los consumidores, que según Vatan tendrían que pagar más caros los artículos por algo así como un "IVA" (Impuesto al Valor Agregado), aunque no lo es. Como se busca rebajar los impuestos y que las grandes empresas dejen de declarar en el exterior, podrían compensar pagando menos aquí lo que pagarían en aranceles. Al mismo tiempo, cierto reequilibraje de la relación entre exportaciones e importaciones estadounidenses afectaría las finanzas estadounidenses si no hay correctivos: menos dólares entrarían al mercado estadounidense. Si Estados Unidos importa menos, y quienes exportan a este país tienen menos superávit y menos excedentes (en dólares) para "invertir" en la finanza estadounidense, no queda claro que haría ésta. Como sea, parte de la idea de Trump es algo que toma mucho tiempo: obligar a las grandes corporaciones a volver a producir en Estados Unidos. No queda claro qué tendría que suceder con el salario y el nivel de consumo estadounidense, salvo que en Estados Unidos se produzca barato y de buena calidad.

     Ninguna de las tendencias está realmente afianzada, y cada una toma tiempo. Ambas supondrían un "recentraje" en el mercado interno, sea o no tomado también por "nacional", y no está demostrado que la "globalización" o "mundialización"" sea una "ley de hierro" fatal, aunque exista como tendencia para intentar sortear la crisis. Tampoco está dicho que un "recentraje" nacional tenga que ser fuente de conflictos o hasta de "la guerra mundial", así que no se entiende en este punto lo dicho por Vatan. Lo cierto es que el "recentraje" estilo chino o el buscado por Xi Jinping son muy tenues, y de distinta índole. Supondrían entre otras cosas zafarse de la alta finanza, lo que tampoco es un hecho. Si acaso China lograra reorientarse al mercado interno y elevar el nivel de vida de mucha más gente, se le podría creer más que es un país "socialista". Pero la medida tampoco es el consumo, y mucho menos cualquier consumo.

      No es un "recentraje" nacional, sino la disputa por mercados externos, de mercancías y para los capitales (inversión directa e indirecta), que llevan a conflictos por estarse todos a la "geopolítica" -prácticamente proscrita después de la Segunda Guerra Mundial- y a vaticinar desde el apocalipsis hasta el "nuevo orden mundial" que no llega: preparado desde la COVID-19, el intento "globalista" pasa por un cambio tecnológico adicional de resultados inciertos, salvo en algunos riesgos de mayor "des-civilización".  La guerra no es en estos momentos una salida, aunque uno que otro crea poder salir así de aprietos o poder hacerse el interesante. Situaciones como las descritas son de las que, a veces, requieren de un muy largo tiempo para descomponerse de tal modo que una alternativa radical aparezca no sólo como "el peor de tus antojos", sino como algo NECESARIO. Por lo pronto: ni guerra, ni paz (da click en el botón de reproducción)











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